Pan no habrá y la disputa será por el circo





Rubén Weinsteiner 

La narrativa actual PRO consiste en señalar que se está haciendo un enorme esfuerzo, que genera molestia y dolor en la gente, y que esta amarga medicina debe ser administrada para subsanar los efectos de “la pesada herencia”, y la corrupción, como si los robos al estado movieran la aguja de las cuentas nacionales, algo que no resiste el menor análisis, e intentando instalar el “que devuelvan la plata”.


Mientras tanto dese la oposición más activa e intensa, desde los sectores más cercanos al kirchnerismo, despliegan la narrativa que señala que lo dicho en la campaña, aquello que fue tildado como “campaña del miedo” era verdad, y que las políticas desplegadas por el PRO, están generando un escenario de extrema gravedad, sobre todo en los deciles de la base de la pirámide y en los conurbanos de las principales ciudades.


La narrativa PRO se articula sobre la base de la esperanza en un mega-endeudamiento, que inyectaría fondos a una economía que ya transita una clara recesión del orden de los 2 puntos.


La corrupción es un fenómeno que todos repudiamos, pero que un tipo se robe 20 millones de dólares y otro 50, como dijimos, no mueve la aguja de las cuentas nacionales de un país. Con la instalación de que si los corruptos devuelven la plata salimos, no se pretende anclar en el mediano plazo, solo en el corto, apalancando ese anclaje en la fantasía que en el segundo semestre, “la cosa va a mejorar” con endeudamiento volcado a la obra pública, cual Roosveelt con el New Deal.


La realidad es que toda la región recibió en 2015, 40 mil millones de dólares al 8% promedio. Supongamos que Argentina recibiera la misma cifra, algo que resultaría extraordinario. La Argentina debería usar 20 mil millones para cubrir el déficit comercial, 15 mil para pagarle a los buitres y 5 mil que ya recibió de los bancos a cuenta para pagar, con lo cuál quedaría cero para el plan Roosveleano del PRO.

Si la Argentina recibiera un Plan Marshal, digamos 50 mil millones de dólares, como dijimos, debería utilizar 40 mil para los ítems mencionados y le quedarían 10 mil millones.

Supongamos que esos 10 mil millones fueran usados en su totalidad para volcarlo a obra pública, y ni un centavo para gastos corrientes; de esos 10 mil debería destinar 3 mil para importaciones de insumos y maquinaria para realizar esas obras. Con los 7 mil que le quedarían para volcar lograría construir un 0.2 de aumento de demanda efectiva, que como terapia de la recesión de 2%, no lograría por la dinámica (fuerza) con la que se despliega la recesión restar más de 0,1 de ese 2%.’

Pero además en un escenario de ausencia de controles de precios, ese mini estímulo de demanda desataría otra serie, salarios-precios-devaluación, espiralizando la suba de los precios.

En Cambiemos no quedan rastros de la UCR. El paso al costado de Sanz, la casi ausencia de ministros radicales en el gobierno, (Aguad no es considerado como propio por los radicales sino como hombre de Clarín, y Martínez en Defensa no puede nombrar ni a su secretaria) la falta de consulta con los máximos referentes, acerca de decisiones políticas y lo alejado de las medidas por ahora tomadas del ideario radical, configuran un escenario donde podemos afirmar que Cambiemos es solo PRO .


El peronismo y el radicalismo tienen despliegue territorial, despliegue que el PRO no tiene y tuvo que alquilarle a la UCR para poder ser competitivo. Ese despliegue territorial, de los dos grandes partidos nacionales, con dirigentes, comités y unidades básicas, punteros, líderes y referentes barriales, de clubes y organizaciones intermedias, les da una correa de transmisión con registro de feedback de lo que ocurre en el territorio en tiempo real.

Ese dedo en el pulso 24 horas al día le permite tener una noción cabal de cómo afectan en el territorio sus medidas.

El PRO no tiene ese dedo en el pulso, es como un pie sin sensibilidad en el acelerador, que puede llegar a 180 sin notarlo.

La prosperidad PRO no llegará ni en el segundo semestre, ni en el tercero, ni en el cuarto. Los técnicos PRO lo saben y lo admiten en privado.

Por eso la madre de todas las batallas, es por la construcción de sentido, por la instalación de que “quien tiene la culpa”. El PRO a medida que la recuperación no llegue, y la crisis se profundice, apelará a la agenda de la corrupción, a encarcelar a funcionarios kirchneristas desde los más secundarios hasta la ex presidenta, como De la Rúa con Menem.


La oposición canalizará el mal humor emergente, construyendo un clivaje mediante la visión de un pasado idílico, y atribuyendo el fracaso exclusivalemente a las medidas del gobierno macrista

La narrativa anticorrupción, aún con los intensos ruidos que genera el #panamapapers, crecerá en forma directamente proporcional al nivel de la recesión, el desempleo, la caída del poder adquisitivo del salario y el mal humor social.