La nueva dependencia de Massa

El massismo pasó de la sobreabundancia de precandidatos a gobernador (recordemos: Giustozzi, Solá, Posse, casi Insaurralde, Francisco De Narváez y Mónica López) a ser rehén de su único candidato con potencia en intención de voto y dinero para financiar su campaña: Francisco De Narváez. Es que hoy por hoy, Massa es casi un rehén electoral del colorado, que ya mide más que él en suelo bonaerense, acaso por su fuerte instalación nacional y desgaste. Massa no tiene hoy ya margen para “bajarse” de la presidencia a la gobernación. No sólo porque falló en el timming, sino porque el propio De Narváez no permitiría que le arruinen el negocio así, y ya no queda claro quién necesita a quién en términos electorales.

Si De Narváez quisiera un candidato a presidente con buen volumen electoral tal vez optaría por inclinarse hacia Macri. Y a la inversa. El problema de este nudo gordiano electoral es que Macri, a pesar de conocer a De Narváez hace décadas, le desconfía por su actitud post 2009 donde se sintió usado. Teme que la alianza electoral se rompa a poco de andar y se transforme en un problema de ingobernabilidad. Por eso prefiere una “fórmula pura PRO”, pero se sabe la necesidad tiene cara de hereje. Por eso pierden valor rumores de una candidatura de Niembro a vice de Vidal, ya que siendo un primerizo seguramente prefiera un cómodo destino de primer diputado nacional al tan expuesto cargo ejecutivo bonaerense al que no aporta los suficientes votos por más conocimiento público que tenga.