Globos amarillos y la presencia de Macri para instalar a una desconocida Vidal


A su regreso de Europa, Macri intensifica la campaña bonaerense


Por: Federico Mayol


El jefe de Gobierno visitará la Provincia con mayor asiduidad para reforzar la figura de su candidata a gobernadora, Vidal. La carta del compañero de fórmula y la expectativa por futuros pases

Mauricio Macri tiene cita para los próximos lunes y martes por un largo tiempo a partir de la semana entrante. Con la interna porteña ya sepultada y mientras termina de madurar quién será su candidato a vicepresidente, el jefe de Gobierno porteño dedicará gran parte de esos dos días para acompañar a María Eugenia Vidal por el conurbano bonaerense, como parte de la nueva estrategia de campaña del PRO en la provincia de Buenos Aires, el territorio más crucial de cara a las primarias de agosto.

Hasta ahora, las visitas de Macri al fango bonaerense habían sido esporádicas: un "touch and go" en algunos de los principales distritos, y no mucho más. Ya convencido de que Sergio Massa no va a postergar su ambición presidencial –al menos no para bajar a la provincia de Buenos Aires, según trasciende por ahora desde el entorno del jefe del Frente Renovador-, y de que la figura de Francisco de Narváez se empezó a codiciar cada vez más, el líder del PRO no tiene más remedio que arremangarse los pantalones y apuntalar la imagen de Vidal, como lo hizo, a otra escala, con Horacio Rodríguez Larreta. El conurbano bonaerense es ahora la nueva obsesión de Macri. En ese plano, las repetidas apariciones televisivas del periodista Fernando Niembro, un eximio comunicador, no son casuales.

El líder del PRO también va a socorrer a su vicejefa sábado por medio. El resto de la semana, es todo para ella: miércoles y jueves también por el conurbano, y los viernes al interior provincial. El desafío inmediato es crecer 20 puntos en conocimiento. Para eso, el jefe de Gobierno es vital.

Macri y su riñón político, con Emilio Monzó a la cabeza, todavía esperan en la puerta de sus oficinas una peregrinación de intendentes que se hace rogar, y que daría a la candidatura de Vidal un envión extra. Es que la política bonaerense maneja sus tiempos, y el acto de Massa del viernes pasado en el club Vélez Sarfield sirvió más para contener a los propios que para sumar ajenos. Por caso, el pase de Jesús Cariglino -de Malvinas Argentinas- al PRO trae el rótulo de "inminente" desde hace un par de semanas. Cariglino, que tiene trato preferencial y directo con Macri, podría arrastrar a otros, como Luis Acuña, de Hurlingham, que puede perder su distrito en manos de Juan Zabaleta, el secretario administrativo del Senado de Amado Boudou. Las mediciones K en Hurlingham, por ejemplo, no le dan nada mal a Vidal. El que arrastra es Macri.

En el entorno de la vicejefa, sin embargo, sacan a relucir los resultados de los estudios de opinión: juran que los bonaerenses encuestados la ven como "el cambio", "honesta" y "sensible". El dilema es hasta donde la honestidad y la sensibilidad perforan en las profundidades del conurbano.

Por esos pagos talla con frecuencia Federico Scarabino, un viejo operador peronista bonaerense, íntimo de Monzó. Scarabino busca además congraciar a su nuevo jefe con algunos trabajos en la tercera sección electoral.

Desde el entorno de Macri –que en su gira europea consiguió la foto con Lionel Messi, el astro futbolístico del Barcelona, y Javier Mascherano- le restan dramatismo a la decisión electoral de dejar al PRO sin sello en la provincia de Buenos Aires, consecuencia inevitable por haber visto pasar de largo las dos últimas elecciones. Ya no se pasan factura: el esfuerzo pasa ahora por esperar la aprobación del nuevo sello partidario, para el que trabajan a destajo, que será inscripto en el frente electoral con el que compita Vidal.


La otra pata de la estrategia bonaerense es colapsar de globos y presencia amarilla en los municipios en los que el macrismo tiene chances reales, o podría quedar bien parado. Lanús y Morón son dos ejemplos. En el primer caso, el ministro Néstor Grindetti confía en el arrastre de Macri, ayudado por la cercanía del distrito a la ciudad de Buenos Aires. En el oeste, Ramiro Tagliaferro, esposo de Vidal, la tiene un poco más complicada. Igual que Guillermo Montenegro, en San Isidro.

Los tres tienen algo en común: recibirán en las próximas semanas la visita de Rodríguez Larreta, que salió fortalecido tras la contundente victoria sobre Gabriela Michetti en la interna porteña. El caso de Montenegro es simbólico: en el PRO sindican al ministro de Seguridad, confeso michettista, como uno de los componedores entre ambos bandos.

Con la interna capitalina ya en el olvido, y la buena performance del jefe de Gabinete, los estrategas del PRO bonaerense ahora vuelven a pensar en si sería conveniente potenciar a Vidal con un competidor en un eventual interna, de cara a las PASO de agosto, para hacer más atractiva su figura. ¿Una puja con el intendente Gustavo Posse? Parece difícil. Lo que no se descarta es que el traje de compañero de fórmula de la ex ministra de Desarrollo Social sea para un radical.