Bayer, Krupp y Mercedes Benz tasa de ganancia y los "errores" de la política

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El presidente de Krupp nunca tuvo ningún inconveniente en adecuar sus puntos de vista a las leyes raciales de Adoph Hitler. Ni la Bayer en aportar la producción del Zyclon B, un poderoso pesticida a base de cianuro, para asesinar millones en Auschwitz y Treblinka. Nunca nada les pareció ni bien ni mal si la tasa de ganancia resultaba la adecuada.

El Tercer Reich desapareció, pocos muy pocos se atreven por ahora a mentar sus trágicas virtudes, pero ni Krupp ni Bayer dejaron de cotizar en bolsa. Una cosa son los "errores" de la política –ese es otro servicio que los políticos prestan a los tenedores del capital – y otra la sobrevivencia de empresas exitosas.

Los directivos de Bayer no tuvieron que responder en Nuremberg por su maridaje con los nazis. La baja propensión a cualquier clase de principios es una virtud del management, una aptitud gerencial no un capitis diminutio. Un cínico podría decir, sin faltar a la verdad formal, que a Krupp las opiniones de un cabo prusiano lo tenían sin cuidado. Es un punto de vista, debemos admitir que el ciudadano promedio lo escucha sin inmutarse.

El comportamiento de la Mercedes Benz, en la Argentina, durante los años de plomo, siguió punto por punto este preciso vademécum. La comisión interna desapareció y sus gerentes fueron cómplices, y aun así la crisis de 2001 destruyó el mercado. No hay mercado sin demanda solvente, y si la hiperinflación pudo ser evitada fue gracias a la tardía pero decisiva intervención del Estado. Eso no transforma a los gerentes (ni a los de Mercedes, ni a los demás) en defensores de la regulación pública. Todo lo contrario.