Evo cerca del 70%


Gramsci define con el nombre de folcklore la forma más desorganizada y asistemática de la cultura. El folclore integra fragmentos de todos los puntos de vista elaborados en épocas pasadas y compuestos por una multiplicidad heterogénea de creencias, valores y supersticiones.

Lejos de considerar al folklore como algo raro y pintoresco, Gramsci propone tomarlo bien en serio porque allí se cristalizan las condiciones de la vida cultural de un pueblo.


Más allá del anclaje en las relaciones sociales de producción del modelo impulsado desde el Estado plurinacional, el desarrollo económico que impulsa y las facciones a las que beneficia , la consideración y administración adecuada del folclore es una de las claves de la hegemonía también cultural que despliega el MAS en Bolivia .




A las cinco de la madrugada. A esa hora, Evo Morales sorprendió a fines de septiembre a los automovilistas en el peaje de la autopista que une El Alto con La Paz. Aún no amanecía, pero el presidente boliviano ya repartía personalmente volantes de su campaña a todos los autos que se detenían sorprendidos. Para Morales, la ciudad alteña tiene un sentimiento especial: fue aquí donde se consolidó como político durante la “guerra del gas” de 2003, que derivó en un golpe contra Gonzalo Sánchez de Lozada. Dos años después, el entonces líder cocalero alcanzó la Presidencia.

Desde entonces, El Alto (a 4.070 metros sobre el nivel del mar) se convirtió en el principal bastión político de Evo Morales, favorito para obtener una nueva reelección en los comicios del domingo. Históricamente, esta ciudad sirvió como una suerte de dormitorio improvisado para los bolivianos que emigraban a La Paz desde el altiplano, los valles centrales o incluso desde el trópico de Cochabamba, como el propio Morales. Por décadas, El Alto fue sinónimo de autogobierno, calles de tierra y precarias viviendas, como un gran campamento que, además, alberga al aeropuerto internacional.

Con Morales en el Palacio Quemado las cosas han comenzado a cambiar en El Alto. El nuevo teleférico, que une a esta ciudad con La Paz, es la muestra más llamativa del creciente progreso. En apenas 12 minutos en su tramo más corto, paceños y alteños pueden trasladarse de un lugar a otro, en un viaje que antes, por carretera, demoraba unos 45 minutos. El pasaje cuesta 42 centavos de dólar. “Evo Presidente, porque hizo el teleférico”, rezan varios carteles en esta urbe. Un proyecto que contó con una inversión de US$ 235 millones.

Aunque aún hay grandes bolsones de pobreza, barrios no pavimentados y algunos linchamientos públicos, en El Alto también han florecido casas de tres plantas de estilo kitsch, departamentos de cinco pisos, más de 350 fábricas (hace 10 años había poco más de 100), un auge en la construcción y un nuevo polideportivo con capacidad para 11 mil espectadores (algo así como el Movistar Arena de Santiago), que lleva por nombre Héroes de Octubre, en homenaje a las personas que murieron en la revuelta contra “Goni” en 2003.

“MASAZO”
“Hay una creciente urbanización. Hay canchas de fútbol de pasto sintético, pero lo más importante para nosotros es que ahora tenemos gas de cañería en nuestras casas. Al mes, el gas nos cuesta cuatro dólares”, cuenta a La Tercera el camionero alteño Freddy Ponce. El Alto, de hecho, es reflejo del creciente auge económico boliviano: el FMI proyectó que este año el país crecerá 5,2%, por encima de cualquier otra nación sudamericana.

En El Alto viven actualmente 888 mil personas, más que todo el departamento de Pando (109 mil habitantes) y de Tarija (508 mil), antiguos bastiones de la oposición. E incluso más que en la ciudad de La Paz (790 mil habitantes), otro reducto de Morales. Por esto es que el presidente decidió cerrar ayer su campaña en esta ciudad, que también se ha hecho conocida fuera de Bolivia por las peleas que cada domingo protagonizan mujeres con vestimenta tradicional en un ring.

Cerca del un monumento a Ernesto “Che” Guevara y al ritmo del Candombe para José, Morales se dio un baño de masas en esta ciudad, desde un enorme escenario teñido de azul. El jefe de Estado prometió un “masazo” el domingo, haciendo referencia a su partido (Movimiento Al Socialismo). “Esta vez vamos a ganar en los nueve departamentos (vamos a dar) un “masazo” al imperio, al neoliberalismo, a los vendepatria y a los separatistas”, aseguró, mientras era vitoreado por la llamada “ola azul”.

Pero no todos están conformes con los avances. El representante del alteño Bloque Vecinal Revolucionario, Froilán Calcina, dijo recientemente que Evo no es revolucionario ni de izquierda, porque permanecen los empleos precarios o subempleo. A su vez, el dirigente del distrito vecinal 6 de El Alto, Juan Salas, afirmó que Morales no ha llevado a cabo una verdadera nacionalización de los hidrocarburos.


Leemos respecto al triunfo electoral del MAS:

Antes de las elecciones presidenciales del domingo en Bolivia, si nos atenemos a las encuestas, la única duda es si Evo Morales superará el 64% que sacó en diciembre de 2009, cuando renovó su cargo.


Todo apunta a que ganará Morales, quien no es particularmente carismático en el sentido clásico y, sobre todo en público, puede resultar poco elocuente para un extranjero. Y aun así ninguno de sus contrincantes tiene la más mínima posibilidad de hacerle sombra.


El presidente es un campesino cocalero, sin formación académica, con un pasado de sindicalista y con cierta tendencia a decir cosas inapropiadas. Pese a ello, es el claro favorito en las urnas.


El Estado, fuerte, controla los recursos naturales y tiene una gran capacidad de generación de excedentes que se utilizan en ampliar el Estado, lo que crea muchas más adhesiones al gobiernoFernando Molina, periodista


La oposición lo acusa de populista y de ser un caudillo con aspiración de eternizarse en el poder. Y, de nuevo, no hay encuesta que no prediga su victoria aplastante.


Por larga que sea la lista de defectos que se citen, sobre todo si se lo mira desde una perspectiva "occidental", no cabe duda de que el presidente es el candidato favorito de los bolivianos. ¿Tiene algún secreto su éxito político?


Es la economía...