El poder, los cargos y los cuadros en Uruguay


por Esteban Valenti


Hay una pregunta fundamental, tanto desde el punto de vista político, electoral y sobre todo de identidad de la izquierda que promovió Danilo Astori en su reciente columna: “¿qué le vamos a ofrecer a los uruguayos? ¿Le vamos a ofrecer más de lo mismo para el próximo gobierno? Y mi respuesta es categóricamente negativa. Es que proponer más de lo mismo no es de izquierda, es conservador, es no aprender en el ejercicio del gobierno, es dejarse ganar por la soberbia del poder. Necesitamos mucho más.



Y yo le quiero agregar otra pregunta ¿Qué es lo que tenemos que cambiar para no ofrecer más de lo mismo? Me perece clave.


Sin duda hay un aspecto inicial que define todo: no tenemos que aceptar ni por asomo la contemplación de lo mucho que hemos hecho, esa es la base, pero en el pensamiento de izquierda la exigencia es la base para seguir avanzando, el no conformarse nunca, el exigirnos siempre más y mejor y hacerlo en los aspectos claves.


Eso tiene que ver con el programa, con los aspectos institucionales, con el avance democrático permanente, con la transparencia en la gestión y naturalmente con la profundidad con la que afrontamos los errores. No le pidamos a la derecha que haga autocrítica de las políticas que precipitaron al país hacia su crisis y sobre todo hacia los indicadores de la mayor injusticia social de toda nuestra historia, para ellos no fueron errores. Y tienen razón, las políticas que aplicaron son la base de su propia existencia como derecha, es la expresión central de su visión de la economía y de la sociedad. E incluso el análisis de los excesos dentro de sus propias políticas lo tienen bloqueados por razones genéticas. No se autocritican en ningún lugar del mundo.


Hoy me voy a concentrar en uno de los temas que considero clave: las capacidades personales, políticas y técnicas de los gobernantes de izquierda a todos los niveles. Los éxitos de una gestión, de la ejecución de un programa, de una visión estratégica en el desarrollo del país con profundos avances sociales y democráticos dependen en primera y en última instancia del nivel de los gobernantes.


Creo que es un aprendizaje que hicimos todos los frenteamplistas en estos 25 años de ejercer gobiernos departamentales y el Gobierno Nacional. Y como los cuadros no se forman por antojo y a pedido expreso, necesitan un proceso, la definición de elegir a los más capaces, a los más preparados para los diversos cargos y no distribuir por cuota sectorial, es un problema clave.


Es clave, porque en el amplio universo de la izquierda, de los partidos, sectores pero también de los independientes y en más en general, hay una gran cantera de cuadros que pueden aportar sus capacidades para darle un nuevo impulso a otro gobierno progresista. Y tenemos ejemplos concretos y actuales.


Por lejos y registrado en todas las encuestas de opinión pública y sobre todo por la realidad, el mejor ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca que se recuerde en el país es Tabaré Aguerre. Y sin duda uno de los mejores ministros en absoluto de los dos gobiernos progresistas. ¿Alguien sabe a qué sector pertenece Aguerre? Fue designado por el presidente José Mujica y es la demostración más clara de que pescar en el amplísimo mar de las capacidades nacionales progresistas, cuando se tienen claras las metas, los objetivos estratégicos es muy superior a la distribución sectorial, es cualitativamente diferente.


Y lo es en primer lugar para el país, en segundo lugar para el Proyecto Nacional, que avanza y se enriquece, para el gobierno y para el Frente Amplio.


Tomo otra parte de la columna de Astori: "Y también necesitamos mucho mayor calidad en la gestión, esto es, en la conducción de los asuntos públicos a todos los niveles. Ello no puede ser una mera consigna. El primer y fundamental paso a dar en esta dirección es el que tiene que ver con la necesidad de que los cargos de gobierno sean ocupados por los más capaces, los mejores, desterrando de una vez por todas la distribución por cuotas sectoriales. Cuando apliquemos este criterio en la práctica, estaremos demostrando que hemos aprendido las duras lecciones que desde este punto de vista nos han dejado nueve años de gobierno nacional y unos cuantos de gobiernos departamentales. Estaremos demostrando que aprendimos donde duele, es decir, cuando afecta nuestra relación con el poder. Desde luego, esta afirmación incluye muy especialmente el problema de la cantidad de cargos de confianza. Lo que no se resuelve con calidad, con profesionalidad, con nivel político y técnico en la gestión, no se resuelve con cantidad. Esa es también una dura lección"


Estas definiciones son un aporte sobre temas muy profundos. El error de distribuir por cuota sectorial, de colocar el equilibrio dentro del FA por encima de la calidad de la gestión, es toda una ideología sobre las prioridades, sobre el control del poder como elemento principal de nuestra relación con el gobierno y los cambios progresistas y sobre la propia esencia de la izquierda.


Se comienza distribuyendo al más alto nivel por equilibrios y cuotas y eso se reproduce hacia abajo, a todos los niveles y algo todavía peor, los equilibrios se expresan en cada ministerio, en los subsecretarios y en los cargos comisariales. ¿O no existieron?


Y hay una verdad grande como una casa, la tendencia es a resolver con cantidad lo que no se resuelve con la calidad de los cuadros. Los partidos tradicionales no lo tuvieron nunca como un problema y nosotros los criticamos en forma constante porque se consideraron siempre los dueños del Estado y de su uso. Es un grave error considerar que la alternativa de izquierda, es lo mismo pero desde el otro lado. No es solo ni principalmente un tema de moralidad pública, es también de concepción general de la sociedad, las incapacidades de los políticos no las deben pagar los ciudadanos.


En realidad para el FA sería un retorno a sus mejores orígenes, en el primer gobierno luego de la dictadura nos ofrecieron 4 cargos en entes del estado y se eligieron ciudadanos por su capacidad en la materia y fue una excelente carta de presentación y de coherencia.


Este cambio que debemos introducir en nuestra práctica de gobierno influye en muchas otras cosas. En el clima general de la izquierda para promover los mejores a todos los niveles, de darle importancia a la formación de cuadros y no considerar que alcanza con la fidelidad al grupo para asegurar el puesto independientemente de las capacidades. Es un golpe fuerte a la falsa contraposición entre Harvard y la dura escuela de la vida, de la sociedad. Hay que combinarlas pero no sacrificando resultados y capacidad de gestión. No se trata de apelar solo a los académicos, sino de combinar capacidades y experiencias, pero donde el valor sea precisamente el nivel de los cuadros y no su fidelidad.


Es un fuerte mensaje de que la gestión no es un tema técnico, es en primer lugar una visión política que tiene que ver con los resultados que se obtienen en la marcha de un gobierno y su relación con la sociedad civil. Y creo que ayuda a crear un clima diferente, más sano, de más compañerismo entre los integrantes de un equipo de gobierno de izquierda. ¿No tendremos que hacer también autocrítica de cuanta confianza nos hemos perdido entre nosotros, entre la propia izquierda? ¿No será ese uno de los precios más caros que estamos pagando por ocupar el poder a diversos niveles. ¿no debería diferente y afrontar tantas responsabilidades ante la gente, ante nuestro pueblo debería reforzar la cooperación, la coordinación el compañerismo? ¿Es eso lo que sucedió en estos años?


Un gobierno mejor, más realizador, con mejores resultados, más de izquierda no surge de una declaración de deseos y un concurso de buena voluntad, es el resultado de ideas realmente renovadas, exigentes, críticas de nuestra propia experiencia y de renovadas capacidades. Muy importante es discutir de esto con toda la sociedad hacia las elecciones, pero más importante es practicarlo en otro gobierno de izquierda si la gente nos elige, a nivel nacional y de gobiernos departamentales.