Las reflexiones que siguen de Daniel Aspiazu y Martín Schorr (
Conicet-Flacso), corresponden al prólogo que elaboraran para la
publicación del extracto de una conferencia que el economista Oscar
Braun dictó en noviembre de 1973 en la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Buenos Aires.
Muy interesantes y actuales en esta coyuntura donde nuevamente el proceso de acumulación nacional muestra sus límites , bajo las modalidades tradicionales de ausencia de burguesía nacional y perpetuación de la restricción externa , limitaciones históricas que han inducido una nueva devaluación, a pesar de esta vez, ser resistida fuertemente por actual el gobierno nacional.
Al respecto sostenían, Schorr y Aspiazu:
Muy interesantes y actuales en esta coyuntura donde nuevamente el proceso de acumulación nacional muestra sus límites , bajo las modalidades tradicionales de ausencia de burguesía nacional y perpetuación de la restricción externa , limitaciones históricas que han inducido una nueva devaluación, a pesar de esta vez, ser resistida fuertemente por actual el gobierno nacional.
Al respecto sostenían, Schorr y Aspiazu:
Se trata ( la conferencia de Oscar Braun) de una serie de reflexiones que a pesar de haber sido escritas en otro momento histórico, arrojan numerosas claves interpretativas de la particular coyuntura económica y socio-política de la época, así como sobre los conflictivos escenarios que ha venido transitando nuestro país en los años recientes.
Con la agudeza y la precisión que siempre lo caracterizaron, en esta
conferencia Braun repasa, desde una perspectiva estructural, las
características más salientes de la coyuntura económica de los primeros
meses del tercer y último gobierno de Juan D. Perón y, en ese marco,
desmenuza las posibilidades, las limitaciones y las contradicciones,
tanto estructurales como en el plano de las alianzas de clase, del
“Pacto Social” promovido por el propio Presidente y su Ministro de
Economía, José B. Gelbard.
Braun parte del planteo de la situación de dependencia del capitalismo argentino, para lo cual utiliza el concepto capitalismo monopolista dependiente.
Como destaca en una nota introductoria: “la caracterización de dependiente no hace solamente a la propiedad legal de los medios de producción (muchos de los cuales de todas maneras están en manos de titulares extranjeros) sino también y especialmente a la imposibilidad de reproducir y ampliar esos medios de producción.
En efecto, la tecnología para fabricar y operar esos medios de producción, la producción de bienes de capital y de insumos esenciales, la capacidad financiera, comercial y administrativa para operar las modernas empresas gigantes, están monopolizadas por el capital extranjero”.
Estas características de la dependencia argentina señalan, a su vez, las restricciones a cualquier proyecto reformista. Éstas vienen dadas por la centralidad estructural y el enorme y decisivo poder de veto que, dado el carácter trunco del proceso de industrialización argentino (asociado a la existencia de numerosos “casilleros vacíos” en la matriz de producción), poseen el capital extranjero y la oligarquía terrateniente.
En el primer caso, a favor del control que ejerce sobre núcleos estratégicos de la estructura industrial y la dependencia tecnológica de nuestro país; en el segundo, por su rol decisivo como proveedora preponderante de divisas para “pagar” las importaciones requeridas por la propia dinámica económica, particularmente la del sector manufacturero, y su gravitación en la elaboración de bienes salario.
En el primer caso, a favor del control que ejerce sobre núcleos estratégicos de la estructura industrial y la dependencia tecnológica de nuestro país; en el segundo, por su rol decisivo como proveedora preponderante de divisas para “pagar” las importaciones requeridas por la propia dinámica económica, particularmente la del sector manufacturero, y su gravitación en la elaboración de bienes salario.
Esta situación marca un límite estructural a la concreción de
cualquier proyecto redistribucionista. Más aún si, como analiza Braun,
los abanderados del “proyecto nacional” son fracciones del capital
absolutamente subordinadas ante los mencionados sectores predominantes.
En sus palabras:
“En este gobierno popular la conducción económica pasa a manos de un
grupo que representa los intereses de la seudo burguesía nacional;
nacional, porque en cierta medida sus intereses son contradictorios con
los del capital extranjero y del local aliado al extranjero, y con los
de la oligarquía terrateniente; seudo burguesía, porque carece realmente
de un proyecto que le permita constituirse como tal en su plenitud y
adquirir los medios de efectuar autónomamente la reproducción del
capital y su ampliación; es decir de un auténtico proyecto de liberación
nacional… la seudo burguesía nacional carece de un verdadero proyecto
de liberación; como consecuencia de esto es incapaz de movilizar a la
clase trabajadora para dominar y expropiar de ser necesario a la
oligarquía y al capital extranjero”.
Pero también, afirma Braun en esa peculiar coyuntura de inicios de
los años setenta, cuando dentro del movimiento existen fracciones en el
campo político y sindical que en alianza con esa seudo burguesía
nacional, promueven la depuración de aquéllos que representan en forma
genuina “los intereses y las aspiraciones de la clase trabajadora”.
En suma, a pesar de ser un texto próximo a cumplir 35 años, no deja de tener una notable actualidad a la hora de pensar la conformación de las fracciones dominantes del capital, los alineamientos y los enfrentamientos entre clases y fracciones de clase, así como las características y las limitaciones del proyecto de reconstrucción de un “capitalismo nacional” en la Argentina de nuestros días. Y de interpretar la naturaleza y las apuestas estratégicas reales de los factores económicos y políticos que lo impulsan, máxime cuando muchos de los “ganadores” y algunos pocos “perdedores” de la década de 1990 (con sus antecedentes desde 1976) se han ido reposicionando en los últimos años y, en muchos casos, transmutando en lo ideológico, pero sin perder -e incluso potenciando- sus respectivas condiciones estructurales y su decisiva capacidad de coacción.
En ese sentido, las reflexiones de Oscar Braun invitan sobradamente a
recrearlas virtuosa y rigurosamente en los nuevos escenarios de nuestro
país donde se conjugan, entre otros elementos distintivos:
•la autoproclamada “burguesía nacional”, prebendaria de escenarios
privilegiados por las políticas públicas y carente en absoluto de un
proyecto autónomo del capital extranjero;
•la “oligarquía terrateniente”, con nuevos e insospechados aliados
tácticos pero con una inserción estructural en la economía nacional y
definiciones estratégicas similares;
•una creciente presencia transnacional en la que coexisten
posicionamientos oligopólicos decisivos en el desempeño de la economía
doméstica con la explotación de recursos naturales para la exportación
(al estilo del “viejo” imperialismo de principios de siglo pasado);
•una clase trabajadora fuertemente fragmentada y desmovilizada donde,
a diferencia de los años setenta, la burocracia sindical –y sus pujas
intestinas– acentúan tal desmovilización y el desplazamiento de los
sectores más combativos o contestatarios (situación alentada por las
acciones y las comisiones estatales en diversos campos)...