Por: Nicolás Tereschuk
El Gobierno nacional viene atravesando los últimos tres
meses con relativa calma política y económica, en comparación con los
agitadísimos días que debió enfrentar sobre todo en diciembre y enero
pasados.
Se podrían repasar algunos de los elementos que sustentan
esta situación de estabilidad con hechos ocurridos durante los últimos
meses:
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Reducción del ritmo inflacionario, según determinan tanto las cifras del INDEC, como las estimaciones del sector privado.
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Finalización de buena parte de las paritarias en el sector privado y el sector público, con actualizaciones salariales que -al igual que en los años anteriores- estuvieron por encima del supuesto “techo” que desde los medios de prensa se planteaba que iba a fijar el Gobierno.
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Finalización del litigio con Repsol por la nacionalización de la mayor empresa del país, la petrolera YPF.
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Anuncio de nuevos programas sociales, como el PROGRESAR, para jóvenes que no trabajan ni estudian y actualización de los montos de la Asignación Universal por Hijo (AUH).
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En el terreno de las relaciones internacionales: visita del canciller chino, quien ratificó créditos para obras de infraestructura en la Argentina y la llegada de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, quien eligió Buenos Aires como primer destino en una gira internacional en este nuevo mandato. A eso habría que sumar la decisión del gobierno de Barack Obama de respaldar a viva voz la posición argentina ante la Corte Suprema de Estados Unidos.
Un elemento político adicional ha sido la definición de las nuevas autoridades del Partido Justicialista.
Su composición, en la que la llegada a la presidencia del gobernador
jujeño, Eduardo Fellner, no parece ser el dato más importante, va en
contra del “sentido común” que algunos medios y analistas buscaron
instalar en los últimos meses:
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No se produjo una “sangría” de dirigentes del Frente para la Victoria hacia las filas de Sergio Massa.
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El gobernador Daniel Scioli viene ratificando su intención de ser precandidato presidencial por dentro del Frente para la Victoria.
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No sólo el mandatario bonaerense tiene las mismas aspiraciones: el partido designó como “vicepresidentes honorarios” a Florencio Randazzo, Julián Domínguez, Agustín Rossi, Sergio Urribarri, Juan Manuel Urtubey y Aníbal Fernández, poniéndolos en una línea de larga que puede llevar a algunos de ellos a las primarias.
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La agrupación oficialista La Cámpora, a la que se plantea en permanente tensión con el resto de la estructura del PJ, ubicó dirigentes en distintas instancias del partido, algunas de ellas clave, como una vicepresidencia y la secretaría general.
En base a estos y otros elementos, la posibilidad de
mantener niveles adecuados de estabilidad económica y política serán
condiciones necesarias para que algún candidato del Frente para la
Victoria se muestre competitivo en las elecciones nacionales de 2015.
Lo que también habrá que tener en cuenta es cómo
reaccionan los otros jugadores del tablero político y también económico
ante este relativo fortalecimiento de las posiciones del oficialismo.
Por ejemplo, no parece verosímil la afirmación que hizo el titular de
la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez, a una radio porteña
hace pocas horas: “Nosotros no hacemos política”. La renovada presencia
pública del titular de la Asociación de Bancos, Jorge Brito, con una
entrevista a la agencia internacional Bloomberg en la que vaticinó una
mayor devaluación del peso y un texto publicado en un diario económico
en la que reclamó “convicción para mantener el superávit fiscal” de cara
al período 2015-2020 no dejan también de llamar la atención en ese
contexto.
¿Y entonces, el 2015? Primero, lo primero. Y lo primero es
“después del Mundial” -el período bisagra con el que por aquí y por allá
se escucha dividir al año en curso. Que se abra entonces un lapso con
mayores o menores niveles de conflictividad empezará a delinear en parte
el escenario de cara a la etapa electoral.