Cristina ve una Iglesia pobre del Papa Francisco y Mugica con los villeros y otra rica y conservadora de los Obispos

Dura réplica presidencial a la crítica de la Iglesia por la violencia

Cristina Kirchner rechazó el documento de los obispos y denunció intentos de "volver al pasado"

Durante la inauguración del monumento en conmemoración del 40° aniversario del asesinato del padre Carlos Mugica , realizado ayer en la avenida 9 de Julio, la presidenta Cristina Kirchner respondió, con un discurso de tono severo y plagado de referencias religiosas, al documento de la Conferencia Episcopal, que preside monseñor José María Arancedo. Los obispos habían señalado en su texto que "la Argentina está enferma de violencia" y hablaron del "cáncer de la corrupción".
La mandataria intentó contraponer el ejemplo del sacerdote asesinado en 1974, la tarea de los curas villeros y lo que hace el papa Francisco con la actitud de la jerarquía eclesiástica argentina y de los medios.
Apeló durante su enérgica alocución a citas de la última exhortación evangélica del Pontífice para responder a la interpretación que, adujo, los medios habían hecho del documento dado a conocer anteayer.
La Presidenta contrastó la actualidad "pacífica" del país con "la Argentina violenta en la que nació Mugica, donde se dirimieron las cosas a los tiros y con bombardeos", en referencia al final del segundo gobierno peronista y los tiempos de la última dictadura, al decir: "Hubo también otra Argentina violenta que comenzó el 24 de marzo de 1976".
Más adelante insistiría sobre este punto y, de forma enfática, afirmó: "Cuando hablan de una Argentina violenta, quieren reeditar viejos enfrentamientos". Evitó, en todo momento, hacer referencia a los años que precedieron al golpe. Justamente, el momento en que Mugica había sido asesinado.
La Presidenta criticó, con especial énfasis, la cobertura de los medios sobre el documento de los obispos. "Cuando hoy me levanté y vi la tapa de los diarios, como hago todos los días, vi que alguien resumía [la carta de los obispos] diciendo que «hoy hay una Argentina violenta", contó la mandataria.
Para responder a esta interpretación -y al propio documento de los obispos-, citó extensos párrafos de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium del papa Francisco. Antes, aprovechó para criticar a los dirigentes que, como ella, visitaron al Pontífice en el Vaticano: "De ir tanto a Roma a sacarse fotos estaría bien que lo leyeran un poco más".
"En el mundo de hoy, el mensaje que anunciamos corre más que nunca el riesgo de aparecer mutilado y reducido a algunos de sus aspectos secundarios", citó la Presidenta con un fuerte tono de reproche.
En ese momento, adoptó una fuerte tono evangélico desconocido hasta hoy en sus discursos, al decir: "Si me piden que elija el mensaje más profundo del Evangelio creo que fue que el amor vence al odio, porque ésa es la esencia de Jesucristo y su piedad".
El oficialismo ya había ensayado anteayer una primera respuesta al documento de los obispos. El diputado camporista Eduardo De Pedro dijo durante la cumbre del PJ: "No se puede decir que la Argentina está enferma de violencia, como si esto fuera el 55 o el 2000, cuando estábamos todos en la calle". Ayer, el vocero de la Conferencia Episcopal insistió en que el documento no era sólo sobre la "inseguridad", pero destacó que pero "el clima general de paz es responsabilidad del gobierno nacional".
La cuidada puesta en escena del acto realizado en la intersección de la calle Arroyo y la 9 de Julio también fue un mensaje. Eligió rodearse de curas villeros, muchos de ellos, como el propio Mugica, adeptos al peronismo. Algo que mostraron al alzar sus dedos en v cuando sonaron las estrofas del Himno. Se rodeó también de la militancia, que confluyó desde temprano sobre la pequeña plazoleta y continuaba llegando cuando el acto ya había comenzado, pasadas las 15.30.
Antes del descubrimiento de la placa se emitió un breve documental sobre el sacerdote y se leyó su "Meditación en la villa" del padre Mugica. Luego, la Presidenta descubrió, junto al obispo Joaquín Sucunza, vicario general del Arzobispado porteño, y los curas villeros, el monumento con el rostro de Mugica, del artista Alejandro Marmo.
Tras recordar la vocación por los más humildes del sacerdote, la jefa del Estado se presentó como digna seguidora de su obra. "Me ha costado sangre, sudor, lágrimas, insultos y agravios pelear por mas equidad", dijo. Y agregó con el tono de despedida que marcó sus últimas intervenciones públicas: "He cometido errores y horrores, pero estoy convencida que estoy haciendo el verdadero homenaje que Carlos Francisco pedía a todos los argentinos".
Al inicio del acto, Cristina mantuvo un contacto de videoconferencia con el diputado Juan Cabandié y otros dirigentes oficialistas que se encontraban frente a la capilla Cristo Obrero, creada por Mugica, en la Villa 31.
Allí, un histórico dirigente del asentamiento Habla Tapia fue el encargado del único cuestionamiento directo que hubo a la gestión porteña de Pro, cuando celebró la promesa presidencial de que "las tierras no se las va a entregar a [Mauricio] Macri sino a los vecinos".
Aunque el jefe de gobierno de la ciudad estaba invitado al acto, evitó una nueva estampa con Cristina Kirchner y envió al presidente de la Legislatura, Cristian Ritondo, quien compartió la primera fila del espacio para los funcionarios en el palco con el diputado Andrés "Cuervo" Larroque, el vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto, el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, y el secretario presidencial Oscar Parrilli, entre otros