(Respuesta de Pierre Ostiguy a la columna de Ernesto Calvo y Andrés Malamud)
Como
dice la canción, en los multidimensional scaling el asunto es “¿Qué
ves, cuando me ves?”. Aun si, para mí, el doble espectro político rigió
hasta la implosión del 2002, la bi-dimensionalidad sigue estructurando
—y más que nunca quizás— el espacio político argentino, en los términos
correctamente descritos por Andrés Malamud.
Cuando
miro los datos espaciales twiteros de su MDS antes de la
interpretación post-facto, que son las dos líneas en punteado de
Malamud y Calvo, y reestableciendo un formato más cuadrado (donde el
xvar y el yvar son del mismo tamaño), yo veo un PJ oficial que ocupa
básicamente toda la mitad de abajo del espacio, pero con concentración
del lado izquierdo, como está en todos mis gráficos espaciales del 2007
al 2013. Veo un espacio “Cívico y Social” ubicado en la mitad de
arriba del espacio, como está también en todos mis gráficos. La
diferencia principal es que la centro-derecha se solapa mas de lo que
tengo, tanto con los “cívicos y sociales” como con el Peronismo
disidente, lo que admitimos nos es una sorpresa para Carrió y De
Narvaez, quienes supieron flirtear o aliarse con Macri. Lo interesante
es el peronismo disidente, que sin duda está del lado derecha del
espacio (eso ya lo sabíamos), pero que se solapa muchísimo más
twiteramente de lo que hubiese esperado con la oposición no peronista.
Lo que es cierto es que para la desesperanza de los observadores
extranjeros, la división alto-bajo parece ser mucho más fuerte en la
Argentina que la de izquierda-derecha que, sin embargo, es real. Eso,
los argentinólogos creo que lo sabemos a esta altura. Los únicos que
cruzan esa línea divisoria, aparentemente, son los peronistas
disidentes.
Sin
duda, la línea oficialismo/oposición también parte aguas, como es de
esperar. Pero lo que es interesante es que las parte en diagonal,
mostrando que para esta década la ubicación en lo bajo-izquierda del
kirchnerismo sigue siendo un punto gravitante que estructura
espacialmente el sistema de partidos. Así que corregiría Calvo y Malamud: “Fue bastante así!” (Y quedamos amigos).
Ojo
que allí se está hablando de seguidores de tweets y no, primero, de
discursos -aun en menos de 140 caracteres-. Segundo y más importante: se
trata aquí de a quién el político sigue por Twitter, y no de quienes los siguen.
Es muy distinto. Lo que se ve claramente a partir de los datos
twiteros de Ernesto Calvo es que ¡Cristina y Scioli siguen a realmente
muy, pero muy pocos otros políticos! ¿Sería lo que Beatriz Sarlo llama
la personalidad “narcisista” y “auto-centrada”? (O quizás no tienen
tiempo “porque están en la gestión de los problemas de la gente”…). En
el polo opuesto está Sergio Massa, quien aparentemente sigue a todo el
mundo…vaya sorpresa.
Una
manera, mitad politóloga, mitad cronista, para ponerlo sería una
dicotomía entre “populistas narcisistas” y “downsianos sociables,
oportunistas”. Hay que recalcar que a nivel panamericano, el record
empírico en cuanto a esta proporción twitera la tenía nadie menos que el
gran Hugo Chávez. Habría que ver en el otro polo dónde está Mirta
Legrand.