La persistencia de niveles de
pobreza que sin planes asistenciales impactan sobre el 25% de la
población general y el 35% de los jóvenes entre 15 y 24 años ( los
diversos planes de transferencia de ingreso la bajan al 16% y 25%
respectivamente) es consecuencia de varios factores.
Entre ellos la tasa de trabajo informal que
aún cayendo desde el año 2003 , tal como se muestra en el gráfico de
apertura, se estabilizó en torno al 40% de la PEA asalariada, a la que
si sumamos los trabajadores autónomos, eleva al 50% los niveles de
informalidad .
Ya señalamos que un asalariado
informal es remunerado con un 47% del salario de su par formal por lo
que en líneas generales la robustez de la tasa de pobreza sin planes de
asistencia hay que buscarla no tanto en el desempleo abierto como en los
años 90 y hasta la salida de la crisis del neo liberalismo, sino en el
trabajador ocupado pleno que recibe remuneración por debajo del valor de
la canasta de pobreza.
El denominado trabajador pobre,
típico de mercado de trabajo informal actual, compuesto por
trabajadores que aún ocupados no logran con su salario superar el umbral
de la pobreza de sus hogares.
Siendo típico del mercado de trabajo
informal, el fenómeno de "trabajador pobre" también sobrevuela el
mercado formal, donde las asimetrías salariales son manifiestas: El 20% que más gana atrapa el 45% de la masa salarial y el 30% de menores remuneraciones apenas toma el 10% de la masa total .
Sobre la base de trabajadores
formales el Salario Mínimo es central como piso de remuneración para
evitar el efecto de trabajador pobre típico de la informalidad, esta
vez, en el mercado formal.
Por
ese motivo, para aumentar la explotación del factor trabajo , la
institución Salario Mínimo había sido congelada y finalmente demolida
por el neoliberalismo como mecanismo histórico de protección para los asalariados de menores remuneraciones.
Al respecto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señala: Durante
los años noventa, en un escenario en que muchos países aplicaron
políticas de liberalización y apertura de los mercados de bienes y
servicios y financieros, hubo voces que también propusieron eliminar el
salario mínimo como una forma de dar mayor libertad a las fuerzas del
mercado. Si bien muy pocos países en el mundo se han aventurado por el
camino de la eliminación del SM, no han sido pocos los que
deliberadamente han optado por debilitarlo como piso relevante de la
escala salarial.
En su historia reciente, los
países del Cono Sur practicaron algunos de estos enfoques, y en su
aplicación debilitaron el instrumento al punto de que en muchos casos
pasó a tratarse de una política desprestigiada. En los últimos años, sin
embargo, en su mayoría han dado pasos concretos con miras a recuperar
el SM como una política efectiva para proteger a los trabajadores de más bajos ingresos.
En efecto, luego de una década de
congelamiento y finalmente estrepitosa caída entre 2001 y 2002 el
Salario Mínimo en Argentina se recompone recién a partir del año 2003 de
manera sostenida, y se alinea con el de Chile y Brasil recién en el año
2004 con Néstor Kirchner en el gobierno.
Hoy , en línea con la valorización
de la línea de pobreza para un hogar tipo metropolitano y con una
perspectiva inflacionaria en torno del 20 por ciento anual promedio y 25
por ciento en alimentos y bebidas, no cabe duda de que el nuevo Salario
Mínimo a fijar no puede ser menor a 2900 pesos, o sea un 25 por ciento
por sobre los 2300 pesos anteriores.
Se intentará con este aumento ya que
no recomponer, al menos preservar el poder adquisitivo de la
institución Salario Mínimo, respecto del valor de la línea de pobreza
para cuatro miembros, y evitar que también en el ámbito formal se
consolide y expanda el fenómeno del trabajador pobre al mercado de
trabajo: trabajadores ocupados plenos con remuneraciones menores al
umbral de la pobreza de su hogar de residencia.