Servicios
- Marca Política
- #VotoJoven
- Fundraising:consecución de fondos para una campaña llave en mano
- Gestión de articulaciones con alta dirigencia
- Campañas electorales integrales:
- Contacto
- Investigación
- Our approach in #marcapolitica
- Microsegmentación 4.0
- Clientes
- #MarcaPolítica Government & Political Campaigns
- Página principal
- #MarcaPolítica Public Affairs
- Foundations & NGOs
- Marca política y sujetos políticos
- Nuestro servicio de Advocacy en #marcapolítica
- Servicios
- #MarcaPolítica Government & Political Campaigns
- Ingeniería social
- GRASSROOTS & GRASSTOPS ORGANIZING
- Coaching y media training
- Stakeholder engagement
- Reputation management
- Comunicación 4.0
- #MarcaPolítica Country Branding
- Third Party Advocacy
Realidad es la percepción que podemos generar y sostener
Una vez había un reino con un rey inmensamente rico, sabio y bondadoso. No cargaba de gabelas a sus súbditos que apenas pagaban un pequeño impuesto y todos vivían felices comerciando con los reinos vecinos, que, sabedores de las riquezas y honestidad del rey, confiaban y daban crédito sin cuestionar jamás las transacciones.
Hete aquí que una tarde, encontrándose el rey en sus aposentos leyendo filosofía, entró agitado y con el rostro desencajado su primer ministro, quién le dijo: “Su Majestad! ha ocurrido una desgracia inmensa! Se ha abierto una grieta en el sótano del palacio y la tierra se ha tragado vuestros tesoros! No queda ni una mísera monedita! Estamos perdidos!!!”.
El rey, que como ya he dicho era muy sabio, meditó unos instantes y le preguntó al ministro: “Quién más sabe esto?”. “Nadie, Su Majestad, sólo Vos y yo”.
El rey, entonces volvió a preguntarle al funcionario: “Crees en tu rey?”. “Fervientemente, Majestad!”. “Entonces-dijo el rey- ponte de cara a la pared y cuenta lentamante hasta diez, que yo te daré la solución”.
Cuando el ministro, esperanzado y aliviado iba contando en voz alta el número dos, el rey tomó una cimitarra afiladísima, decapitó de un certero tajo al primer ministro y arrojó cabeza y cuerpo al foso de los cocodrilos, tras lo cual volvió plácidamente a su interrumpida lectura.
Y sus súbditos siguieron mercando con los reinos vecinos que continuaron dándoles el mejor crédito y todos vivieron felices por siempre jamás.