El discurso de poder de la marca política en la problematización de las demandas



Leer, interpretar e intervenir sobre las demandas, es construir el discurso.

Rubén Weinsteiner

Las demandas como articuladoras de variables blandas definen segmentos a los cuales interpelar como marcas políticas.

El proceso de intervención consiste en: 1) lectura e interpretación de las demandas 2) caracterización y problematización discursiva 3) descripción de personajes y responsabilidades 4) planteo de solución.


La problematización e identificación de los personajes resulta esencial porque muchas personas pueden atribuir fenómenos a causas diversas. Una persona que pierde el empleo puede pensar que algo anda mal en el país, puede pensar que el no estuvo a la altura o que su jefe era malo y se la agarró con el.

Por otra parte una cosa es necesitar algo y otra es ser consciente de esa necesidad. O desear algo y no ponerlo en el nivel de emergencia, es decir obturar el deseo detrás de justificaciones o narrativas limitantes. Ya sea propias-históricas de falta de merecimiento o aptitud, o externas de la cultura dominante o el clima de época.


Las demandas no se constituyen en un proceso automático y natural, sino que se definen por la subjetividad enmarcada en los mecanismos primarios de referencia, que nos permiten construirnos una idea clara e inmediata de cómo leer la realidad a través de nuestro encuadre cognitivo (cognitive framing).
No hay un marco, hay una acción de encuadrar, de enmarcar la realidad.

Para intervenir sobre la subjetividad de los sujetos de elección hace falta conectar con su estructura de marcos cognitivos. Si nuestro discurso no esta alineado con los marcos de nuestro público, este lo rechazará o directamente no lo comprenderá, no lo sentirá, no le hará consonancia.


Es por eso que la lectura de las demandas y la construcción de la narrativa de la marca política sobre esas demandas puede y debe intervenir sobre ese encuadre cognitivo.

Esto es; alguien puede pensar que viajar mal en el transporte público es normal, que “es así”. Que los subtes son incómodos. La mirada crítica permitiría pensar que quizás los subtes son incómodos, porque no vienen con la frecuencia que deberían, y no vienen con la frecuencia que deberían porque no hay suficientes vagones, y que no hay suficientes vagones porque no se producen en el país y no hay recursos para importarlos, porque los recursos se gastan en otras cosas, y que si se gastaran en mejorar el transporte público todos podríamos viajar “como seres humanos” en el subte.


Alguien podría pensar que es normal que si uno tiene ganas de orinar, estando afuera, es normal tener que aguantarse porque es así, o hay que entrar a un bar, pedir un café e ir al baño. El pensamiento crítico podría llevarlos a pensar que todas las personas tienen la necesidad de orinar y que debería haber baños accesibles y próximos para que la gente orine.

Lo mismo con el acceso a los alimentos a precios posibles (comer hay que comer), a la salud, a la indumentaria, con las condiciones laborales, etc.


El disenso formal activo permite poner en crisis los marcos de encuadre cognitivo, problematizar la realidad, plantear, desde el discurso un nuevo formato problematizador que posibilite la conceptualización y la lectura de que no estamos condenados a esto, sino que esto pasa porque hay cosas que no se hacen o cosas que se hacen mal.
Por eso muchas de las demandas y deseos se encuentran en estado de latencia, obturadas por discurso del mainstream, limitante, justificador y obturador de los deseos lantentes.
El discurso de poder, debe organizar las percepciones en función de la potencialidad de acción de la marca política, para modificar aquello que parece inmutable y sin solución.
El camino crítico es leer las demandas, apropiarse de los marcos cognitivos de nuestro público, problematizar para proponer, convocar y esperanzar. Intervenir y comprometer desde el discurso al sujeto de elección con una perspectiva de un futuro distinto, mejor y alineado con las demandas latentes de los segmentos objetivo.

Rubén Weinsteiner

El voto evangélico en 2021

Martín Rodríguez

Durante los cuatro años de gobierno macrista ciertos “temas” parecieron entrar en el radar definitivo de la política: feminismos, iglesias evangélicas, organizaciones de la economía popular (el concepto mismo de esa economía), e incluso (descarnada) la discusión sobre “pueblos originarios”. No se trató de algo “nuevo”, obviamente, pero sí de algo ya ineludible que interpela al Estado; la otra herencia macrista: la consagración de los temas que no nos podemos sacar de encima. El kirchnerismo producía más la agenda de la sociedad (priorizaba con relativo éxito); el macrismo, con la combinación de micro-segmentación y crisis, quedó segmentado.

Sobre los originarios especialmente se dio un giro: los mismos que en oposición a Cristina no escatimaban gestos hacia la figura de Félix Díaz (miraban al pueblo Qom con los ojos de cielo de Víctor Heredia), luego, frente a los mapuches y su conflicto de tierras privadas, les clavaban los ojos de larga noche de Julio Argentino Roca (roquismo reducido a pura espada). Veámoslo en el sistema de solidaridades de un periodismo: pasaron de denunciar las represiones en Formosa a interrogar/entrevistar a un dirigente mapuche preso. Una parte de la Patagonia (con el crimen de Rafael Nahuel, la desaparición de Santiago Maldonado, la irrupción de la “RAM”) parecía el territorio sórdido en que se desataban los fantasmas de frontera. El sur, nuestro “lejano oeste”, un arquetipo del inconsciente argentino que, tras doce años de un kirchnerismo que vino de ahí, debía ser reconquistado.

El macrismo confundió durante mucho tiempo a la sociedad movilizada exclusivamente con el kirchnerismo. En el rechazo a los tarifazos, en las protestas por las reformas previsionales, en el 2 x 1, veía solo “kirchnerismo”. Como el personaje de Capusotto que lee en cada letra de rock que “están hablando de faso”. El modelo de gestión de grieta más restricción externa: el oficialismo como oposición de la oposición. En la recta final de su mandato, Macri ajustó clavijas, y se recostó sobre su parte sólida de la sociedad. Se fue hablando la lengua de su clase, la lengua del conflicto en la economía, de los “productivos”.

Ahora demos el salto al presente: como una gota, el universo evangélico muestra esas fuerzas y contradicciones que quedan de la época macrista, aunque el macrismo ya no esté en el poder.
Fragmentos de un discurso evangélico

Esta semana Pablo Fornero en el sitio Letra P publicó dos artículos sobre el lanzamiento de un partido evangélico cercano al macrismo. Leemos: “Pastores de nueve provincias armaron un espacio denominado Una Nueva Oportunidad (UNO) al que ya tributan diputados provinciales, concejales y dirigentes políticos”. El grupo arrancó una ronda de reuniones con virtuales aliados: primero se vieron las caras con la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, y van por los radicales Mario Negri y Alfredo Cornejo, Rogelio Frigerio y la Coalición Cívica. Los armadores de UNO son el diputado provincial santafesino Walter Ghione, el bonaerense oriundo de Lanús Diego Villamayor, la tucumana PRO Ana Valoy, el exconcejal del PRO de Santa Rosa, La Pampa, Roberto Torres y el dirigente entrerriano de Juntos por el Cambio Leandro Jacobi, entre otros.”

Una rápida impresión: un ala de Juntos por el Cambio ve en los evangélicos una “masa en disponibilidad”. En palabras del antropólogo Pablo Semán: “Cambiemos ve en el mundo evangélico un conjunto de organizaciones que tienen un capilaridad territorial que suplementa las posibilidades de Cambiemos”. Los evangélicos, así, podrían representar una oposición popular al gobierno actual a partir de dos elementos: “valores (sobre todo por temas como derecho de las mujeres a decidir la interrupción del embarazo) pero también, en menor escala, por lo socioeconómico en la medida que el liberalismo anti-Estado es también un motivo presente (aunque no tan ampliamente) en los sectores populares y en los evangélicos”. Y agrega Semán: “en la intersección de valores y economía, estas organizaciones ofrecen un know how social en temas de adicciones con que cualquier partido debería obligarse a dialogar”.

Ahora bien: habrá que ver si los dirigentes evangélicos logran movilizar los votos de electores evangélicos que en 2019 votaron al Frente de Todos (que fueron muchos) y no solo los votos evangélicos que Cambiemos ya tuvo. “Esos creyentes en disputa no son una tabula rasa, tienen sus propias elucubraciones y posibilidades de recepción. Lo que pasa es que desde otros espacios políticos no se busca encontrar esas claves”, resume Pablo Semán.

Entrevistado por Mariano Schuster en revista Panamá, Esteban “Gringo” Castro (secretario general de la UTEP y dirigente del Movimiento Evita) reconoció su acercamiento y su comprensión territorial del movimiento evangélico. “A medida que fui recorriendo iglesias evangélicas me fui dando cuenta de que quizás ellos tienen otras formas de lucha”, dice el Gringo. Se trata de acercamientos en torno a la cuestión de la desigualdad y del trabajo concreto con las iglesias barriales. (Otro caso de acercamiento -“por arriba”- es del gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, con las Iglesias evangélicas de su provincia.)

Estela va a una Iglesia en zona sur del GBA, dice: “nosotros oramos por los gobernantes, para que encuentren soluciones a la crisis, pero ningún pastor nos dice a quién votar”. Es empleada de un negocio, es pentecostal, y en torno a la iglesia organiza su vida. Hace un año votó al Frente de Todos, como muchos evangélicos. La proximidad que reconoció entre el peronismo y la IVE la alejó pero no fue determinante: en 2019 votó contra la crisis. Los votos se deciden en casa.Alberto Fernández con pastores evangélicos, en Olivos.

América Latina es el continente más católico del mundo: 420 millones. Representa al 40% de todos los católicos del mundo. Pero el 19% de los latinoamericanos son evangélicos y un 15,3% lo son en Argentina. La mayoría son pentecostales. En diez años, si se mantiene el mismo ritmo de crecimiento, se alcanzaría el 21,6% en Argentina. En la provincia de Buenos Aires existen más de 6.000 iglesias evangélicas. Cuando explotó la crisis en el último gobierno de Mauricio Macri, estas iglesias, a través del gobierno de Vidal, distribuyeron en el conurbano 90 mil toneladas de alimentos.

Sebastián Carnival es politólogo y director del CIE, el espacio de la Fundación Catedral de la Fe donde más de ochocientos alumnos se capacitan semanalmente. Dice: “Una de las mayores debilidades de la iglesia evangélica, que a su vez es el secreto de su crecimiento, es la horizontalidad de su estructura. El impacto que se ha visualizado de la iglesia en el último tiempo tiene que ver con la capacidad que han tenido los líderes evangélicos para llegar a ciertos consensos y articular objetivos en común. Esto los vuelve un actor de impacto en el territorio.”

Los principales referentes del PRO han construido una relación personal con referentes de la comunidad evangélica, estos puentes permitieron que los miembros evangélicos con vocación política puedan incorporarse y sumarse a sus estructuras partidarias. Se entiende también en esta inclinación al cambio de caballo en mitad del río: cuando en 2018 confirmaron que su programa económico fracasaba (y su consecuente obamismo), fugaron hacia un discurso duro de valores. Lo que vemos entonces no es lo que los evangélicos hacen con la política, sino lo que la política (macrista) quiere hacer con ellos. Pero dice Sebastián Carnival: “No se puede interpretar al ciudadano evangélico mirándolo únicamente en una dimensión política, es una persona multidimensional. En la Argentina las tradiciones políticas partidarias acompañan al evangélico y conviven con su fe, en otras comunidades los mismos referentes políticos surgen dentro de la misma comunidad ante la crisis de la representación política. Las características carismáticas prevalecen sobre lo partidario”.

La apuesta macrista tendría a su vez una lógica: así como en 2015 se pensó en la estructura nacional de la UCR para impulsar al PRO y su frente a nivel nacional, quizás hoy la iglesia evangélica le representa una estructura que podría “articular” esa extensión. Ocurre que la horizontalidad y descentralización de esas Iglesias puede ir a contrapelo de esa fantasía, pese a los datos contundentes y paradójicos de su expansión, como dice Carnival: “las Iglesias se encuentran en todo barrio, toda ciudad, toda provincia, en todo el país”. Pero son muchas porque pueden ser muchas (y distintas).

La apuesta de Cambiemos en esa relación se basa en una profecía que Pablo Semán describe así: “es necesario no olvidar el papel brutalmente reordenador de las coyunturas en que las crisis se comunican entre sí. Todo lo que podemos imaginar hoy proyectando el presente es nada si alcanzamos a imaginar lo que sería un país atravesado por los dolores de la crisis sanitaria, el hielo de la economía y el fuego de los debates morales. Tal vez en esa ocasión se daría aquello que parecen esperar los cuanto peor mejor de la derecha: la unificación de los repudios, entre ellos el de la mayor parte de los evangélicos”.

A vuelo de pájaro se puede decir que el retroceso de la Iglesia Católica, el Estado y el peronismo durante los años 90 (y la reconfiguración territorial de los conurbanos, la fragmentación del mundo popular) es simultáneo al crecimiento de movimientos sociales que van desde las organizaciones de desocupados hasta las iglesias evangélicas. Y cómo el peronismo no va a estar relacionado con ese mundo (muchas de sus bases pertenecen a él). Una Iglesia de abajo: una casa o un garaje se pueden transformar en templo. Los pastores son de los barrios, no llegan a los barrios y solucionan problemas concretos (adicciones, crisis de pareja, colectas de solidaridad) sumado a los ejercicios de sanación. Y a la vez: las Iglesias son mayoritariamente autónomas. Mientras que asociaciones fuertes como ACIERA intentan formar evangélicos que actúen en política y defiendan en cualquier partido las posiciones de esas asociaciones.

En definitiva, evangélicos y política: asunto no separado. Pero no necesariamente resumido en “el” partido o, ni siquiera, en “el” voto. Las iglesias defienden a los suyos, ayudan a los caídos, tallan un sentido moral que es una pertenencia para quienes pueden no tener ninguna otra. Pero difícil designar en esta posible relación una fijación partidaria o un voto cautivo, determinismo económico o determinismo de valores. Nadie está grabado en roca.

Las Marcas Políticas nuevas y los Early Adopters



Rubén Weinsteiner



Una marca política nueva, ante todo debe concitar y capturar la atención. Decir aquí estoy, ¡Mirame!. Pero no alcanza con obtener la atención y la mirada, si con ese crédito de “full atention” que me dan, no digo algo que valide y extienda ese crédito, con un discurso consonante con las demandas e interesas del público receptor, y si no logro una conexión emocional intensa con ese público.



Una vez que tengo la mirada y que mediante el discurso y la conexión emocional extendí el crédito en unos segundos o incluso unos minutos, la marca política debe revelar su condición continente.

Contener es hacer sentir al otro que está ahí o puede estarlo, que es o puede ser parte por afinidad, empatía, valores, vibra, compromiso etc.

Una vez que logramos la atención y la percepción de pertinencia y pertenencia, tenemos que proponer un vínculo que aborde un desafío de transformación de la realidad. Ese desafío implica una hoja de ruta en la cual puede haber enfrentamientos contra poderes importantes, el desarrollo de un plan de acción, un cambio disruptivo de paradigmas a través de la intervención sobre la subjetividad de la gente, en definitiva la resolución de un problema.

Un problema con nombre, actores, causas y soluciones.

La marca política nueva debe ser convocante, continente e instrumento.

Esa calidad instrumental de la marca política nueva le propone un vínculo funcional a los sujetos de elección, en el cual ellos asumen la agenda, el protagonismo y la responsabilidad compartida, planteando la adhesión como una declaración de intenciones para el empoderamiento de los ciudadanos. Ser parte es resolver problemas que duelen, transformar algo que parece que nunca va a cambiar y porque no hacer historia.



La Instalación de la Marca Política y los Early adopters



Esta oleada de comunión, fervor y compromiso no se genera de manera masiva desde el minuto uno.

Construir una nueva marca política de cero presenta cuatro problemas que es necesario abordar:


1) Es difícil para un espacio nuevo contar con aportes económicos que permitan un despliegue a escala.

2) Los medios le dan segundos a las marcas políticas y espacios que la gente ya conoce. Es cierto que pueden entrevistar a algún candidato con alguna propuesta disruptiva, pero por los general, los convocados a los medios son siempre los mismos, por presencia en la agenda, por pauta, intereses políticos y comerciales, o simplemente por rating. Con lo cual la visibilidad se complica.

3) Los nuevos espacios no suelen tener militantes, influencers y mucho menos candidatos y fiscales en cada una de los lugares.

4) El límite del voto útil. En los escenarios de fuerte paridad, a la hora de definir, uno siempre tiene un mal menor frente al mal mayor (para que te voy a votar, si con eso ayudo a que pierda el “mal menor” y gane el “monstruo”). Muchas veces no sabemos lo que queremos pero creemos saber lo que no queremos.



Ante estos cuatro problemas hay dos abordajes claves para salir del laberinto por arriba:



1)La construcción de una marca política sólida con



a)Discurso de Poder (Discurso= organización de percepciones + Poder=potencialidad de acción)

b)Posicionamiento Diferencial (todo lo que no es diferente es invisible)

c)Simbología y Ritualidad

d) Naming

e)Identidad de Marca Política

f)Personalidad de Marca Política



2) Early Adopters: La marca política de un nuevo espacio debe generar las condiciones para que personas quieran ser los primeros referentes candidatos, militantes, fiscales de elección, del espacio en cada una de las especificidades territoriales



Curva de adopción

Ciclo de Vida de Adopción de Tecnologías e Innovaciones - Big Data Social


Innovadores 2.5%

Early Adopters 13,5%

Mayoría Temprana 34%

Mayoría Tardía 34%

Rezagados 16%



Lo primero es generar una minoría de innovadores que produzcan una corriente de subjetividad que permita convocar intelectual y emocionalmente a los Early Adopters. Una vez que tenemos una muy pequeña masa crítica podemos ir por los Early Adopters que son los que nos van a permitir construir la Mayoría Temprana.



El segmento estratégico por excelencia es el de los Early Adopters. El discurso de poder debe enfocarse en ellos y no cometer el error de ir por todos a la vez, ni siquiera de dispersarse en 3 o 4 segmentos definidos por variables duras o blandas.

El discurso de poder debe ser quirúrgico y focalizar en los posibles Early Adopters.



Donde están, quienes son?



El partido PODEMOS en España adquirió fuerza con los movimientos de indignados, abstencionistas de izquierda, anarquistas antipolítica etc. Pero los líderes de PODEMOS, se dieron cuenta que esos no iban a ser sus Early Adopters. Los E.A. de PODEMOS estaban entre los decepcionados del PSOE.

No podemos ir a buscar a nuestros E.A. al otro extremo del arco político, ni tampoco en lo márgenes. Tenemos que buscarlos cerca y ahí donde hay una decepción latente, una promesa defraudante, una expectativa no resuelta.



El discurso de poder dirigido a los Early Adopters tiene que enfocarse en la construcción de “el problema”


a) Diagnóstico del problema y naming.

b) Corporización de los actores e intervención de los mismos en el proceso problematizador en términos de causa y efecto

c) Acción, expectativa, solución



El que nomina domina

Hay cosas que existieron siempre: el bullyng, el grooming, las start ups, etc. Pero recién cuando las denominamos, podemos darle entidad y operar sobre ellas en el plano de la realidad. El que nomina domina. El naming del problema debe constituirse en significante y conectar heterogeneidades diversas para poder ser horizontal, en lugar de "divide y vencerás", decimos, "agrupa y vencerás" el problema debe aglutinar, juntar, hacer confluir

El problema debe tener un nombre, y los actores también.

Instalado el problema en el imaginario y en la agenda, resulta ineludible para todos los sectores de la vida política y social. Los nombres, tanto del problema como de los actores, pasan a ser asumidos por todos los jugadores. De eso se trata la hegemonía cultural.

Esto se da cuando un diario de derecha liberal habla de "capitalismo salvaje" o cuando le preguntaban a Margaret Tatcher, sobre cuál había sido el mayor logro de su gobierno y respondió: Tony Blair (teniendo en cuenta que Blair representaba a la izquierda laborista, pero compartía los presupuestos del liberalismo económico).

La secuencia sería: hay un problema, no es producto de los desastres naturales o que pasaron cosas, o culpa de otro, hay causas y responsables, hay soluciones.



Estructura de la problematización


1) Construcción de "el problema"
2) Agrupación de realidades heterogéneas en torno al significante
3) Naming
4) Actores
5)Solución

El "problema" es el insumo estratégico en la construcción del discurso de poder para los Early Adopters. Es la diferencia entre comunicar y construir una marca política, es decir, es la diferencia entre que vos quieras lo que yo tengo y que yo tenga lo que vos querés.


Si abordamos a varios segmentos, antes de contar con los E.A. probablemente generemos rechazo en sectores refractarios, pero cuando los círculos de E.A. comienzan a construir círculos de confianza, la vinculación transaccional se da a la altura de los ojos y con el track social comunitario que le va a naturalizar y familiarizar el apoyo a nuestra propuesta.



Los Early Adopters de Vox legitimaron y naturalizaron a una propuesta de ultraderecha en sectores que normalmente no votan ni siquiera derecha.

Los Early Adopters de Trump lograron que obreros activos o desempleados que no votaban se vieran en Trump una promesa.

Los Early Adopters de Le Pen consiguieron que mucha gente, entre ellos muchos jóvenes y trabajadores, le perdiera el miedo a la ultraderecha.

Los Early Adopters de PODEMOS le dijeron a mucha gente que Pablo Iglesias y su gente no eran los comunistas fanáticos que querían llevar a España a ser Venezuela, como decían los medios del mainstream, sino unos profesores universitarios, con 4 Masters cada uno, que prefieren una socialdemocracia escandinava al “socialismo del siglo 21” de Maduro.


Los Early Adopters tienen que asumir el discurso de poder para poder desplegarlo y avanzar en el proceso de acumulación de la marca política, negociación y creación de adhesiones y lealtades y construcción de un posicionamiento, que potencie los liderazgos, la agenda, el despliegue territorial y el crecimiento en términos del sistema de preferencias.


Rubén Weinsteiner


Microsegmentación y deseo en la constitución de las identidades híbridas

 
Rubén Weinsteiner

 
Uno de los cambios más disruptivos al momento de pensar las identidades y los microsegmentos para la construcción del discurso de poder, es la hibridación, que habilita la conjunción de heterogeneidades intensas y diversas en la conformación identitaria.

Las identidades están atravesando un proceso de hibridación cada vez más intenso. Ya no podemos definir tan fácil a alguien por su edad, trabajo, lugar de residencia etc. Hoy cada uno de nosotros “somos cada vez más”, asumimos una multiplicidad de intereses, deseos y necesidades y albergamos contradicciones y heterogeneidades cada vez más intensas en la definición de nuestra identidad.

La segmentación por variables duras, “lo que la gente es a priori”, nos permite agrupar segmentos étareos, de género, de niveles de formación similares, de igual procedencia geográfica, religión, profesión, situación vincular etc.

Mediante esta mirada muy lejana, nos acercamos a la identidad pero sólo como plataforma para empezar construir formatos de segmentación y microsegmentación, a través de los dos factores que hoy definen a los segmentos: las variables blandas y las demandas.

El escenario actual de atomización, hibridación y microsegmentación de los diferentes colectivos sociales, nos impone un análisis, que no puede descartar las variables más duras, pero que debe enfocarse fundamentalmente en las variables blandas; “lo que la gente hace” para poder entender la multiplicidad de factores que convergen y constituyen las identidades híbridas.

Algunas heterogeneidades hacia adentro de un mismo colectivo siempre existieron, pero la caída del muro de Berlín, los movimientos migratorios, el salto cualitativo de las comunicaciones y los formatos multigrietarios-tribales que emergieron de la web social las potenciaron hasta convertirlas en el eje central de los nuevos sistemas de microsegmentación.

Este esquema binario multigrietario que se da en todas las areas, hace que una persona pueda sentirse cercana a otra por apoyar a un presidente y cercana a otra que odia a ese presidente por luchar por preservar a los animales, con otra por estar a favor o en contra del aborto, luchar por la preservación del medio ambiente, estar a favor o en contra del estado de bienestar, baja de la edad de imputabilidad para los jóvenes, etc.

El formar parte de una parte de la grieta, hablar con los propios, tener “amigos” en las redes sociales que piensan igual y confirman el sesgo, hace que uno se encierre en esas tribus. Lo interesante es que uno forma parte de muchas tribus, donde se cruzan intereses y personas que ponen ene emergencia la hibirdación identitaria.



Lo que la gente a priori es y lo que la gente hace


No hay que preguntarle a la gente lo que piensa, hay que ver que hace.
Si le preguntamos a la gente, nadie come mortadela y todos comen jamón o pastrón, sin embargo se consumen miles de toneladas de mortadela por mes. Nadie votó a a un candidato que fracasó en la presidencia pero que ganó por el 52 % de los votos,, y si le preguntamos a la gente, en una encuesta donde compra los alimentos, la mayoría dirá en los supermercados top. Si les preguntamos porqué, probablemente nos responderán que porque allí los atienden bien, el entorno es agradable, es más caro pero limpio, la cadena de frío se respeta. Aunque si los seguimos probablemente nos encontremos que muchos entran al chino, donde en un lugar con poca luz, un hombre con el cigarrillo colgando de la comisura de los labios, con un ojo entre cerrado por el humo, en ojotas y medias le gritará “dejaaaa bolso”. La necesidad indica quedar bien con el encuestador, el deseo, pagar menos. Lo que se construye como percepción para la otredad y lo que se hace.

En el recorrido entre lo que la gente dice y lo que la gente hace, se construye la brecha entre la necesidad y el deseo.
La necesidad es la frontera de la intención de voto, el deseo la profundidad.


Multidimensionalidad

Un turco que vive en Berlín es turco para los alemanes y alemán para los turcos. Ese turco puede ser laico o religioso, ser hetero, gay, trans, estar en pareja con un/a aleman/a, o con un/a turco/a, puede sentirse turco, alemán, europeo, internacionalista o no sentir pertenencia ni pertinencia nacional alguna. Como se autopercibe y autodefine, en términos nacionales, religiosos, de género, políticos, filosóficos, pasiones, aficiones y hobbies que lo motivan, las experiencias de vida por las que atravesó, la historia familiar y los relatos ancestrales tácitos, los nuevos vínculos, familia, trabajo, estudios, determinan un alto nivel de complejidad en la constitutición de la identidad.

Una persona puede oponerse fuertemente a la entrada de inmigrantes y sentirse interpelado por un discurso xenófobo, y a la vez tener un familiar discapacitado y sentirse convocado por un discurso que aboge por mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad y a la vez ser mascotero ser sensible a propuestas sobre el respeto por los animales, puede ser fuertemente religioso o todo lo contrario, estar a favor a favor del medio ambiente. Todo en la misma persona



Variables blandas, demandas y deseos.

Los microsegmentos se definen desde la base de las variables duras cruzadas por variables blandas, demandas, deseos, valores, relatos ocultos y estilos de vida. 


Ante la complejidad y multplicidad que nos plantean las indentidades híbridas, el factor condensador a tener en cuenta como insumo de construcción del discurso de poder, es el deseo.



El discurso de poder y el deseo

Discurso es organizar las percepciones. Poder es revelar potencialidad de acción. Por los tanto, discurso de poder es organizar las percepciones en la cabeza de la gente, en función de instalar la percepción acerca de una determinada potencialidad de acción, fundamentada en el deseo. Responder al deseo es construir el discurso de poder. 



El deseo es el rey

El deseo es el rey, la demanda es un deseo, el miedo es un deseo de que algo no pase. El deseo como ya dijimos supera a la necesidad, que es apagar un incendio y también supera a la fantasía, ya que esta es la construcción de una realidad imaginaria que no pensamos llevar a cabo. Cuando decidimos llevarla a cabo, deja de ser una fantasía para convertirse en un deseo.

Tener una fantasía sexual es fácil, lo que no implica que tengamos el deseo de concretarla. Uno puede imaginarse teniendo una historia con una persona, pero el deseo se constituye cuando estamos dispuestos a pagar el costo de tener esa historia.

Si entendemos la profundidad del deseo y construimos un discurso de poder en función de él, podemos ser continente, negociar y crear lealtades, en base a un lazo emocional y a una promesa de marca de hacerse cargo, proponiendo la construcción de una realidad que obsoletice realidad actual y naturalice el deseo.

 

Rubén Weinsteiner

Figura política o marca política, secta o iglesia

 


Por Rubén Weinsteiner 


 

¿Cual es la diferencia entre un analista exitoso, un político con visibilidad, o incluso un candidato, con una marca política?

¿Cual es la diferencia entre una secta y una iglesia?
El discurso de poder y el pragmatismo

 

 

Del análisis taquillero a la propuesta de una visión, una esperanza y un camino

¿Cuál es la diferencia entre un analista brillante, un personaje mediático llamativo, un periodista con rating, que describe y explica como nadie la realidad, a una marca política competitiva?


Muchas veces la escena política es acaparada por periodistas/mediáticos/economistas en definitiva, analistas que teorizan, describen el escenario, de una manera interesante, dan rating, y hasta hacen pronósticos que se verifican en la realidad.
Estas figuras muchas veces son percibidas en el imaginario social, como figuras con una alta potencialidad electoral.


Una persona puede intentar incursionar en política, puede tener visibilidad, ser famoso, e incluso candidatearse a un cargo, pero eso no lo transforma en una marca política.

Una marca política dispara significados a la cabeza de los sujetos de elección con fines de acumulación, ya sea electoral o de valoración general.

La diferencia entre ser una marca política y no serlo es la diferencia que hay entre que algunos quieran lo que vos tenés y que vos tengas lo que muchos quieren.

Una cosa es ser rock star, una estrella, un gurú carismático con muchos admiradores, y otra es leer las demandas que articulas segmentos definidos por variables blandas y hacerse cargo de esas demandas en el formato de discurso de poder de la marca política.

 

Una cosa es que te admiren como a un rockstar y otra es leer lo que los otros quieren y plantearlo en términos de un discurso de poder, un camino propuesto con esperanza, alegría y confianza. 

 


Preguntas


Las dos preguntas que debemos hacernos son : 1) ¿Podrá comunicar potencialidad de acción en la misma medida que logra entretener e impactar a sus audiencias? 2) ¿Podrá traducir los sentimientos de hilaridad, bronca, indignación, preocupación y tranquilidad, que genera en sus audiencias, en claridad, esperanza, fe y alegría?

Liderar una secta puede ser fascinante para el líder de la misma, pero en tanto no salga de la admiración que tienen por el sus fans para ir hacia hacerse cargo de las demandas de segmentos específicos, incluso con heterogeneidades intensas, no podrá salir del esquema sectario hacia una construcción con vocación de poder mayoritario.

 

 

Hoja de ruta


La hoja de ruta para la construcción de una marca política, consiste en transformar la visibilidad y la percepción que se tiene, en un continente de adhesiones y lealtades.

 

En esa negociación y construcción de lealtades para ser contenidas, la marca política debe trancender la especularidad vincular con el rockstar, adelantándose a las demandas, para proponerle desafíos latentes, a los sujetos de elección. Propuestas que al pasar de la latencia a la emergencia consoliden la emocionalidad en el vínculo (el tipo entiende lo que necesitamos, sabe lo que nos hace falta, conoce los problemas y propone soluciones).

 

Contener y acumular

 
Para contener y acumular se necesita construir una marca política con un discurso de poder, que organice y sistematice esa percepción y visibilidad en función de una estrategia que responda a un objetivo: que diferentes segmentos de la población perciban con un grado de emocionalidad importante, sostenido en una narrativa racional, como altamente positivo, deseable y necesario, que esta figura asuma un cargo importante.

 

Una figura política puede intentar incursionar en política, puede tener visibilidad, ser famoso, e incluso candidatearse a un cargo, pero eso no lo transforma en una marca política.
El mejor diagnóstico, sin esperanza y entusiasmo, no construye subjetividad emocional en términos del sistema de preferencias de los sujetos de elección.
La marca política es lo que te permite ocupar (y acumular) un lugar en la cabeza de la gente.


¿Que es el discurso de poder?

Discurso es organizar las percepciones. Poder es revelar potencialidad de acción. Por los tanto discurso de poder es organizar las percepciones en la cabeza de la gente en función de instalar la percepción acerca de una determinada potencialidad de acción en función de las demandas.

Este discurso negocia y crea lealtades en función de una promesa de marca. Responder a las demandas es construir el discurso de poder.

Muchas veces vemos políticos que durante años obtuvieron una cantidad limitada de votos y después de muchos años pasan a construir una mayoría. Es posible que el contexto internacional o nacional haya cambiado, es posible que su gente haya organizado el partido de manera más eficaz construyendo un despliegue territorial que antes no tenía, es posible que haya conseguido apoyos de empresarios o medios, pero lo que seguramente hizo fue pasar de que algunos quieran lo que ese político expresaba a expresar lo que muchos querían.

El candidato puede interpelar a los diferentes segmentos de la población, consolidar sujetos políticos de elección que se sumen a un espacio, y plantear un discurso de poder, en tanto desarrolle una marca política.

Sin marca política no hay acumulación posible, ni electoral ni de valoración general. El posicionamiento marcario permite construir el conducto imaginario entre la generación y organización de percepciones por parte de la marca política y la gente.

 

 

Donde

 

La marca política permitirá instalar esa percepción en 6 niveles para consolidar el liderazgo, la agenda y el despliegue territorial

:a) Ciudadanos (votos)

b) “La política” (checkpoint)

c) Players empresariales y corporativos (financiación y apoyo)

d) Medios (comunicación, apoyo)

e) Influencers: ”intelligentzia”, cultura y arte, poder intelectual,

f) Sector externo


La decisión consiste en pasar de ser una figura más o menos conocida a construir una marca política. Esta decisión obviamente política implica vocación de poder, cazar afuera del zoológico, interpelar y contener heterogeneidades intensas, y establecer una promesa de marca política que le de sentido al agrupamiento de esas diversidades en función de un ordenamiento de discurso de poder.

Rubén Weinsteiner

Discurso de poder: prepararse para ser mal interpretado o como lidiar con chicanas



Rubén Weinsteiner

Rubén WeinsteinerEn el discurso de poder tenemos que dar por hecho que vamos a ser mal interpretados, que nuestros dichos van a ser usados para beneficio de nuestros rivales con todo el potencial de sobredeterminación que nuestro discurso habilite. Como esos humoristas de bajo nivel que toman cualquier palabra para aplicarle un doble sentido con connotación sexual por ejemplo, nuestros adversarios en un debate utilizarán cualquier ventana de oportunidad para trasladar significantes de nuestro discurso hacia posiciones desventajosas para nosotros.

Ni explicar ni negar

Si tenés que explicar mucho no funciona y si tenés que negar menos.La funcionalidad de la negación en el discurso de poder, es inversa en términos de sus objetivos a la intención del emisor. Nadie que sea honesto debería decir “no robé ”, sería como para alguien que no tiene ninguna cicatriz en la cara, decir “yo no tengo ninguna cicatriz en la cara”. Si uno no tiene el deseo de tener algo ni nada con Claudia, difícilmente habilite los senderos neurológicos que le hagan decir algo relacionado con “tener algo con Claudia”, aún para negarlo, y eso las audiencias lo decodifican rápido, aunque no lo puedan poner en palabras y en emergencia, y fundamentarlo. El primer problema que presenta la negación de algo dicho consiste en rebatir con una respuesta racional una instalación emocional que han “comprado” algunas personas, chicana mediante. Una vez que la emocionalidad generada se instala, corre por canales separados con la racionalidad. El segundo problema consiste en la previsibilidad y obviedad, ya que lo que se espera siempre es la negación, con lo cual la predisposición del oyente es defensiva.

Estar preparado para la interpretación negativaNuestro discurso de poder debe contemplar esta búsqueda de nuestros rivales de la oportunidad para sobredeterminar significantes y por eso no debe dejar lugar para estas acciones. El lenguaje de precisión debe acotar el margen determinativo de nuestro verbatim. Frases cortas, alineadas con la estrategia en términos de la construcción de sentido e independientes de las preguntas e interrupciones de nuestros oponentes o moderadores ( en la medida de los posible esto últimos). Es decir aplicar el “vos pregúntame lo que vos quieras y yo te respondo lo que yo quiero”, para no darle el poder al otro para conducir, interrogar, calificar y hasta examinar.

Y que se hace si ?Que pasa cuando nos desviamos de esta estrategia y nuestro discurso contiene frases que requieren explicaciones largas o que su sobredeterminación habilita la utilización y la chicana? En ese caso lo que se impone es una explicación y si hay que explicar mucho no funciona. Pero hay que explicar porque ya lo dijimos y no podemos hacer “undo” para borrarlo. En ese caso tenemos que construir rápido una explicación de una frase con impacto, con la menor cantidad de palabras, donde cada palabra tiene que luchar por su supervivencia. Esa frase tendrá dos objetivos; a) dar una explicación sólida pero no terminante b) imponerle al moderador “imparcial” la necesidad de repreguntar. Ante la repregunta, debe venir una segunda frase también corta, que aclare pero deje espacio para que el moderador vuelva a preguntar. Esto es clave porque no somos nosotros los que intentamos “aclarar” forzadamente, sino que obligamos al moderador a requerir de nosotros aclaraciones, que se las damos a cuenta gotas y haciéndonos rogar, construeyendo la necesidad en la audiencia, representada por el moderador, de obtener un corpus amplificado de la aclaración.

Conclusiones y buenos negociosTerminada la batalla, se impone estudiar errores y aciertos para sacar conclusiones. Todo fase discursiva “mal interpretada” por la otredad, ergo por audiencias que esa otredad representa y por audiencia no comprometidas lábiles, debe ser analizada bajo la lógica de costo-beneficio.

Cual es el beneficio de decir algo? Cual es el costo?Puede que decir algo tenga ver con sentir la necesidad de plantear un peligro o de denunciar un hecho o de advertir sobre alguna alternativa que no está siendo tomada en cuenta. Ok, ese el beneficio. Pero también tenemos que medir el costo, y una vez medido costo-beneficio, debemos evaluar si fue un buen negocio haberlo dicho. El emisor del discurso de poder deber ser un buen hombre de negocios. Cuando se comete error, rápido tomar medidas y minimizar daños, pero en lo posible evaluar el negocio antes.

Rubén Weinsteiner

Rentabilidad y disfuncionalidad de la construcción “comunican mal”

Rubén Weinsteiner

 

La construcción “comunican mal”, es siempre un recurso utilizado en alegato propio, que intenta instalar la percepción de, “hacemos mucho, o hacemos bien, pero como comunicamos mal, la gente no se entera o no lo percibe”.

Es un recurso utilizado por muchos gobiernos, yo diría que casi todos en algún momento recurren a él.

Como recurso autoindulgente tiene una eficacia limitada, en términos de la intervención en la subjetividad de los sujetos de elección. Quizás pueda revelar mayor eficacia en términos de darle tranquilidad al emisor y al espacio del mismo, pero a un costo muy alto, ya que le obtura la posibilidad de intervención y resolución de los problemas. 


Bielsa no simplifica


Hace algunas semanas estaba mirando un partido del Leeds contra el Wolves, el Leeds perdió en Elland Road 1 a 0, en un partido donde quizás no mereció perder. Al finalizar el partido y ya en la conferencia de prensa, un periodista le preguntó a Bielsa porque creía que el Leeds había jugado mal, cuando en realidad, el partido fue muy parejo y Wolves llegó 2 veces al arco del Leeds.

Bielsa le respondió que Leeds no había jugado mal y continuó con un análisis: el volante de contención de su equipo no había anticipado al 10 de Wolves, dejándole metros, panorama y posición territorial para que el volante de creación llegara con mayor soltura al área rival. Esta desfasaje desacomodo sistemáticamente a la defensa de su equipo y en uno de los ataques le convirtieron.

La diferencia entre el “jugaron mal” y el “cinco no lo anticipó al 10 ni en territorio ni en el trámite del juego” es clara. La segunda opción permite intervenir sobre la realidad y modificarla, la primera, convoca a la resignación automática.

La primera definición carece de complejidad, rigor y análisis, La segunda requiere observación, compresión, creatividad y proactividad.


En momentos difíciles, la crítica general y emocional bloquea el análisis y la intervención. La observación y el señalamiento funcional abre la instancia del cambio. 


Por altura, en los corners nunca iba a cabecear, me quedaba en la puerta del área, esperando el despeje para pegarle al arco. Un técnico solía repetirme, que no sabía patear, que era un burro pateando. Otro, vino y me dijo: “ud patea bien, lo que pasa, es que tiene que mirar que el arquero camina lateralmente hacia el lado opuesto de donde viene el corner, si ud le pega al palo al que va, se la van a atajar, si le pega al palo de donde viene el córner, lo agarra a contrapierna al arquero y es más difícil que se la ataje.

Detectar, definir y proponer acciones puntuales y concretas, evitando simplificaciones y generalizaciones, es lo que se impone en momentos difíciles.

El gobierno nacional se encuentra en una situación compleja, herencia, pandemia, tensiones fuertes co el poder real, contradicciones internas, la subjetividad en disputa, en una puja brutalmente asimétrica y la incertidumbre como constante.


Y entonces

Retomando el ejemplo del Leeds, creo que sería muy positivo que el “volante de contención” anticipe al volante de creación del rival, en territorio y en juego, limitando las opciones del adversario y tomando la iniciativa. Una especie de Carlos Corach, que marcaba la agenda en la puerta de su casa y condicionaba el spin mediático del día.

Es necesario construir un diálogo eficaz y proactivo con los sectores medios.

Hace falta dar el debate con la hoja de ruta del otro en la propia mano.

Plantear un discurso posterior a la grieta. Posterior no en términos temporales, sino estructurales. Es decir que contenga y valide motivaciones, deseos, miedos, necesidades insatisfechas y broncas de ambas partes.

Plantear un discurso de poder que lejos de negar la grieta o descalificarla, la obsolotice.



Rubén Weinsteiner


El #CatchUp de las nuevas demandas en el #VotoJoven



Rubén Weinsteiner

Los segmentos constituidos por variables blandas se ordenan como el resultado de la articulación de nuevas demandas. Las personas demandan nuevas cosas y los que demandan las mismas nuevas cosas se agrupan funcionalmente en nuevos microsegmentos aunque esas personas sean muy diferentes entre sí, desde las variables más duras, determinando cruces, que plantean escenarios novedosos y lleno de oportunidades.

Frente a las nuevas demandas se impone, primero la escucha activa, la lectura interpretativa y la producción de nuevas subjetividades en términos de los nuevos problemas y las nuevas soluciones con las consiguientes promesas.

Intervención

El proceso de intervención consiste en: 1) lectura e interpretación de las demandas 2) caracterización y problematización discursiva 3) descripción de personajes y responsabilidades 4) planteo de promesa-solución.

La problematización de las situaciones e identificación de los personajes resulta esencial porque muchas personas pueden atribuir fenómenos a causas diversas o justificar el status quo problemático.

Responder a las nuevas demandas es construir el discurso, desarrollando un imput de lectura de esas nuevas demandas de los nuevos microsegmentos, para desplegar un output que se constituye en la promesa de nuestra marca política.

Ese discurso debe organizar las percepciones de la realidad, para poder plantear la problematización de la misma.

El Problema

Las realidades en si mismas no constituyen “el problema”, hasta que no se las organiza.

Las demandas no se constituyen en un proceso automático y natural, sino que se definen por la subjetividad enmarcada en los mecanismos primarios de referencia, que nos permiten construirnos una idea clara e inmediata de cómo leer la realidad a través de nuestro encuadre cognitivo (cognitive framing).
No hay un marco, hay una acción de encuadrar, de enmarcar la realidad.

Para intervenir sobre la subjetividad de los sujetos de elección hace falta conectar con su estructura de marcos cognitivos. Si nuestro discurso no esta alineado con los marcos de nuestro público, este lo rechazará o directamente no lo comprenderá, no lo sentirá, no le hará consonancia.

Es por eso que la lectura de las nuevas demandas y la construcción de la narrativa de la marca política adaptada a esas demandas puede y debe intervenir sobre ese encuadre cognitivo.

Esto es; alguien puede pensar que viajar mal en el transporte público es normal, que “es así”. Que los subtes son incómodos. La mirada crítica permitiría pensar que quizás los subtes son incómodos, porque no vienen con la frecuencia que deberían, y no vienen con la frecuencia que deberían porque no hay suficientes vagones, y que no hay suficientes vagones porque no se producen en el país y no hay recursos para importarlos, porque los recursos se gastan en otras cosas, y que si se gastaran en mejorar el transporte público todos podríamos viajar “como seres humanos” en el subte.

Que en un contexto de desempleo altísimo, un despedido puede pensar que el no estuvo a la altura, en un escenario de alta inflación que no se esfuerza para ganar lo suficiente o en una recesión profunda que no tiene habilidades para llevar adelante su pyme.
Alguien podría pensar que es normal que si uno tiene ganas de orinar, estando afuera, es normal tener que aguantarse porque es así, o hay que entrar a un bar, pedir un café e ir al baño. El pensamiento crítico podría llevarlos a pensar que todas las personas tienen la necesidad de orinar y que debería haber baños accesibles y próximos para que la gente orine.

Lo mismo con el acceso a los alimentos a precios posibles (comer hay que comer), a la salud, a la indumentaria, con las condiciones laborales, etc.

Por otra parte, una cosa es necesitar algo y otra es ser consciente de esa necesidad. O desear algo y no ponerlo en el nivel de emergencia, es decir obturar el deseo detrás de justificaciones o narrativas limitantes. Ya sea propias-históricas de falta de merecimiento o aptitud, o externas de la cultura dominante o el clima de época.

Para esto resulta esencial la construcción de nuevos significantes. Hay que ponerle nombre a los problemas y nombre a las soluciones.

El lenguaje es una construcción humana que a la vez construye al ser humano y es el órgano constitutivo del pensamiento de subjetivación, percepción y apropiación de la realidad.

Proceso de problematización

a) Diagnóstico del problema y nominación.

b) Corporización de los actores e intervención de los mismos en el proceso problematizador en términos de causa y efecto

c) Acción, expectativa, solución

El Naming del problema

Hay cosas que existieron siempre: el bullyng, el grooming, las start ups, etc. Pero recién cuando las denominamos, podemos darle entidad y operar sobre ellas en el plano de la realidad. El naming del problema debe constituirse en significante y conectar heterogeneidades diversas para poder ser horizontal, en lugar de "divide y vencerás", decimos, "agrupa y vencerás" el problema debe aglutinar, juntar, hacer confluir

El problema debe tener un nombre, y los actores también.

Instalado el problema en el imaginario y en la agenda, resulta ineludible para todos los sectores de la vida política y social, y los nombres, tanto del problema como de los actores, pasan a ser asumidos por todos los jugadores. De eso se trata la construcción de la hegemonía cultural.

Una vez que las nuevas demandas se problematizaron, hace falta construir la promesa de la marca política, el output.

La construcción de la promesa de marca en función del problema requiere de

1) Innovación

2) Diferenciación

3) Segmentación

Innovación para plantear soluciones disruptivas, novedosas y que no hayan sido implementadas hasta ahora.

Diferenciarse, porque todo lo que no es diferente es invisible. Sino es diferente no hay impacto, no hay mucho lugar para la emoción que impone la novedad, lo desconocido, lo nuevo. No se trata de convencer con viejos argumentos, se trata de vencer emocionalmente con nuevas subjetividades.

Segmentar para hablarle a cada uno y llegarle a cada uno con esas nuevas demandas que definen esos nuevos segmentos.

Rubén Weinsteiner

Subjetividad del discurso y relaciones de poder en el intercambio



Rubén Weinstener



Se le cuestiona a Jakobson la extensión que le da al término código, nosotros preferimos diferenciar: emisor frente a receptor, hablante frente a oyente, locutor frente a alocutario, enunciador frente a enunciatario...

Crítica de este esquema

Podemos señalarle a Jakobson no haber considerado suficientes elementos y no haber intentado hacer un esquema algo más complejo con el fin de que el mapa" se aapte mejor al "territorio*.

Alusión que repite Korzybski y que vale para todo tipo de producción discursiva: "El mapa no es el territorio".

El código


Problema de la homogeneidad del código

Es inexacto, que los dos participantes de la comunicación, hablen exactamente la misma "lengua". "Si ubicamos mil personas delante de mil sillas, declara Pottier, podemos obtener un millón de veces el término silla". Esta observación, señala el hecho de que los signos son necesarios al mismo tiempo que arbitrarios, ya que en el intercambio se juegan relaciones de poder y muy a menudo es el más fuerte quien impone al más débil su propio idiolecto.

Toda palabra quiere decir lo que yo quiero que signifique, pero al mismo tiempo "Toda palabra quiere decir lo que quiere decir", hay un sentido en la lengua.

Hablar es precisamente procurar que coincidan esas dos intenciones, esos dos querer decir.

Llamaremos competencia de un sujeto, a la suma de todas sus posibilidades lingüísticas, al espectro completo de lo que es susceptible de producir y de interpretar.

Llamaremos universo del discurso al siguiente conjunto:
1/ situación de comunicación
2/ limitaciones estilístico-temáticas.

Finalmente proponemos, con respecto al modelo de Jakobson, estos dos principios de enriquecimiento: Las competencias no lingüísticas y paralingüísticas, en las dos esferas del emisor y del receptor, agregamos: sus determinaciones psicológicas y psicoanalíticas, que desempeñan un papel importante en las operaciones de codificación/decodificación.

Sus competencias culturales o enciclopédicas, el conjunto de los conocimientos implícitos que poseen sobre el mundo e ideológicas, el conjunto de los sistemas de interpretación y de evaluación del universo referencial que mantienen con la competencia lingüística relaciones tan estrechas como oscuras y cuya especificidad contribuye todavía más a acentuar las divergencias idiolectales.

REFORMULACIÓN DEL ESQUEMA DE LA COMUNICACIÓN

Presentamos a continuación, tras estos comentarios, la reformulación del esquema de Jakobson que aquí proponemos:



Nos parece imposible disociar las competencias lingüísticas y paralingüísticas (mímica y gestos) en la medida en que, , la comunicación es multidimensional para transmitir las significaciones, los apoyos fonemáticos y paralingüísticos.

La importancia de los comportamientos paraverbales se manifiesta, entre otros, en el hecho de que es la dirección de la mirada del hablante lo que define prioritariamente al oyente en la comunicación oral y aún de manera más decisiva que el empleo del "tú" o "vos" lingüístico.

Llamamos universo del discurso a algo extremadamente complejo y heterogéneo, que abarca: los datos situacionales, y en particular la naturaleza escrita u oral del canal de transmisión, y la organización del espacio comunicacional, objeto de la reflexión proxémica.
Las restricciones temático-retóricas que pesan sobre el mensaje que se va a producir.

Autocriticas


Nos parece que nuestro modelo de la comunicación verbal, al darle un lugar a las otras competencias a las cuales se incorpora la competencia lingüística, y a los diferentes factores que mediatizan la relación lengua/habla y permiten la conversión de una en otra, hace ciertos aportes positivos al modelo de Jakobson.
Pero aún no es más que un esquema- demasiado estático.
Esta presentación no muestra ciertas propiedades características de la comunicación verbal:

La reflexividad: el emisor del mensaje es al mismo tiempo su primer receptor.
La simetría: el mensaje verbal pide generalmente una respuesta, es decir que todo receptor funciona al mismo tiempo como un emisor en potencia, la simetría implica que la respuesta se efectúe con la ayuda del mismo código.

Observación


Nuestro esquema supone que cuando uno habla el otro escucha en silencio y viceversa, es decir que los dos enunciados desempeñan alternativamente los papeles de emisor y receptor. Esta simplificación abusiva es en rigor aceptable en lo que concierne a los comportamientos verbales propiamente dichos en los que tal situación suele ser la más normal.

La complejidad de las instancias emisora y receptora


Esta presentación sólo da cuenta del caso más simple, y más raro, de la comunicación:
el de la comunicación dual (cara a cara).

El destinatario o alocutario (que puede ser singular o plural, real o ficticio), se define por el hecho de que es explícitamente considerado por el emisor L (lo que atestigua el empleo del pronombre de segunda persona y/o la dirección de la mirada) como su compañero en la relación de alocución. Por lo tanto, las operaciones de codificación están parcialmente determinadas por la imagen de ellas que se construye .

El amisor puede preocuparse, por la presencia en el circuito de la comunicación de destinatarios indirectos que, sin estar integrados en la relación de alocución, funcionan como "testigos" del intercambio verbal e influyen a veces en él de manera decisiva (ejemplos de chistes, discursos políticos, etc.).

Finalmente, en todo mensaje existen receptores adicionales y aleatorios, cuya interpretación del mensaje el emisor no se podrá prever, pero uno puede estar preparado para ser mal interpretado.

1) En este esquema el emisor y el receptor se enfrentan y sus esferas respectivas son como dos burbujas impermeables que se cuidan bien de intersectarse.

Todo receptor es al mismo tiempo un emisor en potencia, y que en la competencia cultural de los dos miembros de la comunicación es necesario incorporar la imagen que se forman de ellos mismos, que se hacen del otro y la que se imaginan que el otro se hace de ellos: no se habla de un destinatario real, sino a aquello que se cree saber de él, mientras que el destinatario decodifica el mensaje en función de lo que él cree saber del emisor.

Los dos interlocutores no se contentan con tomar por turno la palabra, teniendo en cuenta las imágenes que se han formado el uno del otro; hay una modificación recíproca de los protagonistas del discurso a medida que se desarrrolla lo que ciertos teóricos denominan como "interacción", donde también juegan los esquemas y relaciones de poder

Las competencias se interseccionan cuando tienden a adaptarse una a la otra en el curso del intercambio verbal, cada una modelando su propio código sobre el que, según se presume, posee el otro.

La comunicación se basa en este ajuste más o menos logrado, de los sistemas de referencia de los dos enunciadores.

2) la ideología, es un sistema de contenidos que se manifiesta en toda clase de comportamientos semiológicos, está en todas partes, sobretodo en contenidos lingüísticos.

3) el status del referente es complejo. Es exterior al mensaje pero envuelve a la comunicación. Éste se refleja en la competencia ideológica y cultural de los sujetos, es decir, en el conjunto de conocimientos que poseen y de representaciones que se han construido de él.

4) el canal es el soporte de los significantes, soportes éstos a su vez de las significaciones.
Al mismo tiempo funciona como un filtro suplementario sobre las elecciones lingüísticas.
La naturaleza del mensaje varía con la del soporte.

5) el universo del discurso incluye los datos situacionales y restricciones del género. Sus límtes son borrosos.

Rubén Weinsteiner

Latino voters’ interest in presidential race is mixed, and about half are ‘extremely motivated’ to vote

Latino voters are less likely than all U.S. voters to say they are extremely motivated to vote in the upcoming presidential election, with the Latino electorate expressing less interest overall in the presidential campaigns.


About half of Latino registered voters (54%) say they are extremely motivated to vote this year, compared with two-thirds of U.S. voters overall (69%). Meanwhile, a lower share of Latino voters (58%) than U.S. voters (69%) say they have given a lot of thought to the candidates. And compared with U.S. voters, a slightly lower share of Latino voters say it really matters who wins, 73% vs. 78%. In 2016, Latino voters also reported lower levels of interest in the election and in voting than U.S. voters overall.

A record 32 million Hispanics are projected to be eligible to vote in 2020, making up 13% of all U.S. eligible voters and exceeding for the first time the number of Black eligible voters in a presidential election. (Explore our interactive maps and tables to see Latino eligible voters by state and congressional district.)


How we did this


To explore Hispanic voter engagement in this year’s presidential election, we surveyed 11,929 U.S. adults, including 1,347 Hispanic registered voters, from Sept. 30 to Oct. 5, 2020. Everyone who took part is a member of Pew Research Center’s American Trends Panel (ATP), an online survey panel that is recruited through national, random sampling of residential addresses. This way nearly all U.S. adults have a chance of selection. The survey is weighted to be representative of the U.S. adult population by gender, race, ethnicity, partisan affiliation, education and other categories. Read more about the ATP’s methodology.

Here are the questions used for this report, along with responses, and its methodology.

A record number of Americans have voted before Election Day, and it is possible overall U.S. voter turnout will reach historically high levels in 2020. Latinos have typically voted at lower rates than U.S. voters overall. In 2016, 48% of Latino eligible voters said they voted, a similar share to 2012 and lower than the 61% of all U.S. eligible voters who cast a ballot four years ago. (Eligible voters are adult U.S. citizens, whether registered to vote or not.)


Engagement varies among some groups of Hispanics who are registered to vote. College graduates are more likely than those with some college education or less to say they are extremely motivated to vote (68% vs. 50%), have given a lot of thought to the presidential candidates (71% vs. 54%) and that it really matters who wins (80% vs. 71%).

Higher shares of Latino registered voters ages 50 and older than those 18 to 49 are extremely motivated to vote (65% vs. 48%), have given a lot of thought to the presidential candidates (68% vs. 52%) and say it really matters who wins (80% vs. 68%). These differences by age are also seen among all U.S. voters.

 

Rubén Wensteiner


Microsegmentación definida por variables blandas en el voto joven: lo que los jóvenes hacen más que lo que son




Por Rubén Weinsteiner


Los segmentos constituidos por variables blandas se ordenan como el resultado de una articulación de demandas. Las personas demandan cosas y los que demandan las mismas cosas se agrupan funcionalmente en microsegmentos auqnue sean muy diferentes entre sí, determinando cruces a veces disrutptivos, que plantean escenarios novedosos y lleno de oportunidades.

Cambia, todo cambia

Los sujetos de elección jóvenes son volubles y esperan grandes cambios. Los sujetos jóvenes siempre esperan que algo ocurra, que algo cambie, que los represente, sentir consonancia emocional e intelectual y poder identificarse.

Esos cambios esperados, articuados en imágenes, se constituyen en la demandas que los ordenan como microsegmento, y se satisfacen con ideas y emociones que asumen el rol de promesa y perspectiva de futuro de la marca política.

La imagen es a la vez un recuerdo, un deseo y una anticipación (Joseph H. Smith, Duelo e historicidad humana)

Esa imagen-demanda es una re-creación de una satisfacción pasada, vivenciada o no, siempre deseada y añorada, ahora nuevamente querida y anticipada.
Reason why

El sistema de preferencias en el #votojoven no se articula por la autopista prometida, sino por la perspectiva planteada de cómo se van a sentir los votantes con la autopista construida. La autopista sirve para más gente visite tu ciudad, poder visitar nosotros más lugares, estar más cerca, ir más a lugares más rápido, para llegar más temprano a jugar con tu hijo, para conseguir otro trabajo más lejos, aumentar las ventas, que un hotel se llene, que hermanos se vean más, que visites mas a amigos, padres etc.

El que y el para que

Nunca confundir el qué, con el para qué. La emoción del reason why (para qué), se constituye en atajo cognitivo vía imagen traducida en perspectiva emocional, para fundamentar la promesa de la marca política

Los jóvenes demandan cosas de un poder determinado, y ese poder determinado no puede absorber todas las demandas de un segmento. Y los jóvenes requieren un poder que satisfaga todas sus demandas, por lo tanto esos poderes no puede constituirse en una contrapartida coherente de esos segmentos. La demanda requiere la totalización y como no la encuentra en un solo segmento se parte, pidiéndole las mismas cosas a diferentes poderes.

Los segmentos jóvenes comienzan a atomizarse y cruzarse, porque le piden cosas similares a diferentes poderes. Algunos le piden al gobierno nacional, otros al provincial, o a la iglesia, a los sindicatos, a las organizaciones ambientales, a la oposición, al tercer sector, a la justicia, a los sindicatos, a las auutoridades de la universidad, club, etc.

Este es el mecanismo que determina la constitución de microsegmentos cruzados definidos por variables blandas.

Microsegmentación definida por variables blandas

En ningún sector se observa tan claramente la dinámica de la microsegmentación como hacia el interior del #votojoven. Porque los jóvenes, son más flexibles, adoptan nuevos intereses, cambian, se enamoran más fácilmente y más rápido, se sienten parte de nuevos colectivos ipso facto, se juntan, se agregan, se separan, se vuelven a agregar, se comprometen mucho más rápido que los mayores.

El nuevo escenario impone microsegmentar al interior del voto joven por variables blandas (focos de pertenencia, pertinencia e interés tribal), no tanto por variables duras (edad, años de escolaridad, lugar de residencia, religión), es decir, por lo que los jóvenes hacen más que por lo que los jóvenes son.

El joven quiere ser parte de algo, revelar y ejercer pertenencia y pertinencia, compromiso hacia una agrupación, entorno de un grupo musical, de una tribu urbana, de un grupo de amigos, barra, banda, club, tribu de seguidores, fieles, creyentes, etc.

La cultura que viene propone una microsegmentación transversal, donde se cruzan los microsegmentos y agrupan a personas diferentes a través de diversos aglutinadores , y los ponen en escenarios diferentes a los protagonizados por la generación de sus padres.

Cuando microsegmentamos, más que pensar en lo que decimos debemos enfocarnos en a quien se lo decimos. La microsegmentación por variables blandas debe objetivar lo que los jóvenes hacen, lo que demandan y a quien se lo demandan, para poder interpelar , impactar y acumular con eficacia en el microsegmento objetivo.

En el voto joven, los microsegmentos, los colectivos, las tribus y las agregaciones, se despliegan en forma transversal, priorizando el deseo, por sobre la necesidad. La marca política como intermediaria debe legitimar esos deseos y hacerse cargo de los mismos. El sistema de preferencias en el #votojoven se resuelve por emoción y deseo, mas que por utilidad y necesidad.

Rubén Weinsteiner

Large Shares of Voters Plan To Vote a Straight Party Ticket for President, Senate and House

Some races do not include candidates of both major parties (for example, a few districts in California have two Democratic and no Republican candidates). Excluding these handful of races where there are not two major party candidates running does not meaningfully impact the conclusions of this report, but they have been included in the analyses presented here.

Everyone who took part in this survey is a member of Pew Research Center’s American Trends Panel (ATP), an online survey panel that is recruited through national, random sampling of residential addressees. This way nearly all U.S. adults have a chance of selection. The survey is weighted to be representative of the U.S. adult population by gender, race, ethnicity, partisan affiliation, education and other categories. Read more about the ATP’s methodology.




In an era of increasing partisanship, split-ticket voting continues to be rare in U.S. politics. With control of the Senate at stake on Nov. 3, just 4% of registered voters in states with a Senate contest say they will support Donald Trump or Joe Biden and a Senate candidate from the opposing party.

In voting for both the House and Senate, partisanship prevails. About eight-in-ten of voters (78%) say they will vote (or already have voted) for either Biden and the Democratic House of Representatives candidate (43% of all voters) or Trump and the Republican candidate (35% of all voters) in their congressional district.

Only 4% of registered voters say they plan to vote for Biden and the Republican candidate for House in their district or Donald Trump and the Democratic House candidate. This is little changed from four years ago. It is more common for voters to say they plan to vote for a third-party candidate for president (or less commonly, for the House) and a major-party candidate for the other race. Still, only 6% of voters say they plan to cast their ballots this way.

Similarly, among those living in states with Senate races, the largest share of voters say they plan to vote for both Biden and the Democratic Senate candidate (42%) or Trump and the Republican Senate candidate (38%) in their state. A recent analysis of U.S. Senate elections since 2012 shows how rare it is for a Senate race to go a different way from a state’s votes in presidential elections. In 139 regular and special elections for the Senate since 2012, 88% have been won by candidates from the same party that won that state’s most recent presidential contest.

This analysis of split-ticket voting is based on Pew Research Center’s recent national survey, conducted Sept. 30 to Oct. 5 among 11,929 U.S. adults, including 10,543 registered voters in which Biden garners support from 52% of registered voters and Trump is supported by 42%. The survey used information about respondents’ locations to present survey-takers with the names of the candidates running in each congressional race.
Modest demographic differences in split-ticket voting

Majorities of every major demographic group in the electorate are voting for the same party’s candidate in the presidential election and the congressional election in their district. The share of voters in any major demographic group that casts a ballot for both a Republican and a Democratic candidate in these elections is usually less than 5% across major demographic groups.

Straight-ticket voting mirrors presidential voting patterns. Men are more likely than women to vote for Republican candidates in both the House and presidential elections, while women are more likely to support Democratic candidates in both.

White voters are substantially more likely than voters of other racial and ethnic backgrounds to vote for Republican candidates in both the congressional and presidential elections.

The share of voters casting a straight-ticket Republican ballot in these elections increases steadily with age. Only 22% of Gen Z voters are voting this way, compared with nearly half (47%) of Silent Generation voters.

Gen Z and Millennial voters are also more likely than voters in older generations to support third- or fourth-party candidates for president; 13% of Gen Z voters favor non-major party candidates for either House or president, as do 9% of Millennial voters. Thus, larger shares of voters in these generations split their votes for president and the House. But just 3% of Gen Z voters and 4% of Millennials favor Biden and a Republican House candidate or Trump and a Democrat. That is comparable to the shares of older voters who divide preferences on a partisan basis in voting for president and the House.

Voters with a bachelor’s degree or more education are much more likely to vote a straight Democratic ticket in these races than are those with less education. There is no relationship between education and Republican-Democratic split-ticket voting; equal shares of voters (4%) across different levels of educational attainment vote this way.

Lower-engagement voters – those who say they have given less than “a lot” of thought to the presidential race – are more likely than others to split their tickets between the Republican and Democratic candidates in the presidential and congressional elections in their districts, though it is still very uncommon (6% of lower-engagement voters vs. 3% of those who are paying a lot of attention to the race).

These lower-engagement voters are much more likely to support minor-party candidates in either the presidential race or the congressional race in their district (14% of those who are paying less than “some” attention to the race vs. 5% of those who are paying “a lot” of attention).

Among all registered voters, Democrats hold an edge in congressional elections, with 46% of voters saying they will vote (or have already voted) for the Democratic candidate in their district and 40% saying they support the Republican candidate. About one-in-ten voters (11%) are not sure whom they will support.

Trump voters and Biden voters overwhelmingly say they support the same party’s candidate for the congressional race in their district (83% of each say they will support a candidate of the same party). Voters who support minor-party candidates for president are about evenly divided in their vote for the House of Representatives (29% support the Democrat and 31% support the Republican).

Trump supporters and Biden supporters living in districts with an opposite-party incumbent are slightly more likely to split their tickets than those living in districts with a same-party incumbent or an open-seat contest. Trump supporters in districts with Democratic incumbents and Biden supporters in districts with Republican incumbents are also more likely than those with same-party incumbents to say they are undecided in the congressional race.

Overall in states where there is a Senate contest, support for Senate candidates is roughly evenly divided. The share of voters supporting the Democratic candidate (45%) in their state is similar to the share supporting the Republican candidate (43%), and 8% of voters say they aren’t sure at this point whom they will support.

Similar to the elections for the House of Representatives, overwhelming shares of voters who are supporting Trump (88%) and Biden (84%) say they are also supporting the same-party candidate for Senate, while those who are supporting a minor-party candidate are more divided (27% support the Democratic candidate in their state and 35% support the Republican candidate).

Unlike in the House elections, there is less evidence that incumbency has any effect on split-ticket voting in these higher-profile Senate races.

El #DiscursoDePoder de la #MarcaPolítca en tiempos de crisis



Rubén Weinsteiner


Discurso de poder

El discurso político debe organizar las percepciones que queremos construir en la cabeza de la gente. Esas percepciones tienen que ver con la valoración y ponderación de la realidad y con el posicionamiento de nuestra marca política.

El Poder es la potencialidad de acción. Es una construcción que consiste en una percepción que determine que A puede hacer x.

El discurso político tiene tres tipos de destinatarios básicos:

a) El co destinatario: el militante, el convencido
b) El para destinatario: el sujeto sobre el cual pretendemos colonizar subjetividades.
c) El contra destinatario: el adversario político-ideológico, el competidor electoral.

Los tres grupos deben ser micro segmentados para poder intervenir de manera precisa y quirúrgica.

El discurso de poder, es decir la construcción de la percepción de un determinado problem y la construcción de la percepción de que podemos hacer algo determinado para resolverlo tiene características específicas para cada uno de estos tres grupos.
Mientras para el primero, el militante la percepción debe tener más mística, religiosidad y compromiso, con para el destinatario se impone una intervención que lea la cancha del otro, sus percepciones y pueda intervenir desde sus presupuestos y paradigmas emocionales. En el caso del tercer grupo, el antagonista es usado basicamente para afirmar lo que uno no es, por lo tanto es distinto a. La visibilidad comienza en la diferencia y la identidad se consolida a partir de ella.

Reset

Cuando tiene lugar una crisis profunda, económica, social o política, o las tres juntas, se produce un reseteo en términos de los sistemas de preferencias.

El 2001 fue un reset profundo. Votantes que jamás hubieran votado por el peronismo, se hicieron kirchneristas, y hoy no imaginan votar a alguien no peronista. Progres que veían a Macri como un límite, se hicieron macristas, el espacio público se volvió a poblar de actores, los jóvenes volvieron a la política.

Estos contextos constituyen un escenario ideal para marcas políticas innovadoras.

Las demandas se renuevan y resignifican, por eso hace falta segmentar por variables blandas, por pertinencia y pertenencia, no tanto por lo que la gente es, sino por lo que hace, lo que le interesa, lo que la motiva, lo que desea.

Esta segmentación etnográfica 4.0 se ve potenciada por la big data, y nos permite intervenir como nunca con un discurso de poder potente.

Responder a las demandas es construir el discurso.

Desarrollar un imput de lectura de esas nuevas demandas de los segmentos determinados por la estrategia y desplegar un discurso de promesa de output que se constituye en el reason why de nuestra marca política.

Ese discurso debe organizar las percepciones de la realidad, para poder plantear la problematización de la misma.

Las realidades en si mismas no constituyen “el problema”, hasta que no se las organiza.

Que haya una caída fuerte del salario, crezca el desempleo, cierren pymes, la inflación de devore el poder adquisitivo del salario o un la recesión destruye la actividad, no hace que la gente salga a la calle o vote contra alguien per se.

Quizás un gobierno logre que la población culpe a la pesada herencia, o a la corrupción o que pasaron cosas, o a la mala suerte por estos hechos.

La atribución del significado reptiliano-emocional a hechos objetivos no es unívoca. Y esa interpretación es el campo de batalla por la subjetividad.

Esa subjetividad consiste en lograr el insight del sujeto de elección sobre los mecanismos de causa-efecto de políticas y problemáticas, aún las no tipificadas.

El proceso de construcción del reason why del problema es:

a) Diagnóstico del problema y nominación.

b) Corporización de los actores e intervención de los mismos en el proceso problematizador en términos de causa y efecto

c) Acción, expectativa, solución

El Naming del problema

Hay cosas que existieron siempre: el bullyng, el grooming, las start ups, etc. Pero recién cuando las denominamos, podemos darle entidad y operar sobre ellas en el plano de la realidad. El naming del problema debe constituirse en significante y conectar heterogeneidades diversas para poder ser horizontal, en lugar de "divide y vencerás", decimos, "agrupa y vencerás" el problema debe aglutinar, juntar, hacer confluir

El problema debe tener un nombre, y los actores también.

Instalado el problema en el imaginario y en la agenda, resulta ineludible para todos los sectores de la vida política y social, y los nombres, tanto del problema como de los actores, pasan a ser asumidos por todos los jugadores. De eso se trata la hegemonía cultural.

Esto se da cuando un diario de derecha liberal habla de "capitalismo salvaje" o cuando le preguntaban a Margaret Tatcher, sobre cuál había sido el mayor logro de su gobierno y respondió: Tony Blair (teniendo en cuenta que Blair representaba a la izquierda laborista, pero compartía los presupuestos del liberalismo económico).

Hay un problema, no es producto de los desastres naturales o que pasaron cosas, o culpa de otro, hay causas y responsables, hay soluciones.

Un ejemplo claro lo constituye "La Guerra del gas" en Bolivia. Durante muchos años Bolivia tuvo una grieta de 3 sectores: los europeos, los indigenas, la izquierda mestiza. Ninguno confiaba en el otro, los europeos de Santa Cruz veían a los otros 2 grupos como atrasados, los indigenas se sentían discriminados e invadidos por los europeos y rechazaban el socialismo del MAS, porque entre los aymarás y los quechuas la propiedad privada era un pilar fundamental. Los socialistas rechazaban a los europeos por racistas y a los indigenas por no aceptar el socialismo.

En 2002 Evo Morales hizo el primer intento de juntar por primera vez a los indigenas y a la izquerda y obtuvo el 20% de los votos. Pero el salto lo dio en 2003 con la llamada "Guerra del gas", ahi encontró el significante aglutinador y lo dotó de significados, para juntar a todos los opositores con "El gas no se vende". De un lado quedaron los que querían privatizar el gas y del otro lado los que querían nacionalizarlo. Tres años más tarde Evo llegaría al poder con otro significante aglutinador "Viva la Coca". Un significante que planteaba lo autóctono contra las imposiciones de EE.UU. con la guerra contra los cultivos de Coca. A partir de allí la lucha por la construcción del problema, y la construcción del significante aglutinador la dieron los europeos, que plantearon la lucha contra "la dictadura" "el centralismo" "el atraso", planteando el autonomismo como solución al problema y promesa de marca política.

La respuesta de Evo fue construir "el pueblo indigena contra la derecha transnacional y traidora" y sancionar después de un referéndum una nueva constitución con tres pilares:

1) Estado plurinacional (integración, legitimación y reivindicación de los indigenas)

2) Estado soberano (lucha contra las multinacionales)

3) Estado autonómico ( con esto les robó uno de los reason whys a los europeos)

Con el último punto golpeó fuerte a la oposición.

Hoja de ruta
1) Construcción de "el problema"
2) Agrupación de realidades heterogéneas en torno al significante
3) Naming
4) Actores
5)Solución

La construcción del "problema" es el paso más estratégico en la construcción del discurso.
El imput en el discurso y la construcción del output transformado en "reason why" es la diferencia entre comunicar y construir una marca política, es decir, es la diferencia entre que vos quieras lo que yo tengo y que yo tenga lo que vos querés.

El discurso de poder es organizar las percepciones en función de que la gente sienta, crea, esté convencida que A puede hacer x. 


Rubén Weinsteiner