El multilateralismo y la postpandemia

Bernabé Malacalza


El orden internacional se encuentra en plena reconfiguración, mientras la comunidad internacional enfrenta realidades marcadas por la severa emergencia humanitaria, económica y social. Una reflexión sobre el porvenir político internacional en el escenario pospandemia conduce a dos grandes laberintos y sus entramados: uno es la cuestión del epicentro del poder y el orden internacional; otro lo constituyen las interacciones entre Estados y sociedades y las transmutaciones institucionales que fecundan la arquitectura multilateral. El nexo entre ambos nodos sufre redefiniciones, tanto por el impacto de la pandemia de covid-19 como por la aceleración de transformaciones ya en curso en la política mundial en las últimas décadas1. El foco del presente artículo está puesto en los efectos producidos por estos cambios de ritmo en las organizaciones multilaterales mundiales y regionales.

El escenario mundial de la pandemia

La pérdida de capacidad de liderazgo de Estados Unidos se ha revelado como una de las características más salientes de la «vida cotidiana» del sistema mundial en los tiempos de pandemia. Como contracara de este proceso, se observa el ascenso de China como potencia global, posición anclada en esfuerzos cooperativos de combate al nuevo coronavirus que se suma a la presencia económica y tecnológica conquistada en los años anteriores. Las iniciativas solidarias de Beijing ocupan los vacíos dejados por Washington, incluso con socios históricos del arco transatlántico. La internacionalización del combate al covid-19 ha exacerbado una politización que contrapone proyectos de poder con implicancias económicas, políticas y militar-estratégicas. Este constituye un punto central de contraste con crisis epidémicas previas con alcances globales, como las experiencias del hiv/sida en 1996, el sars en 2003, la gripe a en 2009 y el ébola en 2014.

Las tensiones entre EEUU y China obedecen a una estrategia de confrontación buscada por Washington desde la victoria presidencial de Donald Trump en 2016. Repitiendo patrones y prácticas de otros ciclos de bipolaridad, el relacionamiento entre las dos potencias tiende simultáneamente hacia el conflicto y el equilibrio. Al mismo tiempo, son claramente diferentes las prioridades de cada potencia; para EEUU, se trata de defender un sistema económico asociado a una forma de vida articulada alrededor del mercado, cuyo pilar monetario es el dólar; para China, lo que prevalece es la protección del poder del Estado, anudada a la preservación del bienestar colectivo y de eficientes mecanismos de cohesión social, que depende de su capacidad de integración territorial. Para las dos potencias, la crisis pandémica se ha transformado en un tema de seguridad interna que requiere plena soberanía en su gestión, por lo que sería contrario a sus intereses la identificación de la pandemia como una amenaza a la paz y a la seguridad global. Esta división ha estimulado un embate político-ideológico con efectos paralizantes para el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La luz roja de la comunidad internacional se prendió en marzo pasado cuando el covid-19 avanzó velozmente hacia Occidente. En este contexto, diversos representantes políticos y autoridades científicas tanto del Norte como del Sur globales reivindicaron el rol del multilateralismo para afrontar las carencias de los sistemas sanitarios, frenar el virus y enfrentar las graves consecuencias sociales y económicas causadas por una inevitable depresión económica mundial2. Sin embargo, las instituciones multilaterales de carácter mundial y regional venían ya sumergidas en problemas que comprometían sus niveles de eficacia y de eficiencia, así como la transparencia de sus acciones.

Es innegable que la retracción del multilateralismo ha estado asociada a la crisis del internacionalismo liberal y a la crisis de hegemonía de EEUU, que arrastra consigo la postración y fatiga del ideario wilsoniano3. En las últimas tres décadas, EEUU abdicó progresivamente de un liderazgo político mundial, optando primero por la reluctancia y más tarde por la negligencia y el desinterés, frente a los avances de una agenda de gobernanza global que debería robustecer regímenes normativos y estructuras institucionales colectivas4.

En los tiempos que corren, la prueba de fuego para afrontar la crisis pospandémica estará concentrada en las repercusiones económico-monetarias y en la capacidad de conducción y de liderazgo de organismos medulares del sistema de Bretton Woods, especialmente el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Para enfrentar la urgencia de la recesión económica mundial que acompaña a la pandemia, ambos organismos deben mostrar capacidad de dar respuestas que superen las que ofrecieron para lidiar con los efectos de la crisis de 2008. Las condiciones políticas para lograr ese desafío se ven agravadas por los impulsos aislacionistas de Washington.

Durante la crisis de 2008, el g-20 asumió un rol proactivo en la coordinación y vinculación intergubernamental entre las principales economías y los poderes emergentes5. En la última reunión de emergencia convocada por Arabia Saudita en marzo, la declaración del grupo más bien postergó, para la cumbre anual de jefes de Estado agendada para fines de noviembre, la definición de su respuesta. La realidad deprimida de los poderes emergentes, sumada a la recesión que experimentan las economías desarrolladas, no contribuye a la activación del animus societatis que, en 2008, dio luz a una actuación política decisiva del G-20. La decisión coordinada con el G-7 para la concesión de moratorias a los países de menores ingresos puede significar un primer paso, junto con la demanda de mayor coordinación de los bancos centrales. Sin embargo, las consecuencias de la pandemia ya apuntan a un dramático aumento mundial de la desigualdad y la pobreza que impone respuestas colectivas con empuje político, acompañadas por una sustantiva inyección de recursos para el fortalecimiento de la capacidad de provisión de bienes públicos en todo el planeta. Esas acciones dependen de un esfuerzo hercúleo de revitalización del multilateralismo y de la cooperación internacional6.

El multilateralismo en cuestión

Una evaluación de la capacidad de respuesta del multilateralismo conduce al Sistema de las Naciones Unidas, empezando por el Consejo de Seguridad. Es evidente la flagrante resistencia de este órgano a reconocer que la pandemia actual requiere respuestas similares a las de anteriores situaciones, como las resoluciones 1.308 (2000) para enfrentar el HIV-sida y la 2.177 (2014) para lidiar con el ébola en África. En los primeros meses de 2020, la ausencia de un consenso entre los miembros permanentes –con la excepción de Francia– para considerar la pandemia del covid-19 una amenaza global a la seguridad y la paz mundial limitó el protagonismo del secretario general António Guterres. Además de debilitar su propuesta de un cese del fuego planetario, tal inacción impidió la posibilidad de un debate amplio sobre el sentido humanitario de la suspensión de las sanciones que agravan las condiciones de combate contra el nuevo coronavirus en varios países afectados como Irán, Cuba, Venezuela, Rusia o Siria. Como plan B, a Guterres le quedó la potestad de apelar al artículo 99, capítulo XV, que le reconoce el derecho de «llamar la atención del Consejo de Seguridad para cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales».

Esta parálisis política no impidió un conjunto de esfuerzos del Sistema de Naciones Unidas y sus organismos especializados, como el Plan de Respuesta Humanitaria Global y la dinamización del Fondo Central de Respuesta a Emergencia de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (UNOCHA, por sus siglas en inglés), luego acompañados por el pool de agencias que redactaron diagnósticos sombríos sobre los efectos sanitarios, económicos y sociales de corto y mediano plazo del covid-197. De acuerdo con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), los costos para la economía global en 2020 se estiman en dos billones de dólares; mientras que ya fueron superadas las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) según las cuales entre 5,3 y 24,7 millones de personas perderían su plaza de trabajo, con un impacto dramático para las remesas Norte-Sur de las diásporas de origen africano y latinoamericano. En EEUU, para mediados de mayo, ya habían solicitado subsidio de desempleo más de 36 millones de personas. Siguiendo el mismo impulso, las comisiones regionales han elaborado estudios que comparten expectativas recesivas; para América Latina, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) no descarta que la pandemia lleve a contracciones de la economía regional de entre 3% y 4%; para África, la Comisión Económica para África (UNECA) espera una contracción de 2,6% de las economías y una caída en la pobreza extrema de 29 millones de personas en el peor de los escenarios. Entre los efectos de estos y otros pronósticos se subraya la probable implosión de la Agenda 2030, cuyos objetivos de desarrollo sostenible serán aún más difíciles de alcanzar8.

En la gran familia multilateral, el lugar estelar ha sido ocupado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su protagonismo ha contribuido a colocar en un lugar inaudito la narrativa científica-humanitaria sobre el nuevo coronavirus, tanto para la definición de políticas sanitarias nacionales como para las expectativas mundiales en cuanto a los procesos de contagio, la vigilancia de los procesos epidémicos y del alcance de su propagación y las opciones de su contención. El rol medular de la OMS se apoya en la red de vínculos que mantiene con los centros de excelencia de la investigación científica y las organizaciones sanitarias, que nutren la correa de transmisión de conocimientos y la cooperación médica internacional. Este es el territorio de la diplomacia de la salud, que se mueve con relativa independencia política, esquivando las presiones de los intereses privados y las crecientes condicionalidades impuestas por la agenda de la securitización.

La OMS sufre las consecuencias de la confrontación entre EEUU y China, que afecta sus condiciones financieras y compromete la autonomía de sus deliberaciones. Este tipo de presión se entrecruza con el conflicto de China con Taiwán, que fuera excluido como miembro observador de la organización en 2017 y ha vinculado sus reclamos de mayor transparencia informativa al gobierno chino con su denuncia de los problemas políticos en la propia OMS9. Tampoco han sido menores los percances para depurar su burocratismo cotidiano, lidiar con limitaciones presupuestarias, resistir presiones de la industria farmacéutica transnacional y mantener cierto margen de maniobra frente a las agendas que le imponen las organizaciones filantrópicas (por ejemplo, la Fundación Bill y Melinda Gates es el segundo financiador después de EEUU, que recientemente amenazó con suspender el financiamiento)10. La preservación de su autoridad normativa tampoco ha sido tarea fácil frente al espacio de poder que conserva el Banco Mundial para prescribir y moldear los programas de salud en el amplio abanico de países que dependen de su apoyo.

Las respuestas regionales en la emergencia

Las respuestas regionales al covid-19 siguen la trayectoria de la propagación del virus por diferentes latitudes, de Asia a Europa, hasta América Latina y África. Se consideran tres procesos articulados. El primero es la incidencia diferenciada de las tensiones producidas por la disputa entre EEUU y China. El segundo se refiere a la coordinación entre Estados sobre políticas y acciones colectivas, que pueden ir desde el diálogo intergubernamental hasta prácticas de intercambio de información, negociaciones de financiamiento y activación de plataformas ad hoc. Finalmente, el tercero corresponde a la cooperación bilateral de gobiernos y empresas a través de la asistencia humanitaria o del financiamiento internacional.

La concertación política asiática acumula un registro histórico de colaboración contra epidemias desde el SARS en 2003. Sin embargo, una combinación de silencio y reacciones dilatadas caracterizó la etapa inicial de propagación del nuevo coronavirus en Asia. La pandemia resultó ser un factor que acentuó la desconfianza y las tensiones territoriales entre China y sus vecinos, al tiempo que reforzó la disputa entre EEUU y China en esa región.

Un mes después de registrado el brote en Wuhan, China puso en marcha acciones de cooperación internacional bilateral, motivada por la necesidad de revertir la desconfianza creciente de los países vecinos, que la identificaban como país irresponsable. La llamada «diplomacia de la mascarilla» tuvo su bautismo con el envío de mascarillas y kits de testeo a Corea del Sur e Irán, que inicialmente fueron los países más afectados. Fueron pocas las iniciativas de cooperación bilateral que prosperaron en Asia, mientras que las actuaciones de cooperación regional, que caracterizaron antaño a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), mantuvieron un bajo perfil. Se buscó reactivar, en abril, la concertación ampliada de ASEAN con China, Japón y Corea del Sur, que luego enfrentó dos esfuerzos de obstrucción desde EEUU. Taiwán se convirtió, en tanto, en el ariete con que Washington atacó a Beijing y a la oms, reproduciendo la denuncia fundada de Taipéi acerca de que la OMS no había respondido a los tempranos pedidos de información desde Taiwán sobre la transmisión de un nuevo virus entre personas en Wuhan y, por lo tanto, había avalado el ocultamiento de información por parte del gobierno chino. La India, por su parte, convocó a una cumbre extraordinaria de la Asociación Surasiática para la Cooperación Regional (SAARC) como reacción a la carrera desatada entre EEUU y China por dar ayuda humanitaria a Pakistán, Sri Lanka, Afganistán y Nepal.

En Europa, el avance del coronavirus sacó a relucir cuatro tendencias que ya venían manifestándose: la crisis de la Unión Europea como paradigma de la integración regional –tambaleante desde la concreción del Brexit–; la emergencia de los nacionalismos de extrema derecha y la deriva autoritaria en algunos países del Este; la división entre el norte y el sur europeos; y, finalmente, la creciente influencia económica y tecnológica de China en la región, a la par de una retirada de los compromisos de EEUU con sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La crisis del covid-19 y la exacerbación de la disputa entre China y EEUU profundizaron previas divisiones de las aguas europeas11.

Fueron ilustrativos de los caminos cuesta arriba del regionalismo europeo los pedidos de salvataje, sobre todo de los Estados del sur europeo, con propuestas como la emisión de deuda conjunta en coronabonos, que fueron frenadas por la oposición de países del norte como Alemania, Países Bajos, Finlandia y Austria; la tímida reacción de la Comisión Europea a los exitosos avances autoritarios de Hungría y Polonia; la falta de respuesta a la crisis de refugiados en Turquía; y la ausencia de una diplomacia coordinada frente al covid-19, más allá de algunas medidas fiscales bajo la iniciativa del Banco Central Europeo (BCE). La intensificación de las tensiones entre los países del norte y el sur, y del este y el oeste del continente abrió el espacio para respuestas individuales y contribuyó a que ganaran peso las disputas franco-alemanas en torno de la respuesta financiera a la emergencia. El covid-19 hizo además más notorio el vacío dejado por EEUU y aprovechado por sus competidores estratégicos, China y Rusia, en tándem. Dos ejemplos fueron ilustrativos: la ayuda prestada a Italia y España por Beijing y los 14 vuelos militares rusos que transportaron material sanitario hacia el norte de Italia12.

El avance del virus también abrió fracturas entre los aliados occidentales transatlánticos, lo que contribuyó a desvanecer el legado del viejo Plan Marshall. Se acentuaron las grietas intra-OTAN cuando en marzo un pedido de ayuda de España recibió una respuesta bilateral de solo siete de los 29 países miembros: Lituania, Estonia, Turquía, Polonia, República Checa, Luxemburgo y Alemania13. En paralelo, crecieron las rispideces entre Alemania y EEUU, a partir del intento de Donald Trump de tener acceso directo a los derechos de producción de una eventual vacuna contra el coronavirus.

En América Latina, la tensión sino-estadounidense se hizo sentir en simultáneo con la expansión del coronavirus en la región. Las primeras iniciativas bilaterales de asistencia humanitaria vinieron desde el gobierno chino y las empresas privadas digitales Alibaba y Tencent. Estas resultaron en el intercambio de expertos, ventas y donaciones de insumos médicos a Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, México, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile, Panamá e, incluso, Guatemala, pese a sus vínculos con Taiwán. Luego, las agresivas acusaciones contra el Partido Comunista chino pusieron en evidencia el alineamiento de Brasil con el hostigamiento anti-China de la Casa Blanca. EEUU, por su parte, direccionó su diplomacia humanitaria hacia objetivos estratégicos previamente definidos, como Colombia, a la vez que el despliegue de una fuerza naval militar para la lucha contra el narcotráfico hacia el Caribe, cerca de aguas de Venezuela, reavivó la amenaza militar sobre el régimen de Nicolás Maduro.

Entre las organizaciones regionales que reaccionaron de manera temprana se destaca la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que funciona como oficina regional de la OMS. La red de vínculos de esta institución con otros centros de excelencia de investigación científica de salud la posicionaron como un referente regional en el intercambio técnico de la respuesta sanitaria, la intermediación en la compra de insumos y la gestión de los testeos. A la par de la OPS, sobresalieron las respuestas de instituciones de Centroamérica y Caribe, con demostraciones de preparación y coordinación intrarregional. Pesan a favor las experiencias previas de acción colectiva en situaciones de emergencia humanitaria y de gestión del riesgo en desastres naturales. El Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) contó con la cooperación de Japón, Suiza, Taiwán y los países de la UE para hacer causa común en la lucha contra la pandemia. Se activaron de manera conjunta planes de contingencia para testeo, compras públicas y mejoras de capacidades, intercambio de información y coordinación de políticas, además de un Centro Logístico Regional de Asistencia Humanitaria (CLARH). En la Comunidad del Caribe (Caricom), en tanto, capitaneó las iniciativas la Agencia Caribeña de Salud Pública (CARPHA), con experiencia previa en la vigilancia de epidemias.

Frente al avance del covid-19, se buscó reactivar la cooperación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) con China. Tras el anuncio, a fines de enero, de la creación de una red de virólogos, la primera reunión de alto nivel, convocada a mediados de marzo por la Presidencia pro tempore de México, contó con la participación de la OPS, la Cepal, la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), la Caricom, el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), la Organización de Estados del Caribe Oriental y la Comisión Nacional de Salud de China14. En tanto, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), desactivada en abril de 2019 cuando Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Perú y Paraguay anunciaron su retiro de la organización, brilló por su ausencia. En un pasado no lejano, ese organismo había tenido una destacada actuación frente al avance de otra pandemia de influenza, la gripe a, con prácticas de vigilancia y coordinación de políticas de salud, a partir del trabajo del Consejo Suramericano de Salud y del Instituto Suramericano de Gobernanza de la Salud. Sin compensar este vacío, el Mercado Común del Sur (Mercosur) buscó activar sus redes de interacción en materia sanitaria, educativa y de derechos humanos. Con este propósito, el gobierno argentino propuso destinar 16 millones de dólares del Fondo de Convergencia Estructural (FOCEM) para un proyecto de colaboración científica en biomedicina y testeo del virus. Además, Argentina convocó al Programa Iberoamericano de Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur (PIFCSS) a servir como plataforma para coordinar acciones colectivas en la región. La modesta iniciativa del Mercosur contrasta con la mera respuesta declaratoria del sobreideologizado Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur) y la nula acción de la Alianza del Pacífico (AP)15.

A escala regional, sobresalen los posicionamientos de la Cepal, que pidió levantar las sanciones económicas impuestas a Cuba y Venezuela e hizo un llamado al FMI para que otorgue un alivio de deuda a los países de renta media. La respuesta a la emergencia sanitaria y la revitalización de las economías fueron también las prioridades de los bancos multilaterales de desarrollo. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) activó un fondo de 12.000 millones de dólares, el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) aportó 1.900 millones para un plan de contingencia regional del SICA y la Corporación Andina de Fomento (CAF) puso a disposición una línea de crédito de emergencia de 2.500 millones de dólares. La Comisión Europea, en tanto, comprometió una contribución de 918 millones de dólares, acompañada por préstamos del Banco Europeo de Inversiones de 325 millones; y el bloque de países BRICS pidió la suspensión de sanciones internacionales y anunció un desembolso de 15.000 millones en préstamos del Nuevo Banco de los BRICS16.

Los países latinoamericanos mostraron una presencia regional junto a la comunidad médica y científica mundial. Se destacan organismos de la región con alto grado de especialización e integración a redes de conocimiento global de la oms, como la Fundación Oswaldo Cruz (FIOCRUZ) en Brasil, que fue seleccionada por la OMS como centro de excelencia y referencia en la región para los testeos. El Ministerio de Salud de Argentina, junto con los de otros nueve países, fue invitado a formar parte del estudio Solidarity, que explora los fármacos para tratar el covid-19. La cooperación bilateral de Cuba recibió los elogios del director de la OMS, tras el envío de brigadas médicas a 11 países del Caribe, Italia y Andorra en Europa, y otros ocho países situados en América Latina, África y Oriente Medio.

Finalmente, el panorama que se percibe para la región africana sería desolador y estaría marcado por cuadros de severos desastres humanitarios que podrían presentarse a partir del avance del contagio de covid-19. Las mayores dificultades económico-sociales, la presencia de más de seis millones de refugiados, las situaciones de hacinamiento y la falta de acceso a agua potable hacen difícil aplicar sostenidamente una cuarentena. Además, los llamamientos del secretario general de la ONU a un cese del fuego no han sido acatados en una región que cuenta con siete de las 14 operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU en el mundo17. En el plano del multilateralismo regional, se destaca la respuesta de la Unión Africana y sus cuatro Centros Regionales para el Control y Prevención de Enfermedades (Africa CDC), los cuales guardan registro de la experiencia de lucha contra el ébola. China otorgó preferencia a esos centros logísticos y dispuso una donación de mascarillas, kits de testeo, ventiladores y otros insumos médicos a través de las Fundaciones Jack Ma y Alibaba, además de acciones de cooperación técnica. En contraste, EEUU envió ayuda bilateral humanitaria hacia las principales zonas de conflicto (Sudán del Sur, Sudán, República Democrática del Congo, República Centroafricana y Somalia), conjuntamente con asistencia bilateral en salud a Nigeria, Mozambique, Sudáfrica y Burkina Faso, entre otros.

¿Podrá reinventarse el multilateralismo?

Este artículo se propuso reflexionar sobre el impacto del covid-19 para el multilateralismo en su expresiones mundiales y regionales. Se buscó analizar la articulación de tal impacto con procesos de cambio de la política internacional que, si bien ya venían ocurriendo, se enlazan con mayor intensidad y ganan nuevo significado a partir de la crisis pandémica.

Primeramente, se señala que este impacto se articula con una aceleración de tiempos en la configuración de un orden bipolar, en el cual la confrontación entre EEUU y China atraviesa el andamiaje del sistema mundial. Hoy por hoy, los contenidos de ese bipolarismo están concentrados en las rivalidades económico-comerciales y científico-tecnológicas antes que en las de fondo geopolítico. No se repite, por lo tanto, el patrón de disputa entre eeuu y la Unión Soviética de la Guerra Fría del siglo XX, motorizado por embates estratégicos con el riesgo de confrontación militar. Esta diferencia, en cuanto pone a un costado la opción de destrucción mutua, no desestima la idea de que podrían llegar a reproducirse dinámicas conflictivas con sentido estratégico que obedezcan a lógicas aggiornadas de equilibrio de poder. Tampoco puede ignorarse que, en el día de mañana, agendas postergadas –entre Washington y Moscú– de negociaciones de desarme se entrecrucen con la rivalidad EEUU-China18.

En segundo lugar, subrayamos el proceso de deterioro y parálisis de la arquitectura multilateral mundial, especialmente del Sistema de Naciones Unidas. En el caso de la pandemia del nuevo coronavirus, una respuesta colectiva efectiva depende de que se dé un salto cualitativo en el ámbito de la gobernanza global. La reacción de la comunidad internacional al covid-19 ha demostrado una capacidad de respuesta individualizada de los países a partir de la identificación de una amenaza común. La OMS ha prestado un servicio crucial como agencia normativa e informativa. Al mismo tiempo, su labor ha puesto en evidencia que el sistema multilateral carece de medios institucionales para la gobernanza de bienes públicos globales. Es imprescindible pasar de la identificación de un virus como un mal público global hacia la producción de bienes públicos globales (por ejemplo, la coordinación de las medidas farmacéuticas como vacunas y drogas antivirales) como instrumentos de combate y prevención del mismo virus. Para ello, es esencial asegurar que la salud pública no solo sea percibida, sino también procesada, como un bien público global. La OMS no dispone del poder político o financiero para cumplir esta misión. En los tiempos actuales, el sistema multilateral no dispone de recursos políticos e institucionales para ejercer autoridad y asumir tareas funcionales propias de una gobernanza global. De hecho, las frustraciones acumuladas en las décadas recientes con respecto al tema ambiental y a la lucha contra el cambio climático ya vienen señalando los costos de esta limitación. Una nueva ola de desencanto está en camino con las anticipaciones sobre el porvenir pospandemia del covid-19 y su impacto económico y social mundial, que prevé la multiplicación de realidades enfrentadas con severas crisis humanitarias19.

Las iniciativas colectivas deben vincularse a un multilateralismo con márgenes de maniobra disociados de los embates de la alta política. La confrontación EEUU-China actúa como un corrosivo que reduce este margen y condiciona la capacidad de respuesta de la gobernanza global. Además, el efecto de arrastre que pesa sobre el deterioro del multilateralismo está imbricado con la crisis del orden internacional liberal. Concebido en la segunda posguerra y anclado en la hegemonía de EEUU, ese multilateralismo tendrá que reinventarse, repotenciarse e incluso reconfigurarse. Esa posibilidad dependerá, por un lado, de las chances de que el orden internacional se mueva más allá de un internacionalismo liberal fatigado y desorientado y, por otro lado, de un mayor blindaje vis a vis con las tensiones producidas por la rivalidad entre las dos potencias. El hecho de que después de cuatro meses de propagado el virus prevalezcan respuestas nacionales frente a la pandemia, junto con grandes silencios de ámbitos de gobernanza global, como el Consejo de Seguridad de la ONU, es un contundente indicador de un efecto paralizante que impide un mayor impulso hacia reconfiguraciones y reinvenciones. Romper esta tendencia supone voluntad política, convocatoria y lógicas inclusivas. Para esto es clave que se exploren oportunidades de coordinación entre China, la UE, los países emergentes, organizaciones regionales y actores no gubernamentales que participan del engranaje multilateral mundial.

Para actuar como un factor de estabilidad en un contexto de cambio, el multilateralismo debe desvincularse de lógicas que lo subordinan a condicionalidades, prácticas coercitivas y prescripciones supeditadas a intereses preestablecidos que provienen de polos de poder. En la presente coyuntura, la agenda positiva de Beijing contrasta con la negligencia y el aislacionismo de Washington. China, como segundo contribuyente financiero de la onu, ha dado muestras de interés en potenciar el multilateralismo a través de la dirección de organismos especializados como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) y la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI). Esta presencia ganó mayor importancia con el compromiso chino, hecho público en la 73a Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2020, de otorgar un apoyo de 2.000 millones de dólares a países en desarrollo en sus respuestas al covid-19, de poner en marcha cadenas de valor antiepidémicas y de tornar accesible globalmente su desarrollo de una vacuna contra el nuevo coronavirus.

Como se refleja en el texto, los multilateralismos regionales no son ajenos a las tensiones que impone el bipolarismo en configuración. Los esfuerzos de EEUU por obstruir los regionalismos asiáticos y latinoamericanos, así como las acciones destinadas a dividir las aguas con los aliados de la UE, profundizan la erosión de la integración regional y estimulan respuestas de tipo nacionalista y xenófobo. En América Latina, la crisis del regionalismo es un escollo para que se avance hacia una agenda regional de bienestar e inclusión necesaria e imprescindible para encontrar la puerta de salida del laberinto pandémico.

El multilateralismo latinoamericano de bienestar e inclusión social, el multilateralismo normativo europeo de regulación y sostenibilidad ambiental, el multilateralismo asiático de no alineamiento y concertación política ampliada y el multilateralismo africano de sesgo poscolonial de paz pueden ofrecer normativas y narrativas que se sumen a la reinvención del multilateralismo mundial. Sin embargo, para que así sea, habrá que evitar que estas consignas queden atrapadas en procesos estériles de ideologización. Como enseña Raúl Prebisch, «las ideologías suelen seguir con retraso a los acontecimientos o bien sobrevivirles demasiado»20.

Guerra por el litio: Elon Musk sugirió apoyar un golpe de Estado en Bolivia en Twitter y desató una ola de críticas

“¡Derrocaremos a quien queramos!”, le respondió a un usuario.


El litio está en el centro de los intereses de Musk. (AFP)


Una vez más, el CEO de Tesla y SpaceX, Elon Musk, levantó una polvareda de críticas en redes sociales. Esta vez, con un incendiario tuit como respuesta a un usuario que cuestionó la intervención de sus compañías en la extracción de litio en Bolivia, donde este jueves se aplazaron las elecciones: “¡Derrocaremos a quién queramos! ¡Bánquensela!”.

El intercambio fue luego de un tuit inicial que publicó Musk, en el que se quejó de una medida que está en el centro de la escena en Estados Unidos en torno a un paquete de beneficios sociales: "Otro paquete de estímulo del gobierno no está en el mejor interés de la gente de la OMI", tuiteó, en lo que fue una opinión política local.


 

Luego siguió explicando, no sin antes aclarar que él estaba de acuerdo con ciertas medidas sociales: "Como recordatorio, estoy a favor del ingreso básico universal".



"El objetivo del Gobierno debe ser maximizar la felicidad de las personas. Darle dinero a cada persona les permite decidir qué satisface sus necesidades, en lugar de la herramienta contundente de la legislación, que crea intereses especiales de interés personal”, desarrolló.





Fue entonces cuando los “replies” empezaron a llover y, entre ellos, un usuario llamado “Armani” le apuntó a la compleja situación que atraviesa Bolivia, donde las elecciones se vieron otra vez postergadas y desde los partidarios del expresidente Evo Morales es leído como un intento de golpe de estado: "¿Sabes lo que no era lo mejor para la gente? El gobierno de los Estados Unidos organizó un golpe de estado contra Evo Morales en Bolivia para que pudieras obtener el litio allí".

Fue entonces cuando Musk respondió con los tapones de punta: “¡Derrocaremos a quién queramos! ¡Bánquensela!”



Esto generó críticas y repudios inmediatamente. "Wow, admitir un golpe de estado. Eso es increíble. No es de extrañar por qué él era parte de la élite de triunfos junto con el CEO súper. ¿Juegas con niños demasiado Musk?", fue una de las respuestas.

Y de hecho, el propio Evo Morales contestó:



 

Musk quedó en el centro de la polémica por el litio.
Bolivia y las elecciones: tercera postergación

El intercambio se da luego de que Bolivia haya pasado por una de las semanas más complicadas desde que compenzó la pandemia. Sucede que por tercera vez se postergaron las elecciones presidenciales hasta el 18 de octubre en Bolivia amenaza con elevar la tensión y ahondar la crisis política en momentos en que más golpea la pandemia de coronavirus. En esto coinciden autoridades, políticos y analistas.

El mayor sindicato cocalero, leal al ex presidente Evo Morales, quien se encuentra en Argentina, anunció el viernes protestas desde la próxima semana hasta que el Tribunal Supremo Electoral "revoque su decisión unilateral" de aplazar los comicios previstos inicialmente para el 6 de septiembre, dijo el dirigente Leonardo Loza.



 

Es la segunda postergación, ya que la fecha original era el 3 de mayo, justo cuando el país estaba en plena cuarentena y con los casos de coronavirus en aumento. Pero la fecha de septiembre nunca llegó a convencer al gobierno interino de Jeanine Añez, ni a otras fuerzas políticas, cuando el virus avanza en el país y en los últimos días batió récords de contagios.

​Este viernes se informó que murieron 79 personas en 24 horas. Las víctimas fatales del Covid-19 ya superan las 2.400 y se confirmaron 65.252 contagios desde que en marzo pasado se identificaron los primeros casos en el país.

En medio de todo este conflicto político institucional, Musk mira de cerca a un país clave para sus compañías porque las baterías son a base de litio.
El litio en Bolivia, un recurso clave para Musk



Litio, un recurso clave para las baterías.

El país altiplánico, que cuenta con los mayores recursos del mundo, se suma de forma activa al llamado "Triángulo del litio" junto con Chile y Argentina, dos de los mayores productores actuales de este "oro blanco", junto con Australia y China.

Utilizado sobre todo en la fabricación de baterías recargables de ion litio para vehículos eléctricos y dispositivos electrónicos, el carbonato de litio, un polvo blanco fino como harina de repostería, también se usa para fabricar cerámica, vidrio y hasta medicinas.

 

Principales cifras del mercado del litio en el mundo

Cuando la actual planta piloto de Llipi -resguardada por el ejército boliviano- pase a la producción industrial a finales de 2020, tendrá "una capacidad de producción de 15.000 toneladas" de carbonato de litio, dice a la AFP el jefe de implementación del proyecto, Marco Antonio Condoretty.

Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB), la empresa estatal creada en 2008 por el gobierno del entonces presidente Evo Morales para explotar los recursos evaporíticos de los salares, espera convertir a Bolivia en el cuarto productor mundial de litio y el segundo de Sudamérica para 2021.







Bolivia aplazó las elecciones esta semana.

Bolsonaro dice que ya no tiene Covid-19

 El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dijo que dio negativo en un nuevo examen de Covid-19, enfermedad que le fue detectada el pasado 7 de julio y que lo mantuvo recluido en su residencia oficial desde entonces.
    "RT-PCR para Sars-Cov 2: negativo. Buen día a todos", escribió el mandatario este sábado en las redes sociales.
    El texto está acompañado por una foto en la que aparece sonriente y con una caja de hidroxicloroquina en la mano, la medicina que dice consumir y que la Organización Mundial de la Salud considera que no es útil ante el SARS-CoV-2.
    Sobre ese polémico antipalúdico, cuya eficacia contra el coronavirus es puesta en duda por la mayoría de la comunidad científica, Bolsonaro dijo haberlo usado desde que le fue diagnosticado el Covid-19.
    El presidente brasileño, que repudia insistentemente las cuarentenas, ha calificado al mal con desdén como una "gripecita".

Trump reconoce que "a menudo" se arrepiente de sus mensajes en Twitter

"Publicamos instantáneamente, nos sentimos muy bien y luego comienzas a recibir llamadas", ha dicho

Las cuentas de Twitter de Donald Trump Bloomberg

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reconocido que "a menudo" se arrepiente de los mensajes que comparte en la red social Twitter, que usa de forma prolífica, y ha admitido que su actividad en la misma en ocasiones le acarrea "problemas".

Así se ha expresado en una entrevista concedida al fundador de Barstool Sports, Dave Portnoy, que le ha preguntado si, alguna vez después de compartir un mensaje en Twitter, "desearía no haberlo enviado". "A menudo, muy a menudo", ha respondido Trump. "En los viejos tiempos antes de esto, escribirías una carta (...) La pones en tu mesa y después vuelves y dices 'Me alegro de no haberla enviado'. Pero no hacemos eso con Twitter (...) Lo publicamos instantáneamente, nos sentimos muy bien y luego comienzas a recibir llamadas telefónicas", ha continuado en la entrevista, recogida por Fox News.

Portnoy ha insistido y ha preguntado al presidente estadounidense por los 'retuits' que hace en la plataforma, especificando que comparte mensajes que "ni siquiera" mira. "Simplemente presionas (el botón) de 'retuit' y disparas", ha incidido. "A veces ves algo que parece bueno y no lo investigas (...) es una miniatura (...) he descubierto que casi siempre son los 'retuits' los que te ponen en problemas", ha señalado Trump.

El presidente norteamericano también ha señalado que "adora" usar Twitter, "demasiado a veces", para promocionar su postura sobre lo que ha llamado "noticias falsas". La forma en la que Trump se comunica por Twitter, directamente con los usuarios y sin pasar por intermediarios, constituye una novedad en cuanto a la manera en la que los líderes políticos interactúan con los ciudadanos. El presidente suele informar a través de la red social sobre aspectos de su gestión, hace anuncios de gran calado y critica a sus adversarios políticos con dureza.

Casi no hay temas en los que Trump no entre a través de Twitter. De hecho, el fiscal general de Estados Unidos, William Barr, le pidió en una ocasión que dejara de tuitear sobre casos e investigaciones abiertas, porque esto hace que le "sea imposible" realizar su trabajo.

En las últimas semanas, Twitter ha adoptado una serie de medidas contra la cuenta de Trump e incluyó una verificación de hechos en dos mensajes suyos que afirmaban que las papeletas para votar por correo conducirían a un fraude, al considerarlos engañosos. En otra ocasión, la red social eliminó un vídeo divulgado por su campaña por un problema de derechos de autor. Tras esto, el presidente firmó una orden ejecutiva dirigida a empresas de redes sociales que, tal y como explicó, tiene el objetivo de "defender la libertad de expresión de uno de los mayores peligros a los que se ha enfrentado nunca Estados Unidos".

Larreta y Vidal temen una candidatura de Carrió en Provincia


En el sector moderado de Cambiemos, que tiene como caras visibles a Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, hay preocupación por la posibilidad de que Elisa Carrió vuelva -otra vez- del retiro de la política y en 2021 sea candidata a diputada nacional por la provincia de Buenos Aires.

Se trataría de una jugada complementaria y coordinada con una posible candidatura de Mauricio Macri a una banca en la Cámara baja por la Ciudad de Buenos Aires. Esta posibilidad tomó fuerza semanas atrás cuando parecía que el cerco judicial comenzaba a cerrarse sobre el ex presidente.

Si bien no hay indicios (ni menos una decisión tomada) de que Lilita esté pensando en volver al ruedo, en el sector de Larreta y Vidal dicen haber recibido algunas señales en ese sentido y en particular sobre la provincia de Buenos Aires, según comentaron a LPO fuentes de Cambiemos.

Un dato que les remarcaron al jefe de gobierno y a la ex gobernadora es que Carrió cambió su domicilio a Exaltación de la Cruz a principios de 2019, con lo que en los primeros meses del año próximo cumplirá los dos años de residencia y quedará habilitada para ser candidata bonaerense.

Tras renunciar a su banca de diputada, Lilita se recluyó en su chacra del norte del conurbano y la cuarentena la mantiene aislada. Pero no está desentendida de la política y charla regularmente con Macri, como el ex presidente reveló hace poco.

La mirada política de Carrió está puesta en la zona núcleo del país, donde tiene un fuerte empuje en los sectores rurales. Su construcción tiene fortaleza en Córdoba, donde tiene una alianza fuerte con Mario Negri, y Santa Fe, con su protegida Lucila Lehmann y el ex presidente del radicalismo Mario Barletta, con quienes está en contacto permanente. También tiene buenos lazos con Atilio Benedetti en Entre Ríos. Avanzar con una candidatura en PBA le permitiría desplegar una estructura muy fuerte en la zona más poblada del país.

A futuro, Lilita tiene como objetivo de mínima renovar la banca de los 7 diputados de la Coalición Cívica que tienen mandato hasta diciembre de 2021. Una candidatura propia le permitiría le permitiría aspirar a eso y también a ampliar su bloque de leales.

Para Larreta y Vidal una candidatura bonaerense de Carrió sería un problema ya que complicaría los planes presidenciales del jefe de gobierno como líder de un sector más moderado y también la idea de la ex gobernadora de intentar retomar su carrera en la provincia.

Además, a diferencia de cualquier otro dirigente de Cambiemos (con excepción de Macri) no tendrían margen para evitar una postulación de Lilita. De todos modos, la líder de la Coalición Cívica siempre tuvo una excelente relación tanto con Vidal como con Larreta.

Xi Jinping se reunió con empresas tecnológicas chinas y les dijo que se alinearan con los intereses del país




En un llamado a satisfacer los objetivos nacionalistas, Xi Jinping dejó en claro este martes a las empresas tecnológicas de su país cuáles deberán ser sus prioridades en el marco del enfrentamiento comercial y geopolítico que el régimen mantiene con los Estados Unidos. El presidente chino se reunió con las principales compañías del sector y les pidió que alineen sus intereses con las necesidades del estado.

Junto al jerarca del Partido Comunista Chino (PCC) estuvieron las 25 principales figuras tecnológicas del país, entre los que figuraban Chen Zongnian, CEO de Hikvision, una empresa sancionada por Washington que se dedica a la video vigilancia y es propiedad del régimen. Además, había fabricantes de chips, procesadores y conglomerados industriales, de acuerdo al diario South China Morning Post, propiedad de Jack Ma, dueño de Alibaba.

“Xi les pidió que fueran patrióticos e innovadores”, según publicó el medio basado en Hong Kong. Jinping también les recordó sus deberes: “El patriotismo es la gloriosa tradición de los emprendedores destacados de nuestro país en los tiempos modernos”. “El mercadeo no tiene fronteras, pero los emprendedores tienen una madre patria”, remarcó en lo que pareció una advertencia velada.

Otros de los presentes fueron, Zhou Zixue, director de Semiconductor Manufacturing International Corporation (SMIC); Chen Tianshi, de Cambricon Technologies; Yin Zhiyao, CEO de Advanced Micro-Fabrication Equipment, así como también representantes de la industria automotriz y robótica.

Las empresas chinas tienen una alta participación estatal. Por ley, todas aquellas que tengan constituido un directorio deben mantener en la junta a un miembro del PCC quien puede controlar todos los movimientos de la compañía y disponer de todos sus datos, incluso acceder al de sus clientes. Esa es una de las máximas preocupaciones que observan las democracias occidentales que cada vez ponen más reparos en la adopción de tecnología que responda al régimen.

Escalada

Este miércoles la tensión entre los Estados Unidos y China creció, luego de que el Departamento de Estado norteamericano anunciara que Beijing debería cerrar el consulado de Houston. La medida se tomó por la preocupación que despierta en la administración de Donald Trump el sistemático robo de información y patentes que producen compañías chinas.

“La Convención de Viena dice que los diplomáticos de Estado deben ‘respetar las leyes y reglas del país anfitrión’ y ‘tienen el deber de no interferir en los asuntos internos de ese Estado’”, afirmó sin dar más detalles el vocero Morgan Ortagus en una visita del jefe de la diplomacia estadounidense Mike Pompeo a Copenhague.

Durante el atardecer y la noche se pudo observar a empleados del consulado quemando papeles en barriles en los jardines del edificio, lo que motivó la asistencia de un escuadrón de bomberos al lugar. Una columna de humo se podía observar desde la calle y luego varios drones sobrevolaron el lugar y mostraron la escena descripta.

China había dicho antes que Washington le había exigido el cierre inmediato de la sede diplomática y consideró la medida una provocación “sin precedentes”.

El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino Wang Wenbin afirmó hoy que “Estados Unidos ha pedido el cese inmediato de todas las operaciones del consulado a partir del día 24 de julio”, lo que supone “una violación de las normas internacionales y de los acuerdos consulares entre los dos países, así como un intento de socavar las relaciones bilaterales”.

“Pedimos a EEUU que se retracte de esta decisión errónea, o de lo contrario China tomará las represalias legítimas y necesarias”, dijo Wang, quien añadió que el cierre del consulado “en un periodo de tiempo tan corto” supone “un aumento sin precedentes de las acciones que ese país ha llevado a cabo contra China”.Xi Jinping durante ejercicios militares en Beijing (AP)Ciudadanos chinos intentan ingresar al Consulado General de China en Houston, que deberá cerrarse por orden del gobierno de los Estados Unidos (Reuters)

La campaña de Biden se apoya en Obama para fortalecer su impacto 4.0


Si hay una escena con la que se pueden identificar todos los demócratas de Estados Unidos es la de dos personas en el salón de su casa hablando mal de Donald Trump. Eso es lo que escenificaron este jueves Joe Biden y Barack Obama en un video electoral con el que la campaña del exvicepresidente trata de utilizar el enorme predicamento en redes de su antiguo jefe en la Casa Blanca para fortalecer una campaña electoral que ya se ha vuelto prácticamente virtual.

Tres años y medio después de abandonar la Casa Blanca, Barack Obama sigue siendo la figura contra la que se mide todo lo que hace y dice el Partido Demócrata. Obama influye especialmente a su vicepresidente y actual candidato, Joe Biden, quien solo puede abrazar al 100% la figura del expresidente y no tiene ningún margen para distanciarse de él. Eso le acarrea el recelo del sector más izquierdista del electorado, pero al mismo tiempo le permite utilizar todo el poder que el presidente amasó en sus años en la cima de la política.



Folks, I sat down with my friend President @BarackObama to discuss the significant moment we're in, who we are as a nation, and how we can build back better. Watch our full conversation: https://t.co/n2P71Le1oH— Joe Biden (@JoeBiden) July 23, 2020

El vídeo en cuestión dura 17 minutos y fue emitido el jueves, a las 10:00 de Washington, a través de Periscope, una aplicación que permite emitir en directo a través de la red social Twitter. “¿Te imaginas salir como presidente y decir: ‘No es mi responsabilidad’? ¡Literalmente!”, comienza diciendo Biden en el video. “Esas palabras nunca salieron de nuestra boca”, le contesta Obama. “No comprendo su incapacidad (la de Trump) para comprender lo que le está pasando a la gente. Es completamente incapaz de empatizar”, dice Biden. “Esa es una de las razones por las que quería que fueras mi vicepresidente, Joe (…) Todo empieza con la capacidad de empatía. Si te puedes sentar con una familia y ver en ellos tu propia familia, vas a trabajar duro por ellos”, apostilla Obama.

Los dos hombres hablan en un salón de la oficina de Obama en Washington DC. Están sentados en dos sofás situados a una distancia sanitaria por la pandemia de covid-19, con una bandera de EE UU en medio. En la conversación, cuidadosamente formateada para redes sociales, gira sobre la experiencia de ambos y los paralelismos con la situación actual. Obama recuerda, por ejemplo, que cuando llegaron a la Casa Blanca el país se encontraba en la recesión más profunda desde la II Guerra Mundial y hubo que aprobar un plan de rescate urgente de la economía. Obama le pregunta a Biden qué haría él en esta situación: “Lo primero, proteger a la gente para que no caiga en la pobreza para siempre”.

A continuación, entran en el que iba a ser el gran tema de esta campaña electoral y que la pandemia ha hecho todavía más capital. Biden habla de “construir un nuevo sistema de sanidad público completamente nuevo”. El presidente, que se jugó la reelección por sacar adelante el programa de ayudas públicas más ambicioso de la historia en la sanidad de EE UU (Obamacare), asiente desde su sillón. “Podemos tener por primea vez una opción pública” de sanidad, dice Biden, cuya plataforma en este sentido aún no está definida. “Pero este tipo (Trump) ha acudido a los tribunales, en medio de una pandemia, para quitarle la protección a 100 millones de personas que tienen problemas de salud previos”, una de las razones por las que los seguros privados podían denegar la cobertura antes de Obamacare. “Tienes razón, es difícil de comprender que alguien intente quitarle el seguro médico a la gente en medio de una crisis sanitaria”.

Barack Obama es la persona con más seguidores en la red social, más de 120 millones de cuentas (solo hay tres cuentas con más de 100 millones de seguidores, la suya y las de Justin Bieber y Rihanna). Cualquier cosa que tuitea el expresidente es una sensación. Ya dominaba el medio muchos años antes de que el mundo conociera a Trump. En noviembre de 2012, el tuit que mandó en la noche de su reelección fue el más retuiteado de la historia hasta ese momento. Dentro de las diez cuentas más seguidas está Donald Trump, que tiene 84 millones de seguidores en Twitter, el doble de los que tenía al entrar en la Casa Blanca.

En contraste, Joe Biden tiene 7,1 millones de seguidores, menos que la cuenta principal de EL PAÍS. Si la campaña se traslada online y la influencia del mensaje se mide en retuits, la situación es muy desigual para Biden, un hombre que brilla en el cara a cara con los votantes y se maneja en los anuncios de televisión tradicionales, pero apenas tiene impacto en redes.

Es extremadamente raro en Estados Unidos que presidentes y expresidente se critiquen entre ellos. Pero este es el mundo de Donald Trump. Barack Obama apenas ha utilizado su enorme predicamento mediático para criticar a Trump, solo en muy contadas ocasiones y con políticas muy concretas que han indignado al país. Con el vídeo de este jueves se sienta un precedente, al menos, para el resto de la campaña. Obama parece al fin aceptar la provocación de Trump en las redes, después de años siendo objeto de impertinencias y conspiraciones de nada menos que el presidente en ejercicio de Estados Unidos.


Obama, who wouldn’t even endorse Biden until everyone else was out of the primaries (and even then waited a long time!), is now making a commercial of support. Remember, I wouldn’t even be here if it weren’t for them. I wouldn’t be President. They did a terrible job!— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) July 23, 2020

La respuesta de Trump llegó, por supuesto, en Twitter: “Obama, que no dio su apoyo a Biden hasta que todos los demás se habían caído de las primarias (¡incluso entonces esperó mucho tiempo!) la da ahora su apoyo publicitario. Recuerden, yo no estaría aquí si no fuese por ellos. Yo no sería presidente. ¡Lo hicieron fatal!”. La campaña electoral virtual ha comenzado.

La imagen de Piñera vuelve a hundirse: sólo el 16% de los chilenos aprueba su gestión



Luego de un leve repunte en el inicio de la pandemia, la administración de Sebastián Piñera vuelve a caer a niveles críticos de adhesión, equiparables al peor momento de la crisis de las movilizaciones del 2019.

El último trabajo de la encuestadora Plaza Pública Cadem revela que la adhesión a la administración de Piñera cae al 16%, un punto menos al anterior sondeo. Un rechazo que se extiende a su gabinete: 14 de sus 18 ministros acumulan más rechazo que aprobación. Cae en negativo incluso Alfredo Moreno, ministro de Desarrollo Social, que habitualmente siempre había sido bien valorado.


Esta encuesta ha sido señalada en numerosas ocasiones desde fuentes cercanas a la oposición como un instrumento propagandístico del gobierno, por lo que el registro difundido alimenta la especulación sobre una situación real incluso más crítica para el gobierno de derecha.

La encuestadora Plaza Pública Cadem ha sido señalada como muy cercana al gobierno de Piñera, de ahí que las cifras que presentó alimenten las especulaciones sobre una caída incluso mayor en la adhesión del gobierno, que ya es el más impopular desde el regreso de la democracia a Chile.

Piñera enfrenta un escenario muy complicado: Al hartazgo social que se expresó en las históricas movilizaciones del año pasado se suma la mala gestión de la pandemia que ubica a Chile entre los países con mayor cantidad de muertos por habitantes.

La crisis obligó a Piñera a cambiar a su ministro de salud y amigo, Jaime Mañalich, luego de sostenerlo pese al fracaso evidente de su estrategia de "cuerantenas inteligentes" que disparó los casos en Chile. Acorralado, tuvo que ceder y poner a la región metropolitana y otras áreas del país en cuarentena estricta, que ya lleva en algunos casos cuatro meses.

Se suma a esto una serie de escándalos de corrupción y tráfico de influencias, que revelan los nexos de Piñera, su familia y varios de sus funcionarios con negocios que debe supervisar el Gobierno. El caso más flagrante es la quiebra de Latam, la antigua Lan Chile, que podría recibir un multimillonario rescate público.


Piñera es un histórico accionista de esta compañía desde sus inicios, en una controvertida privatización durante la dictadura de Pinochet. Si bien el presidente vendió sus acciones a la familia Cueto y recibió al menos 300 millones de dólares, toda la operación es sospechada de irregularidades y abre enormes interrogantes sobre la posibilidad que Piñera o sus allegados se estén enriqueciendo con un rescate con fondos públicos que define él mismo. Un escándalo que llega hasta los hijos del Presidente.

Un cruce de intereses concentrados surgidos al calor de la dictadura pinochetista y perpetuados y acrecentados durante las décadas de democracia, que volvieron a salir a la superficie durante el reciente debate sobre una modificación al sistema de administradoras privadas de fondos de pensión (AFP) para que los aportantes puedan retirar el 10% de sus ahorros para enfrentar la elevada pobreza que está dejando la crisis del Covid. Un debate que dejó muy expuesto a Piñera que se puso personalmente al frente de las negociaciones con el Congreso para impedir la reforma y fracasó.

La iniciativa produjo un quiebra en la coalición que supuestamente lidera Piñera y lo enfrentó con el dirigente de centroderecha con mejor imagen de Chile, el alcalde Joaquin Lavin. Además, de dejar a su ministro del Interior, Gonzalo Blumen, al borde de la renuncia.

De nuevo, la discusión llevó a conectar al actual gobierno con la dictadura de Pinochet. Durante el debate público por la reforma, apareció liderando la defensa de las administradoras, José Piñera, hermano del presidente y creador del sistema como ministro de Trabajo y Previsión Social de Pinochet.

Un caso más que refleja la extrema concentración, hasta familiar, de las elites chilenas. Como se vio en el caso del fiscal general, Jorge Abott, quien decidió sobre las acusaciones de corrupción del caso Penta contra su primo hermano, el poderoso ministro de Obras Públicas, Alfredo Moreno Chade, quien por supuesto fue exonerado.

EE UU eleva la tensión con China al ordenar el cierre abrupto del consulado de Houston


El deterioro continuo y a ojos vistas de las relaciones entre los dos colosos mundiales, China y Estados Unidos, ha dado este miércoles un nuevo salto a peor, la única dirección en la que se han movido desde el comienzo de la pandemia de la covid-19. Washington ha dado a Pekín 72 horas, que expiran el viernes, para cerrar su consulado en Houston (Texas). Las razones para esta abrupta orden,  aún están poco claras: el Departamento de Estado ha señalado que con esta medida busca “proteger la propiedad intelectual estadounidense y la información privada de los estadounidenses”, sin ofrecer más precisiones.

La medida se produce horas después de una acusación lanzada por el Departamento de Justicia de EE UU contra dos ciudadanos chinos por hackear a contratistas del sector de Defensa ―empresas contratadas por el Gobierno― e investigadores de la pandemia del coronavirus. El Ministerio de Exteriores chino, en un tono especialmente áspero, ha prometido “las represalias necesarias” si el Gobierno de Donald Trump no decide recular en el cierre del consulado.

Además de la vaga alusión a la protección de la propiedad intelectual, la portavoz del Departamento de Estado, Morgan Ortagus, subrayaba durante una visita del secretario de Estado, Mike Pompeo, a Copenhague, que “la Convención de Viena dice que los diplomáticos deben respetar las leyes y las reglas del país anfitrión y tienen el deber de no injerir en los asuntos internos de ese Estado”.

La orden de cierre no es la primera que impone Estados Unidos a otro país ―en 2017 ordenó la clausura del consulado ruso en San Francisco por las restricciones al número de sus diplomáticos en Moscú―, pero sí a China. El de Houston guarda, además, el simbolismo de ser el primero que se inauguró una vez que ambos países restablecieron relaciones diplomáticas plenas, en 1979. Sí que se han producido expulsiones de diplomáticos: en diciembre, Washington echó del país a dos representantes chinos sospechosos de espionaje, después de detectarlos en las cercanías de una base militar en el Estado de Virginia. El entonces portavoz de Exteriores chino Geng Shuang negó las acusaciones, que consideró “completamente opuestas a los hechos”.

La orden de cierre ha airado visiblemente a Pekín. Especialmente, dado el breve plazo para el cese de operaciones y la salida de los diplomáticos destinados en Houston, representa una escalada “sin precedentes” en la tensión entre las dos potencias, insistía Wang, que se expresaba en términos aún más contundentes de lo habitual en el ministerio. “China condena en los más firmes términos esta medida escandalosa”, ha asegurado Wang. Se trata, ha considerado, de “una violación de las normas internacionales y de los acuerdos consulares entre los dos países, así como un intento de socavar las relaciones bilaterales”.
Contramedidas

De no dar Washington marcha atrás, Pekín tomará contramedidas, insistía el portavoz. Así ha ido ocurriendo a lo largo de las últimas dos semanas, en las que casi a diario una capital o la otra han anunciado sanciones, o han amenazado con ellas, por todo tipo de disputas en momentos en los que Trump se encuentra muy por detrás en las encuestas de cara a las elecciones presidenciales de noviembre, en especial por su gestión de la pandemia; y China sale reforzada de la lucha contra la covid-19.

Las sanciones y críticas mutuas se han dado en torno a Hong Kong, donde China ha impuesto una draconiana Ley de Seguridad Nacional que Estados Unidos cree que pone fin de hecho a la amplia autonomía del enclave. Por Taiwán, con quien Washington ha aprobado una nueva venta de armamento entre las protestas de Pekín, que considera la isla parte de su territorio. Por el trato a la minoría uigur, de religión musulmana, en la región de Xinjiang, donde Estados Unidos denuncia graves abusos de los derechos humanos. Por el mar del Sur de China, donde Pekín se atribuye la soberanía del 80% de las aguas y donde Washington ha anunciado que considera las reclamaciones chinas “ilegítimas”. Y por acusaciones de uso indebido de la tecnología.

A la orden de cierre del consulado, China podría responder con un cerrojazo a alguna de las representaciones diplomáticas que Estados Unidos mantiene en su territorio. La agencia Reuters, que cita fuentes con conocimiento directo del caso, apunta que en ese caso el elegido sería el consulado de Wuhan, que los diplomáticos estadounidenses evacuaron cuando esa ciudad, el primer foco de la pandemia, quedó cerrada en enero para impedir la propagación de la enfermedad. Desde entonces, no ha reabierto. El país norteamericano tiene también legaciones, además de la Embajada en Pekín, en las ciudades de Shenyang, Chengdu, Shanghái y Cantón.

Mientras tanto, el Gobierno chino ha advertido a los estudiantes de esta nacionalidad en territorio estadounidense sobre la posibilidad de “interrogatorios arbitrarios” al hilo del cierre del consulado en Houston. En un comunicado, el Ministerio de Exteriores chino avisa de que “recientemente las fuerzas del orden intensificaron los interrogatorios arbitrarios, el acoso, la confiscación de bienes personales y las detenciones de estudiantes chinos en Estados Unidos”.
Amenazas

En la rueda de prensa, el portavoz chino arremetió contra lo que considera una política hostil por sistema de Estados Unidos que, según aseguró, ha llevado a que los diplomáticos del país asiático allí destinados hayan recibido amenazas anónimas contra su integridad física. “Debido a las medidas estadounidenses que no hacen sino incitar al odio y calumniar deliberadamente, las representaciones diplomáticas chinas en Estados Unidos han recibido amenazas de muerte y amenazas de bomba en los últimos tiempos”, denunció Wang. “La Embajada de EE UU en Pekín también ha publicado con frecuencia artículos en los que se ataca a China. Debería estar claro quién está interviniendo e infiltrándose en la política interna de otros, y quién está empezando las peleas”, agregó.

Horas antes de que el portavoz de Exteriores chino, Wang Wenbin, confirmara la medida, varios medios locales en Houston habían mostrado imágenes de penachos de humo que salían del patio del recinto diplomático durante la noche. El cuerpo de bomberos acudió a las cercanías, aunque no llegó a entrar en el edificio, dado que tiene consideración de territorio chino. Preguntado sobre ello, Wang aseguró que este miércoles el consulado funcionaba con normalidad.

Además de su Embajada en Washington y el consulado en Houston, China mantiene también consulados en Nueva York, Chicago, San Francisco y Los Ángeles en territorio estadounidense. El de Houston se encarga de los asuntos de 900.000 residentes chinos en el sureste de Estados Unidos.

Santiago Bilinkis: "Estamos viviendo la vida para mostrarla en las redes"


Por Sergio Sánchez

“Uno busca en las redes calmar la angustia y lo único que obtiene es más angustia, como las bebidas azucaradas que dan más sed", compara el tecnólogo y economista. Una advertencia sobre la adicción digital y una invitación a la "desconexión programada".

(Por Sergio Sánchez)En el libro Guía para sobrevivir al presente el tecnólogo y economista Santiago Bilinkis analiza cómo las empresas que diseñan plataformas digitales y aplicaciones para el celular –Google, Facebook, Amazon, Apple, Netflix, Microsoft-- utilizan todo tipo de estrategias de manipulación para “conquistar nuestro tiempo y nuestra atención”. La dependencia a las pantallas que las grandes corporaciones tecnológicas generan es funcional a sus negocios, pero muchas veces va en contra de los intereses de los usuarios, incluso en detrimento de su salud. “Esta es la primera vez que una herramienta, apenas comenzamos a usarla, empieza a usarnos a nosotros”, alerta Bilinkis, quien realizó estudios de posgrado sobre inteligencia artificial, robótica, biotecnología, neurociencia y nanotecnología en la Singularity University, ubicada en una sede de la NASA en Silicon Valley.

“Lo primero que me pasó cuando arrancó la cuarentena fue que las redes me saturaron. La avidez informativa me hizo estar ultraconectado los primeros días y eso es pésimo para la salud física y mental”, dice el especialista en tecnología. “Uno busca en las redes calmar la angustia y lo único que las redes provocan es más angustia, como las bebidas azucaradas que las tomás porque tenés sed pero te dan más sed. Uno busca el alivio en la red pero lo único que te genera es necesidad de más red. La cuarentena me hizo adoptar una postura mucho más drástica para controlar el tiempo de conexión en redes: implementé sistemas que permiten ponerle un tiempo máximo al uso de cada aplicación. Los sistemas de mensajería tienen un montón de mecanismos embebidos que te generan la ansiedad de estar continuamente pendiente de lo que pasa, incluido WhatsApp, el ‘está escribiendo’, ‘está online’, el doble tilde”...

-Lo que tienen las redes es que nunca se acaban…

-Históricamente, cualquier contenido que consumíamos tenía principio y fin. Una revista la empezabas y la terminabas, un capítulo de una serie televisiva empezaba y terminaba, y después había un periodo de espera obligado hasta que había otro para ver. Una semana para que salga un nuevo número de la revista o el próximo capítulo de la serie. Ahora todo está ahí. No hay nada externo que te ponga un tope, entonces el freno lo tenemos que poner nosotros. Y hay que inventar estos mecanismos medio artificiales para que Instagram se acabe, porque siempre hay una foto o una story más para mirar. Hay que crear el límite. Las plataformas tienen un montón de mecanismos para no dejarte ir. Y lo loco es que el método que usan para atraparte es más sutil que lo que uno cree.


"El aislamiento es ideal para las compañías porque tenés más tiempo y dejás más impronta. Gran parte del negocio es esa información".

-¿Cómo lo logran?

-Hay un recurso poderoso: el de las máquinas tragamonedas. No existe un juego más tonto en su esencia que esas máquinas. No tienen habilidad alguna, tirás una palanca y lo que sale es variable, no depende de cómo tirás la palanca. Sin embargo, es el juego que más adicción produce, que más ludopatía produce. ¿Cómo se explica? Hay un mecanismo psicológico que se conoce como recompensas variables intermitentes. Es tan simple como que cada vez que tirás la palanca a veces no sale nada, a veces sale un premio chiquitito y muy de vez en cuando sale un premio grande. Ese mecanismo es tremendamente adictivo. Y eso es lo que pasa cada vez que hacés refresh en tu muro de Instagram: a veces no te sale nada, a veces sale algo que está un poquito bueno y a veces algo genial. Es esa timba la que te mantiene constantemente queriendo mirar un poquito más. La sobreestimulación constante multisensorial hizo añicos nuestra capacidad de atención.

-Con el aislamiento, muchas dimensiones de la vida se trasladaron a la virtualidad. ¿Este es el escenario ideal para las compañías que diseñan software?

-No quiero abonar teorías conspirativas, pero que este escenario les conviene, no hay dudas. No es solo estar en casa, también es tener tiempo para las pantallas y que muchas actividades que se hacían presenciales, pasen a tener a la tecnología como actor principal. Para los chicos es asistiendo a la escuela a través de clases remotas, para los adultos teletrabajando o haciendo las compras del supermercado de manera virtual. Para las compañías es una situación ideal porque tenés más tiempo y también porque dejás más impronta. Gran parte del negocio depende de la información que puedan capturar acerca de los usuarios. Si vos siempre hacías tus compras en el supermercado, no había rastro digital de tus hábitos de consumo. Ahora hay información valiosísima para quien la pueda manejar. Claramente es una situación muy conveniente para las compañías, y que nos obliga a elevar nuestros mecanismos de defensa. La otra cosa que es muy importante hacer es desactivar todas las notificaciones.

-¿Y eso qué le permite?

-Yo no me entero cuando llega un WhatsApp: no vibra, no suena, no prende luces, tengo todo eso deshabilitado. Es una barrera incómoda para el que quiere contactarse conmigo, porque yo contesto cuando lo veo, no cuando me llega un mensaje. Vuelve la comunicación un poco más pausada, más asincrónica, pero me permite tener control de mi vida, de mi agenda, decidir cuándo me quiero conectar y no estar perpetuamente conectado. Y eso es fundamental. Las notificaciones no tienen como propósito notificarte, tienen como propósito interrumpirte y distraerte. Cuando la herramienta que usás es un dispositivo digital, en el momento que lo agarrás hay un montón de software adentro de tu teléfono al que le conviene que vos hagas algo diferente a lo que estabas por hacer. Es la primera herramienta que, cuando vos la empezás a usar, te empieza a tratar de usar a vos. Cada plataforma va a usar el mejor anzuelo disponible para tratar de que no hagas lo que pensabas hacer y hagas otra cosa. WhatsApp no se puede cerrar, eso debería estar prohibido, ¿cómo va a haber una app que no podés cerrar? Deberíamos tener derecho a desconectarnos sin desinstalar los programas.


"En lo digital la palabra adicción tiene una connotación positiva. Una categorías de Netflix es 'series para mirarte infinitos capítulos'".

-¿Se está discutiendo ese derecho a la desconexión?

-No se plantea en esos términos, como un derecho, pero sí está sobre la mesa el corazón del problema: qué tipo de información pueden las empresas recolectar y en qué medida sabemos qué información nuestra están recolectando. La mayoría de las personas somos muy ingenuas en este punto. Hoy tenés un montón de aplicaciones que te piden la localización, incluso en momentos en los que no estás usando la app. Y eso es injustificable, salvo que sea una aplicación de mapas. Hubo cierta mejora porque cuando instalás una app, pide que consientas los permisos que se otorgan. Y eso pasa por la presión social, pero para la mayoría de la gente sigue siendo algo muy oscuro. Das ok porque querés usar la aplicación, sin entender mucho en qué consentiste y sin mucha posibilidad de decir que no.

-En el libro hace una analogía entre el consumo de comida chatarra y las redes sociales, ¿cómo es ésa relación?

-Me gusta esa analogía. Porque la gente fue tomando conciencia de los temas alimenticios y es obvio que tu cuerpo está hecho de lo que comés: si comés demasiada grasa, te sube el colesterol. Si te alimentás mal, desarrollás problemas de salud. Si estamos haciendo macanas, lo sabemos. Con el contenido digital todavía no pasó eso. Así como tu cuerpo está hecho de lo que comés, tu mente está hecha del contenido digital que consumís. Si estás mirando documentales sobre ecología tu cabeza se arma de una manera y si mirás contenido sobre la vida de los ricos y famosos se arma de otra, es inevitable. Pero no tenemos la misma conciencia de que Internet está lleno del equivalente digital de la comida chatarra. Hace unos meses hubo una campaña de publicidad gráfica de un canal de series con el eslogan: "si es adictivo, está acá". Eso es de locos ¿En qué otro contexto alguien podría usar la palabra adicción como un atributo positivo? Eso pasa porque en lo digital todavía la palabra adicción tiene una connotación positiva, parece algo cool o divertido. Una de las categorías de Netflix es "series para mirarte infinitos capítulos". Tenemos que cambiar el chip porque la adicción es mala en cualquier contexto, especialmente uno que se mete con tu ideología, con tus hábitos de consumo y con tus relaciones interpersonales.


"Antes los contenidos que consumíamos tenían principio y fin. Ahora todo está ahí. No hay nada externo que te ponga un tope".

-¿Los estados deberían tener más injerencia en estos temas y regular las prácticas antiéticas de las empresas?

-Idealmente sí, pero el problema es que en general las personas que integran los gobiernos tienen una falta de familiaridad tecnológica alarmante. La mayoría tienen un community manager que les maneja los tweets y eso es lo que entienden de redes sociales. No es un problema específico de Argentina. Cuando fue la interpelación a Mark Zuckerberg en el Congreso de Estados Unidos (en 2018, por el uso de datos personales de los usuarios de Facebook durante la campaña presidencial de 2016), te aseguro que Zuckerberg debe haber estado tres semanas encerrado con sus asesores tirándole las preguntas más difíciles, y preparándose para esquivar todas las balas. Pero cuando ves las preguntas que le hicieron los legisladores, son un papelón. El tipo estaba preparado para que le tiren bombas nucleares y le tiraron con una cerbatana y papelito masticado. Te dabas cuenta que las preguntas los legisladores ni siquiera entendían que hacían, alguien se las había escrito, y no oodían repreguntar porque no entendían las respuestas. Hay una asimetría tan grande entre la sofisticación de las compañías y la poca sofisticación de los funcionarios en estos temas, que es muy difícil dar respuestas a estos problemas.

-La hiperconexión digital es un fenómeno muy nuevo, de los últimos diez años. ¿Cómo afecta todo esto a los más chicos?

-Antes, cuando querías vender un producto para bebés, se lo vendías a la madre. Pero a fines de los noventa descubrieron a los bebés como un target consumidor al que se podía apuntar de manera directa. Empezó con un sistema de videos que se llamaba Baby Einstein, diseñado por una compañía que te prometía hacer a tus hijos "más inteligentes". Y lo que tenían era una sucesión de imágenes muy coloridas, con un tipo de movimiento y músicas que provocaban un efecto adictivo en el bebé. Vos le ponías esto y quedaba obnubilado por horas. Después aparecieron los Teletubbies y una serie de productos dirigidos a un target de edad que hasta ese momento no era tenido en cuenta por la publicidad. Esto generó algo tremendamente funcional a los adultos a cargo, porque los chicos chiquitos son muy demandantes y sobre todo cuando están aburridos. Si vos le das un juguete, el chico se entretiene cinco o diez minutos, pero si le das un celular, se entretiene tres o cuatro horas o hasta que lo desconectes. Esto es muy cómodo para los adultos pero es súper nocivo para los chicos y no hay tanta conciencia de eso. Hoy dejamos a los chicos usar Internet sin ningún acompañamiento o explicación. Eso es una locura. Y tiene que ver con que muchos padres y madres no conocen los riesgos de Internet y no sabrían cómo explicárselos a sus hijos. La recomendación de la Asociación Argentina de Padiatría es que hasta los dos años no se usen ningún tipo de dispositivo. Pero la realidad es que el noventa por ciento de los chicos usan dispositivos antes de esa edad.


"Todo el esquema de los likes y la cantidad de seguidores hizo añicos nuestra autoestima. Y no se limita a los adolescentes".

-¿Y cómo operan en la autoestima estos “caramelitos mentales” y mecanismos de distracción que implementan las redes sociales?

-La cantidad de seguidores y los likes son la moneda en la que hoy se comercia la aceptación social. Porque si bien siempre fue cierto que había gente más popular y gente más retraída, ahora es explícito y es público, está a la vista de todos. La cantidad de seguidores y de likes es el señalamiento hacia el mundo de cuán aceptado sos. Y obviamente la aceptación de los demás es crucial para cualquier persona. Si antes era más sutil, ahora todo el mundo puede ver cuál es tu grado de popularidad o aceptación. Entonces, empezás a modificar tus actos para conformar la norma y conseguir seguidores y poder mostrarle al mundo que sos aceptado. Y eso lleva a que empecemos a vivir la vida para mostrarla más que para disfrutarla. Vas al Glaciar Perito Moreno y en vez de dejarte inundar por la impresionante grandiosidad de la escena, estás pensando desde dónde va a salir mejor la selfie y la cantidad de likes que vas a tener por haber estado ahí. Y eso contamina todo el día a día, estamos más tiempo pensando qué vamos a mostrar que en lo que estamos haciendo. Todo el esquema de los likes y la cantidad de seguidores hizo añicos nuestra autoestima. Y no se limita a los adolescentes. Los adultos estamos tan entrampados como los chicos. En este momento realmente vivimos la vida para mostrarla.

-Hizo una columna radial que suscitó polémicas, sobre cómo las clases virtuales, sin planificación, cambiaron de manera abrupta la dinámica de los docentes, alumnos y familias. ¿Cómo ve el escenario de la escuela pospandemia?

-La tecnología bien utilizada y puesta al servicio de nuestros fines es una herramienta espectacular. El problema es que en este momento está siendo utilizada, en general, para volvernos funcionales a los fines de otros. En el ámbito de la educación tuvimos una inercia brutal de resistencia de cambio. A pesar de que otros órdenes de la vida han cambiado mucho, la educación no ha cambiado prácticamente nada. La educación mía y la de mis hijos es la misma. Es como si la educación no hubiera tomado nota de que existe la tecnología y que ofrece posibilidades increíbles. Curiosamente es la pandemia la que nos obligó compulsivamente a incorporar la herramienta tecnológica y ahora el desafío es pensar cómo la usamos. Porque el riesgo que tenemos es que quede, de nuevo, al servicio del interés de otros.

-Usted propone una especie de enseñanza mixta: que los alumnos puedan ver en sus casas algunas clases grabadas y que el aula sea un espacio de interacción, consulta, debate, ejercicios, exposición de trabajos. ¿Es viable su aplicación?

-Es un terreno bastante inexplorado y hay que hacer mucho laburo de aprendizaje. Las clases remotas no son el futuro de la educación, no es que queremos a los chicos encerrados en sus casas en lugar de estar en la escuela. Pero hay un montón de cositas que pasaron "por accidente", basadas en la circunstancia de que los chicos no pueden ir a la escuela, que están buenísimas. Y que son pequeños bloques para construir la educación que viene. Las clases remotas nos obligaron por primera vez en la historia a cambiar en serio los métodos de evaluación. Porque el método de evaluación más difundido desde siempre era la prueba a libro cerrado con preguntas fácticas que se responden de memoria. Ese mecanismo de evaluación, que no sirve para nada, no se puede hacer ahora. Porque en la computadora o el celular donde los chicos tienen que hacer el examen está Google. Y tienen WhatsApp para preguntarle a su compañero y copiarse. Eso es genial. Porque en la vida, cuando yo tengo un problema y tengo que escribir un artículo sobre determinado tema, pienso a quién conozco que sepa de eso y le pregunto, busco ayuda, investigo, hasta que construyo un discurso propio sobre el tema. Y eso es lo que te entrena un examen a libro abierto o a “internet abierto”: es una habilidad muchísimo más interesante y más rica que aprenderte de memoria todos los ríos de Europa y olvidártelos al día siguiente de la prueba. Lo hicimos por accidente y por obligación, pero es genial. Cuando puedan volver las clases presenciales, ojalá no volvamos atrás en los mecanismos de evaluación.

La Unión Europea acordó un plan de recuperación económica



La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen y el presidente del Consejo, Charles Michel, tras informar del acuerdo alcanzado en Bruselas.

Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) llegaron este martes de madrugada a un acuerdo para poner en marcha un billonario plan de recuperación económica tras la pandemia de coronavirus, después de cuatro días de maratoniana negociación.

"Acuerdo", anunció en Twitter el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, a las 5.31 del martes, al término de una cumbre que comenzó el viernes pasado por la mañana

El acuerdo contempla la creación de un fondo de recuperación financiado con deuda común de 750.000 millones de euros, de los cuales 390.000 millones se desembolsarán en subvenciones y 360.000 millones en préstamos con el fin de ayudar a los países más afectados. La estrategia para salir de la recesión se apoyará asimismo en un presupuesto para el periodo 2021-2027 de 1,074 billones de euros.

"¡Día histórico para Europa!", celebró en Twitter el presidente francés, Emmanuel Macron. "Tenemos acuerdo y un buen acuerdo (...).Nunca la Unión Europea había decidido invertir de una manera tan ambiciosa en el futuro", afirmó en la misma red social la primera ministra belga, Sophie Wilmès.


Para alcanzar el pacto fue necesario hacer concesiones a los autodenominados países "frugales" -Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia-, a los que se sumó Finlandia, que han conseguido recortar el volumen de ayudas, tener mayor control sobre las mismas y mantener sus descuentos en la contribución al presupuesto.

Los grandes países, Alemania, Francia, Italia y España, como la mayoría de los Veintisiete, querían como mínimo 400.000 millones de euros en subvenciones, mientras que los frugales proponían 350.000 millones.

Finalmente, el compromiso se queda más cerca de la primera cifra, pero supone un recorte de 110.000 millones en las ayudas directas con respecto a los 500.000 millones de euros que propuso la Comisión Europea (más 250.000 millones en créditos).

Estos fueron los puntos más controvertidos de la negociación, junto a la propuesta para vincular la recepción de fondos del presupuesto al respeto al Estado de Derecho, de la cuestionada por Hungría y Polonia.
Las claves del plan europeo para las pospandemia



El plan se basa en dos pilares: el presupuesto plurianual para el periodo 2021-2027, que estará dotado con 1,074 billones de euros y un fondo de recuperación que contará con 750.000 millones de euros para conceder ayudas a los Veintisiete entre 2021 y 2023.

Para financiar el fondo, la Comisión Europea emitirá deuda en los mercados con el respaldo del presupuesto comunitario, para lo que se elevará temporalmente el llamado techo de recursos propios de las cuentas europeas.


¿Cómo funcionará el fondo de recuperación?

De los 750.000 millones de euros, 390.000 millones se distribuirán en subvenciones a fondo perdido y 360.000 millones como préstamos.

La mayor parte del dinero se desembolsará a través del Instrumento para la Recuperación y la Resiliencia, en concreto 672.500 millones de euros, 312.500 de ellos como transferencias directas y 360.000 como créditos. Estas ayudas servirán para financiar programas de reformas e inversiones en los países más afectados por la pandemia.

El resto se utilizará para financiar otras partidas que han visto recortada su dotación con respecto a la propuesta inicial de la Comisión, víctimas de la rebaja en el nivel de subvenciones. Bruselas pedía 500.000 millones en subvenciones y 250.000 millones en préstamos.

Así, el programa de ciencia Horizonte Europa pasa de 13.500 a 5.000 millones; el de inversiones Invest EU, de 30.300 millones a 5.600, y el Fondo de Transición Justa para el clima, de 30.000 a 10.000 millones.

Desaparece además el nuevo Instrumento de Solvencia para ayudar a la recapitalización de empresas que había propuesto Bruselas y la partida para ayuda exterior.


¿Cómo se distribuirá entre los países?
Para el reparto se dividirá el fondo en dos franjas: el 70 % del dinero se comprometerá entre 2021 y 2022 y el 30 % restante hasta el final de 2023.

La primera franja se repartirá entre los países teniendo en cuenta la población, el PIB y el nivel de desempleo entre 2015 y 2019 de cada Estado, siguiendo así la clave de reparto propuesta por la Comisión Europea que dejaba a Italia, España y Polonia como principales beneficiarias.

Para asignar la segunda, el indicador del desempleo se sustituirá por la caída registrada en el PIB acumulada en 2020 y 2021, de modo que el reparto se calculará en 2022.

Esta clave de reparto afecta solo a las ayudas del Instrumento para la Recuperación y la Resiliencia, el único que se asignará de antemano por Estado.


¿Cuáles son las condiciones para acceder a las ayudas?

Los países tendrán que presentar planes de reformas e inversiones a la Comisión Europea, que evaluará si estos cumplen con sus recomendaciones económicas anuales, refuerzan el potencial de crecimiento o la creación de empleo o favorecen la transición ecológica y digital.

Estos planes tendrán que ser aprobados por mayoría cualificada en el Consejo (al menos quince Estados miembros que representen el 65 % de toda la población de la UE). El desembolso de cada tramo de ayuda dependerá después de que se confirme que están cumpliendo las metas pactadas, para lo que la Comisión pedirá la opinión de los Veintisiete a nivel técnico.

Si uno o varios países consideran que hay incumplimientos, podrán elevar el asunto a una cumbre de líderes comunitarios, con lo que la aprobación del pago se paralizará hasta que aborden la cuestión.


Este sistema, conocido como "freno de emergencia", se introdujo para contentar a Holanda, que pedía derecho de veto sobre las reformas propuestas por otros países, algo a lo que se negaban el resto de los Veintisiete.


¿Como se devolverá la deuda?

La UE empezará a devolver la deuda con que se financiará el fondo ya en el periodo 2021-2027, aunque no se fija fecha exacta para hacerlo, y terminará como tarde en 2058.

Para costear el reembolso se crearán nuevas fuentes de ingresos propios para el presupuesto europeo, empezando por la introducción ya en 2021 de un gravamen sobre el plástico no reciclado que deberán pagar los Estados.

En 2021 la Comisión propondrá una tasa digital y un sistema de ajuste de carbono en frontera -que permita igualar el precio de importaciones desde países con estándares medioambientales más laxos al de la producción europea- con vistas a aplicarlos desde 2023.

Además los líderes le piden una propuesta para ampliar al sector marítimo y de aviación el sistema europeo de comercio de derechos de emisión y estudiarán en los próximos siete años otros posibles recursos, incluida una tasa a las transacciones financieras.

¿Cuándo entra en vigor el plan?

El plan debería empezar a funcionar en 2021, pero para ello antes es necesario que la Eurocámara dé su visto bueno y que varios parlamentos nacionales ratifiquen la legislación que permitirá emitir deuda común, lo que ocurrirá en los próximas semanas o meses.

El 83% de los trabajadores pymes aceptaría mantener o incrementar sus horas de teletrabajo después de la cuarentena




Una encuesta de opinión determinó que el 83% de los empleados en compañías pymes aceptaría mantener o incrementar sus horas actuales de teletrabajo una vez finalizadas las restricciones de la cuarentena, una cifra que se extiende algo más, al 86%, en el caso de trabajadores de grandes empresas. A la vez, el 69% de los empleados de ambos tamaños de empresas considera el homeoffice como la herramienta más adecuada para conciliar la vida personal con la profesional. El mismo porcentaje asegura que esa modalidad permite equilibrar más libremente las tareas domésticas y familiares.

El estudio fue realizado por Isonomía Consultores entre más de 6.000 trabajadores, hombres y mujeres, de variadas jerarquías y especializaciones. Del total de los encuestados, durante la cuarentena un 79% mantuvo su empleo bajo la modalidad de teletrabajo y otro 11% lo hizo bajo un formato mixto, combinando el homeoffice con la asistencia a los lugares habituales.

La investigación fue dada a conocer en momentos en que se debate en el Senado un proyecto sobre teletrabajo que ya obtuvo media sanción en Diputados y que ha recibido fuertes críticas por parte de cámaras empresariales que representan tanto a pymes como a grandes compañías. Los cuestionamientos no apuntan al teletrabajo como modalidad sino a determinadas cláusulas del proyecto que, entienden en las empresas, no incentivarían su utilización una vez normalizado el mercado laboral.

Las principales conclusiones de la encuesta de opinión de Isonomía son:

- Consultados sobre si tendrían interés en conservar sus horas actuales de teletrabajo una vez finalizada la situación excepcional de la pandemia, un 55% de los encuestados aseguró que le interesaría aumentarlas, un 30% dijo que le interesaría mantenerlas y un 12% dijo que preferíría disminuirlas. Como ya se explicó, esta tendencia fue levemente superior en grandes empresas que en pymes.

- Un 35% respondió que su empresa, al comenzar el aislamiento, ya contaba con las condiciones necesarias para hacer teletrabajo; otro 43%, que solo lo tenía en algunas áreas de la compañía. Por último, un 20% señaló que la empresa debió adaptarse repentinamente

- Un 52% de los encuestados dijo tener un lugar exclusivo para trabajar dentro de su hogar.

- Un 69% de los consultados manifestó sentirse identificado con la frase “el teletrabajo es la herramienta más adecuada para conciliar la vida laboral con la personal” y solo el 10% señaló no sentirse nada identificado. Algo similar ocurrió con la frase “puedo manejar y equilibrar más libremente las tares domésticas y familiares”, con un 69% de completa identificación y un 13% de rechazo.

- El principal beneficio del teletrabajo mencionado por los encuestados es el ahorro de tiempo y costos de viaje al lugar de trabajo, con un 45% de las respuestas. Un 10%, refirió al aprovechamiento del tiempo y otro 8% aludió al equilibrio entre la vida laboral y la personal.

- Al mismo tiempo, los principales temores al teletrabajo mencionados fueron el aislamiento y falta de contacto humano (15%), la imposibilidad de desconectarse del trabajo (14%), los problemas de conectividad (8%) y la baja productividad (4%).

- El 52% de los encuestados prefiere que el horario de la jornada de teletrabajo sea establecida previo acuerdo con el empleador, un 35% prefiere manejar sus horarios y otro 12% que la jornada tenga horarios predeterminados por su empleador.

- Un 46% de los consultados dijo haber escuchado hablar sobre el proyecto legislativo para regular el teletrabajo pero no saber lo suficiente como para opinar, un 17% dijo estar en desacuerdo con el mismo y otro 15% señaló acordar.