Tras los cruces por China, Trump plantó a Macri en el escenario



Faurie desmintió que los presidentes hayan hablado sobre la actitud "depredadora" de Pekín, y el estadounidense le hizo un desplante.


La guerra comercial entre Estados Unidos y China se coló en la reunión entre Mauricio Macri y Donald Trump, y obligó al Gobierno argentino a negar un supuesto diálogo referido a "la actividad económica depredadora" de Beijing, que había difundido la Casa Blanca. La desmentida le valió a Macri un desplante de Trump en el escenario del G20

La calma y distensión del encuentro de esta mañana entre Macri y Trump se alteró después de finalizada la reunión privada, cuando la Secretaria de Prensa estadounidense, Sarah Sanders, difundió un comunicado en el que aseguró que los mandatarios se refirieron a la disputa comercial y deslizó que el argentino respaldó la posición norteamericana.

"Los dos líderes reiteraron su compromiso compartido de enfrentar los desafíos regionales como Venezuela y la actividad económica depredadora china", asegura la declaración difundida por Sanders, que participó de la reunión de los presidentes y sus equipos.

Poco después, el canciller Jorge Faurie y el ministro Nicolás Dujovne brindaron una conferencia de prensa en la que el jefe de la diplomacia tuvo que responder sobre los dichos de Sanders y se vio obligado a desmentir a la Casa Blanca. "No creo que se haya hablado en esos términos", respondió incómodo Faurie (que también estuvo en la reunión), acaso sabiendo que estaba yendo en contra de una nota oficial del gobierno estadounidense y no simplemente de una declaración al pasar.

La desmentida del canciller parece no haber pasado desapercibida para la Casa Blanca. Unas horas después lo sufrió Macri, cuando vio como su amigo Trump lo dejaba plantado en el escenario del G20. Lo hizo durante la foto oficial, momento en el que se lo vio algo molesto y hablándole bastante al argentino.

Luego se retiró y cuando Macri lo llamó para continuar las fotos, el estadounidense no volvió. "Donald, Donald", le gritó Macri, pero no hubo caso.

Se trata de un coletazo inesperado para Macri del tema central de la cumbre del G20: la guerra comercial de Estados Unidos y China. La reunión entre Trump y Xi Jinping del sábado por la noche es sin dudas lo más relevante del G20 ya que podría ponerle fin o profundizar la disputa que tanta incertidumbre ha causado en los mercados internacionales.


Este jueves el asesor económico de la Casa Blanca Larry Kudlow aseguró que Trump piensa "que hay una buena posibilidad de que el acuerdo sea logrado", aunque también le mostró los dientes a Pekín y amenazó con imponer nuevos aranceles por hasta 267.000 millones de dólares en caso de no solucionar los conflictos. Lo mismo hizo hoy Sanders, que agregó el condimento de incluir a un tercer estado.


El problema para Macri es que pese a su muy buena relación con Trump tiene que hacer con China, que le reporta muchas mejoras noticias que Washington en relación a las inversiones. De hecho, este domingo cuando el Presidente se reúna con Xi Jinping se anunciarán acuerdos por el swap de monedas, las centrales nucleares y las hidroeléctricas.

G20: Trump incomoda a Macri con una declaración provocadora sobre China




El paso de Donald Trump por la Casa Rosada expuso al presidente Mauricio Macri a la dificultad diplomática de ser el anfitrión de la cumbre del G-20 en medio de la guerra comercial que enfrenta a Estados Unidos y China.

La vocera de Trump, Sarah Huckabee Sanders, registró en el comunicado oficial posterior a la reunión bilateral que los dos presidentes habían expresado "su compromiso compartido de enfrentar los desafíos regionales como Venezuela y la actividad económica depredadora china".

La declaración -sobre todo la expresión "depredadora"- causó una inmediata incomodidad en el gobierno argentino, que intenta mantener un equilibrio entre las dos superpotencias comerciales del mundo. De hecho, Macri dedicará buena parte del domingo a agasajar y firmar acuerdos comerciales y de inversión con el líder chino, Xi Jinping .

La reacción oficial fue bajarle el tono a la declaración de Sanders. El canciller Jorge Faurie dijo a los periodistas a media mañana: "No creo que haya habido una referencia en esos términos", en relación a los dichos de Sanders sobre la política "depredadora" de China. El ministro insistió en calificar de "extremadamente cordial" el clima de la reunión.

Macri y Trump compartieron un desayuno de trabajo para impulsar la relación bilateral y establecer temas de agenda claves para ambos países.
Cumbre del G20: el ingreso de Trump a la Casa Rosada y los discursos de bienvenida07:45


Ambos mandatarios brindaron un discurso de apenas minutos antes de pasar a la reunión oficial. Macri reiteró su agradecimiento a la Casa Blanca por su apoyo ante el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras que Trump recordó el pasado en común como hombres de negocios y aseguró que la idea del encuentro es sacar beneficios para ambos países.

Tras los 45 minutos que duró la reunión, Trump abandonó la Casa Rosada sin emitir palabra. Dejó la comunicación en manos de Sanders, que insistió con "reafirmar la sólida asociación entre Estados Unidos y Argentina" e incluyó las aludidas referencias a Venezuela y China.

En medio de la guerra comercial entre EE.UU. y el gigante asiático, tras los aranceles impuestos por Trump a las importaciones de ese origen, las expresiones de la Casa Blanca complican el equilibrio que busca Macri entre el apoyo financiero estadounidense y las inversiones chinas.

El comunicado de Sanders añadió que en la charla también se discutió sobre "la intención de la Argentina de seguir adelante con la agenda económica en favor del crecimiento del presidente Macri y de expandir el comercio justo y recíproco entre los dos países".












Trump, Peña Nieto y Trudeau firmaron en Buenos Aires el nuevo Nafta



Los líderes de Estados Unidos, México y Canadá se reunieron antes de la cumbre del G20 y sellaron el Usmca.



Donald Trump, Enrique Peña Nieto y Justin Trudeau firmaron este viernes en Buenos Aires el nuevo acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá que reemplazará al antiguo Nafta.



 

Michetti: "Lamentablemente me toca ir a la asunción de López Obrador"


La vicepresidenta causó polémica al mostrarse angustiada por no poder quedarse en la cumbre del G-20.

La asunción de Andrés Manuel López Obrador en la presidencia de México, el próximo sábado, quedó deslucida por su coincidencia con la Cumbre del G20 en Buenos Aires, lo que hizo que los principales líderes mundiales se excusaran de participar porque viajarán a la Argentina.

Trump, Trudeau, Macron y un largo listado de líderes estarán ausentes en México y decidieron enviar a representantes. Es lo que hizo Mauricio Macri, que como anfitrión del G20 está obligado a quedarse en Buenos Aires y envió a la capital azteca a Gabriela Michetti.

El problema es que, al parecer, la vicepresidenta está angustiada por su viaje a México, porque prefería quedarse en Buenos Aires para participar de la Cumbre que reunirá a los máximos líderes mundiales.

En una entrevista con A24, en donde Michetti hablaba sobre sus actividades en el marco de esta reunión, señaló: "Ya después me voy a México. A mí me toca lamentablemente -porque me hubiera encantado estar en todas las actividades del G-20- pero me toca reemplazar al Presidente y representar a Argentina en la asunción de López Obrador", dijo con tristeza.


Hay que recordar que el gobierno de Macri ya venía mostrando preocupación por la victoria de AMLO porque consideran que será un liderazgo mucho más cercano -ideológicamente- a Cristina Kirchner. Trascendió la búsqueda desesperada de Macri para generar un veloz primer contacto con el presidente electo el mismo día de su victoria en las urnas. la distancia es obvia, dado que Macri sentía una gran afinidad con el presidente saliente Enrique Peña Nieto, quien durante su administración impuso una serie d ereformas de corte neoliberal, muy rechazadas por AMLO.

Macri y Michetti son, además, históricos críticos y opositores al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, postura similar a la que planteó el saliente canciller y hombre fuerte de la actual administración, Luis Videgaray. Otra diferencia con AMLO, que a través de su canciller Marcelo Ebrard buscará erigirse como una "balanza" entre Trump y Maduro, a quien invitó a su asunción.

En 1991 caía la URSS, el 56% de los rusos dice tener nostalgia por el comunismo


En 1991 caía la URSS, los rusos se lamentan
"Una nueva Unión Soviética es posible", sostuvo Gorbachov
- La mayoría de los rusos, lejos de considerarla historia pasada, se lamentan por su disolución.

"Quien no tenga nostalgia de la Unión Soviética no tiene corazón; quien quisiera resucitarla no tiene cerebro", reza un célebre aforismo recitado varias veces por el presidente de Rusia, Vladimir Putin. Según un sondeo publicado recientemente por el centro Levada, la mayoría de los rusos "tiene corazón". En síntesis: se estaba mejor cuando se estaba peor. Con el debido respeto de las conquistas democráticas. De acuerdo a los datos relevados por Levada, el 56% de los rusos confiesa tener nostalgia por el comunismo mientras que solo el 28% asegura no extrañarlo. Un 16% ni siquiera tiene una opinión al respecto. La encuestadora subraya que entre los "nostálgicos" el 53% de los entrevistados recuerda favorablemente la economía centralizada mientras el 43% lamenta la pérdida del primer plano en el mapa geopolítico internacional. No es, por tanto, casualidad que hoy, en Rusia, el debate en torno a este aniversario gire alrededor de una sola pregunta: ¿la Unión Soviética podía ser preservada?.

El ex presidente de la URSS, Mijail Gorbachov, está convencido que sí. "Combatí para salvarla hasta el final", dijo recientemente en una entrevista con la agencia Tass. "Reformar la Unión Soviética era posible y necesario", sostuvo. Según el padre de la "Perestroika" (Reconstrucción Económica), el fin llegó con el intento de golpe del 19 de agosto de 1991 -en manos de un grupo de funcionarios del gobierno y la KGB-, "una reacción de la burocracia".

De ahí en más fue solo una cuestión de tiempo. Quien aceleró el proceso fue Boris Yeltsin, presidente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFS), a quien Gorvachov definió como un "hambriento de poder".
El golpe de gracia llegó el 8 de diciembre con la firma del Tratado de Belavezha, en el que el líder del Soviet Supremo bielorruso, Stanislav Shushkevich, y los presidentes de Rusia y Ucrania, Yeltsin y Leonid Kravchuk respectivamente, declararon el "fin de la Unión Soviética como entidad jurídica y política".

El resto, como suele decirse, es historia: el 25 de diciembre de 1991, a las 18 (hora local), Gorbachov renunció y declaró abolida la oficina de la presidencia. Todos los poderes pasaron a Yeltsin como líder de Rusia, Estado "continuador" de la URSS.
A las 18.35, la bandera soviética que flameaba sobre el Kremlin fue arriada y sustituida por la tricolor. Finalmente, el 26 de diciembre, el Soviet Supremo reconoció formalmente la disolución de la Unión Soviética. El 1° de enero de 1992 el premier Igor Gaydar introdujo la liberalización de los precios, llevando de hecho la economía de mercado a los rusos. Fue el inicio de los "salvajes años noventa", una época de gran transformación -y caos- signada por las privatizaciones, el nacimiento de la clase oligarca, guerras entre bandas criminales y el colapso de la calidad de vida para la mayoría de los rusos.


El pasaje de una economía centralizada al modelo capitalista no fue indoloro.
Sin embargo, ahora que el recuerdo de los años difíciles y crepusculares del comunismo se ha desvanecido, el escritor Mijail Veller hizo un ejercicio de memoria en su programa "¿Es tal vez posible?" que se transmite por la radio Echo de Moscú. "Nadie -advirtió- quería conservar la Unión Soviética en 1991: los operarios y los campesinos querían ganar el mismo salario que sus colegas estadounidenses y alemanes; los directores de fábricas deseaban privatizar y tener una vida de bienestar. ¿Y qué deseaban los líderes del partido? En pocas palabras, apropiarse de lo máximo posible y transmitírselo a sus hijos...".
Ningún complot, solo el normal curso de la naturaleza humana.
Pero en la ideología neta y en el puño de hierro de Moscú aquella idea de una confederación de Estados, sobre todo ahora que la competencia se da entre bloques cada vez más grandes, vuelve a asomarse. "Una nueva URSS, de naturaleza voluntaria, sería posible", explicó Gorbachov. ¿Se trata de una idea absurda? Quien lo sabe. La Unión Económica Euroasiática promovida por Putin va en esa dirección. El modelo de la Unión Europa, hoy tan vapuleado, podría al fin de cuentas redescubrirse como "interesante" donde menos se lo espera.

Fuente ANSA

In midterm voting decisions, policies took a back seat to partisanship

Partisan loyalty and dislike of the opposing party and its candidates were major factors for voters’ choices in this month’s midterm elections, with far fewer citing policies as the main reason why they voted for Democratic or Republican candidates.

Although partisan motivations dominated across the board, the tone of these partisan motivations differed somewhat between Republican and Democratic voters, according to a Pew Research Center survey conducted Nov. 7-13.

Asked an open-ended question about why they voted as they did, 36% of those who voted for the Democratic candidate in their district cited opposition to President Donald Trump, the Republican Party or the GOP’s candidate as the main reason for their vote – about the same share (37%) as said they were motivated primarily by support for their own party or party’s candidate. (For more on reactions to the election and expectations for the new Congress, see “Public Expects Gridlock, Deeper Divisions With Changed Political Landscape.”)



In contrast, 47% of Republican voters mentioned support of the GOP, Trump or the Republican candidate in their district, while fewer (28%) mentioned opposition to the Democratic Party or Democratic candidates.

A substantial share of Democratic voters who cited opposition as a factor – about one-in-five Democratic voters (21%) – said their vote was mainly in opposition to Donald Trump. By comparison, only about one-in-ten Republican voters (9%) said their vote was mainly in support of the president.

Republican voters were more likely than Democrats to cite policies or national conditions as factors in their voting decisions (17% vs. 9%). While economic policies were mentioned by 10% of Republican voters, only 2% explicitly mentioned “the good economy” as the main reason they voted for a Republican candidate. Just 9% of Democratic voters cited policies as the main factor in their vote, with 5% mentioning health care.

About one-in-ten Democratic voters said the main reason for their vote was to “change America” (6%) or to increase “checks and balances” (4%) in government.

Trump se adueña del escenario



Donald Trump, antes de llegar a Buenos Aires  ya causó revuelo al cancelar su encuentro con Vladimir Putin



El presidente Donald Trump, que arriba hoy a Buenos Aires como uno de los grandes protagonistas de la cumbre del G20, donde enfrentará algunos temas cruciales como su guerra arancelaria con China, canceló la posibilidad de mantener una reunión bilateral con el ruso Vladimir Putin. Trump, poco antes de subir al Air Force One -el avión presidencial- para viajar a Buenos Aires, sorprendió al anunciar que no habría reunión con Putin.
"Basado en el hecho de que las naves y los marineros no han regresado a Ucrania desde Rusia, he decidido que sería mejor para todas las partes concernientes cancelar mi reunión previamente establecida en Argentina con el presidente Vladimir Putin", escribió en Twitter hoy el mandatario.

"Espero que tengamos una nueva cumbre significativa tan pronto como esta situación se resuelva", agregó.
Si Putin y Trump no se encuentran al margen del G20, el presidente ruso "tendrá un par de horas más para reuniones útiles", deslizó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, citado por agencias rusas de noticias.
Se trata de un cambio de última hora para el viaje del republicano, que participará finalmente de toda la cumbre, con el broche de oro con una reunión bilateral con el presidente chino Xi Jinping.

En los dos años que lleva Trump en la Casa Blanca, será el primer viaje a la región. Vale recordar que evitó ir a México, luego canceló su viaje a Perú en abril pasado y días atrás hizo lo mismo con su anunciado arribo a Colombia.
Este es un detalle de los temas que tratará Trump en su estadía en la capital argentina, la séptima visita de un mandatario estadounidense a ese país desde el viaje de Theodore Roosevelt en 1936: - Reunión con el presidente argentino Mauricio Macri, el anfitrión del G20, a primera hora del viernes 30, tras lo cual no habrá ni conferencia de prensa ni comunicado conjunto.
- Si bien el Kremlin había confirmado ayer que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y Trump se reunirían el 1 de diciembre, el neoyorquino barrió hoy con cualquier posibilidad.
- Se confirmó que Trump y el mandatario chino Xi Jinping cenarán juntos el sábado 1, con agenda abierta y en un lugar secreto. El neoyorquino dijo a su equipo que ve "buenas opciones" para llegar a un acuerdo y bajar el tono de la guerra comercial entre ambas potencias. Pero le exigirá a Pekín cumplir con "ciertas condiciones" para asegurar que el comercio bilateral sea "justo y recíproco".
- El jefe de la Casa Blanca medirá fuerzas además con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien pretende incluir en la agenda del G20 el calentamiento global, antes de la conferencia climática COP24 del 2 de diciembre en Polonia.
Trump, detractor del concepto de cambio climático, retiró a su país de los acuerdos ambientales de París en junio de 2017.

- Estados Unidos hará un movimiento comercial significativo en el marco de esta cumbre, al firmar el nuevo tratado comercial con México y Canadá, que reemplaza al NAFTA o TLCAN, rechazado por Trump luego de 24 años de vigencia.
- Trump descartó reunirse con el príncipe heredero al trono de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán. Sin embargo, hasta ahora evitó criticarlo, pese a los informes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que señala que el príncipe estuvo involucrado en el asesinato del columnista de The Washington Post, Jamal Khashoggi.
- La canciller alemana, Angela Merkel, quiere reunirse con el presidente estadounidense al margen de la Cumbre. Por ahora no hay respuestas desde los pasillos de la Casa Blanca.

Macron usó a Bolsonaro para volver a postergar la firma del acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur


El presidente francés rechazó el pedido de Macri de acelerar la firma. Dijo que Francia no lo firmará mientras Bolsonaro mantenga su promesa de retirar a Brasil del Acuerdo de Paris contra el cambio climático.

El presidente Macron volvió a poner obstáculos para la firma de un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, como lo hizo a principios de año cuando Macri lo visitó en Paris y la Casa Rosada difundía livianamente que esa visita iba a permitir sellar una negociación que lleva más de dos décadas.

Macri recibió esta mañana a Macron en la Casa Rosada y luego de un encuentro con sus gabinetes, ambos dieron una breve conferencia de prensa en el Salón Blanco. Al finalizar sus palabras introductoras el presidente le pidió a Macron que aproveche su estancia en Buenos Aires para darle un "empujón definitivo" a la firma del acuerdo entre ambos bloques.

Pero lejos de aceptar esa sugerencia, el presidente francés no sólo reiteró que siguen abiertas las diferencias en el terreno agrícola -sobre todo por la resistencia de los ganaderos franceses-, sino que además ahora sumó otra traba, casi de imposible resolución, al menos en el corto plazo.


Macron sostuvo que el anuncio del presidente electo Jair Bolsonaro de retirar a Brasil del Acuerdo de Paris contra el cambio climático, vuelve imposible a Francia firmar un acuerdo de libre comercio con el Mercosur. Lo hizo luego de una breve pulseada con Macri por ver quien cerraba las respuestas, que ganó.

Macron hizo una defensa del modelo global de libre mercado, en contraposición al proteccionismo de Trump, al mismo tiempo que se negó a acelerar la firma del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, por la presión de los ganaderos franceses que no quiere competir de igual a igual con la carne argentina.

"Tenemos que ver estas negociaciones de manera más amplia, en Brasil acaba de producirse un cambio político importante y el Mercosur debe analizar la naturaleza del impacto de este cambio", comenzó Macron, que antes de la reunión con Macri recorrió la Plaza de Mayo y entró a la Catedral especialmente, para ver los restos de San Martin, ya que como se encargo de recordar, él proviene de Boulogne Sur Mer: "Allá creíamos que San Martín era de Boulogne", bromeó.

Pero enseguida marcó con dureza la imposibilidad de firmar el acuerdo: "Yo dije que no estoy de acuerdo con que Francia firme acuerdos comerciales amplios con potencias que no respetan el pacto contra el cambio climático de Paris. Por una razón sencilla, yo le pido a mis trabajadores e industriales adaptarse a ese acuerdo y es difícil y requiere sacreficios y después vamos a firmar acuerdos con países que dicen "No, yo no lo voy a respetar", así no se puede avanzar", enfatizó de manera tajante y agregó "el tema central es el cambio del contexto geopolítico".

Como se sabe Bolsonaro es un admirador de Trump y como el presidente norteamericano, el ex capitán ya anunció que retirará a Brasil del Pacto de Paris, que fija una serie de exigencias a las industrias, la agricultura y el uso de energías -entre otras medidas-, para reducir las emisiones de carbono.








Macron libra con Trump un permanente duelo por el liderazgo ideológico de Occidente. El francés impulsa la continuidad del modelo de gobernanza basado en el multilateralismo y la apertura comercial. De hecho, su mirada se encendió cuando un periodista le preguntó su opinión sobre el "proteccionismo" de Trump. Quedo claro en su declaración que la octava economía del mundo esté ahora al mando de un admirador de Trump como es Bolsonaro, no es un tema menor para el francés.

Macron hizo una férrea defensa del agro francés y enfrió el entusiasmo de Macri

Por otro lado, también su respuesta dejó en evidencia la doble vara de las potencias europeas para abordar su prédica en favor del libre comercio, actitud que suele irritar a Trump. Es que mientras hacía una defensa retórica del libre mercado y el multilateralismo como un camino de prosperidad, Macron al mismo tiempo rechazaba firmar el acuerdo entre los dos bloques por la presión de los sectores ganaderos de su país, que en un mercado libre y sin subsidios no pueden competir contra la carne argentina.







Como sea, ante la contundencia con la que liquidó las esperanzas de una firma cercana del acuerdo con la Unión Europea, Macron ofreció a Macri una generalidad bienintencionada, aunque sin mayores precisiones: "También le dije al presidente Macri que sí deseábamos avanzar con Argentina, que sigue un rumbo muy claro en términos económicos, ambientales y sociales". Y le prometió que seguirá bregando para que Argentina sea aceptada en la OCDE: "Se lo merece", concluyó.

Guy Ryder:Los países del mundo con los costos laborales más elevados son los más competitivos y ricos del mundo


Guy Ryder, director mundial de la OIT:"El trabajo no es una commodity, somos seres humanos con derechos




Guy Ryder, director mundial de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Guy Ryder dirige a nivel mundial la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que el año que viene cumplirá 100 años. "Es un momento histórico porque la OIT es la organización más antigua del sistema multilateral", dice el ejecutivo, quien viajó a la Argentina para participar en una reunión sectorial en el marco del G-20 .

"El mundo del trabajo está cambiando, pero los principios y los objetivos de la OIT tienen permanencia, porque responden a lo que la gente quiere, que es trabajo decente y confianza en el futuro", plantea.

Ryder conoce bien a la Argentina. Viajó por primera vez 1985 y su última visita había sido el año pasado para la Conferencia mundial para la erradicación del trabajo infantil y trabajo forzoso. Sabe que éste es un momento complejo, pero que no es la primera crisis que atraviesa el país, y recomienda más diálogo entre los diversos sectores.

-¿Cuál es su percepción sobre la situación actual de la Argentina?

-El motivo de mi visita es la reunión internacional de G20, pero evidentemente el contexto nacional está muy presente. Estamos al tanto de las dificultades que encuentra la Argentina en este momento. He vivido varias veces momentos difíciles en este país. Me acuerdo de mis múltiples visitas, entre ellas la de 2001-2002. Creo que la Argentina puede mirar hacia el futuro con optimismo. Siempre he sido optimista en lo que se refiere a este país, porque tiene muchas ventajas, por sus recursos naturales, su gente, sus instituciones también. Me fío en que la salida adelante pasa por el diálogo. Una de las ventajas que tiene la Argentina es que hay espacios e instituciones de diálogo entre el Gobierno, sindicatos y el mundo patronal. He tenido la oportunidad de conversar con las tres partes estando aquí, y veo que a pesar de las dificultades, a pesar de la legítima defensa de los consumidores, hay vocación de diálogo y eso es importante. A pesar de esta coyuntura un poco compleja, yo creo que la Argentina va a salir adelante.

-¿Hay un nuevo rol para los sindicatos, teniendo en cuenta que el mundo del trabajo es tan complejo?

-Vivimos momentos de grandes mutaciones en el mundo del trabajo. Es precisamente por eso que, en la OIT, estamos enfocándonos en el futuro del trabajo. Yo no creo que cambie el rol de los sindicatos, que es defender los intereses de los trabajadores y promover el trabajo decente y de calidad. Lo que cambia es la forma de hacerlo. Los movimientos sindicales, como el resto de actores en el mundo del trabajo tienen que poder adaptar a sus prácticas sus estructuras para dar respuesta a nuevos desafíos en el mundo del trabajo. Pero yo diría también que los gobiernos tienen el mismo reto. Deben adaptar sus políticas para responder al impacto de las nuevas tecnologías.

-¿Van a crear o destruir empleos?

-Ya veremos. No soy partidario de la idea del fin del trabajo pero las nuevas tecnologías van a transformar la forma en que hacemos el trabajo. Quiere decir que tenemos que examinar con mucha lucidez las prácticas que tenemos para saber si van a servir en el futuro como han servido en el pasado.
-¿Qué perspectivas se analizaron en estas reuniones del G20?

-El futuro, la modernización y los cambios en el mundo del trabajo. Lo importante es la lógica de asumir los retos dando perspectivas positivas, sobre todo en los momentos de incertidumbre. No hay que ser defensivos frente a estas mutaciones tan importantes en el mundo del trabajo. Hay que asumir los retos del futuro.

-¿Hay demasiadas regulaciones?

-Es una particularidad del mundo del trabajo. Pero las reglas están por algo. Mire, si se deja todo al mercado, si quitamos las reglas, las instituciones, las prácticas, lo que queda es un mercado que trata al trabajo como un commodity. El trabajo no es un commodity, somos seres humanos con derechos, ideas y ambiciones.

-¿Puede ser que haya que empezar de nuevo? Ni los empleadores ni muchos jóvenes quieren ya la relación de dependencia.

- Uno de los grandes retos es la tendencia a la diversificación de formas de empleo. Hay mucho empleo que describimos como non standard, pensando que lo contrario es el contrato de trabajo a tiempo indefinido. Tenemos que generar nuevas reglas e instituciones que aseguren que las nuevas formas de trabajo sean de calidad, decente. Hay que mirar las nuevas formas de trabajo y las oportunidades que generan, pero también estar conscientes de los peligros que pueden traer.

-Dicen desde el gobierno que los costos laborales en la Argentina son muy altos.

-Los países del mundo con los costos laborales más elevados son los más competitivos y ricos del mundo, como Suecia por ejemplo. También Alemania, Suiza. Lo importante es hacer lo necesario para que los impuestos sean bien invertidos.

-En la Argentina, siguiendo las recomendaciones de la OIT, se toma al trabajador como la parte más débil dentro de las relaciones del trabajo.

-Hay una asimetría evidente en la relación del trabajo, nadie pone en duda esta realidad. La cuestión es el marco legislativo que existe en nuestros estados miembros para reglamentar los procesos de relaciones profesionales, la negociación en momentos de conflicto. La OIT establece las normas internacionales de trabajo que protege los derechos de los trabajadores y define los límites y la naturaleza de estas relaciones. La Argentina ha ratificado los convenios. Yo sé por mis contactos con mis amigos argentinos durante muchas décadas la importancia que tiene este cuadro normativo en la Argentina. Este es un país en el que el valor del trabajo está reconocido, es parte de su cultura. Me parece algo muy positivo e importante.

-Las empresas, sobre todo pymes, tienen muchos juicios laborales, y se resisten a tomar gente.

-Es importante que existan reglas y procesos rápidos y accesibles. La justicia del trabajo tiene que funcionar. No hay que entrar en procesos que duren muchos años y que no den resultados. Es importante no establecer normas diferentes para grandes y pequeñas empresas sino hacer lo necesario para que los procesos administrativos funcionen de manera accesible, transparente y rápida.

-¿Cuál conclusión sobre el encuentro?

-Es muy importante y positivo que la presidencia argentina del G-20 ha decidido poner al futuro del trabajo en el centro de sus debates. Hoy los consensos internacionales son cada vez más difíciles y unos de los méritos de esta presidencia del G-20 fue lograr consensos en cuestiones importantes.


La inflación casi duplica la suba salarial:Los precios aumentaron 40,5 por ciento contra el 23,7 de los sueldos

El índice de salarios del Indec volvió a marcar una fuerte distancia entre la velocidad de los aumentos de precios y la recomposición de los ingresos. Los más afectados son los trabajadores no registrados.


La pérdida de poder adquisitivo se combina con una destrucción neta de puestos de trabajo.

Los salarios registraron en septiembre una mejora del 23,7 por ciento durante los últimos doce meses. Los datos oficiales evidencian la profunda caída en la capacidad de compra de los trabajadores. Durante el mismo período la inflación escaló un 40,5 por ciento, al ritmo de la corrida cambiaria y los aumentos de tarifas. La pérdida de poder adquisitivo agudiza la recesión inducida por el ajuste fiscal y monetario acordado con el FMI.

Las cifras publicadas hoy por el Indec muestran que los salarios del sector privado aumentaron en septiembre 25,3 por ciento frente al mismo período del año pasado mientras que los ingresos de los empleados públicos computaron un alza interanual del 23,0 por ciento. De acuerdo al organismo estadístico, los sueldos de los trabajadores no registrados, el sector más vulnerable, anotaron un incremento del 20,6 por ciento. La pérdida de poder adquisitivo se traduce en una contracción del consumo privado que es el principal componente del PIB.

En septiembre el Indec midió una suba general de precios de 6,5 por ciento. Aunque la cifra estuvo por debajo de distintas estimaciones privadas, el número igualó la mayor marca de inflación oficial difundida durante la gestión de Cambiemos, en abril de 2016, que a su vez fue la más alta desde abril de 2002, en plena salida del régimen de convertibilidad.

Con esa marca los precios acumularon una suba del 32,4 por ciento en nueve meses mientras que el Indice de Salarios registró una mejora de apenas 18,6 por ciento en ese período. Los 13,7 puntos porcentuales de diferencia exponen el escaso alcance del bono por 5000 pesos para los trabajadores del sector privado impulsado por el gobierno. Para los trabajadores del sector privado los aumentos salariales entre enero y septiembre fueron del 20,5 por ciento, los estatales computaron una variación de 19,1 por ciento y los ingresos de los no registrados subieron 13,5 por ciento.

La inédita caída en el poder de compra de los asalariados es acompañada por un sostenido proceso de destrucción de puestos de trabajo en las actividades de mayor remuneración, como la industria. La Secretaría de Trabajo reconoció que ya se destruyeron 107.300 empleos manufactureros desde que asumió Macri. La cifra representa el 8,5 por ciento de la dotación de trabajadores fabriles que existía a fines de 2015. En los primeros nueve meses de 2018 se perdieron 42.200 posiciones fabriles.

La pérdida en el poder adquisitivo no solo afecta las condiciones de vida de los trabajadores sino que impacta directamente sobre las empresas industriales cuya producción depende del consumo interno. El escenario no es novedoso, las actividades industriales registraron caídas en 33 de los 34 meses de la gestión de Cambiemos cubiertos por las estadísticas oficiales. Así la cantidad de trabajadores en la industria es la más baja en nueve años.

La UIA propone 30 medidas para aliviar la crisis de las pymes industriales

El informe técnico será evaluado por la Junta Directiva y luego llegará a manos del Gobierno


Acevedo presidirá la Junta Directiva de esta tarde en la UIA



La conducción de la Unión Industrial Argentina ( UIA) preparó un documento con, al menos, treinta medidas para que las fábricas pymes puedan enfrentar la crisis por la que atraviesan, que ya generó achiques e incluso cierre de plantas. El paper será presentado esta tarde en la reunión mensual de Junta Directiva y buscará ser avalado por los representantes de todo el país, y se convertirá en una suerte de plan sectorial para la coyuntura y el mediano plazo.

"Son medidas que hemos estado hablando durante todo el año sobre las pymes, para la coyuntura o para poder empezar a pensar un poquito más adelante", confirmó a BAE Negocios uno de los máximos líderes de la principal central fabril del país.

Según pudo saber este diario, los departamentos técnicos de la UIA realizaron aportes para la conformación de una mirada industrial sobre los problemas económicos del país. Dentro de la propuesta, que aún no está definida si será presentado primero a los funcionarios del Gobierno nacional o difundido a la prensa, abarcará "todos los aspectos con impacto en las pymes: financiamiento, cuestiones impositivas, costo energético, temas de comercio interior y exterior".

Las fuentes consultadas confiaron que la presentación será en la mesa federal de la UIA que se reúne en Junta Directiva. Si existe aval, la planificación verá la luz de manera casi inmediata. Aunque dejaron el margen abierto para reformular o incluir nuevos datos surgidos de la mesa grande industrial.

Se trata de alrededor de treinta medidas que abordarán todos los ejes que impactan a las pymes, como temas financieros, tributarios, energéticos, de comercio interior y exterior. "Es una mirada general de todos los aspectos, algunas normativas y otras impositivas; algunas con costo fiscal y otras sin", afirmó una fuente calificada dentro de la entidad más representativa de la industria nacional.

El trabajo, sin embargo, no será sorpresa para el Gobierno ya que buscará "ordenar todo el trabajo del año para sacar una propuesta unificada". Y esas miradas fueron parte del intercambio que la gestión de Miguel Acevedo tuvo con distintas áreas de la gestión Cambiemos. Entre los puntos a destacar estará el rechazo a la aplicación de retenciones a las exportaciones de productos industriales y la eliminación de los reintegros. También la eliminación progresiva del decreto 814 que beneficia al empleo en las economías regionales.

Hace una semana atrás, este diario reveló la inquietud de varios empresarios por tener el diseño de un plan para contener la fuga de puestos de trabajo ante la crisis recesiva que afecta a las fábricas. "En principio, necesitamos superar la coyuntura y evitar que haya más achique de fábricas", confesó un ejecutivo industrial.

La cúpula de la UIA mantiene abierto el diálogo con el Gobierno, pero en las últimas semanas se comenzaron a evidenciar de manera pública las diferencias a través de fuertes declaraciones periodísticas que resonaban en el seno interno con bastante tiempo de anticipación.

#Marcapolíticas, #twitter y #votojoven


Rubén Weinsteiner



Twitter permite ante todo desintermediar con los medios que median en los humores sociales. Trump le respondió a Merryl Streep vía Twitter para no ser narrado por los medios que según él, desencadenaron contra el presidente electo una cacería de brujas.



No alcanza con comunicar una acción en Twitter. Así como definimos como un proceso de dos tiempos a la gestión con el actuar y el comunicar, la comunicación de la acción en Twitter también es un proceso de dos tiempos.

Debemos comunicar la acción para que el mundo Twitter se nutra de la noticia y construir sentido sobre la marca política del emisor/ejecutor. La mejor acción de gobierno con un funcionario ejecutor que posea una mala imagen, perderá mucho en términos de percepción y valoración. Una acción mediocre ejecutada por un funcionario con buena imagen se resignifica positivamente.

Existe una fuerte interrelación y retroalimentación, entre narrar una acción y la imagen del funcionario responsable.



Twitter es inmediato, genera reacciones y percepciones para bien o para mal en tiempo real



Los atributos marcarios del funcionario, se proyectan a la narrativa de la acción y ésta a la marca política. La palanca de transmisión en Twitter, es la construcción en dos fases y en tiempo real de narrativa y marca.

Si un político en gestión tiene imagen de corrupto, sus acciones de gobierno estarán ponderadas por esa imagen. Si un funcionario tiene imagen de tipo dinámico y proactivo, su gestión se apoyará en términos de imagen en el atributo del dinamismo y la proacción. Si el funcionario es percibido como “de respuesta rápida” no resultará complejo construir una imagen de gestión de “respuesta rápida” a la realidad, aunque la gestión no sea tan eficaz.



No hay realidades, hay percepciones que se pueden generar y sostener, la percepción de la gente siempre es real, aunque haya diferencias objetivas y duras entre realidad real y realidad comunicada, porque la comunicación construye la realidad al mismo tiempo que la difunde.



En Twitter lo importante es la calidad de los seguidores. Si tus seguidores son influencers, periodistas, políticos, tweetstars con muchos seguidores o mucha influencia, tu mensaje no sólo que logrará popularidad, sino que logrará influencia.



En Twitter popularidad no es lo mismo que influencia. Si bien es importante ser popular en Twitter y tener visibilidad para lograr influencia, se puede ser muy popular y tener cero influencia.
Es importante preguntarnos, para fijar nuestro objetivo de construcción de marca política en Twitter si: ¿queremos ser populares o queremos influenciar?




Influencia en Twitter


a) ¿Que es influencia y que hace de alguien una persona influyente?
b) ¿Quién es influyente y porqué?
c) ¿Cómo puedo reconocer la influencia o la capacidad de influenciar?
d) ¿Cómo puedo medir el efecto de la influencia en los segmentos- objetivo?


Influencia es la capacidad de producir percepciones y cambios en las personas, ya sea en su forma de percibir, pensar, significar o la de generar que las personas lleven a cabo una acción específica.


¿Cómo se construye la influencia en Twitter?:


1) Alcance, potencia de emisión, hasta donde y a quienes llegamos
a) Popularidad, visibilidad
b) Proximidad conceptual y empatía
c) Seguidores, militantes, votantes


2) Relevancia
a) Autoridad
b) Confianza
c) Afinidad


3) Resonancia, Ruido
a) Frecuencia
b) Período
c) Amplitud


Estos tres componentes construyen la influencia que deberá estar direccionada en la acción desplegada hacia microsegmentos específicos.





Plan Operativo de Influencia en Twitter (POIT):





1) Definir los objetivos ( lo que queremos que nuestra influencia produzca)

2) Segmentos a abordar

3) Diseñar un mapa de influencias de seguidores sobre los que vamos a operar (Quienes, como, cuanto y a quienes influencian los otros jugadores)

4) Diferenciación de los otros jugadores

5) Construcción de valor para influenciar a influenciadores y a sus influenciados

6) Auditar y medir impacto



Twitter debe ser funcional a la #marcapolítica para construir:



a) liderazgo

b) despliegue territorial

c) agenda



Twitter hoy, atraviesa transversalmente estas tres dimensiones constructivas de la marca política.

El liderazgo expresado a partir de una marca política, y abordado desde las variables constitutivas de la misma; la personalidad, la identidad, el discurso, el posicionamiento, la simbología y ritualidad y el naming, tiene en Twitter una herramienta poderosa y eficiente.


El poder político se acumula en el mercado de las emociones, más que en el mercado de las razones. A nadie lo votan por sus condiciones sino por como impactan estas y se traducen en emociones en la cabeza de la gente. No vendemos ideas, vendemos sensaciones.


La imagen positiva y la intención de voto no se retienen por las cualidades intrínsecas de un candidato o por las medidas de un gobierno, sino por la imagen que estas cualidades y medidas devuelven a la gente. La conceptualización de las percepciones es un proceso comunicacional complejo, por eso aparecen los ruidos, que provocan que la imagen que queremos emitir, difiera de la que recibe el receptor.

Twitter es ante todo conversación, diálogos ante audiencias de audiencias, inmediatez, horizontalidad y mucha emocionalidad. En Twitter, podemos escuchar, comunicar, instalar nuestro relato y que este sea viralizado, pero fundamentalmente Twitter es construcción permanente y paralela, a la dinámica de la realidad.



En Twitter construimos nuestra narrativa histórica, los atributos que conforman nuestra personalidad, reforzamos nuestro posicionamiento, y emitimos nuestro discurso en el día a día y en tiempo real, desintermediando con los medios que median en los humores sociales.



En cuanto al despliegue territorial Twitter permite ser horizontal y profundo a muy bajo costo. Si se establecen dimensiones de compromiso eficaces, se puede construir una militancia 3.0 activa y sólida en una gran cantidad de especificidades territoriales en un período corto de tiempo. Twitter además permite nutrir, potenciar y gestionar las estructuras ya construidas.

Twitter llega a emisores ponderados, periodistas, formadores de opinión, empresarios, dirigentes, segmentos específicos a los que nos interesa llegar en forma quirúrgica.



En cuanto a la agenda, Twitter, si no se lo usa como micrófono, es decir solo para que nuestro mensaje emerja más fuerte y que lo escuchen más personas, sino para aprovechar su condición simétrica 3.0, podemos escuchar, podemos canalizar ideas, proyectos, necesidades e inquietudes y establecer diferenciales vigorosos con respecto al resto de la oferta política.


Twitter es tan eficaz como peligroso, twittear en estado de emoción puede hacernos decir cosas que compliquen nuestra marca política. Twitter es como Google, todo queda. Antes lo que declarabas en un diario, con esa hoja envolvían huevos, hoy queda para siempre en Google, o en Twitter, y aunque borrés los twitts, como hizo Margarita Stolbizer con los Twitts que twitteó sobre Sergio Massa, siempre hay twitteros como #twittsborrados que guardan capturas de pantalla y los visibilizan tantas veces como tengan ganas.



Lo novedoso es que lo que declarás en los medios o en los diarios puede ser invisibilizado por los medios, que corporizan estratgias de negocios, pero Twitter es ingobernable, aún con miles de trolls, no se pueden acallar voces.



Muchos gobiernos y organizaciones, con caja, despliegan ejércitos de Trolls para instalar hashtags, o para ensuciar hashtags. Lo mejor es no responder, no darles entidad.

Por lo general los Trolls copian y pegan, y no tienen influencia, más que la de crear Trending topics temporales.

Con los trolls no se habla, porque no existen, son personas que manejan identidades falsas desde programas como tweet deck.

No acumulan a menos que se les de entidad.





En los microsegmentos jóvenes, lo unplugged es esencial. Los tweets se mandan sin pulirlos, los sms se escriben acortando palabras, con errores de tipeo, sin revisarse ni refinamiento literario, los videos mas virales de You tube no llevan mucha edición.

Para los jóvenes un tweet coloquial o un video hecho con el celular “así, nomás” es muchísimo más “real” y legítimo que un tweet formal como los de Macri del tipo “muy feliz de inaugurar la muestra bienal del cine búlgaro”. O un video lleno de nerds, que repiten prolijamente un libreto. Se comunica desde el celular, mientras se hacen otras cosas, en camino a otros lugares, mientras se habla, se proyecta y se vive. Los jóvenes no paran para comunicar, comunican y hacen otras cosas a la vez. Un tweet desprolijo, un video en crudo, un discurso “improvisado, comunican autenticidad, sencillez, audacia, y un liderazgo activo, en territorio que no tiene tiempo para “marketing” sino para “hacer” y resolver problemas importantes.

Los esfuerzos por perfeccionar la comunicación política volviéndola impostada, artificial y alejada de un liderazgo con las botas embarradas, producen ruidos en el realismo político del voto joven, ya que en los públicos jóvenes, producir un contenido es solo el arranque. El despliegue del mensaje en el spin mediático-social de los microsegmentos jóvenes, cobra vida y construye sentido con la contestación social, la ponderación socialmente mediada y co-creada, la viralización, la legitimidad tribal, y las conversaciones 3.0 entre audiencias de audiencias. En este proceso, el grado de compromiso que el mensaje pueda generar y que los receptores puedan asumir, determinara el salto cualitativo del mensaje de “ruido” a “valor”, esencial para toda construcción discursiva política significativa.

Un contenido fascinante en el discurso político, sigue siendo el rey, pero el contexto es el reino, y no hay rey sin reino. No importa lo bueno que esté el discurso, los datos, lo emocional, la riqueza del lenguaje, la gestualidad o la estrategia y la táctica implementada.

La potencia y eficacia del discurso político, esta dado por el proceso activo de contextualización del mismo, donde la comunicación con los públicos jóvenes es una calle no de una mano, no de dos, sino donde los autos pueden ir y venir en todas las direcciones, es una calle de múltiples manos, donde la búsqueda de la perfección, convertida en impostación, no solo deslegitima y degrada, sino que vuelve el mensaje operativamente disfuncional.

El desafío central consiste en tener presente y en claro la diferencia entre Influencia y popularidad en Twitter, saber que la capacidad de influenciar sufre desgaste, entropía, y hace falta recargar esa máquina de influenciar, con significados nuevos para ser disparados y formas nuevas para sorprender y sostener el poder de impacto.

Las demandas de los segmentos jóvenes a la hora de estructurar su sistema de preferencias, tienen que ver con los funcional y se constituyen a partir de el deseo, alguien popular puede ser interpelado acerca de los problemas que hay que resolver, por su posición visible. Las demandas de la emoción se ordenan desde el deseo, y es allí en el territorio del deseo donde se construye la influencia, porque el #votojoven se resuelve por emoción y deseo, mas que por utilidad y necesidad.


Rubén Weinsteiner

Support for Marijuana Legalization Grows With 60 Percent of Americans Now in Favor

New poll shows majority of respondents up to age 64 support legalization

by
Julia Conley




This week, Vermont became the ninth state to legalize recreational marijuana use. Dispensaries have opened in recent years in California, Colorado, and other states amid a growing movement to decriminalize the substance. (Photo: Beverly Yuen Thompson/Flickr/cc)


A growing majority of Americans support the legalization of marijuana for personal use, according to a new poll by NBC News/Wall Street Journal.

Sixty percent of those surveyed said adults should have the right to buy marijuana, with even higher levels of support among Democrats and respondents under the age of 35.

The survey results were consistent with another recent poll taken by Pew Research Center earlier this month, which found that 61 percent of Americans back legalization.

Nearly three-quarters of people ages 18 to 34 supported legalization according to the new poll. While support was lower among those ages 35 to 49 and 50 to 64, majorities in both age groups said the substance should be legalized.

The poll showed an increase in support since 2014, when only 55 percent of Americans supported legalization.

The survey results came out days after Vermont became the ninth state to legalize recreational marijuana use for adults ages 21 and older, with a law that will go into effect in July. The state is the first to pass legalization through its legislature rather than a ballot initiative. Maine, Massachusetts, California, Oregon, Washington, Colorado, and Alaska have all decriminalized the substance in recent years.

New Jersey and Michigan are expected to vote on legalization this year, while groups in red states including Oklahoma and Utah are mounting efforts to include medical marijuana use on this year's election ballots.

Trump sube la apuesta y dice que ve muy improbable un acuerdo con China


Afirmó estar listo para aplicar nuevos aranceles a importaciones del país asiático


El portavoz de la cancillería, Geng Shuang, hizo los planteos en voz alta



El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que ve "altamente improbable" avanzar en un acuerdo para evitar una suba de aranceles al 25% y agregó que podría aplicar un impuesto del 10% a los productos de Apple procedentes del gigante asiático, subiendo la apuesta días antes de una esperada cumbre con su par chino, Xi Jinping, en el marco de la reunión del G20 en Buenos Aires.

Al respecto, el portavoz de la cancillería china, Geng Shuang, aseguró que Beijing "está preparada para solucionar las divergencias comerciales con EE.UU. mediante un diálogo honesto y equitativo, pero seguirá defendiendo decididamente sus derechos e intereses".

"Hemos subrayado en muchas ocasiones que la cooperación económica y comercial entre China y EE.UU. es provechosa por su naturaleza misma, estamos preparados para buscar la eliminación de las discordias al sostener negociaciones en pie de igualdad, franqueza y honestidad", dijo el diplomático y subrayó que " China defenderá con firmeza sus derechos e interese legítimos".

También recordó que los presidentes de China y EE.UU., llegaron a un acuerdo de que las partes deben elaborar una solución aceptable para ambos. "Los líderes se reunirán próximamente, esperamos que EE.UU. junto con la parte china desarrolle esfuerzos para que la reunión dé resultados positivos", subrayó Geng Shuang.

En tanto, el viceprimer ministro chino, Liu He, recalcó por su parte que "el proteccionismo y los enfoques unilaterales sobre el comercio sólo profundizarán la incertidumbre económica y ningún país puede resultar ganador en una guerra comercial".

Durante una conferencia económica en Hamburgo, Liu manifestó que "el proteccionismo y los enfoques unilaterales no brindan soluciones a los problemas comerciales y sólo traerán más incertidumbre económica al mundo".

"La historia del desarrollo económico ha demostrado una y otra vez que los aumentos de aranceles sólo conducirán a una recesión económica y que nadie nunca resultó ganador en una guerra comercial. Nuestro enfoque, por lo tanto, es buscar una solución negociada ", agregó el dirigente.

El Kremlin confirma cumbre Trump-Putin durante el G-20

El encuentro entre los mandatarios de EEUU y Rusia aún está "en preparación", dijeron fuentes oficiales. La reunión será en Buenos Aires pese a la amenaza del mandatario estadounidense de anularlo por las tensiones en Ucrania.


Donald Trump y Vladimir Putin

El encuentro previsto entre Vladimir Putin y Donald Trump en el G20 aún está "en preparación" pese a la amenaza del presidente estadounidense de anularlo por las tensiones en Ucrania, afirmó este miércoles el Kremlin.

El martes, Trump amenazó con anular el encuentro bilateral previsto a finales de esta semana con su homólogo ruso por la captura el domingo por la guardia costera rusa de tres barcos militares ucranianos en la costa de Crimea.

"La preparación [del encuentro] sigue, el encuentro está previsto. No tenemos ninguna información de nuestros colegas estadounidenses", declaró este miércoles el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov a los periodistas.

En una entrevista con el 'Washington Post', Trump afirmó que "no le gustaba esa agresión", en referencia al incidente entre los navíos rusos y ucranianos. "Depende de lo que [Trump] considere una agresión. Si define como agresión la acción de los navíos de guerra ucranianos, es una cosa. Podemos debatir", reaccionó Dmitri Peskov. "Si define como agresión la acción de los guardias costeros rusos contra el intento de violar la frontera rusa, es otra cosa. No estamos de acuerdo", agregó.

Desde la anexión de la península ucraniana de Crimea en 2014, la relación de ambos países está en su peor momento. Acusados de haber pasado la frontera rusa de manera ilegal, quince marineros ucranianos, de los 24 encarcelados, están en detención preventiva hasta el 25 de enero. Los otros comparecen el miércoles.

El presidente ucraniano Petro Porochenko evocó martes en la noche la "amenaza de una guerra total" con Rusia. El lunes, el parlamento ucraniano votó la introducción de la ley marcial en diez regiones fronterizas. La ley fue promulgada este miércoles por el presidente.

Rusia denuncia una "provocación" y una violación del derecho internacional. Por su parte Ucrania denuncia un "acto de agresión" de Moscú y pide la liberación de los marinos y el regreso de los navíos.

El 2018 ya acumula una pérdida de 200.000 puestos de trabajo registrados

Los asalariados privados fueron los más perjudicados y se ubican en niveles inferiores a los de 2015 y 2017.


Tal como se reflejó en la caída del PBI, la devaluación de septiembre también pegó muy fuerte en el empleo registrado. La pérdida de puestos laborales alcanzó las 28.900 vacantes en relación a agosto y en los primeros nueve meses del año ya acumula una destrucción de 202.700 trabajos.

"Fue un mes de reducción importante, pero considerando el nivel de caída de la actividad económica podemos decir que el empleo viene resistiendo y se muestra bastante inelástico a la baja", aseguró el Director Nacional de Estadísticas y Estudios José Anchorena.

Según los especialistas, por cada puesto de trabajo registrado que se destruye, el empleo formal pierde un promedio de dos vacantes. Por lo tanto, se podría estimar que la crisis ya se llevó más de 600.000 vacantes en lo que va del año, sin contar el impacto en los miles de jóvenes que se incorporaron al mercado laboral este año sin poder encontrar un trabajo.

De acuerdo a los datos del Ministerio de Producción y Trabajo, los únicos sectores que tuvieron una dinámica positiva fueron los monotributistas (4.900) y los trabajadores de casas particulares (1.700), rubro por el cual las autoridades de la secretaría argumentan que está reflejando "las activas políticas públicas en pos de formalizar la actividad".

Por el contrario, se evidenciaron retrocesos en autónomos (-1.200), asalariados del sector público (-4.600) y especialmente asalariados del sector privado que tuvieron un retroceso mensual de 29.000 trabajadores, que coloca a septiembre por debajo de los índices de 2015 y 2017.

El desempleo subió al 9,6% y se prevé que alcance los dos dígitos para el tercer trimestre

Como agravante, las ramas más perjudicadas fueron justamente las cinco con mayor participación en el empleo total. Nuevamente, la industria manufacturera lideró ese ranking con una baja de 9.300 vacantes mensuales, seguida por el comercio (7.900) y la construcción (4.900), sector que poco a poco refleja el parate de la obra pública mostrando por primera vez una caída interanual de 4.100 empleos.

A nivel geográfico, las provincias más beneficiadas en términos interanuales fueron Neuquén (5,4%), Tucumán (3,6%) y Jujuy (2,6%), mientras que los peores resultados se observaron en Catamarca (-6,8%), Formosa (-5,5%) y Chaco (-4,6%).

Ya en materia salarial, siempre dentro de los asalariados privados formales, la remuneración media creció un 27% alcanzando los $31.898. Esto representa una caída en términos reales del 9,6% que avanza al 12% en los salarios medianos. En este sentido, Anchorena se mostró confiado en que la reapertura de paritarias comience a revertir este fenómeno y logre traccionar el consumo en los próximos meses.


Finalmente, la encuesta de indicadores laborales, donde se releva mensualmente a más de 3.000 empresas privadas formales en doce centros urbanos, mostró en octubre una leve mejora respecto a los resultados históricamente negativos que se vieron en el mes anterior.

Si bien se mantienen en niveles muy bajos, las expectativas netas de aumento de dotación de personal arrojaron un valor positivo del 0,9%, producto de la diferencia entra la proporción de empresas que esperan aumentar su planta y aquellas que esperan disminuirla.

"A medida que nos alejamos del shock cambiario, las expectativas empiezan a mejorar, cosa que se incrementará si continua la estabilidad cambiaria tal como prevemos", agregó Anchorena.

"Polarización anticipada", balotaje

Un amplio sondeo Gustavo Córdoba y Asociados muestra que a menos de un año de las elecciones se consolida un escenarios con 2 protagonistas excluyentes. Panorama difícil para el peronismo "alternativo".
"La paridad de preferencias por espacios políticos se mantiene desde hace varias mediciones y refuerza la idea de una creciente polarización electoral", dice el informe.


A poco menos de un año de las elecciones presidenciales, se consolida un escenario de "polarización anticipada" que tiene al presidente Mauricio Macri y a su antecesora y senadora Cristina Fernández como protagonistas excluyentes. Esa es la conclusión a la que llegó la consultora Gustavo Córdoba y Asociados a través de su última encuesta, a la que tuvo acceso Urgente24.

La firma también concluye que dicho escenario beneficia a ambos contrincantes en materia de imagen. Así, tanto Macri como Cristina aumentan en su valoración positiva, de acuerdo a la medición de este mes.

 

En lo que hace al desempeño electoral, si los comicios fueran hoy, la exPresidente se impondría sobre el actual jefe de Estado tanto en una 1ra vuelta como en un balotaje. Mientras que Macri lograría la reelección si los contrincantes fueran Sergio Massa o el salteño Juan Manuel Urtubey, hoy nucleados en el nuevo espacio peronista Alternativa Federal.



"La imagen de Mauricio Macri ha mejorado respecto de meses anteriores, obteniendo porcentajes similares a junio de este año. Ha mejorado su positiva y reducido su negativa", sostiene el informe.

De acuerdo a esa medición, Macri recupera 8,6 puntos porcentuales de imagen positiva en relación a octubre, que se ubica en 42,3%. En cuanto a la negativa, la recuperación es menor: retrocede 4 puntos, hasta el 54,6%.

En cuanto a Cristina Fernández, el sondeo muestra que la exPresidente "mantiene su imagen negativa del mes de octubre pero recupera levemente imagen positiva".

Así, la líder del kirchnerismo recupera 5,3 puntos de imagen positiva, que este mes se ubicó en el 46,9%. La negativa, en tanto, retrocede 1,1 puntos y desciende hasta el 52,5%.

Potencial electoral

Uno de los puntos que queda claro del estudio de Gustavo Córdoba es que la elección se define entre Mauricio Macri y Cristina Fernández, ya que concentran la mayor parte de la torta de votos.

"La idea es que se produciendo una suerte de polarización electoral anticipada, beneficiándose tanto Mauricio Macri como Cristina Fernández", sostiene el documento.

La medición muestra que Cambiemos y Unidad Ciudadana se llevan el 73,2% (35,7% y 37,5%, respectivamente) relegando al peronismo federal a un magro 6,2%.

"La paridad de preferencias por espacios políticos se mantiene desde hace varias mediciones y refuerza la idea de una creciente polarización electoral", agrega el informe.

Por otro lado, el oficialismo mantendría un piso de votos del 32,4%, ya que ese porcentaje de los encuestados respondió que votará a Cambiemos "pase lo que pase".

En este escenario polarizado, las posibilidades electorales de Cristina Fernández podrían aumentar. Un 46% de los consultados afirma que votaría a la exPresidente si "ella se modera y tiene posiciones menos confrontativas".

Esa condición aumentaría el volumen de votos de la líder de Unidad Ciudadana, que en una 1ra vuelta obtendría entre un 38 y 39% de los votos, superando a un Mauricio Macri que oscilaría entre en un 32 y 34%.

Un dato curioso de la encuesta es que tanto Macri como Cristina son resistidos de la misma manera, y en proporciones mayores a los votos que obtendrían en una virtual primera vuelta: alrededor de un 45% de cada lado de la "grieta" afirma que nunca votaría a ninguno de esos candidatos en 1ra vuelta.

Balotaje

La encuesta propone 3 escenarios posibles de 2da vuelta. Mauricio Macri perdería con CFK, por un marge superior a los 7 puntos. Mientras que se impondría sobre Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey, por diferencias mayores.

EE.UU. Elecciones 1980


Why We Shouldn’t Let the #MeToo Movement Change History





 

Some argue Bill Clinton should have resigned over the Lewinsky scandal. They’re getting it all wrong.


By DAVID GREENBERG


As if by unspoken assent, we’ve adopted a name for our overdue reckoning with sexual harassment and assault: It’s the “Me Too Moment.” “Me too,” everyone knows, comes from the Twitter hashtag by which women are sharing their experiences with sexual predators of various sorts after the New York Times’s exposé of Harvey Weinstein. But the word “moment” is significant as well. It reminds us that there’s a time factor at work, a historical element. Starting now, it promises, we’re taking a harder line against these offenses than we did in the past.

Most of us take some satisfaction in seeing women emboldened to speak out where they had once been intimidated and seeing justice finally delivered to rank offenders. But for those concerned about history, there’s also a danger in some of the arguments being tossed about. If we’re not attentive to the history implicit in the “Me Too Moment” phrase—the reality that people and the press viewed aberrant sexual behavior differently in other eras—we risk misinterpreting the past. If we expect historical actors to have abided by codes of behavior we set out in 2017, we betray the historical project of understanding why people acted as they did. This concern comes to mind with the deeply confused suggestion, now touted as a form of virtue-signaling, that Bill Clinton should have been removed from office during independent counsel Ken Starr’s jihad-like investigation of his sexual behavior in 1998.



There are lots of reasons why feminists and other liberals were in fact correct to defend Clinton during the impeachment saga. One is that the charges against him—lying about a consensual if still wildly inappropriate affair—just didn’t rise to the level of impeachment, the way Nixon’s constitutional crimes in Watergate had. To have countenanced Clinton’s impeachment or resignation would have dramatically lowered the bar for cashiering a president and legitimated the already rampant process of using scandal-mongering as a proxy for electoral politics. A second reason, newly hard to recall in this feverish moment, is that the claims of assault that a few people now regret downplaying were never established as true, and not even Starr saw fit to include them in his referral to Congress.

But perhaps the most profound if subtle reason for rejecting the retrospective support for impeachment or resignation is that it substitutes the norms of 2017 for those of another time. It’s one thing to wish that society had overall taken sexual harassment more seriously in the past (though it was hardly ignored in the 1990s, as some seem to think)—an innocuous though historically meaningless assertion. But it’s another to selectively readjudicate one specific political crisis by the standards of a different historical era—an act that risks distorting our understanding of how and why people acted as they did.

History requires reconstructing the thought processes of historical actors, which are invariably different from our own. The way people acted in the past was shaped by assumptions, conditions and norms, some of them deeply embedded in their culture. Those norms shift over time, and it can be surprising to see how differently people in other ages thought about any number of problems, including the intersection of sex and politics. The Gilded Age, for example, boasted a rowdy political culture in which the yellow press splashed tales of politicians’ philandering on its front pages, with respectable papers like the New York Times often hard on its heels. Today we remember little more from that era than the taunt that greeted presidential candidate Grover Cleveland in 1884—“Ma, Ma, Where’s my Pa?”—when he copped to fathering a child with an unwed woman. (He weathered the story, prompting the riposte from his supporters, “Gone to the White House, ha, ha, ha.” Two years later, at age 49, he married a 21-year-old, Frances Folsom, in the White House.) Yet debate swirled over how much politicians’ sexual transgressions should be publicly aired and censured. In a famous 1890 law article, Louis Brandeis and his law partner, Samuel Warren called for a “right to privacy” to shield individuals from having their personal lives unduly vetted.

In other periods, though, people saw things differently. In the mid-20th century, a time of societal deference to authority, politicians’ sex lives were usually deemed private. In an article from the Journal of American History in 2000, journalist John H. Summers, then a history Ph.D. student, asked, “What Happened to Sex Scandals?” Summers noted that where Thomas Jefferson, Andrew Jackson, Cleveland and other 19th-century leaders had to tend to their reputations for “sexual rectitude,” 20th-century presidents such as Warren Harding, Franklin D. Roosevelt and John F. Kennedy—and, he might have added, Dwight Eisenhower and Lyndon Johnson—“benefited from this more circumspect pattern in political speech.” People today sometimes say that the press “covered up” for Kennedy, or these other politicians, but that wording misconstrues how norms work. Kennedy’s womanizing wasn’t reported because it wasn’t news, according to what people thought at the time. Tales of behavior by these men that today might be called harassment, or at least lecherous, emerged only after their deaths.




President Grover Cleveland's campaign was hardly affected by allegations that he fathered an illegitimate child 10 years earlier | AP Photo

But if mid-century public mores tolerated adultery (and more) by political figures, other behaviors were, confusingly, frowned upon. Many voters looked askance at Adlai Stevenson’s divorce when he ran for president in the 1950s, and when New York governor Nelson Rockefeller left his wife for a younger woman, it seemed to hurt his White House bid (in fact his support for civil rights may have hurt him more). By Ronald Reagan’s election—never mind Donald Trump’s—that concern would seem quaint, at best. And of course homosexuality in these years was not just stigmatized but persecuted—seen, according to the prevailing prejudices, as tantamount to subversion or easy grounds for blackmail. The Eisenhower administration barred gays and lesbians from government employment, leading to a purge at the State Department.

The 1960s unraveled that dominant morality. A new generation revolted against strictures on sex and the deference accorded to authority figures. The skepticism fueled a muckraking renaissance, symbolized by Bob Woodward and Carl Bernstein’s Watergate reporting but embodied as well by innumerable cases of audacious investigative journalism. Although this new “literature of exposure” focused mainly on policy and corruption, journalists began reporting on politicians’ sex lives in ways that had been verboten just years before. In 1974 Congressman Wilbur Mills of Arkansas was caught with a stripper name Fanne Foxe, and although reelected, ended up resigning. (His public drunkenness hurt him too.) Two years later Wayne Hays of Ohio resigned after he was found to have put on his payroll a mistress who told the Washington Post, “I can’t type, I can’t file, I can’t even answer the phone.” These scandals, which might once have been kept under wraps, showed that the old regime of privacy was starting to collapse.

Sexual behavior now became highly contested. Feminist scholars developed the legal concept of sexual harassment, which gradually worked its way into the law. Debates over open marriage, pornography and even a lower age of consent—to acknowledge the sexuality of teenagers—scrambled left/right political lines and confounded easy claims about the correct liberal, enlightened or feminist position. In Decade of Nightmares, criminologist and historian Philip Jenkins showed how post-Kinsey Report views about the varieties of sexual experience led professionals in the 1960s to defend even pederasty under certain conditions; “little of the expert writing on child abuse published between about 1955 and 1976 can be read without embarrassment,” he wrote. But in the late 1970s, a newfound concern with children—anxiety about latchkey kids, teen sex and drug use, and abduction—swung the pendulum the other way.

By the 1980s, as social taboos against the open discussion of sexuality and other restraints on behavior fell away, a politician’s sex life became fair game for reporters—though, notably, it was still considered wrong to reveal a politician’s homosexuality. (That bright line, too, would grow cloudy in the 1990s, as radical gay-rights activists “outed” closeted politicians with reactionary voting records.) Journalists rationalized their feeding frenzies by invoking the ill-defined concept of “character.” They asserted, never very convincingly, that lying about sex automatically meant that a politician was thoroughly dishonest or utterly reckless and irredeemably hypocritical—and unfit for office.

The shifting standards about sexual conduct yielded new sex scandals: In 1983, the House of Representatives censured two congressmen, Democrat Gerry Studds and Republican Dan Crane, for having sex with 17-year-old pages—a boy in Studds’ case, a girl in Crane’s. Studds’ constituents reelected him; Crane’s bounced him. But the most famous case from the 1980s was surely that of Colorado senator Gary Hart, the front-runner for the upcoming Democratic presidential nomination, who was hounded out of the race in 1987 after news broke of his extramarital romp with a younger model. No one alleged anything worse than infidelity, but it added up to “bad character.”

Although sexual harassment had figured in assorted political scandals in the 1980s, in 1991 it became a household word. That year the Senate, despite having concluded its hearings on Clarence Thomas’s appointment to fill Thurgood Marshall’s old Supreme Court seat, reopened them when a former colleague of his at the U.S. Equal Employment Opportunity Commission, Anita Hill, charged him with harassment. (So did other women, but their cases were, astonishingly, never heard.) Broadcast round the clock, the Thomas hearings proved a watershed, elevating public awareness about harassment (even if the public tended to believe Thomas over Hill). But it also encouraged the use of sexual wrongdoing as a political cudgel. The Democrats’ decision to try to keep Thomas off the bench on account of his boorish character, rather than his conservative ideology, was a mistake that opened a can of worms.


Anita Hill testifies before the Senate Judiciary Committee during the Clarence Thomas confirmation hearings; October 11, 1991.

There was, to be sure, a logic to that strategy. Since the 1960s, senators had forsaken their onetime deference to the president in court appointments, challenging and at times blocking nominees under Presidents Johnson, Nixon and Reagan; but the pretense, maintained by both parties, that ideology should play no role in assessing a potential justice had led everyone to disingenuously pin their objections to various nominees on whether someone bought a house with a restrictive covenant, smoked marijuana, engaged in financial wrongdoing or committed other non-political offenses. Like those sins, sexual harassment could be used against a nominee without seeming overly political. The only problem was that the pretense was tissue-thin: Anyone could see that the weight that someone placed on any given charge correlated heavily with which side of a political fight he or she was on.

That sexual harassment charges (and other non-political allegations) had come to constitute politics by other means provides the context for the Bill Clinton sex scandals in the 1990s. Post-Weinstein, longtime Clinton-haters like Maureen Dowd and Andrew Sullivan, conservative moralists like Ross Douthat, and with a few liberals like Jeff Greenfield, have urged Democrats to reassess their support for the president during the impeachment crisis. Michael Tomasky has called that revisionism ahistorical (he actually said “insane”) because it omits this crucial context. Those who didn’t live through it or haven’t studied the history need reminding that just as Barack Obama’s election as president in 2008, despite his confession of youthful pot and cocaine use, represented a public rebuff of the policing of politicians’ past drug consumption, so Clinton’s election in 1992 amounted to a call for restraint in the feeding frenzies over candidates’ sex lives. Ever since Clinton made a veiled admission of adultery at the famous Sperling Breakfast, and he withstood the uproar after Gennifer Flowers went public during the 1992 campaign with stories of her affair with him, voters—at least those who backed him—acknowledged his flaws as a man while being impressed with his accomplishments and talents as a politician.

That verdict remained in place during his presidency, when Starr investigated first the Whitewater land deal and, when that probe foundered, Clinton’s sexual past. Though the news in January 1998 that the president had had an affair with a young former intern, Monica Lewinsky, outraged many people, most Americans soon decided it hardly warranted his resignation. (Most of his supporters, it is now forgotten, did condemn his actions.) On the contrary, as the year went on, calls mounted for Starr and the impeachment-crazed Republicans to desist, while Clinton’s popularity, remarkably, climbed.




Kenneth Starr testifies at an impeachment hearing for President Bill Clinton in 1998. | AP Photo | AP Photo

Sexual harassment? It was never part of the impeachment case. Paula Jones’s separate lawsuit against Clinton for harassment became intertwined with Starr’s investigation only because of collusion between the two legal teams, via Ann Coulter and other conservative lawyers knows as “the elves” who served as conduits; they realized that Clinton’s January 1998 deposition in the Jones suit provided an occasion to air a series of relationships he allegedly had with other women, including Lewinsky, and maybe trap him in a lie. But in April 1998, Judge Susan Webber Wright concluded that Clinton’s behavior toward Jones, whatever the truth of her account, didn’t amount to harassment. And almost no one argued that Jones’s claims, if true, warranted Clinton’s ouster from the White House. To suggest otherwise is to impose the thinking of 2017 on that of 1998.

As for Juanita Broaddrick, her late-1970s allegation of rape, which she had previously recanted under oath, was trotted out by House Republicans at the eleventh hour only because they saw their case for impeachment crumbling. Fished out of Starr’s supplementary files after he had submitted his report to Congress, her disputed claim was officially kept secret because Starr hadn’t used it in his impeachment referral to Congress. Republicans began leaking it to the press in a desperate last-ditch effort to turn public opinion against Clinton. “Suddenly,” writes Ken Gormley, in his definitive history of the crisis, The Death of American Virtue, “a steady stream of congressmen, mostly Republican, were digging into this top-secret stash and, in the cloakrooms of Congress, whispering about ‘rape.’” Any of us today can choose to believe or disbelieve Jones and Broaddrick or a third accuser, Kathleen Willey—or, as seems wise, to remain agnostic—but those alleged incidents never formed the argument for removing the president, as some today wrongly suppose. One can assert that they should have mattered more, but that’s an empty wish. There are many aspects of past eras we might disown today and wish had been otherwise, but the political culture of a bygone era has to be considered in toto in order to understand the past.

When we do reimmerse ourselves in the political culture of the late 1990s, we see that Clinton’s acquittal in the Senate represented a necessary and widely praised rebuke to the Republicans’ scorched-earth politics and the media’s willingness to delve limitlessly into politicians’ sex lives. It affirmed a vital constitutional principle that impeachment shouldn’t be used for mere political purposes; to have supported his impeachment or resignation would have encouraged the continued politicization of the process and the further destabilization of Washington politics.

But did the acquittal also set back the cause of pursuing sexual harassment by high officials, as some argue today? The evidence suggests not. There’s no question that many cases of harassment over the years were ignored or tolerated. But the new century saw numerous cases in which charges of sexual harassment—as well as assault, sex with minors, and other forms of sexual misconduct—were aired, debated and in many instances punished. A list of the most prominent would include Gary Condit, Arnold Schwarzenegger, Jim McGreevey, David Vitter, Larry Craig, Mark Foley, John Ensign, Mark Souder, Eric Massa, Herman Cain, Eliot Spitzer, Anthony Weiner and—lest we forget—Al Gore.

In these years, we as a society hadn’t yet attained post-Weinstein levels of wokeness, but neither were we as indifferent to harassment as revisionists suppose. Most of these politicians resigned their offices or saw their election campaigns fail. Vitter, who was revealed to have frequented prostitutes, won reelection in 2010 only to have the episode damage his 2015 gubernatorial bid, pushing him toward retirement. Only Schwarzenegger, who won election as governor of California despite a barage of charges, escaped unscathed. And of course Donald Trump. But the idea that feminists who defended Clinton are responsible for a generation of indifference to sexual harassment is demonstrably false.

The testimonies of so many women in recent weeks have suddenly made it harder than ever before to ignore or excuse the gross sexual misbehavior of powerful men. But it’s also suddenly harder than before to recapture—as historians must—the frame of mind, the ways of thinking, that prevailed in other eras, even in the recent past. In our understandable eagerness to make sure that justice is served, we should take care not to misread the past in the expedient service of the moment—however satisfying, overdue and pressing it may be.

Las reuniones de reconciliación de Cristina Kirchner: saludos a Menem y gestos para Massa




El Instituto Patria, su departamento y un bar de Almagro, los lugares habituales. Comenzó con el Movimiento Evita, siguieron Daer y Facundo Moyano y ahora, sumó a Fantino y Jorge Asís.


Cumbre opositora en Ferro donde habló Cristina Fernández de Kirchner. Foto EFE




 

“¿Querés tomar un té, querés tomar café, querés un sanguchito?”, recibe Cristina Fernández de Kirchner a quienes la visitan, sea en su departamento de Uruguay y Juncal o en el búnker K de la calle Rodríguez Peña 80, el Instituto Patria.

La ex Presidenta ha desatado, en los últimos meses, su propio proceso de reconciliación y suma, día a día, más citas políticas con dirigentes con los que se distanció en los últimos años.

¿Cuáles son las razones políticas de esas componendas? Ella esgrime, como volvió a reiterar en su última aparición pública en la “contracumbre al G20” realizada por CLACSO en el estadio de Ferro, porque el momento histórico requiere de un frente anti Macri lo más amplio posible.



“Porque el de Mauricio Macri es el peor gobierno de la historia”, señala ante sus interlocutores y poniendo a la administración de Cambiemos con una calificación por debajo de las gestiones militares o el de Fernando De la Rúa, con su trágico desenlace de diciembre de 2001.

Por eso, el Instituto Patria, su departamento y un bar de Almagro, son los lugares habituales donde la hoy senadora se encuentra y dialoga, sin vehemencia sino con cordialidad, con quienes quebró lazos desde su segundo gobierno para acá. El primero en volver al redil fue Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete de Néstor, quien se fue de ese cargo con Cristina en la Presidencia y tras la crisis con el “Campo”, en julio de 2008.

Ahora, Fernández es uno de sus operadores -a pesar de la desconfianza de los “pingüinos” o sea, los K de cuna patagónica- y es de los más activos a la hora de atraer a quienes mantienen rencores con CFK. Otro que volvió a la majada es Felipe Solá. El diputado que se fue del bloque de Sergio Massa negó bastante su acercamiento a Cristina, que fue revelado por Clarín, y la semana pasada volvió a hablar con la ex Presidenta en su despacho del Patria.

Quien ya es habitué -y visitante semanal del Patria es Juan Grabois, el jefe de la CTEP y ahora, creador del Frente Patria Grande. Luego fue el turno del Movimiento Evita, donde tés mediantes, la senadora escuchó críticas y objeciones de boca de Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro. Estos dirigentes jugaron -sin suerte- en la elección parlamentaria de 2017 con Florencio Randazzo con una magra cosecha electoral para el Evita.

Cristina escuchó, condescendiente, las observaciones de Pérsico y de Navarro, algo que también hizo cuando recibió a Facundo Moyano, otro dirigente que se alejó de su lado con fortísimas críticas a La Cámpora: el joven Moyano visitó el Patria y hoy recompuso con varios de los jóvenes camporistas. Pero no con todos, como en el caso de Andrés “Cuervo” Larroque, quien le quitó el saludo cuando el sindicalista de los peajes se alejó con críticas al accionar K.

El diálogo, en tanto, fue más sosegado cuando Fernández de Kirchner se vio con Héctor Daer, uno de los jefes de la CGT quien mantiene un discurso duro contra la gestión Macri sin perder el diálogo aceitado con los funcionarios de esa administración. Daer -quien supo ser diputado nacional de la mano de Sergio Massa tras romper con los K en 2013- recibió el OK para la cita con CFK de su jefe político Carlos West Ocampo: “Carlin” es el histórico líder de los trabajadores de Sanidad y avaló el encuentro más allá de ser un duro crítico del kirchnerismo.

El dato que a ninguno de sus recientes visitantes escapa es que “no putean a nadie: ni a Massa ni a Urtubey”, aseguraron ante Clarín cuatro de los dirigentes “reconciliados” que la vieron en los últimos dos meses. Ese esquema es funcional a sumar a todos en “pos de la unidad”, algo que pregonan desde Cristina hasta su hijo Máximo, habitual interlocutor de Massa y clave a la hora de operar políticamente con los intendentes y dirigentes de la provincia de Buenos Aires, distrito desde el que el joven buscará su reelección como diputado nacional.

Una muestra palmaria de que la pacificación es la línea adoptada para el hoy por Cristina es la cena que mantuvo el último lunes con el escritor Jorge Asís. Tras el acto en Ferro de CLACSO; Fernández de Kirchner fue hasta el barrio de Almagro y en el “Café Las Palabras”, propiedad del peronista porteño Eduardo Valdés y también se reconcilió con el ex funcionario menemista.







Cristina había estado enfrentada y, en una charla de casi tres horas, además de esbozar críticas feroces a Macri, recompusieron relación más allá de que Asís fue quien -a través de un tuit- desnudó la corrupción del caso Ciccone, por el que el ex vice de Cristina, Amado Boudou, está preso con una condena de 5 años y 10 meses.

“Hace mucho que no nos vemos, Jorge”, lo recibió con un abrazo la ex Presidenta. “Bueno, ustedes no me querían mucho que digamos”, respondió Asís. “Es que vos escribías y decías cada cosa”, retrucó la senadora. Tras eso, y entre los platos de una cena donde asistieron varias personas más, Cristina intentó recomponer lazos con quien fuera jefe político de Asís cuando fue embajador argentino ante la Unesco, secretario de Cultura de la Nación y embajador en Portugal en las presidencias de Carlos Saúl Menem.

“¿Cómo está Carlos con esto del hijo?”, consultó Cristina tras la operación que Máximo Menem Bolocco afrontó en Chile por un tumor. “Está grande, por suerte pudo viajar”, contó, familiar, Asís sobre el viaje relámpago del riojano hasta Santiago de Chile. Y allí, CFK le mandó un mensaje de definitiva pacificación: “A Carlos siempre lo quise mucho, lo quiero y visto ahora a la distancia, no fue un mal Presidente”, fue el recado que se llevó Asís para su amigo, el también senador nacional Carlos Saúl Menem”.

Ese bar de Almagro también es escenario de encuentros de la esposa de Néstor Kirchner con empresarios, hombres de medios y periodistas, entre los que tuvo su rato de charla el conductor de “Animales Sueltos”, Alejandro Fantino, con una merienda el pasado 7 de noviembre. Clarín pudo confirmar los encuentros con Asís y Fantino con cinco fuentes, una de ellas del Grupo América.

También en ese trabajo de ampliar su base de relaciones, Cristina se junta en ese local gastronómico con los actores K: allí, los visitantes pueden ver una especie de estatua de la ex presidenta Cristina Fernández junto a una de la actriz y cantante de tango Tita Merello.