Leemos en El Estadista
(Columna de María Esperanza Casullo y Santiago A. Rodríguez)
La contracara del crecimiento del panperonismo en la
provincia es la retracción del radicalismo y sus aliados. Causas,
análisis y estrategias para revertir esta tendencia.
En
un artículo publicado en el estadista número
95 presentamos cifras sobre el crecimiento del voto panperonista en la
provincia de Buenos Aires. Decíamos entonces que en el 2013 la suma de
todas las opciones peronistas o neoperonistas sacó más del 65% de los
votos en 130 de 135 municipios de la provincia, luego de varios años de
sostenido crecimiento. Concluimos que “una parte importante de los
votantes de la PBA entiende que el peronismo se ha convertido en la
mejor opción para ser oficialista y, también, para ser opositor. El
precio que han decidido pagar los votantes para expresar su oposición al
Gobierno ha debilitado severamente a la oposición no peronista, que
pierde así atributos para librar ‘la madre de todas las batallas’”.
El debilitamiento del atractivo opositor de las opciones no
peronistas puede verse con claridad en los mapas electorales que
presentamos a continuación: si en la nota anterior veíamos como la
provincia de Buenos Aires se iba cubriendo de azul, ya que en más y más
distritos el panperonismo obtiene 65% o más de los votos; hoy
mostraremos como paralelamente disminuye el número de circunscripciones
en donde la suma de las opciones no peronistas (es decir, la UCR más sus
circunstanciales aliados) alcanzan un piso de 30% de los votos.
La UCR llega a la elección presidencial del 2007 en crisis, luego de
arañar el 10% de los votos en septiembre de 2003 y caer a casi 8% en el
2005, lo que equivale a un cuarto puesto, con la tradicional lista 3. En
el 2007, la Unión Cívica Radical se encolumnó detrás de la candidatura a
presidente de Roberto Lavagna bajo la etiqueta de UNA, en la cual el
centenario partido aportaba el candidato a vicepresidente y la
estructura. De esta manera, el sector no peronista se presentó a
elecciones con dos candidaturas fuertes, la antes mencionada y Elisa
Carrió, y una que podemos llamar residual, la de Ricardo López Murphy.
Finalmente, a nivel nacional, Carrió resultó más votada que Lavagna. En
la provincia de Buenos Aires las tres opciones panradicales lograron una
presencia territorial uniforme, logrando 30% de los votos en
prácticamente toda la provincia (Figura 1). UNA superó el 30% únicamente
en dos municipios: Navarro y Tres Lomas.
Figura 1: Año 2007. Municipios de la Provincia de
Buenos Aires en donde UNA, la Coalición Cívica y Recrear obtuvieron al
menos un 30% de los votos.
En el 2009, sin embargo, la fórmula del entonces recientemente creado
Acuerdo Cívico y Social, consolidando al no peronismo en una sola
boleta, retrocedió en su performance. De tener un piso del 30% en casi
toda la provincia, la identidad panradical pasó a tenerlo en la mitad
del territorio provincial. En esta elección, crucialmente, no pudo
obtener este piso de votos en la mayoría del conurbano bonaerense, sólo
manteniéndolo en San Isidro y Vicente López, tradicionales bastiones
radicales (Figura 2).
Figura 2: Año 2009. Municipios de la Provincia de Buenos Aires en donde el Acuerdo Cívico y Social obtuvo al menos 30% de los votos.
En 2011, el radicalismo de la provincia de Buenos Aires decidió
ofrecer una oferta electoral distinta y llevó adelante una alianza con
Francisco De Narváez, antes que llevar un candidato a gobernador
panradical o propio, partiendo aguas con sus recientes socios, que se
presentarían bajo el Frente Amplio Progresista y el ARI. Aun con una
relativa mejora con relación al 2009, la identidad panradical no pudo
alcanzar el 30% en toda la provincia, y tampoco ser competitiva en el
conurbano (Figura 3). En este sentido, la alianza con Roberto Lavagna
del 2007 fue mejor procesada por los votantes radicales que la alianza
con De Narváez: después de todo, Lavagna, aunque peronista, tenía un
discurso desarrollista y había sido funcionario de Raúl Alfonsín.
Figura 3: Año 2011. Municipios de la Provincia de Buenos Aires en donde el FAP, UDESO y el ARI obtuvieron al menos 30% de los votos:
En el 2013, finalmente, la UCR presentó una lista a diputados
nuevamente en alianza con el Partido Socialista, el Gen y la Coalición
Cívica, entre otros. Los resultados fueron los peores obtenidos hasta
ahora. En la provincia de Buenos Aires, otrora el distrito de donde
surgieran dirigentes como Hipólito Yrigoyen, Ricardo Balbín, Oscar
Alende y Raúl Alfonsín, la alianza Frente Progresista Cívico y Social
sólo logró el 30% de los votos en un puñado de localidades ubicadas en
el centro, oeste y sur de la provincia (Figura 4). Estos municipios,
sumados, totalizan menos de 160.000 habitantes según el Censo 2010,
aproximadamente 1% del total provincial.
Figura 4: Año 2013. Municipios de la Provincia de
Buenos Aires en donde el Frente Progresista Cívico y Social obtuvo al
menos 30% de los votos.
Una hipótesis para explicar los pésimos resultados del 2013 es que,
luego de las alianzas fallidas del 2011, un porcentaje importante de
opositores hayan juzgado que era más útil su voto para Sergio Massa y
hayan votado en consecuencia. Otra posibilidad, no opuesta a la
anterior, es que la lista del Frente Progresista para estas elecciones
no haya resultado atractiva: tanto Ricardo Alfonsín como Margarita
Stolbizer habían sido candidatos anteriormente y en la lista del 2013 no
existió novedad en las candidaturas. La presencia en la lista de los
sectores que motorizaron el fallido acuerdo con De Narváez,
probablemente, haya sido también otro factor.
ALGUNAS CONCLUSIONES Y TANGENTES
-Desde 1995, la Unión Cívica Radical no ha podido representar un
cabal rol opositor sin entrar en una alianza o frente con otros
partidos. Esto se ha profundizado tras la atomización del partido hacia
fines de los ’90 y la crisis del 2001. En la última década, sólo en 2003
y 2005 ha utilizado la tradicional lista 3. Desde el 2007 hasta aquí,
la UCR se ha presentado a cada una de las elecciones nacionales bajo una
alianza distinta: con Lavagna primero, dentro del ACyS luego, con De
Narváez en 2011 y con el FAP en 2013. Esta política de alianzas
demuestra una saludable vocación de articular políticamente, sin
embargo, también es posible que
la sucesión
de aliados tan diferentes haya diluido la marca del radicalismo,
perdiendo atractivo. Por ejemplo, en 2011 la alianza nacional UDESO es
consecuencia de una situación metropolitana de la ciudad de Buenos Aires
y Gran Buenos Aires, sin resultados positivos en ninguna otra localidad
del interior provincial (siquiera tuvo impacto claro en el GBA). Se
podría argumentar que hubieran obtenido iguales o mejores resultados
apelando a la identidad tradicional del sello“Lista 3”.
-Desde el 2007 hasta aquí, la Unión Cívica Radical y sus aliados han
perdido aún más terreno: la lucha por la oposición efectiva parece
haberse trasladado al interior del extenso y maleable archipiélago
panperonista.
-En la provincia de Buenos Aires, desde principios de los ’90, la UCR
no tiene un claro líder político que sea al mismo tiempo competitivo
electoralmente. Esta es una gran diferencia con otras provincias como
Santa Fe (Mario Barletta), Jujuy (Gerardo Morales), Córdoba (Ramón
Mestre y Oscar Aguad) y aun en Mendoza (Julio Cobos, Ernesto Sanz,
Roberto Iglesias y Alfredo Cornejo). Ni Leopoldo Moreau, ni Ricardo
Alfonsín, ni Margarita Stolbizer son vistos como candidatos a gobernador
competitivos. La estrategia de suplir esta debilidad con alianzas
extrapartidarias puede traccionar votos en el corto plazo pero, sin
embargo, tiene el efecto paradójico de diluir la marca propia y
dificultar la aparición de nuevos talentos políticos en el mediano
plazo.
-Asimismo, el radicalismo perdona y contiene mucho menos que el
peronismo a “los que se van”. Si bien aceptaron el regreso de Cobos,
todavía está fresca la aparatosa excomunión de los radicales K en 2007.
Algunos de ellos optaron por integrarse al massismo y no regresaron a la
UCR (por ejemplo, José Eseverri, de Olavarría; Gustavo Posse, de San
Isidro o Mario Meoni, de Junín). Este factor refuerza las dificultades a
mediano plazo, obturando el ascenso desde lo local a lo nacional de
líderes más jóvenes.
-Otra diferencia entre el radicalismo y el Frente para la Victoria es
que, si se observan las listas de diputados del 2005 a la fecha, puede
notarse que el FPV de la provincia de Buenos Aires tiene un núcleo de
diputados que se reeligen sucesivamente, como Carlos Kunkel, Diana
Conti, Edgardo De Petri, Remo Carlotto, María Teresa García yHéctor
Recalde, por citar algunos. Estos son considerados necesarios dentro del
Congreso por el liderazgo político nacional; sin embargo, per se, son
figuras de escaso atractivo electoral. La gran diferencia es que la
certeza que tiene el FPV de obtener 30 puntos o más hace que sea
factible ubicarlos en puestos en donde “entran seguro” y darle la cabeza
de lista a figuras que, en un principio, tendrían mayor atractivo
electoral, y esas sí rotan. Este manejo estratégico, entre capacidad de
obtener votos e importancia para el armado interno del partido, se hace
mucho más difícil cuando hay menos bancas para repartir.
-Tal vez lo que el centenario partido deba hacer en esta coyuntura es
volver al territorio. ¿Qué pasa en esas zonas de la provincia en donde
la UCR sigue haciendo pie aún hoy? ¿Cuál es la fórmula exitosa para el
mantenimiento local de la identidad, que se traslada a una elección
nacional? ¿No hay allí, en Ayacucho o Pellegrini, por ejemplo,
dirigentes propios con los cuales construir una apelación provincial?
La UCR de la provincia de Buenos Aires parece falta, en estos
momentos, de dos cosas de las cuales en su momento tenía cantidades:
liderazgo y épica. Es decir: un liderazgo claro, que discipline a la
interna y contenga a los insatisfechos y, al mismo tiempo, pueda
desarrollar un discurso llano y directo, no áridamente generalista, para
interpelar a la sociedad y atraerla a un proyecto alternativo. Sabemos
que decir “hace falta un líder” puede leerse como una apelación a una
bala de plata, pero decimos líder y no estadista. No hay que olvidar
que, en un momento histórico, de internas difíciles y fragmentadas, eso
fue lo que surgió desde el interior de la provincia, más precisamente
Chascomús.