Por Dolores Álvarez
Rondan los 30 años, tienen estudios superiores
y entusiasmo, pero viven de subsidios estatales por la falta de empleos
genuinos y la ausencia de fondos para proyectos.
Hasta hace dos años no conocía a nadie desocupado o que tuviera
problemas. Ahora, en donde vivo, los casos de personas con problemas
laborales y económicos se multiplican con el pasar de los días." Virna
es una joven desocupada que vive en Macherio, una pequeña localidad de
la Lombardía, una de las regiones más ricas de Italia.
En 2004 comenzó su experiencia como periodista profesional con
entusiasmo y con todas las premisas para tener un gran futuro. Primero
trabajó en un semanal, después pasó tres años en Radio Popolare –la
histórica emisora de la izquierda de Milán– pero, en 2008, el año en el
que comenzó a sentirse la crisis en la península, también iniciaron sus
problemas.
Por ese entonces, la joven de 30 años trabajaba en una revista
quincenal que cerró sus puertas porque "las cuentas no cerraban" y logró
salir adelante gracias a un subsidio de desocupación del Instituto
Nacional de Previsión de Periodistas Italianos. La licenciada en Letras
pasó un año "tirando" con el aporte del Estado y con "alguna que otra
colaboración", hasta que, en 2011, consiguió un nuevo trabajo en E, un
mensual financiado por la Organización No Gubernamental (ONG) Emergency.
Después de un año en el que lo peor parecía haber pasado, volvió a
perder su fuente de trabajo: la revista cerró sus puertas porque los
editores dijeron que no había más dinero.
Hoy, otra vez con el subsidio de desocupación de mil euros, la
joven dice que "no quisiera dejar el país" pero que, antes o después,
analizará "seriamente" la posibilidad de transferirse al exterior "en
busca de un futuro mejor".
Según una encuesta reciente del Instituto de Investigación Demos,
ocho de cada diez jóvenes como Virna están convencidos de que, para
"hacer una buena carrera", hay que dejar Italia, y muchos de ellos
abandonan la península para no volver. Después de Alemania, país que
atrae a los mejores jóvenes del Viejo Continente, Italia es el país "más
viejo" de Europa. En el país, los jóvenes son cada vez menos y la tasa
de natalidad media por mujer es de 1.4: una de las más bajas del mundo.
Si hace un tiempo el declino demográfico del país se interrumpió fue
sólo gracias a la llegada y permanencia de los inmigrantes.
Francesca también estudió Letras y desde que se recibió hizo
siempre trabajos de oficina. En septiembre de 2012 no le renovaron el
contrato y se quedó sin una ocupación. Desde entonces recibe un subsidio
por desempleo del Instituto Nacional de Previsión Social de 500 euros
y, mientras salta de coloquio en coloquio para encontrar una nueva
fuente de subsistencia que le permita "independizarse" (dejar la casa de
sus padres e irse a vivir con su novio), redujo sus gastos superfluos
al mínimo: no más cenas o cines los fines de semana.
En septiembre del año pasado, momento en el que Francesca perdió su
trabajo, según el Instituto Nacional de Estadísticas (Istat), la tasa
de desocupación juvenil registró un nuevo récord: en la península, menos
de dos cada diez jóvenes tienen una ocupación y el nivel general de
desempleo tocó el 12,5%, el punto más alto desde 1977. Una de las
consecuencias de la falta de recursos es que, siempre según los datos
del Istat, casi ocho de cada diez italianos entre los 18 y 38 años vive
aún con sus padres.
Para el Ministerio del Trabajo, "es particularmente grave la
situación del sur, donde la tasa de desocupación llega al 45% y el
índice de ocupación está bloqueado en el 13,2%; frente al 18,6% a nivel
nacional y el 32,8% de la media europea.
Además, según la autoridades es "preocupante", en particular, el
fenómeno de los jóvenes que tienen entre 15 y 24 años y que no tienen un
trabajo y no estudian. El 21% de los jóvenes italianos forman parte de
los llamados NI-NI (ni estudian, ni trabajan) y el porcentaje crece en
el sur donde alcanza el 30% en algunas de las regiones más importantes
del "Mezzogiorno", como Calabria, Campania y Sicilia.
Entre los jóvenes de la península, esta condición es precedente a
la crisis pero, en los últimos años se multiplicó. Desde 2007, Italia
registró el tercer incremento más alto después de Grecia y Turquía. Los
jóvenes se enfrentarán a un tibio 2014 en materia económica, según
pronósticos.
Historia de un joven inmigrante
Abdu llegó a Milán desde Senegal en 2005. Hasta hace seis meses
tenía un trabajo seguro y un contrato "a tiempo indeterminado" que le
permitía vivir tranquilo. Lavaba autos cerca del centro de la capital
financiera de Italia hasta que un día su jefe le dijo "no puedo seguir
sosteniendo tu puesto" y lo echó, sin mayores explicaciones.
Desde entonces, el joven de 26 años, quien asegura que "no volvería
a mi país porque no hay trabajo", vende libros para niños por la calle y
comparte un departamento de dos ambientes en Sesto San Giovanni, en las
afueras de Milán, con otros cinco inmigrantes. Por el alquiler de su
casa, Abdu y sus amigos pagan 600 euros. "Entre todos nos ayudamos.
Entre nosotros todavía existe la solidaridad y, por suerte, muchos de
mis amigos todavía tienen trabajo", dice mientras propone, con una
sonrisa, un libro a 6,9 euros pero no se lamenta cuando recibe sólo 5 a
cambio.
La gente en la calle lo ignora. Abdu intenta ofrecer los libros que
vende y contar a los pasantes parte de su historia, pero los milaneses
parecieran estar siempre a punto de apagar un incendio. Nadie se detiene
ni un minuto para escuchar lo que este joven tiene para decir. Nadie lo
mira siquiera a los ojos.
Cuando se hace referencia a su permiso de estadía (el documento que
le permite residir en Italia "regularmente" y que está ligado a la
existencia de un contrato de trabajo estable), Abdu asegura que "por
suerte" todavía es válido por dos años y está convencido de que en ese
tiempo "las cosas cambiarán" y su situación mejorará, porque piensa que
en Italia todavía le espera un futuro mejor.