Cumpleaños de gran empresario da inicio a festejos de fin de año.
Se termina el año, se multiplican las reuniones sociales. Y hay
clásicos del calendario que no fallan. Uno de ellos es, sin dudas, el
cumpleaños de Juan Carlos Bagó. El festejo superó la convocatoria
esperada y hubo que agregar mesas a último momento en el mítico quincho
que los hermanos Mario y Roberto Guerrieri tienen en el Bajo Flores. Más
de 150 invitados disfrutaron, primero, de la recepción comandada por el
ex chef del hotel Alvear Marcelo Acosta, y luego del soberbio asado que
es sello de la casa. Entre los comensales estuvo, por ejemplo, el
presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Julio Grondona, al que
se veía bastante relajado porque todavía no había vuelto a circular su
presunta idea de reformular el torneo nacional de fútbol para que puedan
participar 42 equipos. Carlos Avila, en cambio, comentaba las
preocupaciones propias de un hincha de River Plate, sumadas a las
particulares de alguien que se candidatea para presidirlo. Adrián
Werthein, por su parte, tomó emocionado la posta de su tío Julio,
recientemente fallecido, para saludar con unas palabras emotivas a Bagó y
al otro cumpleañero, Ignacio Gutiérrez Zaldívar. En la mesa principal
se sentó Fernando de la Rúa y, cerca suyo, su polémico jefe de la SIDE,
Fernando de Santibañes. Entre los que disfrutaron de los tangos de Jorge
Bragone se los vio también a Sebastián Bagó, Adelmo Gabbi, Juan
Scalesciani, Martín Cabrales y al ex embajador urguayo, Alberto Volonté
Berro. Como es norma en el quincho de los Guerrieri, sólo hubo
presencias masculinas. Se hablaba, de todos modos, de la cita de esta
semana en la que la cuestión de género queda suspendida por única vez:
el cumpleaños de Nelly Arrieta, que tendrá allí su festejo unisex tras
su regreso de Houston, donde fue galardonada por el Museo de Bellas
Artes de esa ciudad.
El cambio de Manola. Las expectativas que se generaron
luego del triunfo de Sergio Massa sobre posibles fugas o saltos de
dirigentes políticos del oficialismo al Frente Renovador, con el tiempo,
se fueron diluyendo. Pero estos últimos días, para alegría del
intendente tigrense, y por intermedio de su par de San Miguel, Joaquín
de La Torre, ese grupo sumó una nueva integrante. Se trata de María del
Carmen “Manola” Rico, ex diputada nacional y actual consejera escolar
sanmiguelina, cuyo objetivo es regresar con una banca al Congreso en
2015 de la mano del político de Tigre.
Todos a la mesa. Los que se van, los que llegan y
los que se quedan. Las tres categorías de legisladores porteños del
Frente para la Victoria se reunieron en Palermo a la misma hora que se
conocían los primeros cambios en el gabinete nacional. El anfitrión fue
uno de los que se quedarán en el palacio legislativo, al menos por dos
años más, el ex joven peronista Juan
Carlos Dante Gullo.
El hombre abrió las puertas de su restaurante Los Octubres, una de las
nuevas mecas gastronómicas del justicialismo capitalino, que sirve como
terreno neutral: la difícil distribución de las sillas para la velada
ilustraba el desafío que supondrá desde diciembre próximo amalgamar en
un mismo bloque a las variadas vertientes del kirchnerismo capitalino.
Con acento francés. Más ordenada estuvo la última de
las tres cenas que una bodega premium nacional con “apellido francés”
organizó en el jardín de su elegante casona de Palermo Chico para 19
empresarios vip que son fans de Don Pérignon; a punto tal lo son que,
por ejemplo, uno de ellos, en el reciente casamiento de una de sus
hijas, encargó una partida especial para que sólo se sirviera ese
champagne. Un detalle que aún en los festejos vip ya es casi
extraordinario. La mencionada comida tenía un atractivo especial: el
menú de cinco pasos se encargó a Germán Martitegui, quien viajó a
Francia para aprender a “maridar” los sabores con el champagne, y quien
ofició de anfitrión fue Richard Geoffroy, el hombre apodado el “Messi”
de esa firma porque es quien desde hace años decide qué tipo de vino –él
no usa el término “champagne”– se produce. Entre sus comentarios
pintorescos, avisó que inició una “campaña” contra el uso de las copas
flute –alargadas– para beber ese producto en pos de las de vino blanco:
los comensales le dieron la razón, en especial al degustar al final de
la comida una partida vintage 1995.
Becados. Los nombramientos de la semana llevaron
cierta felicidad y orgullo a la embajada británica y a su actual titular
John Freeman. Ya eran conocidos los buenos lazos del nuevo Jefe de
Gabinete,
Jorge Capitanich,
con los Estados Unidos, pero algo menos conocido es que el funcionario y
aspirante a la sucesión presidencial en 2015 tuvo también fuertes lazos
con instituciones del Reino Unido. En efecto, Capitanich fue uno de los
cuatrocientos argentinos beneficiarios de las becas Chevening, que
financia el Foreign Office desde 1983 para el perfeccionamiento
profesional de líderes de los países del mundo. Se trata de una beca de
formación de posgrado para cursar en cualquier universidad de las islas,
durante un año. El chaqueño lo hizo en 1996, cuando trabajaba para la
Secretaría de Desarrollo Social del gobierno de Carlos Menem. Durante su
estadía en Inglaterra, cursó estudios de inglés en la International
House de Londres, ubicada en Covent Garden. Por esas mismas aulas,
comandadas por docentes angloparlantes de la Commonwealth y repletas de
estudiantes de todo el mundo, también han pasado referentes de la
oposición como el actual subsecretario de Relaciones Internacionales e
Institucionales porteño Fulvio Pompeo. Pero no sólo Capitanich y el
funcionario macrista fueron becarios. De la gestión oficial actual
también integran ese grupo la actual embajadora en Estados Unidos,
Cecilia Nahón, de extrema confianza de Axel Kicillof; el nuevo
secretario de Comercio Interior, Augusto Costa y Federico Thea, flamante
secretario Legal y Administrativo de Economía.
Cena y remate. Con un brindis y una oración, la Pastoral Universitaria que preside
el padre Guillermo Marcó
cerró su cena anual. Sólo en la subasta –conducida por Iván de Pineda–
reunieron $ 157 mil, que destinarán a terminar una cancha de usos
múltiples en el predio donde ya construyeron un salón para actividades
varias para las familias del barrio Ramón Carrillo de Villa Soldati. Si
bien los cuadros donados se vendieron en su totalidad, fueron un juego
de platos de sitio de plata y un caballo de polo –donado por Julio
Saguier– los ítems estrella. En las mesas se ubicaron, entre otros,
Mirtha Legrand, Martín Cabrales, Tomás Sánchez Córdova, Juan Pablo
Maglier, Fabián Perechodnik, Federico Salvai, Emilio Basavilbaso y
Facundo Manes, a quien nadie pudo sacarle palabra alguna sobre la salud
de la Presidenta, que esa noche y minutos antes de comenzada la cena
–preparada y servida por los jóvenes de la Pastoral– había hecho su
reaparición en la Casa Rosada.
Ni corbata ni medias. Luego de hacerse rogar, el calor
primaveral se instaló de lleno en territorio porteño y quienes lo
padecieron en cierto modo fueron algunos funcionarios porteños. Durante
la asunción del nuevo ministro de Ambiente y Espacio Público, Edgardo
Cenzón, soportaron el clima con vestuario formal. Pero quien se las
ingenió para reducir al menos un par de grados la sensación térmica fue
Macri, quien innovó con una polémica combinación de mocasines sin
medias, hecho que le valió algunas gastadas.
Primera parte de unos
quinchos más que activos de fin de semana largo, con un protagonista
casi excluyente, el flamante jefe de Gabinete. Fuimos testigos de un
almuerzo sorpresivo que reunió, con temas claves, a Jorge Capitanich y
al embajador en Chile, Ginés González García (y tan exhaustivo que hasta
se discutió el tipo de alimentación en la Rosada, además del
“achatamiento del serrucho”: le explicamos al lector qué es esto). Y si
de realineamientos se trata, también conocimos algunos otros que están
en marcha en la provincia de Buenos Aires. Seguimos a Julián Domínguez
en sus raids santafesinos y santiagueños, y concurrimos a un muy secreto
quincho judicial, donde se habló de próximos y sonoros juicios. Y
terminamos con quincho top con Paloma Herrera. Veamos.
El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, estuvo el
sábado en Santiago del Estero acompañando al gobernador Gerardo Zamora
en un acto de campaña.
De la molicie a la hiperacción,
porque es difícil recordar un fin de semana largo, y cerca de las
vacaciones (son fechas que se emplean como un ensayo con ropa y luces
del descanso anual), que haya tenido tanta actividad oficial y oficiosa.
Pesan los estilos, con un Jorge Capitanich que no para ni en domingo y
pone en offside al resto de sus colegas de la política. Empezando por el
antecesor, Juan Manuel Abal Medina, que no se hacía notar mucho por su
agenda (un estilo, no es que no trabajase), y siguiendo por los demás
del elenco oficial, que no toleran tampoco que alguien se tome unos
días, como Martín Insaurralde, demonizado ayer por Diana Conti, quien
mira para otro lado cuando los amigos hacen lo mismo. Lo de Capitanich
sigue concentrando miradas porque suma hora tras hora como si todos se
hubieran pasado la vida esperándolo, hasta algunos de la oposición que
siguen encantados por su designación. El más notable es Eduardo Duhalde,
adversario hace rato del ciclo Kirchner al que enfrentó en varias
elecciones -la última fue la presidencial- y que no ganó en ninguna,
salvo la del 27 de octubre, cuando los escuderos que le quedan apoyaron a
Sergio Massa (hasta el día de la elección trabajó para que el "Momo"
Venegas abandonase la pelea y se fuera para Tigre). Ayer saludó al
"Coqui" chaqueño como el mejor jefe de Gabinete del siglo (lo que va del
XXI), algo comprensible si lo acompañó a él en la "fundación del
modelo" que plantó Duhalde y profundizaron los Kirchner con gabinetes
que él había nombrado.
Poniendo una lupa en el almuerzo que improvisaron en Casa de
Gobierno Capitanich y el embajador en Chile, Ginés González García, a
mediodía del viernes, cuando al médico-diplomático lo esperaban en un
acto en la Defensoría del Pueblo junto a la saliente Alicia Pierini, y
desvió el auto para ir a una cita-sorpresa con el nuevo jefe de Gabinete
con quien, aclaremos, Ginés habla casi todos los días desde antes de
que lo designaran. Ginés tiene entre manos asuntos serios, un capítulo
clave de transición entre los gobiernos de Sebastián Piñera y Michelle
Bachelet, que es el de las relaciones con la Argentina. Hay mucho
secreto ahí y nadie cuenta mucho, pero hay una agenda de negocios
binacionales -de la cual el túnel internacional por Mendoza es sólo la
punta del iceberg- que quedaron congelados durante la administración
Piñera y que ahora pueden reflotarse. Tan finamente atiende esos
asuntos Ginés que el lunes pasado tuvo almorzando en su residencia de la
calle Vicuña Mackenna de Santiago de Chile a toda la familia Bachelet,
salvo Michelle, e incluyendo a Ángela Jeria, la madre de la candidata a
la presidencia a quien se le atribuye ser la persona más influyente
sobre su hija en cada decisión que toma.
El ingreso
de Ginés al Gobierno fue sigiloso y la charla más todavía, porque
Cristina de Kirchner tiene que resolver la silla de Juan Manzur en
Salud, quien ganó una banca de diputado por Tucumán que cree es clave
para disputar en dos años la gobernación provincial, y Ginés como el
máximo sanitarista del Gobierno, que fue ministro de Duhalde y de Néstor
Kirchner en Salud, parecía llamado al reemplazo. Pero ingresó al
despacho de "Coqui" como ministro de Salud y salió como lo que era:
embajador. Los dos conversaron más de un par de horas y, como coincidía
con el almuerzo, les trajeron unos sánguches de lomo calientes con
aderezos que le hicieron pensar a Capitanich que hay que mejorar el menú
que allí se sirve. El jefe de Gabinete no tiene la comida como un rango
importante de su vida -es cuidadoso de la salud, hombre de gimnasio al
que no se le conocen extremos concupiscentes, no bebe, ni fuma, sólo es
adicto al mate, que toma como en el NOA, en una calabaza de boca amplia y
con poca carga de yerba, mate corto se diría, y con termo, o sea que le
gusta que cuando el yuyo se va "lavando" el agua siga caliente; otros
prefieren la pava, para que la yerba "lavada" pierda también
temperatura, en fin, quisquillas étnicas a las que atienden sólo los
expertos en yerba mate- pero como persistirá en jornadas de 7 x 24 en su
despacho quiere comer mejor. Mientras bajaban la bandeja de lomitos,
repasaron lo que queda por hablar con el Gobierno de Piñera; Capitanich
repitió los detalles de su agenda en tres tiempos que ya contó este
diario (primero, La Macro, después La Energía y al final La Micro, o
todo al mismo tiempo, etc.) y explicó el fin y los métodos. El fin es
reactivar el crecimiento y la actividad, que según su óptica es un
absurdo que haya entrado en un momento negativo cuando las condiciones
son las mejores. "Hay inversiones que están en la puerta y también
financiamiento que esperan dos o tres cosas, precios estables,
previsibilidad de los planes y apoyo del Estado", es el diagnóstico. La
salida de Guillermo Moreno, aunque nadie lo dice, persigue disipar
alguno de los escollos. ¿El método? Terminar con la pelea interna en el
Gobierno, que no anula todo; claro que el "Coqui" no lo expresa de esa
manera, pero es lo que significa cuando insiste, en la charla, en la
confianza mutua que tiene con Cristina de Kirchner, con quien
-dice-jamás tuvo en más de una década disidencias importantes, o con
Axel Kicillof, a quien conoce hace casi 20 años y han trabajado juntos
en varias etapas de su vida.
De esa charla salió la
noticia de que Manzur seguirá, pese a su voluntad, como ministro de
Salud. ¿Hasta cuándo? Hasta alguna fecha que determinará Cristina de
Kirchner para ponerle un reemplazante que no puede ser Ginés, otro que
fue ministro de Duhalde y pese a que éste lo festeje tampoco es bueno
que se instale la idea de que el futuro está otra vez en el túnel del
tiempo. Aunque todos lo esperaban, en la charla ni se tocó la
posibilidad de un cambio en la embajada de Chile. Fue la comidilla
durante una semana porque el propio Abal Medina avaló, y luego
desmintió, la noticia de que reemplazaría a Ginés. Eso y la aparición de
la Cancillería como proveedora de nuevos cargos le dieron aire a esa
posibilidad que negaron todos los funcionarios que fueron consultados
sobre eso, de Cristina hacia abajo. Lo de Cancillería como semillero de
funcionarios es motivo de comentario porque Kicillof había plantado
gente de él en los elencos de Héctor Timerman y ahora migran a
estructuras de Economía y de Jefatura de Gabinete. La presencia en
Buenos Aires, durante la semana, de Cecilia Naón, una "axelista" de la
primera hora que es embajadora en Washington, alimentó más las charlas
sobre enroques en embajadas que hasta ayer no prosperaron y que parecen
enfriadas en lo que hace a Abal Medina, a quien le atribuyen
dificultades familiares -tiene un hijo pequeño- para aceptar cargos en
el extranjero.
Estos realineamientos seguirán hasta
fin de año porque la idea del Gobierno es achatar el serrucho, es decir,
sacar de adelante todo lo que le complique la agenda y emprender la
renovación con caras nuevas y resignando peleas que parecían sagradas.
Antes de las elecciones resignó el garantismo en seguridad (había salido
ya Nilda Garré y llegó el "sheriff" Granados), el piso del Impuesto a
las Ganancias sobre sueldos, ahora viene la salida de Moreno y el paso
al costado en enredos sin mucho futuro, como la pelea por los códigos y
la ley de responsabilidad del Estado. Parecían tapar el mundo y marcar
el rumbo de la agenda oficialista, pero con un cruce de llamados pasaron
al año que viene. Era algo esperable, no sólo porque les mejora la
transición de las legislaturas al Gobierno y a la oposición, sino porque
circulaba un dato que adelantó hace dos semanas Diana Conti en Mendoza,
donde fue a dar una charla sobre las PASO con otros diputados. Entonces
reveló que la orden de Olivos era darles impulso a los códigos, pero
sólo un toque, porque la definición pasaría al año que viene.
No
quedan allí los realineamientos porque desde hoy retoma Daniel Scioli
la ronda de conversaciones con propios y extraños para darle un remezón a
sus elencos. Se adelantó ya en estos quinchos que estaba lista la
asunción del saliente diputado denarvaísta Gustavo Ferrari como nuevo
asesor de Estado de la provincia. Es la cabeza de una corrida de cambios
que pueden llevar a otro denarvaísta, Franco Laporta, a la cabeza de un
holding a crear con empresas públicas como la que administra autopistas
provinciales, a Martín Ferré en lugar de Eduardo Camaño en la
Secretaría de la Gobernación, a Cristina Álvarez Rodríguez a Desarrollo
Social, y a Alejandro Arlía a Gobierno, dejando Infraestructura para un
intendente. Esta corrida de nombres cumple un ritual sciolista que suele
seguir a cada elección y busca abulonar situaciones en dos niveles:
primero, la Legislatura provincial, en donde hace falta recomponer votos
ante la avanzada massista; segundo, en los municipios, en los que el
cierre de las listas para candidatos a la conducción del PJ demostró que
la pelea con Massa es sólo una lid de marketing que se libra en las
alturas, porque en la base que son los municipios los massistas han
jugado en su mayoría junto a los sciolistas en listas para controlar el
partido en los distritos. Scioli reaparece hoy después de un descanso en
algún lugar y tiene fútbol 5; mañana seguramente la primera reunión con
Capitanich, en donde destaparán el proyecto de trasladar la elección
del PJ nacional para marzo próximo, algo que se planteó ante la Justicia
y a lo que le falta sólo una firma de María Servini de Cubría que se
conocerá en horas.
Más explicables, en materia de
hiperactividad, son movimientos como los que emprendió el fin de semana
Julián Domínguez. Primero viajó el jueves a Santa Fe, a participar en un
acto en un Instituto Juan Perón junto María Eugenia Bielsa, en una
misión que seguramente tiene venia oficial para atraer a esa dama que ha
sido reacia a acercarse a otros sectores del peronismo provincial. El
jefe de los diputados, que no se pierde oportunidad de subirse a
tribunas nacionales, algo para lo que parece tener también venia
presidencial, reapareció el sábado en Santiago del Estero para acompañar
al matrimonio Zamora en un acto de campaña para la gobernación
provincial. Gerardo, un mendocino radical que gobierna por segundo
mandato Santiago en nombre del kirchnerismo (enfrentado, como muchos,
con el Frente para la Victoria local), fue inhabilitado para un tercer
turno y nominó a su mujer, Claudia Ledesma Abdala, para sucederlo. Un
tracking día a día reveló el fin de semana que tiene un 62% de
adhesiones para la elección del domingo próximo. Julián viajó junto con
la diputada santiagueña Norma Abdala de Matarazzo, y los dos se
envolvieron en banderas con los colores rojo y blanco del radicalismo y
celeste y blanco que identifican al peronismo. Terminado el acto con
fuegos artificiales, los protagonistas se fueron al club Sportivo
Fernández (¿de Cristina Fernández, bromearon al entrar), donde los
esperaban las humitas y el cabrito a las brasas, y suculentas ensaladas y
vino tinto. Sonaron zambas y chacareras y algunos de los entornistas, a
quienes les picaban los pies, se lanzaron a la danza. Las zambas y las
chacareras sonaban de fondo y más de un comensal se animó a bailar las
coplas más dulces del folclore santiagueño. Salieron, tarde, cargando
todos un kit de productos artesanales que incluía mermelada de frutillas
y de manzanas con miel, dulce de cayote y porotos en conserva que
terminaron de consumir en el viaje de regreso a la Capital.
Continua,
imparable, jugosa en comentarios y participantes, la temporada
primavera - verano de quinchos judiciales, cuyas locaciones parecen no
tener límites: hoteles céntricos, restoranes palermitanos e inclusive
una sala de juicio en el séptimo piso de los tribunales federales de
Comodoro Py. Allí se reunió, el pasado jueves, un grupo de jueces y
fiscales de tribunales orales para celebrar el cumpleaños de Claudio
Gutiérrez de la Cárcova, juez de tribunal oral del fuero Penal
Económico. Participaron del ágape de triples de miga, tortas, gaseosas
y champán los jueces de los tribunales del fuero Penal Mateo Gorini y
Jorge Tassara (este año absolvieron a María Julia Alsogaray y el año
próximo tienen el juicio de la tragedia ferroviaria de la estación
Once), la fiscal Marta Benavente (llevó el juicio de la trama Skanska
relacionada con facturas truchas), el fiscal Marcelo Agüero Vera, el
juez de tribunal oral en lo Penal Económico Luis Losada, el fiscal de
Cámara Mario Villar y el secretario de Cámara Lauro Laíño (que es nieto
del exdirector del diario La Razón, Félix). Pasó a saludar la jueza
Karina Perilli (también del Penal Económico); fue una aparición fugaz
ya que de allí partió rumbo a las jornadas académicas del gremio de
jueces en la Facultad de Derecho. El homenajeado De la Cárcova y Perilli
son dos jueces a tener en cuenta ya que fueron convocados por la Corte
Suprema para organizar la comisión de magistrados que debe elaborar una
serie de propuestas sobre tribunales orales en todo el país. Ámbito
sensible para los ministros de la Corte que estallan en reproches
cuando les dicen que si se hace un juicio no se puede hacer el otro y
ven cómo todo se atrasa. El jueves, en esa sala que no tenía butacas,
sino una larga mesa improvisada para el cumpleaños, pudimos conocer que
el deadline puesto por el propio Ricardo Lorenzetti para tener en su
poder ese documento es el 23 de diciembre, lo cual agita las aguas en
despachos de diversas geografías. Esas ideas y recomendaciones prometen
ser la columna vertebral del próximo discurso de apertura del año
judicial a cargo del presidente del máximo tribunal.
Este
grupo de jueces de tribunales orales dio lugar en la redacción a
colegas de Salta, provincia clave para la Corte desde que los temas de
seguridad y narcotráfico se han instalado en su agenda y no dan señales
de quedar de lado especialmente en lo relativo al control de fronteras.
Contrario a lo que podría creerse, especialmente por sus dichos de la
última semana, hay confianza en la buena voluntad de Sergio Berni para
combatir la problemática del norte del país alertada por los obispos y
los jueces supremos. Gorini y Tassara son jueces que el año que viene,
puntualmente en marzo, saltarán al centro de escena cuando comience el
juicio por la tragedia de Once, que sentará en el banquillo a
sindicalistas influyentes, exfuncionarios del kirchnerismo y empresarios
encumbrados, como el clan de los Cirigliano. Ambos magistrados prevén
una logística compleja en un juicio con decenas de afectados y con una
serie de querellantes fuertemente enemistados. Al igual que en el juicio
por los supuestos sobornos en el Senado -termina antes de fin de año-,
este proceso podría tener efectos colaterales contra los dos encargados
de la instrucción: el fiscal Federico Delgado (que suele ser fustigado
en el juicio que protagoniza Fernando de la Rúa) y el juez Claudio
Bonadío.
Uno a uno, los integrantes de la Mesa de
Enlace fueron llegando al cóctel de fin de año que dio el miércoles
último la Cámara de Aceiteros en el Salón Bouchard de la Bolsa de
Cereales de Buenos Aires. Algunos, si no todos, venían de saludar al
nuevo ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, un hombre grande
(tiene 70 años) con histórica militancia peronista. Amigo de sus amigos,
según dicen. Hombre serio, preparado y propenso al diálogo, con
particular conocimiento de la problemática que enfrentan las economías
regionales. El entusiasmo de los gremialistas del campo era tal que
algunos repetían involuntariamente en voz muy baja la pegadiza canción
que se cantaba como una cinta sinfín a lo largo de toda la planta baja
de la Casa Rosada ("vengooooo bancando este proyectoooo..."). Es que el
coincidente ingreso del titular del INTA con la salida del temerario
secretario de Comercio era demasiado. El titular de CRA, el sobrio e
inteligente Rubén Ferrero, iba y venía de grupo en grupo gremial sin
reparar en el selecto grupo de políticos y periodistas invitados. Hasta
que el titular de la Sociedad Rural, el malevo Luis Miguel Etchevehere, y
el federado Eduardo Buzzi aceptaron firmar una carta conjunta para
abrir nuevamente una puerta al diálogo. Casi ni se percataron del
desfile de dirigentes que se codeaban con los anfitriones, encabezados
por el presidente de la Cámara, Alberto Rodríguez, y su ejecutor, Andrés
Alcaraz. Los corrillos sólo proyectaban posibilidades relativas al
recambio ministerial. José "Pepe" Scioli, Carlos "Tato" Brown, el melli
Alfredo de Angeli, Juan Radonjic, entre otros; los políticos evaluaban
el pase de los colorados al sciolismo y proyectaban posibilidades en
torno de la interna del PJ, mientras que los periodistas lamentaban el
difícil año que se vendrá con el ajuste. Al término del suculento
catering no quedaba nada de las columnas que avanzaban por el bajo, por
Madero y por Bouchard al inicio.
Con sus 38 años,
tacones altísimos y un vestido rojo adherido al cuerpo, la bailarina
Paloma Herrera fue la estrella del homenaje organizado por la joyera
Claudia Stad. Amable pero distante, la bailarina sincroniza la energía
de la mente y la del cuerpo; despliega ese saludable equilibrio que
buscaba Juvenal. Su carrera es producto del talento, pero también del
voluntarismo, y de una actitud positiva ante la vida donde no cabe la
zozobra. En medio del altar que le construyó la dueña de casa con sus
fotos y trofeos, se la ve retratada con personajes top como Hillary
Clinton, la reina de Inglaterra o el mismísimo Obama, y también bailando
en los escenarios de aquí y allá. Stad puso las joyas en segundo plano y
llenó todas las vidrieras de Ayacucho y Alvear con imágenes gigantescas
de Paloma. Y ambas se movían como si estuvieran en la Ópera de París,
en una noche de estrellas. El mozo, entretanto, despertó curiosidad,
porque ofrecía el champán y los bocaditos en francés. Si bien había
alguna extranjera en un grupo no demasiado numeroso, resultaba extraño
escuchar: "¿Voulez vous un canapé? ¿Voulez vous des petit fours et du
champagne?". Estaban Teresa Bulgheroni, Carmen Iriondo de Larreta,
Esmeralda Mitre, Mónica Parisier, Marta Juni, Teresa Calandra, la
infaltable madre de Paloma, todas con trajecitos de marcas top, y la
dueña de casa elegantísima, con un vestido beige. Algunas, recién
llegadas de la gala del Museo de Bellas Artes de Houston, un homenaje a
Nelly Arrieta financiado por los amigos de nuestro Museo Mayor, hablaban
de los vestidos de las invitadas argentinas que pagaron una fortuna
para lucirse en ese quién es quién de los poderosos texanos. Del genial
rosarino Antonio Berni que ahora tiene su segunda muestra en EE.UU. se
habló poco; el tema dominante fue el derroche de talento de nuestros
jóvenes artistas, como el de Herrera, reconocido en el mundo, un
reconfortante bálsamo para el ego argentino. Así, quienes miraban la
vidriera de enfrente, descubrían en Hermès la intervención vegetal de la
artista Luna Paiva, la hija de Teresa Anchorena.