Community manager

 Leemos en Denken über

Ser commmunity manager NO es tener 50.000 followers en Twitter y estar todo el tiempo respondiendo hasta mis preguntas sobre la creme-fraiche que se usa en una omelette… porque eso no le suma valor a una marca, a no ser que seas Danone ;)
– Ser commmunity manager SI es entender que el paso de usuario a miembro de comunidad implica un salto de confianza y hay que ayudar a que eso suceda
– Ser commmunity manager NO es gestionar atención al cliente, relaciones públicas, RRHH y toda una empresa porque es ridículo, no mostrás coherencia ni un objetivo concreto…
– Ser commmunity manager SI es entender que una persona puede ser fan de una marca pero nunca va a ser amigo porque a los amigos podés insultarlos y eso no rompe el lazo real que hay.
– Ser commmunity manager NO es decir que “se gestionan las comunidades online” porque Apple se caga en las redes sociales pero tiene la comunidad más ultra-fan que existe en el mundo gracias a una estrategia sólida y definida de comunicaciones
– Ser commmunity manager SI es entender que un miembro tiene un ciclo de vida y que tu obligación es gestionarlo para que no quiera irse en medio del recorrido
– Ser commmunity manager NO es cuestión de números, porque los followers los podés comprar, los fans de facebook los podés hacer crecer con sorteos y con 100.000 seguidores podés tener menos participación que alguien con 1.000
– Ser commmunity manager SI es hacer que la gente interactúe con TU marca y NO con vos porque vos… sos irrelevante y los mejores community managers comparten conocimiento en serio y no ganan 500EU al mes por Twittear con sus amigos.
– Ser commmunity manager NO es nuevoCommunity Building on the Web : Secret Strategies… de Amy Jo Kim se publicó hace 10 años, Design for Community: The Art of Connecting Real People in Virtual Places de Derek Powazek casi lo mismo y encima The Virtual Community de Howard Rheingold se publicó en 1994 y conozco “Community Managers” que no conocen ni a uno de estos autores…
– Ser Community Manager SI es entender que tenés la posibilidad de participar en comunidades oficiales o no oficiales y sumarle valor no sólo a una marca sino a la gente que participa en la misma… y cuando lo lográs te da una gratificación mucho mayor que decir “tengo un petabyte de followers más que vos”.
Hoy tenemos mil herramientas para hacer lo básico que debería hacer un “gestor de comunidades online”: encontrar, nutrir, cuidar y hacer crecer una comunidad de usuarios con un fin en común (sea este hablar de filología alemana o de gente que le gusta Starbucks) perder la oportunidad de hacer algo en serio con estas herramientas da mucha pena realmente para los que realmente creemos en el poder de las comunidades online
Notas: algunas reseñas de los libros que mencioné Design for Community: The Art of Connecting Real People in Virtual Places, Community Building on the Web : Secret Strategies… – Amy Jo Kim y algun post que me ha gustado y tienen casi 10 años: Comunidades Online, orígenes y desafíos, Liderazgo en una comunidad online y segunda parte… y Como crean Valor las comunidades Online, qué objetivos seguir y más ;)… que raro saber que en esa epoca no tenía ni gestor de comentarios :P

Peronismo en tiempos K

Por Manuel Mora Y Araujo

Una condición para el éxito político del proyecto kirchnerista es que la economía continúe con buen desempeño. Eso depende, a su vez, de tres factores: las condiciones externas, las condiciones internas y la política económica. Tanto el peso relativo de cada uno de esos factores como el juicio que ellos merecen a distintos observadores son asuntos controvertibles. Mi punto de vista implica que las condiciones externas (precios internacionales, dirección del ciclo económico mundial) son decisivas y nadie en la Argentina puede influir al respecto. Las condiciones internas se discuten continuamente; en la perspectiva del análisis político, lo relevante no es lo que cada experto piensa, sino lo que el público opina. En ese aspecto, Cristina Fernández cuenta a su favor con el nivel de actividad de la economía y en su contra con la inflación. La política económica puede influir en esas condiciones; también puede ayudar a absorber los shocks externos negativos y a aprovechar los positivos.
En el escenario 2011 que parece más probable en el momento de escribirse estas líneas, las cosas se presentan favorables a Cristina en todo menos en un aspecto: la inflación. Si el Gobierno actúa racionalmente deberá –tarde o temprano– aplicar una política antiinflacionaria más efectiva; seguramente lo hará lo más tarde posible, buscando evitar las eventuales consecuencias políticas negativas de una política antiinflacionaria. En cuanto a la discusión del peso relativo de cada factor, es algo bizantina; lo cierto es que el Gobierno no conseguirá buenos resultados políticos si la economía no crece, y poco importa si la causa son sus políticas o los vientos que soplan. Si la economía no crece, por lo que sea, el kirchnerismo no seduce ni dispone de suficientes recursos para atraer votos. (...)

La naturaleza política del kirchnerismo. El kirchnerismo fue construyéndose a sí mismo como un proyecto político una vez que alcanzó el poder, en 2003, y desde el poder. A esa construcción convergieron tres vectores que una radiografía política permite identificar: el kirchnerismo progresista, programático; el kirchnerismo esencialmente peronista; y el kirchnerismo práctico, ávido consumidor de los recursos que genera el poder. Sólo disponiendo de poder político y recursos económicos –en su caso, los que le provee el Estado– esos tres vectores pueden converger y resolverse en un proyecto con identidad; fuera del poder, tienen poco y nada en común. El kirchnerismo progresista tiene como origen un discurso político con pretensiones ideológicas, que abreva más en la tradición del pensamiento nacionalista de izquierda que en la del pensamiento democrático. Esa vertiente encuentra un denominador común con otras de izquierda en el valor de los derechos humanos y en la retórica distribucionista; medidas como la Asignación Universal por Hijo van en esa dirección. Esta corriente se identifica con las decisiones del Gobierno que desafían a sectores de la sociedad que disponen de recursos de poder económico o comunicacional, al margen de las instituciones del Estado –grandes empresas, medios de prensa, imaginarios como “el poder económico concentrado”, la “oligarquía agropecuaria”–, o que desafían a centros vitales de los valores conservadores tradicionales, como el matrimonio homosexual, el aborto o la despenalización de la droga. Como en toda corriente de ideas, hay heterogeneidad y coexisten un núcleo duro, productor de símbolos y contenidos y una periferia más volátil, consumidora de esos símbolos. Lo cierto es que para la identidad del kirchnerismo como fenómeno político, el componente progresista resulta esencial, aun cuando no le aporta mayormente ni votos, ni estructura organizativa. Eso llevó a los Kirchner a considerar imprescindible conceder, periódicamente, gestos y decisiones a esa corriente, principalmente para mitigar o contrabalancear otros gestos y otras decisiones que no son consistentes ni compatibles con las expectativas del progresismo. La esencia peronista del kirchnerismo estaba, ciertamente, en su origen, pero no necesariamente en la identidad primigenia de su proyecto. A Néstor Kirchner no le atraía la idea de competir con otros dirigentes peronistas por el liderazgo de su partido. Por el contrario, intentó “desperonizar” su proyecto político tan pronto se sintió fuerte en el gobierno; y tuvo que volver a las fuentes cuando la viabilidad de su construcción transversal –que diluía los ingredientes peronistas originales– se reveló precaria e insuficiente. La precariedad fue, ante todo, electoral, es decir, cuantitativa.
Pero también fue política, porque la transversalidad exigía actuar bajo los criterios de la lógica de las coaliciones y, en consecuencia, llevaba a una necesidad de compartir decisiones; en definitiva, compartir el poder.
El kirchnerismo peronizado recuperó y consolidó votos de las clases bajas, integró a los cuadros directivos locales del peronismo y a los factores de poder propios de su historia, como el sindicalismo concentrado, y no pagó, a cambio, ningún precio relevante. Ni los progresistas –a quienes los votos de la pobreza los embriagan porque nunca han sido capaces de obtenerlos por sí mismos desde alguna oferta política sustentada exclusivamente en sus militantes– ni otros sectores aliados que reciben con beneplácito algunas decisiones del Gobierno, pero no otras, han pasado facturas cuantiosas. Desde luego, algunas personas –individualmente– dejaron el proyecto disgustadas con la peronización o con algunas de sus consecuencias, pero no en una medida significativa. El ingrediente peronista, por otra parte, le permite al kirchnerismo un pragmatismo en la toma de decisiones que el ingrediente progresista muchas veces dificulta, por su exigencia de mayor coherencia programática. Así, el gobierno de Kirchner pudo enfrentar, sin mayores resistencias, el pago de la deuda externa, el mantenimiento de un tipo de cambio apreciado, las idas y vueltas con el FMI, pero sin llegar a romper con él, una política exterior ambigua, pero, en última instancia, centrada en las buenas relaciones con Washington, y tantas otras decisiones. El kirchnerismo práctico no es un proyecto, es una praxis. Está en las antípodas de cualquier ideal o proyecto colectivo; en todo caso, es cínico y pragmático en extremo. Todo proyecto político contiene ese ingrediente; en el caso del kirchnerismo, es fuerte y a veces parece dominante. Se exhibe exuberantemente a través de manifestaciones como la corrupción, la discrecionalidad de muchas decisiones, la persistencia en políticas públicas justificadas, vaga y superficialmente, en algunos principios ideológicos, pero que, en definitiva, sólo pueden entenderse desde la racionalidad de las conveniencias privadas. A veces, hasta resulta llamativo que desde el espacio de los ideales y las convicciones programáticas del progresismo se pueda justificar lo injustificable con el argumento de que, en el balance, los logros –y por tanto, las virtudes– importan más que los defectos o los vicios; en verdad, no debe sorprender, porque así se ha escrito la historia de la humanidad; pero se trata de una disonancia que llama la atención.
El kirchnerismo práctico es una máquina de hacer. Ninguna consideración ética perturba a esa máquina; esas consideraciones quedan reservadas al espacio íntimo de cada persona; por lo demás, si alguien es víctima de sus desprolijidades o sus excesos, normalmente se lo deja caer y todo sigue como si nada sucediese. Entre tanto, la máquina de hacer, efectivamente hace, toma decisiones, genera hechos, produce mensajes, comunica, y en el conjunto de todo eso ofrece a la sociedad gobierno efectivo –no tan sólo nominal–, respuestas a muchos de los problemas de distintos sectores, surcos que se abren a los que es posible volcar expectativas que las corrientes de los hechos que circulan por esos surcos alimentan y mantienen a lo largo del tiempo. Casi nadie, en la Argentina de hoy, adhiere a esos tres vectores simultáneamente; pocos son a la vez progresistas, peronistas y pragmáticos kirchneristas. La habilidad política de Néstor y Cristina Kirchner ha sido, y sigue siendo, sumar a unos y otros en un mismo proyecto, y mantenerlo tan articulado como es posible en cada momento, evitando que se desarme. Los ha beneficiado enormemente que ninguna oferta política alternativa puede superar esa combinación.
Con esos ingredientes y su manera de mantenerlos articulados, los Kirchner sostienen, desde 2005 hasta ahora, una masa de votos que flota entre el 35 y el 45 por ciento. ¿Es mucho? ¿Es poco? Después de ocho años en el gobierno, no parece nada mal, sobre todo si se observa que ese caudal retoma una tendencia ascendente a partir de la muerte del jefe. En todo caso, no existe un proyecto competitivo que pueda aspirar hoy a un caudal semejante. Sólo la regla electoral del ballottage podría hacer posible un caudal electoral mayor en una segunda vuelta. Hoy, eso parece improbable. El resto depende de los volátiles humores del público, sobre lo cual no hay nada escrito.

La comunicación 2.0 y el fin de la publicidad tradicional


Por Rubén Weinsteiner 
Para Bloomberg

En la era 1.0, los consumidores, los votantes, los ciudadanos eran mudos. Es más, frente al televisor o a la radio, para poder oír bien, debían callar.

Esa asimetría hoy se acabó, la Web 2.0 es diálogo, no es más monologo, donde se podía decir cualquier cosa, slogan, argumento etc.

Hoy cuando desde la campaña de Macri dicen “sos bienvenido” miles en las redes, en Twitter, en los blogs dicen que es una mala traducción del “you are welcome” con significación absoluta en inglés, pero sin significación potente en español, otros dicen que les suena como que Macri establece un derecho de admisión “vos sos bienvenido, vos no “

Antes se podía decir por TV o Radio o desde la vía pública cualquier cosa, y por eso las marcas corporativas o políticas no necesitaban desarrollar un relato y un mensaje, no necesitaban dialogar, emitían frente a públicos mudos. Podían medir mediante encuestas, ventas, votos, pero era mecanismo mucho menos complejo: se emitía y se generaba resultado.

Hoy se emite, y esa emisión adquiere una dinámica propia, caótica y compleja producto de la simetría específica ya no de la Web 2.0 sino de la era 2.0, donde la gente se acostumbró a interpelar a las marcas, a las empresas y a los políticos.
Y en ese nuevo escenario, las marcas también deben interpelar a los diferentes segmentos para poder establecer mecanismos de sintonía fina y así poder ser más eficaces su comunicación.

Mandar a una marca corporativa o política al mercado sin relato o sin mensaje es como mandar a un ejército sin armas al campo de batalla. Hace 15 años se podía mandar a un producto, a una marca o aun político con un isologo en una mano y un slogan en la otra, hoy sería como enfrentar con palos a aviones F-22.

La complejidad de los consumidores, de los votantes y del dispositivo 2.0, imponen reglas transaccionales nuevas, donde se pueda sostener un relato sin fisuras, para poder construir las conversaciones que demandan los nuevos prosumidores (productores y consumidores de información)

Santa Fé: Intenciones y capacidad

Recibimos el análisis de Darío Schueri que compartimos.

Como en los álbumes de las enternecedoras fiestas familiares de nochebuena en las que indefectiblemente el “espíritu navideño”, que se disipa mágicamente como llegó a la mañana del 26, reconcilia con fatuas promesas de eternidad a parientes culturalmente distanciados, los dos frentes políticos que compitieron entre sí y tácitamente contra el otro el pasado domingo 22 de mayo, posaron la semana pasada para la instantánea de la reconciliación inexistente.
A los radicales y socialistas y a los peronistas, sólo los podrá mantener artificialmente unidos la vocación del poder ostentado y la posibilidad de recuperarlo.
Por mas que el indignado intendente de Santa Fe Mario Barletta insista en que los radicales podrían llegar a bajar los brazos y no trabajar para la candidatura del triunfante socialista Antonio Bonfatti, la necesidad de seguir manejando (esperan que de manera mas generosamente compartida) un presupuesto de seis mil millones de dólares anuales (Obeid administró antes de irse la tercera parte) los mantendrá vocacionalmente unidos. “Además los radicales necesitan ganar comunas, municipalidades y senadurías”, analiza un ascendente legislador socialista.
Para el consultor porteño (:P) Artemio López, “en Santa Fe, los radicales saben que sólo manteniendo el frente con los socialistas tienen posibilidades de seguir al frente del Ejecutivo y no lo van a rifar; si logran consolidar una fuerza del 10 o 12 por ciento es interesante a futuro”.
En el peronismo, en cambio, las cosas no son tan fáciles, no sólo porque están en el llano, sino porque si bien la imaginariamente optimista sumatoria de votos entre los participantes del Frente Santa Fe para Todos comparados con los de la vereda de enfrente anima los espíritus, la composición socialmente ecléctica de esos sufragios no estimula un análisis mas positivo que el mero voluntarismo matemático.
Los más de 270 mil votos del Chivo Rossi están inventariados. Son suyos y de nadie mas. El problema sobreviene con las colectoras internas luego del 22 de mayo. Aunque pocos, los 11 mil del Juanchi Mercier indefectiblemente irán a parar a manos del petiso Del Sel. Eran furiosamente anti K.
En cambio, los 203 mil ciudadanos que, aun en esta ciudad capital adonde salió primero, optaron por el estéticamente mixturado, pero con notoriamente visible sesgo “no K” Omar Perotti, ¿aceptarán ahora el discurso kirchnerista sin cortapisas de Agustín Rossi?. ¿Mutarán esos electores hacia Rossi aún ante la posibilidad de que la Presidente Cristina Fernández sea reelecta?.
Por lo pronto, los ruralistas asociados a Carsfé instan a que no lo hagan a través de un fuerte documento en el que inclusive se sienten “sorprendidos” y “preocupados” por el apoyo del Lole Reutemann a Rossi. No es para tanto, después de todo, a Rossi le podría haber ido peor en los sectores rurales, y en Departamentos “chacareramente reaccionarios” como Gral López le ganó inclusive a Miguel del Sel.
Le queda al Chivo Rossi la cautivante faena de capturar el mayor porcentaje posible de los 190 mil votos aportados a Rafael Bielsa, pero más aún los de su hermana María Eugenia que superó los 300 mil en la grilla de diputados. Esos pueden que sean peronistas con hambre de recuperar el poder perdido en el 2007. Y por si fuera poco, Rossi estará condicionado por el armado de la lista de diputados nacionales por Santa Fe en la cual Luis Rubeo nos aseguró que el primer lugar será para el saliente hermano del Chivo, Alejandro Rossi. ¿Qué pasará con Omar Perotti?; ¿se conformará con ser el segundo del otro Rossi?.
¿Y el otro saliente Gustavo Marconatto, ahijado político del extinto Néstor Kirchner?. ¿Decidirá Cristina el orden de prelación de la grilla?. ¿O irán al sorteo en la gorra como en Entre Ríos?.
En el FPCyS, los 200 mil votos radicales depositados hacia Barletta (mas los cinco mil del “Changui” Cáceres) difícilmente sean absorbidos por Miguel del Sel (la gran aspiradora de voluntades ocasionales) como tampoco los 293 mil que apostaron por la continuidad del gobierno de Binner a través Antonio Bonfatti. Hay que salir a cosechar por lo menos otros doscientos mil que volvieron a las manos de sus tenedores originales y que el 22 de mayo les fueron prestados al sorprendente Omar Perotti y en parte al kirchnerista moderado Rafael Bielsa.
Y de ser posible convencer al inusitado electorado que le dio un voto de confianza a la popularidad del “Midachi” Del Sel- ¿y un reproche a la “clase polìtica?”- que el 24 de Julio se plebiscita la continuidad del gobierno de Binner. Gestión y equipos para gobernar (aquí tendrá que tallar la mancomunión con el radicalismo) versus entusiasmo discursivo.
Ya contamos en otra nota como el PRO revestirá a Del Sel de ese hálito de gobernante capaz que necesita imperiosamente.
Por lo pronto, si bien cada uno por su lado, pero bajo la férrea supervisión de los equipos del Chivo Rossi, en el peronismo ya se están diseñando las estrategias de maniobras proselitistas que contendrán entre otras cosas, la concesión de pactar con los dirigentes y candidatos territoriales las mejores opciones de campaña; “si Agustín no tiene que ir a algún lado adonde pueda comprometer votos, no irá”, se le escuchó decir a una espada del Chivo.
El FPCyS se juntó este sábado en Rosario y decidieron que el miércoles 9 lanzarán oficialmente la campaña rumbo al 24 de Julio en esta ciudad capital, independientemente de las tormentosas movidas nacionales. La cuestión reside en blindar a Santa Fe de cualquier efecto corrosivo nacional.
De todos modos, igual que en el radicalismo, los candidatos locales del peronismo no pueden darse el lujo de abrirse tan fácilmente de su candidato a Gobernador, comprometiendo el triunfo distrital. Aunque más de uno, en ambos bandos, esté pensando en como hacerlo (despegarse del candidato a Gobernador) y que parezca un accidente. ¿Binner Presidente?. ¿Y Reutemann?
Este Domingo 5 Hermes Binner cumplió 68 años. En el 2015 tendría 72 años. ¿Podrá esperar otros cuatro años para pelear por la Presidencia?. ¿Es ahora o nunca?. “La mayor parte de mi vida no fui ni intendente ni gobernador”, respondió hace poco ante una pregunta parecida.
La misma pregunta se hizo Carlos Reutemann, y aparentemente resolvió que es nunca. Reutemann tiene tiempo hasta el sábado 25 de junio para decidir si es candidato a Presidente. Binner si quiere presentarse como candidato a Presidente de la Nación con un frente político tiene que resolverlo antes del sábado 11. “Aunque la parada es muy difícil, vamos por el premio mayor”, se entusiasmó un allegado. Como suelen preguntarse lacónicamente los gringos del campo: ¿será?.

Claves de la campaña de Ollanta Humala

A inicios de esta campaña, en diciembre, Ollanta Humala, medía mal. Seis meses después, Humala es el presidente electo del Perú y el respaldo que recibió ayer en las urnas no es producto del voto antisistema, como lo sostienen sus críticos, sino de una estrategia que incluyó la moderación de su discurso y reunir a su alrededor tras la primera vuelta a diferentes fuerzas políticas e intelectuales.

1. UNA NUEVA ESTRATEGIA
A diferencia del candidato del 2006, esta nueva versión de Humala Tasso -moderado, con camisa celeste y paciente ante los ataques- no solo logró calar en el Perú profundo, compuesto por los pueblos del interior del país que no han visto los resultados de la prosperidad económica de los último diez años, sino también en parte de los sectores del A/B. Además, en esta oportunidad,  se despegó desde el inicio de su campaña  de  Hugo Chávez  y se presentó, en cambio, como una versión peruana del brasileño Lula, prometiendo desarrollo más inclusión social, dos palabras claves y de fácil recordación para el electorado.

2. EL RIVAL Y EL CENTRO DIVIDIDO
Probablemente si Alejandro Toledo (Perú Posible), Pedro Pablo Kuczynski (Alianza por el Gran Cambio) y Luis Castañeda Lossio (Solidaridad Nacional) hubiesen formado una coalición que represente al centro democrático, uno de ellos y no Keiko Fujimori habría pasado a la segunda vuelta con Humala Tasso. En este escenario, según la mayoría de encuestas publicadas, cualquiera de ellos le hubiera ganado al nacionalista. La fragmentación del centro permitió el contexto de esta segunda vuelta y, por ende, el triunfo del humalismo. Es decir, Humala tuvo un camino menos complicado para llegar a Palacio de Gobierno con Keiko Fujimori que el que hubiera trazado de tener a Toledo o a Castañeda como rivales.

3. EL RECHAZO AL FUJIMORISMO
El rechazo a la candidatura de Keiko Fujimori fue mucho más fuerte que la incertidumbre que genera un gobierno nacionalista. La legisladora, quien sostuvo que no repetiría los errores de su padre, el ex presidente Alberto Fujimori recluido en la Diroes por violación a los Derechos Humanos, permitió que personajes cuestionados en los años noventa regresen de su mano a la política y las disculpas que ofreció por los excesos cometidos no calaron en toda en la población. El voto anti-Keiko inclinó a parte de los indecisos, quienes optaron por Humala.

4. CAMBIOS EN EL DISCURSO EN DIRECCIÓN DEL CENTRO

No solo dejó el polo rojo por la camisa celeste, también cambió vocablos como “el plan nacionalista” por la palabra “democracia”, repetida en cada intervención ante la prensa. Además, firmó múltiples compromisos en los que desterraba todas las temerosas ideas de su plan inicial, abriendo la puerta a una versión más centrada y menos beligerante del candidato Humala. Se corrió de la izquierda y dio varios pasos acertados hacia el centro que le valieron miles de votos. No habló más de su intención de reformular la Constitución.

5. EL FACTOR MVLL Y TOLEDO
Tras su victoria en primera vuelta, Humala necesitaba ubicarse al centro, que la ciudadanía lo viera como un político que respetaría las libertades y el modelo económico. Primero convocó de las filas de Perú Posible al economista Kurt Burneo y recibió el respaldo de una serie de partidos políticos, incluyendo Fuerza Social, al cual pertenece la alcaldesa de Lima, Susana Villarán. Luego, el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y el ex presidente Alejandro Toledo le brindaron su apoyo en contra de lo que “podría significar el regreso de la dictadura al poder”.

La comunicación 2.0 y el fin de la publicidad tradicional

Por Rubén Weinsteiner 
Para Bloomberg

En la era 1.0, los consumidores, los votantes, los ciudadanos eran mudos. Es más, frente al televisor o a la radio, para poder oír bien, debían callar.

Esa asimetría hoy se acabó, la Web 2.0 es diálogo, no es más monologo, donde se podía decir cualquier cosa, slogan, argumento etc.

Hoy cuando desde la campaña de Macri dicen “sos bienvenido” miles en las redes, en Twitter, en los blogs dicen que es una mala traducción del “you are welcome” con significación absoluta en inglés, pero sin significación potente en español, otros dicen que les suena como que Macri establece un derecho de admisión “vos sos bienvenido, vos no “

Antes se podía decir por TV o Radio o desde la vía pública cualquier cosa, y por eso las marcas corporativas o políticas no necesitaban desarrollar un relato y un mensaje, no necesitaban dialogar, emitían frente a públicos mudos. Podían medir mediante encuestas, ventas, votos, pero era mecanismo mucho menos complejo: se emitía y se generaba resultado.

Hoy se emite, y esa emisión adquiere una dinámica propia, caótica y compleja producto de la simetría específica ya no de la Web 2.0 sino de la era 2.0, donde la gente se acostumbró a interpelar a las marcas, a las empresas y a los políticos.
Y en ese nuevo escenario, las marcas también deben interpelar a los diferentes segmentos para poder establecer mecanismos de sintonía fina y así poder ser más eficaces su comunicación.

Mandar a una marca corporativa o política al mercado sin relato o sin mensaje es como mandar a un ejército sin armas al campo de batalla. Hace 15 años se podía mandar a un producto, a una marca o aun político con un isologo en una mano y un slogan en la otra, hoy sería como enfrentar con palos a aviones F-22.

La complejidad de los consumidores, de los votantes y del dispositivo 2.0, imponen reglas transaccionales nuevas, donde se pueda sostener un relato sin fisuras, para poder construir las conversaciones que demandan los nuevos prosumidores (productores y consumidores de información)

Se viene Neuquén...


El próximo domingo se realizan elecciones en Neuquén , provincia donde se generan 1,2 votos de cada 100 nacionales, el tercer distrito en peso electoral de la saga iniciada en Catamarca el 12 de marzo pasado.
Las dos fuerzas principales en la categoría a Gobernador son el Movimiento Popular Neuqino que va por la reelección del actual Gobernador y el Frente Neuquino que lleva a Martín Farizano acual Intendente de Capital y Nancy Parrilli hermana de Ocar, Ministro del Gobierno Nacional , como candidatos a Gobernador y Vice sostenidos en una muy muy muy heterogénea alianza que recibirá el apoyo de siete listas colectoras integradas por el PJ, la UCR, UNE, Frente y la Participación Neuquina, el Frente Grande, el MUN, el socialismo y el PRO entre otras fuerzas.
Ambos bandos obviamente se disputan la representación plena de Cristina y en principio las encuestas favorecen al MPN en una relación de 2 a 1 , ambas fuerzas mayoritariamente, aunue en su totalidad solo el MPN, convergen en el apoyo a Cristina Kirchner en octubre .
Completando el cuadro de fuerzas y cargos en disputa, como bien señala Nicolás Lantos:
La oferta electoral neuquina la completan la Coalición Cívica, que llevará de candidato al periodista Ricardo Villar; Proyecto Sur, con Priscilla Otton (secretaria de Derechos Humanos de la CTA local); Libres del Sur, que en este distrito presentará a sus propios postulantes, encabezados por la legisladora Paula Sánchez; y el Frente de Izquierda, con la docente y militante Patricia Jure, del Partido Obrero. Además del gobernador y el vice, se elegirán 35 diputados provinciales y los intendentes de 17 municipios, además de otros cargos locales.
Finalmente , respecto al líder del Frente Neuquino, leemos una intersante entrevista al radical Martín Farizano, que muestran su concepción del momento político nacional y el clima de pase de factruras para dirimir quién es más kirchnerista con que se viven la elecciones provinciales , que debe recordarse, fueron precedidas de una derrota del candidato del candidato del Frente a manos del MPN en la intendencia de la por lo menos inquietante localidad de Chos Malal.. el quinto departamento electoral de la provincia con sus 5674 habitantes y habitantas, jejeje. Mejor leamos:
Luego de una breve convalecencia por una afección pulmonar, el actual intendente neuquino encara el final de la campaña con la certeza de un escenario polarizado. En diálogo con La Mañana, afirmó que descree de las encuestas y sostuvo que Sapag “debería estar más preocupado”.
Con duras críticas al MPN, Farizano aseguró que él es quien mejor representa las políticas de Cristina Fernández de Kirchner en la provincia y que el actual mandatario aparece más en las fotos pero no acompañó en los momentos cruciales...

Humala recargado

Humala tiene ahora un discurso más moderado y abarcador que en su primera experiencia electoral en el 2005, y su referente proclamado es Lula. Su triunfo es una buena noticia, en principio, para los gobiernos de Argentina y de Brasil, y un fastidio para el de los EE.UU., que tenía en Alan García a uno de sus aliados más firmes.
Otro elemento, quizá el más importante: Perú ha sido el ejemplo favorito de los organismos internacionales y de la prensa económica en estos años, casi tanto como lo fue Argentina en los ´90. El “viento de cola” de los altos precios de las materias primas, que sopla para todos, ha hecho que su experiencia no terminara en catástrofe, como la nuestra en el 2001. Pero está claro que el pueblo ha optado por el cambio. Que tenga suerte, porque la de ellos es también la nuestra...

Razones de la candidatura de Binner

Por Julio Burdman


Algunos se mostraron sorprendidos por los movimientos que viene realizando Hermes Binner hacia una candidatura por un frente que agrupe a los partidos de centroizquierda opositora. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el análisis político que realiza este sector no mira solamente las encuestas y la coyuntura de 2011. Se trata, más bien, de una apuesta hacia la consolidación de un nuevo espacio nacional en un mapa partidario en transformación.
Los partidos de centroizquierda enfrentan una oportunidad electoral histórica, inédita. Siempre sufrieron el problema de la falta de implantación territorial. El progresismo fue un fenómeno metropolitano. Hoy, en cambio, cuenta con presencia real en los principales distritos del país. Partido Socialista santafesino, Partido Nuevo cordobés, Proyecto Sur porteño y GEN bonaerense, más el Nuevo Espacio Entrerriano y desprendimientos afines en San Juan, Mendoza y otras provincias, hoy compiten seriamente por gobernaciones e intendencias importantes. A la inversa de la experiencia frepasista, construida a partir de liderazgos porteños mediáticos que aspiraban la presidencia. Es la primera vez en la historia democrática reciente que una fuerza progresista tiene condiciones reales de establecerse como alternativa al bipartidismo en el país federal.
En particular, este espacio tiene altas probabilidades de que sus candidatos a gobernador de Córdoba y Santa Fe, Luis Juez y Antonio Bonfatti, se impongan en las elecciones de julio y agosto. Ambas provincias concentran el 20% de la población, una proporción aún mayor del PBI nacional, y tienen una agenda económica propia. Una región centroprogresista constituiría un polo verdaderamente interesante para debatir la matriz bonaerense y centralista de la Argentina a partir de la reforma constitucional de 1994, y construir una nueva identidad política.
Este espacio de centroizquierda que está surgiendo en Argentina, desde las provincias hacia la Nación, necesita una propuesta presidencial para crecer. La candidatura de Binner, quien cuenta con el cursus honorum de su experiencia de gestión, es necesaria para ello: además de competir en la carrera presidencial, apuntalaría a los candidatos a gobernadores, intendentes y legisladores nacionales. Como en tres de los cuatro distritos principales las elecciones provinciales están desdobladas (CABA, Santa Fe y Córdoba), sin una oferta presidencial el incipiente espacio progresista tiene pocas chances de formar un bloque legislativo fuerte para el período 2011-2015.
Todo lo anterior, asimismo, debe ser entendido en el siguiente contexto: mientras que los partidos de centroizquierda tienen excelentes razones para querer lanzarse solos al plano nacional, la alternativa de reeditar el Acuerdo Cívico y Social de 2009 con el radicalismo es poco atractiva en más de un sentido. Aunque más de la mitad de los votos del ACyS correspondió a los aliados de la UCR –la centroizquierda y la Coalición Cívica–, el partido centenario está empecinado en liderar la oposición. Tienen un candidato con potencial electoral –Ricardo Alfonsín– pero vienen de pobres rendimientos en las elecciones provinciales y no tienen triunfos a la vista ni candidatos fuertes en los distritos. La familia panradical carece de liderazgo y coordinación. Una de las fortalezas de Alfonsín es su presencia mediática, pero ésta algo puede cambiar una vez que Binner logre instalarse –pese a que su sector apoyó en general la Ley de Medios.
La alianza con Francisco de Narváez sin dudas ofrece a Alfonsín una plataforma interesante para la provincia de Buenos Aires, pero la agenda del incipiente Frente Progresista apunta a otra dirección ideológica y también geográfica. Algunos votantes y dirigentes radicales, confía Binner, terminarán apoyando a su coalición si Alfonsín profundiza su alianza con sectores del peronismo federal. Ello, junto al aporte que puede recibir de los partidos progresistas en los cuatro distritos principales que representan el 70% de los votos, agrega razones a una decisión con horizonte de mediano plazo.

Sobre un vicepresidente

Por Horacio González *

Días pasados escuché, en el salón Borges de la Biblioteca Nacional, a un hombre que presentaba un discreto atildamiento y una dicción que exhibía una gran fuerza autocontenida. Acostumbrado a ser claro, segmentaba continuamente su exposición en diversos apartados; 1, 2, 3... Hay en esta actitud algo del matemático que es, y también algo tenue de su formación dialéctica. Sin embargo, este atisbo pedagógico que indicaba la comunión entre dialéctica y matemáticas nunca obstaculizaba el señorío de una exposición política de gran originalidad. Ese hombre era el vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera. Parecía cansado, era de noche y decía no haber almorzado, pero lo poseía el espíritu del orador. García Linera es un expositor que goza del momento único en que se recrea el público por medio de un discurso complejo y a la vez de sorprendente incidencia colectiva. El vicepresidente teoriza sin aplicar ideas previas a los hechos. Frasea como frente a una clase que de pronto se torna asamblea o plaza pública. Las ideas son las que surgen de las propias referencias con que se cargan los hechos, no exteriores a ellos. En todo momento la vicisitud histórica boliviana brota de los poros de sus dichos. Se pronunció por la idea de una contradicción incesante, en la que nunca se cierran las tensiones, que así acaban siendo creativas. La búsqueda de un punto donde la tensión se muestra plena de producción histórica –punto decisivo y difícil, que exige un trabajo interno de reacomodamiento de nuestras miradas tradicionales–, pasa a ser la definición misma de la política.

¿Cómo serían esas contradicciones incesantes? ¿Las tenemos en cuenta no-sotros en nuestros debates? El expositor fue sabio. Primero fue elaborando todos los temas que vendrían a ser las capas culturales superpuestas en la historia boliviana. Las comunidades indígenas y la nación; la concentración del poder y su difusión en zonas que lo desconcentran o descomprimen; la industrialización y el resguardo de la naturaleza; la acción colectiva en todas sus múltiples transfiguraciones y “Evo como figura inescindible del colectivo en acción”. Ahora bien, éstas y otras son contradicciones, tensiones. ¿Cómo se procede con ellas? Una tentación sería inevitable, la de considerar que las contradicciones son portadoras de costos para su resolución. Y cuando se resuelven, aparecen “síntesis superadoras” confirmadas por la materialidad o la verdad de la historia. No, pero en la versión de García Linera, las cosas no son así. Donde sería fácil encontrar todo realizado luego de que se ejerciera el trámite conflictivo, siempre habrá irresolución, siempre habrá una vacante o una disponibilidad sin consumarse.

La definición del hombre político que de aquí emerge es la del que está siempre frente a un abismo, resolviendo agónicamente y dejando siempre aberturas, vacíos. Me pareció asombroso, y así se lo dije a García Linera, que un proceso político tan original como el boliviano, hubiera descubierto una forma figurativa tan decisiva para la condición del político: el que siempre está ante la decisión y la inconclusión. No son situaciones tan diferentes a las que aquí vivimos, aunque no se lo haya dicho de esta forma. El vicepresidente boliviano lo dice con un idioma inusual. El es un académico. ¿Pero qué significa esto? En el discurso que le escuchamos rondan las citas de Marx, Lenin, Mao. ¿Qué nos dicen esas citas? Por un lado, que estamos ante un expositor de formación marxista, que se desempeña muy adecuadamente entre las páginas de los Manuscritos de 1844 o la discusión con José Aricó sobre el célebre artículo de Marx denostando a Bolívar, tema sobre el cual en su libro, Potencia plebeya, García Linera toma una posición atrevida, volviendo a los criterios de aquel Marx sobre las imposibilidades del Estado y la debilidad de la sociedad civil. Pero por otro lado, las citas más ortodoxas están hechas (creí notar) no como un recurso a la autoridad, a la fijeza de un aforismo o a un dictamen de observancia literal. Parecían rememoraciones de un pasado, frases honrosamente sueltas de otra época a la que miramos con la nostalgia que le concedemos a nuestra adolescencia, a nuestra toma de partido en los momentos que parecía fácil anudar cualquier texto a la realidad.

Buena parte de lo que hoy parece la vida política, sería el arte de seleccionar no sólo las “citas sobrevivientes” de otros procesos históricos, sino el modo implícito de advertirnos cómo las usamos. Si como forma de autoridad, como partes de una ciencia que rige a la política, como emblemas que dan lustre al orador, o como lo que verdaderamente importa, como elemento sugerente de lo que fuimos, de lo que leímos y ponemos ahora sobre la mesa como un guiño amistoso hacia las tantas pérdidas, fracasos y recomposiciones que todo vivir impone o se impone. En ese sentido, la cita de Sartre me pareció contener más destellos de actualidad. Recordó García Linera la cuestión del Otro como presencia amenazante, síntoma de mortalidad, pero también indicio para aprender a fusionar lo disperso, crear grupos, comunidades. Una cita alusiva de la Crítica de la razón dialéctica, los viejos tomos sartreanos ya no visitados por la actualidad política, que reaparecen en el vicepresidente boliviano en forma lateral. La cita alusiva es la verdadera cita y en algunos casos la verdadera representación de lo que es un discurso cabal, no un sistema de axiomas sino una alusión condescendiente a lo que creímos y a lo que se desprende de lo que creímos en estos tiempos que anuncian su poder cancelatorio frente a las bibliografías que parecían eternas.

Potencia plebeya, el libro de García Linera, contiene la influencia de lecturas mucho más contemporáneas que muchas de las evocaciones de décadas pasadas. Vemos en él un avatar contemporáneo del spinozismo, una visión que acaso remite a Toni Negri en la interpretación del Manifiesto comunista, una influencia menos que difusa de los “estudios culturales” o “estudios subalternos” a la manera de las más movedizas academias del hemisferio norte –que en la Argentina nunca acabaron de instalarse– y persistentes homenajes a Pierre Bourdieu, quizás el último gran sociólogo occidental. Como manjar adicional, la atención hacia un denominado “momento robespierreano”, que implica una relectura de las crisis y refundación de los estados. Destellos jacobinos en la política boliviana, neocomunitarismo y filosofía de las revoluciones, que buscaban los herederos del pensar filosófico en los movimientos sociales. García Linera retoma el modo de escribir, de citar y problematizar a las sociedades arcaicas y modernas de José Carlos Mariátegui. Siete décadas después, el Georges Sorel del peruano es el Bourdieu del boliviano.

La sociedad nacional argentina y sus estilos sindicales, universitarios y comunicacionales, no hicieron posible los vasos comunicantes entre el movimiento social y las tesis académicas que retoman lecturas de las revoluciones pasadas (Franz Fanon leído por los “poscolonialistas”). En nuestro caso, quizá con razón, no los consideramos imprescindibles. Por un lado, porque serían justas las críticas que se escuchan entre nosotros a esos estilos académicos que surgen de sociedades maduras que piensan con nostalgia la revolución (ver el gran escrito de Casullo sobre “La revolución como pasado”, en su libro póstumo Las cuestiones) pero quieren refugiarla en post estudios de lo que no fue. Por otro lado, porque el mundo intelectual argentino, aunque contiene en reductos calificados a todas estas bibliografías, no tuvo la posibilidad de que el movimiento social masivo (verbigracia, el sindicalismo real argentino) abriera sus puertas a estas elaboraciones. Ya había adquirido los blasones duraderos que hasta hoy lo caracterizan, lo que en un aspecto ofrece una atinada fórmula de prevención contra las adquisiciones provenientes del modo de producción académico mundial, en otro aspecto no impide que se reconozcan las dificultades.

¿Cuáles serían ellas? La desconfianza fácilmente reconocible en los ambientes políticos argentinos, incluyendo especialmente a los de cuño popular, para enfrentarse con fuentes cognoscitivas provenientes del espíritu universal de transformación. En el siglo XIX se dijo que el movimiento obrero alemán sería el heredero de la filosofía alemana. No ocurrió así, pero esa esperanza fracasada siempre está latente en cuanto a los movimientos sociales, indigenistas, nacional-democráticos, sindical-reformistas, agrario-igualitaristas, para que recojan en su seno un pensar de época, con todas las traducciones que se le deban a la circunstancia nacional que les sea singular.

García Linera, inspirado por la situación boliviana –que en su infinita conjugación de planos étnicos, sociales y nacionales siempre fue más receptiva que la nuestra para recibir primicias conceptuales de todo el orbe–, habla sin los reparos que en nuestro caso surgen de la espesa malla de tradiciones políticas nacionales encarnadas en la vida social real. No nos quejamos de ellas. Al contrario, aprendimos a actuar en sus almacenamientos y subsuelos. Pero si se respirase en el horizonte una atmósfera en la que asoman diversos estereotipos, hay que hacer la pregunta sobre la necesidad de que las fuentes universales del conocimiento, a veces con ese nombre, a veces con sus transcripciones locales, actúen entre nosotros. Somos autonomistas culturales, sabemos bien protegernos de tilinguerías y colonialismos pedagógicos. Pero qué daríamos para que en nuestra agenda de debates apareciera la definición de la política como el sentimiento de tensión que nunca cesa, el estremecimiento abismal de que siempre hay que elegir entre fuerzas contrapuestas y que esa inconclusión dramática es finalmente el ambiente que preside las grandes construcciones de la historia.

* Director de la Biblioteca Nacional.

El error de haber optado por De Narváez