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#VotoJoven y el poder de los relatos ocultos


Rubén Weinsteiner


Por Rubén Weinsteiner

Los relatos culturales, tanto públicos abiertos y difundidos, como los ocultos, privados y subterráneos, conforman las hegemonías dentro de los diferentes segmentos poblacionales.

Cada una de estas hegemonías constituye el contexto en el cual, las personas dan un significado a sus acciones y experiencias, percepciones de hechos a los cuales se los dota de significados y dan sentido a sus vidas, tanto en lo individual como en lo colectivo.



Los relatos ocultos son una parte muy importante en las matrices de construcción de los sistemas de preferencias y determinación del voto.



Son relatos privados, que no se verbalizan en el espacio público, ni en los medios 1.0, se remiten exclusivamente a los círculos de confianza, de “los nuestros”, a las charlas en familia o con amigos cercanos, o en los medios 2.0 al amparo de cierto anonimato o invisibilidad y comportamiento de masas, como cuando se cantan canciones racistas desde una tribuna en una cancha.


Doy un ejemplo de estos relatos ocultos: Muchos argentinos sintieron alivio apenas producido el golpe militar de 1976, algunos y no pocos de ellos siguen sintiendo hasta el presente apoyo y simpatía por ese gobierno militar, sin que les importe los crímenes cometidos por este. Sin embargo la difusión, resignificación y elaboración colectiva, impide hoy una reivindicación abierta de la dictadura en los medios, en la Universidad, en una reunión con gente desconocida, en el espacio público. Por eso la memoria se transforma para este grupo en un hecho privado que retorna a las vías de la oralidad propias de la intimidad.

Muchos de estos relatos ocultos contienen un desprecio por la otredad, por otro grupo o sector social, y si bien no se expresan en público, sobreviven subterráneamente, en lo familiar, entre amigos, allí donde hay redes de confianza, como dadores de sentido, de lo que Bordieu llama: la distinción.

Las redes orales han demostrado ser muy eficaces para preservar este tipo de relatos. Este relato-discurso de cada segmento se oculta en la oralidad ante la primacía de lo escrito y lo filmado.


Sin embargo esta oralidad está emergiendo cada vez más intensamente en la Web 2.0, donde podemos leer construcciones discursivas significativas, impensables en lo escrito o en los medios masivos.

Esta emergencia de los relatos ocultos conocidos pero silenciados, constituye un cambio profundo de paradigmas, en un escenario novedoso y lleno de oportunidades.

Los segmentos jóvenes, los sub 30 son los que al mismo tiempo que ponen en la superficie estos relatos ocultos, visibilizándolos por ejemplo en la Web 2.0, los ponen en crisis, asumiendo un voto más blando, una flexibilidad y una predisposición al cambio, imposible de encontrar en segmentos de mayor edad, con un sistema de preferencias más duro.

Obama como señalamos en otras notas obtuvo el 66% de los votos en el segmento 18-30 en 2008, y el 60% de los votos en el mismo segmento en 2012. Esta última performance de Obama en Argentina, le hubiera otorgado 23% de los votos del total del padrón, lo que sumado a un despliegue moderado en el resto de los segmentos construye una victoria por más del 50% de los votos.

Las dos campañas de Obama desplegaron un tratamiento sistemático y quirúrgico sobre los relatos ocultos examinados, y operaron sobre el segmento 18-30 como el más permeable para su abordaje. Un ejemplo muy claro es la interpelación que hace Obama sobre el segmento joven de la “comunidad judía” que en la primera elección y por una compleja gama de motivaciones, se mostró adverso a la candidatura de Obama. En uno de los escenarios más adversos para Obama en la primera elección, el voto judío de Florida, Obama lanzó una campaña 2.0 , para que los jóvenes judíos convenzan a sus abuelos ( muchos judíos jubilados se vana vivir a Florida) que "Obama es bueno para los judíos". En la segunda elección, obtuvo el 60% del voto judío en Florida.

La interpelación transversal de los diferentes segmentos a través de sus relatos ocultos, se vuelve potente y eficaz en los segmentos que constituyen el voto joven, por visibilidad de estos relatos, por exposición y despliegue que determinan el quiebre del poder de la oralidad y lo oculto, y por lo tanto por la posibilidad de intervenir, influir, persuadir y acumular en estos segmentos.

Rubén Weinsteiner

El segmento “pasajero de hotel” en el #votojoven




Rubén Weinsteiner

Hasta hace algunos años, la segmentación se pensaba estrictamente definida por variables duras, como; edad, genero, generación, ingresos, diferenciación social, lugar de residencia, años de estudio cursados, etc. En definitiva “lo que la gente es”.

El escenario actual de atomización y microsegmentación de los diferentes colectivos sociales, muy especialmente en los segmentos jóvenes que constituyen el #votojoven, nos impone un análisis, que no debe descartar las variables más duras, pero que debe enfocarse fundamentalmente en las variables blandas; “lo que la gente hace” “lo que a los jóvenes les interesa” ‘lo que a los jóvenes es gusta”, más que “lo que la gente es”. En el voto joven las conexiones entre personas jóvenes , ya sea de forma más o horizontal y simétrica, o más vertical y asimétrica, se dan no tanto, por los vínculos definidos por su calidad y especificidad , sino por las ideas y emociones.

Nos conectamos por las cosas que nos preocupan, que nos impactan, que nos duelen, que nos emocionan, que nos apasionan. Los segmentos constituidos por variables blandas se ordenan como el resultado de una articulación de demandas. Las personas demandan cosas y los que demandan las mismas cosas se agrupan funcionalmente en microsegmentos aunque sean muy diferentes entre sí, determinando cruces a veces disruptivos, que plantean escenarios novedosos y lleno de oportunidades.

Los sistemas relacionales entre los jóvenes se articulan por variables blandas. La organicidad de esas conexiones- comunicaciones, se da más por lo que sienten los sujetos jóvenes, lo que piensan, que creencias y valores tienen, que por quienes son, donde están, qué edad tienen y como viven y cuantos años estudiaron. La necesidad de poder construir microsegmentos a los efectos de poder agrupar a los jóvenes dependiendo de su estilo de vida, actitudes, deseos y preferencias, es fundamental para poder perfeccionar y cruzar las investigaciones cualitativas-conductuales en los segmentos jóvenes.

Segmentación por estilos de vida

El concepto estilo de vida fue un término usado por primera vez en Austria por el psicólogo Alfred Adler en 1929. En 1961 se amplió para analizar actitudes, intereses, valores y sentimientos de las personas y la afinidad que generan con otras personas, para formar grupos con formas de vida similares, generando patrones de comportamiento, identificando aspiraciones del ciudadano y factores de decisión. Estos patrones incluyen factores como las creencias, los valores e intereses característicos de los modos de vida de las personas. Los patrones reflejan factores demográficos, sociológicos, pero sobre todo pictográficos, entre los que destacan las actitudes.

El sistema VALS, (Values and Lifestyles), valores y estilo de vida, creado por el Stanford Research Institute, surge por la necesidad de explicar los cambios que sufrió la sociedad de los Estados Unidos, en los estilos de vida de los años 60.

La innovación que presentó el sistema VALS, en términos de la microsegmentación por variables blandas, fue plantear el concepto de “estilos de vida” y en el, al entorno, las vivencias particulares, el clima de época entre otros como condicionantes de actitudes, conductas y miedos, frustraciones, aspiraciones, deseos y necesidades psicológicas.

Estos condicionantes y sus progresiones determinan el comportamiento de los individuos frente a diversos escenarios, en especial aquel relacionado con el voto, el consumo cultural-mediático, los valores, utilización del tiempo, las preferencias y las compras.

Desde #marcapolítica y en términos del Sistema VALS de microsegmentación por variables blandas de estilo de vida en los segmentos jóvenes, establecemos algunas clasificaciones de microsegmentación para el análisis:

Uno de los segmentos que encontramos en el universo del #votojoven, es lo que denominamos “pasajeros de hotel”.

Cuando uno esta alojado en un hotel, ya sea estando de vacaciones, en un viaje turístico o de trabajo, no traba relaciones con los otros pasajeros del hotel. Estos otros pasajeros, no son vecinos, como los que viven frente a nuestro departamento o casa en la ciudad.

Uno apenas si saluda a los que se cruza en el ascensor, y si alguien nos cae bien, podremos tener charlas de vacaciones, sin mucho compromiso.

En un hotel no nos importa tanto el estado de los pasillos, o de la entrada, como en el edificio en el cual vivimos. Si observamos algo sucio de última le haremos una observación al conserje, pero no mucho más que eso. Uno no siente ni pertenencia al hotel, no siente que la gente está allí tenga algo que ver con nosotros, y ni siquiera sabemos exactamente quien es el dueño, quien manda. A nadie le preocupa si ese dueño no administra bien, si se queda con dinero no de él, tanto que a mucha gente no le hace ruido llevarse cosas del hotel, como souvenirs. El hotel no es nuestra casa, y en algún momento vamos a partir, de hecho tenemos la valija ahí mirándonos al lado de la cama.

Este análisis no intenta constituirse en un juicio de valor acerca de este segmento, solo intenta definirlo, para poder estudiarlo e interpelarlo de la manera más eficaz. Todo segmento que no se aborda, es abordado por otra marca política Este segmento de jóvenes se sienten pasajeros de hotel. No sienten compromiso colectivo hacia los otros ciudadanos, ni hacia el lugar. No les preocupa quien manda y como gestiona mientras se reciba el servicio esperado.

Los integrantes de este segmento sienten que están de paso, que van a partir a otro hotel mejor, y sienten que lo importante es “recibir un buen servicio”, satisfacer demandas individuales, tipo cliente.

Es un segmento continente de heterogeneidades muy intensas y difícil de definir, pero su identificación es clave para poder abordar a un colectivo de jóvenes que no se siente parte.

Estos jóvenes votan desde la dimensión individual, no piensan en los “otros pasajeros” ni en mejorar “el hotel”, menos en controlar al “dueño”.

No sienten pertenencia, ni pertinencia, ni compromiso. La promesa de marca política esperada es lo que uno pide en un hotel “te vamos a dar un buen servicio y no te vamos a molestar.

Mensajes cortos, livianos, concretos y directos.
El discurso de la marca política debe pensar y ver al “pasajero” en singular, desde su dimensión individualista, y con la búsqueda de la satisfacción pronta y garantizada.

En “el hotel” la otredad que incomoda no es parte de su mundo, simplemente está allí y a veces molesta. “Los pobres”, “los negros”, los excluidos, son la otredad, y no importa si el emisor es “pobre y morocho”, porque se trata de categorías relativas. Siempre hay una otredad en quien proyectar y a quien se puede considerar “más pobre”, “más negro” o más excluido.

Los valores están fuertemente ponderados por la funcionalidad y eficacia, y tienen como eje el bienestar individual.

El medio ambiente, y los temáticas sociales no son temas de agenda de este segmento. El desarrollo lo es no en términos nacionales y colectivos, sí en términos del salto de calidad que puede habilitar a nivel individual, ya que están de paso y con la valija al lado, mirando otros hoteles para mudarse. Esos hoteles-destino son los modelos aspiracionales para este segmento. Por eso esperan promesas de marca política que propongan a esos países “ejemplo” como norte al cual apuntar.

La demanda del segmento es “dame lo que me corresponde” a mí en términos individuales, “no me hagas pagar por otros” “los otros no son mi problema”, prometeme otro hotel mejor, en el cual voy a poder tener más cosas, y más fácil.

Rechazan la movilidad social ascendente de la otredad, eso los descoloca y desperfila a ellos mismos.

Que pide su cerebro reptiliano?

Liderazgo administrativo, aspiracional, modelos exteriores idealizados, y que las cosas no se muevan ni cambien, salvo para favorecerlo.

El “pasajero de hotel” estudia, trabaja, pertenece a los sectores mediobajo, medios, medioaltos, vive en su mundo, es de diferentes maneras hedonista, se quiere ir de vacaciones, ir a comer afuera, cambiarse el auto, comprarse ropa, celulares, notebooks buenas, que no le corten el tránsito, no le gustan los sindicatos, ni los subsidios, salvo que el subsidiado sea él.

El futuro lo construye en singular, nunca en plural.

No le molesta la corrupción sobre todo cuando la misma la ejerce alguien que le simpatiza o él mismo. Sí se indigna y la utiliza para castigar cuando el corrupto es alguien que rechaza. Su discurso apunta a la antipolítica, rechaza las ideologías y la militancia.


El “pasajero” tiene similitudes con el “uomo cualunque” italiano de posguerra.
El cualunquismo, nació hacia 1945 en Italia, alrededor de la revista L´uomo qualunque, fundada por el comediógrafo Guglielmo Giannini, y sus fundadores encontraron una síntesis en ese elogio al hombre común que trabaja, tiene familia, defiende la propiedad privada, que en épocas de violencia considera la posibilidad de la pena de muerte, ama el deporte, el aire libre, el sol, la ley, el orden y la eficacia policial.

Pero “el pasajero” es joven, por lo tanto interactúa con jóvenes de diferentes extracciones, tiene vida tribal, quiere cambiar algunas cosas, tiene futuro, más incertidumbre, más ilusiones y miedos diferentes. Tiene más deseos que necesidades, por lo tanto está abierto, espera mucho y es lábil.


Rubén Weinsteiner

China y la comunicación política dirigida a los segmentos jóvenes

Rubén Weinsteiner
#votojoven
#marcapolítica

Integrantes del grupo de rap CD REV en la terraza de un estudio de grabación en Chengdu, China. Esta agrupación ha grabado videos musicales en los que hablan de temas políticos como los reclamos sobre el mar de la China meridional y el legado de Mao Zedong.


La caricatura de dos minutos inicia con una canción simple y una animación del presidente Xi Jinping con una enorme cabeza sonriente. Después aparece un colorido montaje que alaba a su gobierno por mejorar las vidas de los chinos con lo que podrían parecer políticas del día a día como, por ejemplo, reglamentos que permiten que los impuestos se paguen en línea.

A priori el video no parece una pieza muy elaborada de propaganda pólitica. Sin embargo, sus creadores, un equipo de quince personas contratadas por los medios del Estado, pasaron meses resolviendo hasta el último detalle. Su misión es promover a Xi y al Partido Comunista gobernante con una voz que tenga eco entre los jóvenes

“No hay frases sobrias ni jerga política”, explicó Ma Changbo, de 35 años, director ejecutivo del estudio multimedia que produjo el video que la Televisión Central China, de propiedad estatal, divulgó en internet. “La gente puede identificarse con el video”.

Comunicación política para el #votojoven



Décadas después de que Mao Zedong declaró que para el poder político las plumas eran tan importantes como las armas, el partido comunista chino sigue tomando la iniciativa en materia de comunicación política. Sin embargo la calidad no se despliega a lo largo de todo el dispositivo comunicacional, el noticiero nocturno no puede ser más acartonado, casi siempre abre con Xi, quien invariablemente lee los extensos comunicados del partido.

No obstante, el mandatario ha pedido que el aparato propagandístico mejore su estrategia. Está obligándolos a pensar la comunicación en términos de los segmentos jóvenes, utilizar a full la web social y dirigirse a las audiencias jóvenes segementando por variables cada vez más blandas. Los jóvenes están al tope de la agenda del partido en este momento.

Xi está tratando de aumentar la confianza pública en el partido ya que se enfrenta al reto de la desaceleración de la economía. La campaña también hace énfasis en su determinación de apuntalar la imagen de China en el exterior ya que tiene la intención de capitalizar la grieta que según ellos abrirá Trump y hacerse de nuevos aliados.

Ma comentó que ha buscado humanizar al presidente por lo que a menudo busca retratarlo junto a su esposa, Peng Liyuan, como personajes animados, una técnica cuyo propósito es atraer a la gente que no está interesada en política. También intenta hacer atractivos los temas políticos al usar imágenes alegres y produciendo animaciones que, por ejemplo, muestran a los funcionarios rosqueando en la calle, en bares o en los baños públicos para promover la campaña anticorrupción de Xi.

El despliegue comunicacional del partido, se ha enfocado en los jóvenes de entre 16 y 34 años, como una apuesta de supervivencia y relanzamiento político.


Rubén Weinsteiner
#votojoven
#marcapolítica

Generation Z Looks a Lot Like Millennials on Key Social and Political Issues


 Rubén Weinsteiner

Among Republicans, Gen Z stands out in views on race, climate and the role of government





No longer the new kids on the block, Millennials have moved firmly into their 20s and 30s, and a new generation is coming into focus. Generation Z – diverse and on track to be the most well-educated generation yet – is moving toward adulthood with a liberal set of attitudes and an openness to emerging social trends.

On a range of issues, from Donald Trump’s presidency to the role of government to racial equality and climate change, the views of Gen Z – those ages 13 to 21 in 2018 – mirror those of Millennials.1 In each of these realms, the two younger generations hold views that differ significantly from those of their older counterparts. In most cases, members of the Silent Generation are at the opposite end, and Baby Boomers and Gen Xers fall in between.2

It’s too early to say with certainty how the views of this new generation will evolve. Most have yet to reach voting age, and their outlook could be altered considerably by changing national conditions, world events or technological innovations. Even so, two new Pew Research Center surveys, one of U.S. teens ages 13 to 17 and one of adults ages 18 and older, provide some compelling clues about where they may be headed and how their views could impact the nation’s political landscape.

Only about three-in-ten Gen Zers and Millennials (30% and 29%, respectively) approve of the way Donald Trump is handling his job as president. This compares with 38% of Gen Xers, 43% of Boomers and 54% of Silents. Similarly, while majorities in Gen Z and the Millennial generation say government should do more to solve problems, rather than that government is doing too many things better left to businesses and individuals, Gen Xers and Boomers are more evenly divided on this issue. For their part, most Silents would like to see a less activist government.

When it comes to views on race, the two younger generations are more likely than older generations to say that blacks are treated less fairly than whites in the United States today. And they are much more likely than their elders to approve of NFL players kneeling during the national anthem as a sign of protest.

The younger generations are also more accepting of some of the ways in which American society is changing. Majorities among Gen Z and the Millennial generation say increasing racial and ethnic diversity in the U.S. is a good thing for society, while older generations are less convinced of this. And they’re more likely to have a positive view of interracial and same-sex marriage than their older counterparts.

As a recent Pew Research Center report highlighted, Gen Z is the most racially and ethnically diverse generation we have seen, but this isn’t all that’s driving the attitudes of this generation when it comes to issues surrounding race and diversity. There are significant, if more modest, generational differences on these issues even among non-Hispanic whites.
Roughly a third of Gen Zers know someone who uses gender-neutral pronouns

While Generation Z’s views resemble those of Millennials in many areas, Gen Zers are distinct from Millennials and older generations in at least two ways, both of which reflect the cultural context in which they are coming of age. Gen Zers are more likely than Millennials to say they know someone who prefers that others use gender-neutral pronouns to refer to them: 35% say this is the case, compared with a quarter of Millennials. Among each older generation, the share saying this drops: 16% of Gen Xers, 12% of Boomers and just 7% of Silents say this.

The youngest generation is also the most likely to say forms or online profiles that ask about a person’s gender should include options other than “man” or “woman.” Roughly six-in-ten Gen Zers (59%) hold this view, compared with half of Millennials and four-in-ten or fewer Gen Xers, Boomers and Silents.

These findings seem to speak more to exposure than to viewpoint, as roughly equal shares of Gen Zers and Millennials say society should be more accepting of people who don’t identify as either a man or a woman.

Members of Gen Z also stand out somewhat in their views on the role social media plays in modern news consumption. These teens and young adults are much less likely than older generations to say the fact that more people are getting their news from social media is a bad thing for society – 39% of Gen Zers hold this view, compared with about half among each of the older generations.
Among Republicans, Gen Z stands out on some key issues

While they are young and their political views may not be fully formed, there are signs that those in Generation Z who identify as Republican or lean to the Republican Party diverge somewhat from older Republicans – even Millennials – in their views on several key issues. These same generational divides are not as apparent among Democrats.

On views about race relations, Gen Z Republicans are more likely than older generations of Republicans to say that blacks are treated less fairly than whites. Among Republicans, 43% of Gen Zers say this, compared with 30% of Millennials and roughly 20% of Gen Xers, Boomers and Silents. Gen Z Republicans are also much more likely than their GOP counterparts in older generations to say increasing racial and ethnic diversity in the U.S. is a good thing for society. On each of these measures, Democrats’ views are nearly uniform across generations.

In addition, the youngest Republicans stand apart in their views on the role of government and the causes of climate change. Gen Z Republicans are much more likely than Republicans in older generations to say government should do more to solve problems. And they are less likely than their older counterparts to attribute the earth’s warming temperatures to natural patterns, as opposed to human activity.

While younger and older Americans differ in many of their views, there are some areas where generation is not as clearly linked with attitudes. When it comes to the merits of having more women running for political office, majorities across generations say this is a good thing for the country. Majorities in each generation also say that, on balance, legal immigrants have had a positive impact on the U.S.

This analysis is based on a survey of 920 U.S. teens ages 13 to 17 conducted online Sept. 17-Nov. 25, 2018, combined with a nationally representative survey of 10,682 adults ages 18 and older conducted online Sept. 24-Oct. 7, 2018, using Pew Research Center’s American Trends Panel.3 Findings based on Generation Z combine data from the teens survey with data from the 18- to 21-year-old respondents in the adult survey.
Gen Zers and Millennials share views on politics and policy; large generational gaps among Republicans

When it comes to views on political issues and the current political climate, younger generations have consistently held more liberal views than older generations in recent years. Today, members of Generation Z hold many similar views to Millennials, and both tend to be more liberal than older generations.

Seven-in-ten Gen Zers say the government should do more to solve problems in this country, while just 29% say the government is doing too many things that are better left to individuals and businesses. Gen Zers are slightly more likely to favor government activism than Millennials, and significantly more likely than older generations: 53% of Gen Xers, 49% of Baby Boomers and 39% of Silents favor government involvement over businesses and individuals.

Among Republicans and those who lean to the Republican Party, the generational divides are even starker. Roughly half (52%) of Gen Z Republicans say they think the government should be doing more to solve problems, compared with 38% of Millennial Republicans and 29% of Gen Xers. About a quarter of Republican Baby Boomers (23%) and fewer GOP Silents (12%) believe the government should be doing more.

Among Democrats, however, these generational divides largely disappear. Roughly eight-in-ten Gen Z (81%) and Millennial Democrats (79%) say the government should do more to solve problems, as do about seven-in-ten Democratic Gen Xers, Boomers and Silents.

Gen Zers’ views about climate change are virtually identical to those of Millennials and not markedly different from Gen Xers. About half in all three generations say the earth is getting warmer due to human activity. Boomers are somewhat more skeptical of this than Gen Zers or Millennials. Members of the Silent Generation are least likely to say this (38%) and are more likely to say the earth is warming mainly due to natural patterns (28%) than are Gen Zers, Millennials and Gen Xers.

Among Republicans, Gen Z stands out from older generations as the least likely to say the earth is warming because of natural patterns – 18% say this. By comparison, 30% of Millennial, 36% of Gen X and roughly four-in-ten Boomer (42%) and Silent Generation Republicans (41%) say the same. Almost no generation gap exists among Democrats in views on this issue.

When it comes to views of Donald Trump, there are sizable generational divides, particularly among Republicans. Nine-in-ten Republicans in the Silent Generation approve of the job the president is doing, as do 85% of Baby Boomer Republicans and 76% of Gen X Republicans; smaller majorities of GOP Millennials (65%) and Gen Zers (59%) think he’s doing a good job.

Younger generations also have a different view of the U.S. relative to other countries in the world. While pluralities of nearly all generations (with the exception of the Silent Generation) say the U.S. is one of the best countries in the world along with some others, Gen Zers and Millennials are the least likely to say the U.S. is better than all other countries. Only 14% and 13%, respectively, hold this view, compared with one-in-five Gen Xers, 30% of Boomers and 45% of Silents.

Roughly three-in-ten Gen Zers and Millennials say there are other countries that are better than the U.S.

In their views about the general direction of the country, Gen Zers are mostly downbeat, but they’re not alone in that assessment. Among Gen Zers, Millennials and Gen Xers, two-thirds or more say things in this country are generally going in the wrong direction. About six-in-ten Boomers (61%) say the same. Members of the Silent Generation have a less negative view (53% say things are going in the wrong direction).

Today’s 13- to 21-year-olds are only slightly more likely than Millennials to say ordinary citizens can do a lot to influence the government in Washington (53% of Gen Zers say this vs. 46% of Millennials). And their views on this issue don’t differ much from those of Gen Xers, Boomers or Silents (50%, 58% and 58%, respectively, say citizens can have a lot of influence on the government).
Stark generational gaps in views on race

Younger generations have a different perspective than their older counterparts on the treatment of blacks in the United States. Two-thirds of Gen Z (66%) and 62% of Millennials say blacks are treated less fairly than whites in the U.S. Fewer Gen Xers (53%), Boomers (49%) and Silents (44%) say this. Roughly half of Silents (44%) say both races are treated about equally, compared with just 28% among Gen Z.

The patterns are similar after controlling for race: Younger generations of white Americans are far more likely than whites in older generations to say blacks are not receiving fair treatment.

Younger generations also have a different viewpoint on the issue of NFL players kneeling during the national anthem as a protest. Majorities among Gen Z (61%) and the Millennial generation (62%) approve of the protests. Smaller shares of Gen Xers (44%) and Baby Boomers (37%) favor these actions. Members of the Silent Generation disapprove of the protests by a more than two-to-one margin (68% disapprove, 29% approve).

Gen Zers and Millennials share similar views about racial and ethnic change in the country. Roughly six-in-ten from each generation say increased racial and ethnic diversity is a good thing for our society. Gen Xers are somewhat less likely to agree (52% say this is a good thing), and older generations are even less likely to view this positively.

Younger Republicans again stand out in this regard. Half of Gen Z Republicans (51%) say increased racial and ethnic diversity is a good thing for the country. This compares with 38% of Millennial, 34% of Gen X, 30% of Boomer and 28% of Silent Generation Republicans. Among Democrats, there is widespread agreement across generations.

Though they differ in their views over the changing racial and ethnic makeup of the country, across generations most Americans agree about the impact that legal immigrants have on society. On balance, all generations see legal immigration as more positive than negative. Across most generations, Democrats are more likely than Republicans to say legal immigrants are having a positive impact. However, within Gen Z there is no partisan gap on this issue.

When it comes to views about how careful people should be in using potentially offensive language, members of Gen Z are divided over whether people need to be more careful or if concerns about political correctness have gone too far. Some 46% of Gen Zers say people need to be more careful about the language they use to avoid offending people with different backgrounds, while 53% say too many people are easily offended these days over the language that others use.

Gen Zers’ views are only modestly different from those of Millennials and Gen Xers on this topic: 39% and 38%, respectively, say people need to be more careful about the language they use, while about six-in-ten say people are too easily offended these days. Interestingly, members of the Silent Generation are closer to members of Gen Z in their views on this topic than they are to Boomers, Gen Xers or Millennials.
Gen Z and Millennials have similar views on gender and family

Since they first entered adulthood, Millennials have been at the leading edge of changing views on same-sex marriage. In 2014, when a narrow majority of all adults (52%) said they favored allowing gays and lesbians to marry legally, 67% of Millennials held that view. Today, members of Generation Z are just as likely as Millennials to say allowing gay and lesbian couples to marry has been a good thing for the country (48% of Gen Zers and 47% of Millennials hold this view). One-third of Gen Xers say this is a good thing for the country, as do 27% of Baby Boomers. Members of the Silent Generation are the least enthusiastic (18% say this is a good thing).

Relatively few Gen Zers or Millennials (15%) say same-sex marriage is a bad thing for society. Boomers and Silents are much more likely to view this change negatively (32% and 43%, respectively, say this is a bad thing). Across generations, about four-in-ten say allowing gays and lesbians to marry hasn’t made much of a difference for the U.S.

In other ways, too, Gen Zers and Millennials are similar in their openness to changes that are affecting the institutions of marriage and family. Roughly half (53%) from each generation say interracial marriage is a good thing for our society. Gen Xers are somewhat less likely to agree (41% say this is a good thing), and older generations are much less likely to view interracial marriage positively. Relatively few across generations say this trend is bad for society; majorities of Silents (66%) and Boomers (60%) say it doesn’t make much difference, as do 53% of Xers.

When it comes to couples living together without being married, roughly two-thirds of each generation (with the exception of Silents) say this doesn’t make much of a difference for society. About one-in-five Gen Zers and Millennials say cohabitation is a good thing for society – higher than the shares for older generations. Fully 41% of Silents say this is bad thing for the country, as do about a quarter of Boomers.

Compared with their views on cohabitation, the youngest generations have a more negative assessment of the impact of single women raising children: 35% among Gen Z and 36% of Millennials say this is a bad thing for society; roughly four-in-ten Gen Xers and Boomers and 48% of Silents say the same. About half of Gen Zers and Millennials say this doesn’t make much difference for society, while relatively few (15%) view it as a good thing.
Across generations, majorities say financial and child care responsibilities should be shared

In their views about gender roles within couples, members of Generation Z are virtually identical to Millennials and Gen Xers and quite similar to Baby Boomers. Large majorities in all four groups say that, in households with a mother and a father, the responsibility for providing for the family financially should be shared equally. About one-in-five Gen Zers, Millennials and Gen Xers – and a quarter of Boomers – say this responsibility should fall primarily on the fathers. Very few say mothers should be mostly responsible for this. Silents are the outliers on this issue: 40% say fathers should be mostly responsible for providing for their families financially, while 58% say this responsibility should be shared between mothers and fathers.

For the most part, there are no notable gender gaps in views on this issue; the Silent Generation is the exception. Among Gen Zers, Millennials, Gen Xers and Boomers, male and female respondents are largely in agreement that mothers and fathers should share family financial responsibility. Among members of the Silent Generation, roughly half of men (49%) but 33% of women say fathers should be mostly responsible for providing for the family financially.

Large majorities (84% or more) across generations say that responsibility for taking care of children should be shared by mothers and fathers in households with two parents. Some 13% among Gen Z say this responsibility should fall mainly to mothers; similar shares of each of the other generations say the same. Very few say raising children should fall mostly to dads. Male and female respondents across generations have similar views on this issue.
Widespread enthusiasm across generations for more women entering politics

A majority of Americans, regardless of generation, view the increasing number of women running for public office as a positive change for our society. Roughly two-thirds of Gen Zers, Millennials and Gen Xers say this is a good thing, as do 61% of Boomers and 55% of Silents. About four-in-ten in the Silent Generation (39%) say this trend doesn’t make much difference for society, somewhat higher than the share among the three youngest generations (roughly three-in-ten).

There are significant gender gaps on this question, with female respondents expressing much more enthusiasm about the growing number of women running for office in each generation except the Silents. Among Gen Zers, 76% of young women, versus 57% of young men, say the fact that more women are running for office is a good thing for society. The pattern is similar for Millennials, Gen Xers and Boomers. However, among Silents, roughly equal shares of men (57%) and women (54%) say this is a good thing.
Gen Zers most likely to say forms or online profiles should offer gender options beyond ‘man’ and ‘woman’

The recognition of people who don’t identify as a man or a woman has garnered increased attention amid changing laws concerning gender options on official documents and growing usage of gender-neutral pronouns.

There are stark generational differences in views on these issues. Generation Z is the most likely of the five generations to say that when a form or online profile asks about a person’s gender it should include options other than “man” and “woman”; a 59% majority of Gen Zers say this. Half of Millennials say forms or online profiles should include additional gender options, as do about four-in-ten Gen Xers (40%) and Boomers (37%) and roughly a third of those in the Silent Generation (32%).

These views vary widely along partisan lines, with generational differences evident within each party coalition, but sharpest among Republicans and Republican-leaning independents. About four-in-ten Republican Gen Zers (41%) think forms should include other gender options, compared with 27% of Republican Millennials, 17% of GOP Gen Xers and Boomers and 16% of Republican Silents. Among Democrats and Democratic leaners, half or more in all generations say this, including 71% of Gen Zers and 55% of Silents.
Gen Zers and Millennials have similar views on treatment of people who don’t identify as a man or woman

When it comes to how accepting society in general is of people who don’t identify as either a man or a woman, the views of Gen Zers and Millennials differ from those of older generations. Roughly half of Gen Zers (50%) and Millennials (47%) think that society is not accepting enough. Smaller shares of Gen Xers (39%), Boomers (36%) and those in the Silent Generation (32%) say the same.

A plurality of the Silent Generation (41%) say society is too accepting of people who don’t identify as a man or woman. Across all generations, roughly a quarter say society’s acceptance level is about right.

Again, there are large partisan gaps on this question, and Gen Z Republicans stand apart to some extent from other generations of Republicans in their views. Among Republicans, about three-in-ten Gen Zers (28%) say that society is not accepting enough of people who don’t identify as a man or woman, compared with 20% of Millennials, 15% of Gen Xers, 13% of Boomers and 11% of Silents. Democrats vary little by generation in shares holding this view.
Generations differ in their familiarity and comfort with using gender-neutral pronouns

Gen Zers and Millennials are much more familiar than their elders with the idea that some people may prefer gender-neutral pronouns: 74% of Gen Zers and 69% of Millennials say they have heard “a lot” or “a little” about people preferring that others use gender-neutral pronouns such as “they” instead of “he” or “she” when referring to them, with about three-in-ten saying they have heard a lot about this. Most Gen Xers (62%) also have heard a lot or a little about people preferring gender-neutral pronouns.

There is less awareness of this among older generations. Still, half of Boomers and 45% of Silents say they have heard at least a little about gender-neutral pronouns.

Gen Zers are also the most likely among the five generations to say they personally know someone who goes by gender-neutral pronouns, with 35% saying so, compared with 25% of Millennials. Each of these younger generations is more likely than Gen Xers (16%), Boomers (12%) and Silents (7%) to say they personally know someone who prefers that others use gender-neutral pronouns when referring to them. This generational pattern is evident among both Democrats and Republicans.

In addition to their greater familiarity with gender-neutral pronouns, Gen Zers and Millennials express somewhat higher levels of comfort with using gender-neutral pronouns, though generational differences on this question are more modest. Majorities of Gen Zers (57%) and Millennials (59%) say they would feel “very” or “somewhat” comfortable using a gender-neutral pronoun to refer to someone if asked to do so, including about three-in-ten (32% of Gen Zers, 31% of Millennials) who say they would be very comfortable doing this. By comparison, Gen Xers and Boomers are evenly divided: About as many say they would feel at least somewhat comfortable (49% and 50%, respectively) as say they would be uncomfortable.

Silents are the only group in which more say they would feel uncomfortable (59%) than say they would feel comfortable (39%) using a gender-neutral pronoun to refer to someone.

There are wide party gaps on this measure across generations. Within each generation, Democrats come down on the side of feeling comfortable, rather than uncomfortable, using a gender-neutral pronoun to refer to someone if asked to do so. In contrast, for each generation of Republicans, majorities say they would feel uncomfortable doing this.

Across generations, knowing someone who goes by gender-neutral pronouns is linked to comfort levels in using these pronouns. Three-quarters of Millennials and about two-thirds of Gen Zers, Gen Xers and Boomers who personally know someone who goes by gender-neutral pronouns say they would feel very or somewhat comfortable referring to someone with a gender-neutral pronoun. Those who don’t know someone are roughly 20 percentage points less likely to say the same (51% of Gen Zers, 54% of Millennials, 46% of Gen Xers and 48% of Boomers who don’t know someone say this).

Rubén Weinsteiner

#Votojoven: el discurso que construye poder quebrando el punto de vista de medios y periodistas


 

Por Rubén Weinsteiner

La juventud, comienza cuando se desarrolla la capacidad de reproducir la especie humana, y termina cuando se desarrolla la capacidad de reproducir el orden social.

Se es joven mientras se cuestiona, contesta y demanda cambios y se evita reproducir el orden social tal cual está planteado. Cuando se evita “transar”, cuando se quieren transponer límites, cuando se quiere forzar la realidad y enfrentar poderes constituidos y poderosos que frenan los cambios.


Uno de los poderes que más intervienen en la vida de los jóvenes es el poder mediático.

Las empresas mediáticas y los periodistas corporizan estrategias de negocios mientras crean sentido. Las empresas lo hacen por negocios más grandes, los periodistas por pauta o negocios más modestos.

En ambos casos la construcción de sentido se da produciendo construcciones mediáticas para lograr un lugar de enunciación que los posiciona dominando los acontecimientos que narran, con una ilusión de totalidad, que hace quienes consuman esos medios, “no necesiten” consumir más mensajes, hurgar en otras fuentes, o poner en duda lo desde esos medios comunica estos enunciadores globales para “conocer toda la realidad”.



Estos virtualizadores de realidades, y constructores de percepciones, instalan discursos hegemónicos y dominantes.

Por discurso hegemónico y dominante, entendemos, un sistema de referencias semióticas compuesto por un conjunto de signos ideológicos con un determinado valor, en torno de los cuales giran todas las demás significaciones sociales potencialmente válidas, y determinan no sólo los valores de verosimilitud de las nuevas producciones de signos sino también la verosimilitud de estos.



Estos emisores pujan por la construcción de representaciones, percepciones, imágenes del mundo que no son el mundo y creencias.

Los jóvenes por funcionalidad acotan el poder de fuego de medios y periodistas porque dieron por liquidado el brodcasting y operan con el pullcasting. Es decir rechazan la pasividad de quedarse inmóvil frente al televisor, y prefieren tener el control ellos y ver tramos de programas en you tube o escucharlos en radiocut, cuando ellos quieren, y resignificarlos, socializarlos y viralizarlos.

El discurso para interpelar a los diferentes segmentos jóvenes debe situarse en los limites. Hay que forzar la realidad que los medios intentan construir para impactar a los jóvenes y lograr su atención, empatía, interés y confianza.

Todo discurso significativo que pretenda interpelar al voto joven, tiene sentido sólo si transita los límites, es crítico y se apoya en el cambio de punto de vista como paradigma. Si se refiere a conflictos, utopías, incumplimiento de las normas, forzado de la realidad y convocatorias a luchas contra poderes enormes con final abierto.

El enfrentamiento para lograr los cambios, contra poderes hasta el momento “intocables” e “invulnerables”, le otorga vitalidad y dinamismo al vínculo, entre una marca política y los jóvenes. Ese final abierto, esa asimetría desfavorable, indignan, emocionan, convocan y le dan sentido a la bronca originaria y movilizadora, y la alegría de la acción y compromiso colectivos.

El cuestionamiento a medios y periodistas que construyen agendas corporizando negocios, contribuye a construir el nuevo campo de la mirada en los jóvenes. Es la puja por ordenar las percepciones sobre lo que realmente pasa, y de estructurar una narrativa propia, despojada de los intereses de empresas y periodistas y a organizar el debate, en torno a temas más reales y cercanos a los jóvenes.

Solamente en el terreno del cuestionamiento de los medios y emergencia de las contradicciones del discurso del mainstream, el mensaje hacia el voto joven adquiere su máxima tensión y con ella la potencia y significación plenas.

El discurso hacia el voto joven, debe quebrar el punto de vista de medios y periodistas para hacerse poderoso, para generar confianza, credibilidad, empatía y adhesión entre los jóvenes. Ese punto de vista construido a favor de la corporización de negocios políticos o corporativos, a través de procesos de standarización, limites y estereotipia de los mensajes de los medios, estructurados siempre con mecanismos repetitivos, que en realidad se constituyen como un control destinado a evitar la irrupción de mensajes nuevos y disruptivos.

Rubén Weinsteiner

En el #votojoven, elegir es una cuestión de supervivencia





Por Rubén Weinsteiner

Razón, emoción y supervivencia, “los tres cerebros’ en la constitución del sistema de preferencias en el voto joven

Cuando se piensa en la transacción campaña-voto, se tiende a priori, a analizar el equipaje de propuestas y promesas, que se desplegarán con el objeto de resultar elegible. Ningún votante hace un excel para votar, la estructuración del sistema de preferencias a la hora de definir un voto o una adhesión, poco tienen que ver con las propuestas concretas y racionales que se hagan. La competitividad electoral muy poco tiene que ver con el listado de propuestas.


Muchas veces vemos que nos molesta la corrupción de A, pero no la de B, entonces, nos molesta la corrupción? O nos molesta dependiendo de quien sea el corrupto? O bien la utilizamos solo como herramienta para castigar a quien no nos gusta?


Porqué las denuncias de corrupción no funcionan con los adeptos?

Luego del derrocamiento de Perón, los militares prohibieron pronunciar las palabras Perón, peronismo, Evita y los medios revelaban con prolija frecuencia y periodicidad, hechos de corrupción del ‘tirano prófugo’, (forma autorizada por la censura para nombrar a Perón) ilustrando esas revelaciones con exposiciones de las joyas de Evita, y demás tesoros de los funcionarios del gobierno derrocado.

La campaña contra Perón, además de la corrupción, incluyó acusaciones de pedofilia, y el señalamiento acerca de qué, su amistad con el boxeador de los Estados Unidos, Archie Moore, tenía que ver con una relación homosexual (estamos hablando de la década del 50). En las calles de Buenos Aires apareció un grafitti que decía: “puto y ladrón, igual queremos a Perón”.

Votamos a alguien, simplemente porque nos gustan sus propuestas?

En ese caso las propuestas se convertirían en una commoditie que cualquier candidato podría tomarlas y utilizarlas.


Sistema de preferencias

Solo el 15% del sistema de preferencias se articula de manera racional, funcional, y analítica, con una estructura de secuencia lógica que se define en el cortex o corteza cerebral, que es la sede de la razón, la herramienta lógica que usamos para ver el mundo.

Es el que define menos, pero es el emisor, el que habla, por eso nos parece que define todo.

“Voto al candidato C, porque promete mejor transporte público, porque promete incentivar el empleo, porque es inteligente y culto” “voto al candidato porque C porque es honesto” “Es un gran economista”.


El listado de propuestas, los discursos y las consignas operan fuerte en el cortex, pero como dijimos solo determinan el 15% del proceso de decisión.

El 30% del sistema de preferencias se define en el sistema límbico o cerebro emocional, centro de la afectividad. Es aquí donde se procesan las emociones (penas, tristezas, angustias o alegrías).

“Voto al candidato A porque me emociona” “está comprometido con la tolerancia” “es sensible con los que menos tienen”, “es un genio” “es de los míos”. Los jingles, las canciones y los slogans operan fuerte aquí.

Aquí se ubica la empatía, “el es como yo”.
El sistema límbico o cerebro emocional, también llamado “cerebro medio”, está justo debajo de la corteza cerebral y comprende el tálamo, hipotálamo, el hipocampo y la amígdala cerebral .

Estos centros funcionan en todos los mamíferos, siendo el asiento de movimientos emocionales como el temor o la agresión. Y en el ser humano éstos son los centros de la emoción.


El sistema límbico es considerado también el centro de recompensa, por lo que se ve afectado en el caso de las adicciones. Ese centro de recompensas es el que se puede alinear con la ritualidad emotiva, con lo que emociona, hace llorar, reir enojarse, indignarse etc.

Camuflado detrás de los 2 sectores ya mencionados y responsable del 55% de la constitución del sistema de preferencias, se encuentra nuestra fase más primitiva, el cerebro reptil.

Reptiliano: paradigmas, miedos y arquetipos en el sistema de preferencias del voto joven

El 55% del sistema de preferencias del sujeto de elección joven , se juega en la parte más primitiva de nuestro cerebro, lo que llamamos reptiliano. La zona cerebral que se encarga de los instintos básicos de la supervivencia: guarida, comida, salud, deseo sexual, reproducción, seguridad, venganza, codificaciones amigo-enemigo, respuestas pelea-huye, el futuro, la muerte etc.

El Reptiliano es lo que le aseguraba a nuestros antepasados la supervivencia. Es que nos decía cuando podíamos quedarnos y cuando teníamos que huir, cuando podíamos relajarnos, y cuando teníamos que luchar, donde y cuando podíamos conseguir comida, guarida y pareja, como cuidar y defender a los hijos, y cuando debíamos abandonar un lugar para buscar otro.

La protección, la venganza, la seguridad, el poder, la supervivencia y los hijos, son ejes centrales en el metadiscurso reptiliano.

Gran parte del comportamiento humano se origina en esta zona, profundamente enterradas en el cerebro, son las mismas que en un tiempo dirigieron los actos vitales de nuestros antepasados.


El reptiliano busca, guarida, alimentación y educación y salud para la cría. El reptiliano se conmueve cuando el candidato lo toca, come y baila. Tocar, comer y bailar, tiene que ver con rituales tan primitivos como el reptiliano, son rituales atávicos, a través de los cuales el reptiliano decodifica, cercanía, “amigo” y no “enemigo”, y predispone al 45% restante compuesto por el cortex y el límbico, para recibir con buena predisposición los mensajes específicos.

Este cerebro primitivo de reptil se remonta a millones de años y aún dirige parte de nuestros mecanismos para cortejar, casarse, buscar hogar y seleccionar dirigentes.

En los segmentos jóvenes el reptiliano lleva a su máxima expresión el esquema binario. Por eso el joven ama o no ama, mucho más allá de la limitada y ‘civilizada’ empatía que pueden sentir los mayores.

Las definiciones reptilianas tienden a desplegarse entre dos opciones, entre la cuales, no elegimos siempre las más racional, sino la que prefiere nuestro cerebro reptil. Y no siempre es la obvia.

El cerebro reptil es un enorme yo. Sin él nos habríamos extinguido. El reptil no tiene compasión ni empatía. Sólo entiende los grandes contrastes: blanco o negro. No tiene tiempo de más. El reptil joven reduce opciones a lo binario para sobrevivir, aunque la realidad es más compleja y comprenderla a fondo requeriría una lógica difusa. Se trata de un sistema que posterga las abstracciones, va a lo tangible, y es profundamente emocional y visual.


Los clivajes se constituyen para interpelar directamente al reptiliano.

Una de las dimensiones más importantes para la construcción de una marca política poderosa en el voto joven, es la arquitectura de un discurso de poder sólido, en función de un clivaje eficaz.


El clivaje es la división traducida en competencia política, que construye las singularidades y particularidades de una marca política, permitiendo plantearle a los sujetos de elección, una competencia con las demás marcas políticas.


El clivaje permite presentar lo que uno es, reforzado por lo que uno no es, en un esquema binario, si-no, blanco-negro, un planteo fácil de asumir, del tipo “de que lado estás” a los electores.




Este esquema es claramente el que necesita para operar el reptiliano. El debate en términos reptilianos se organiza a través del esquema binario




Desde los históricos derecha-izquierda, conservadurismo-liberalismo en Estados Unidos o peronismo-antiperonismo, en la Argentina; o la UCR desarrollando un clivaje en torno a institucionalidad-clientelismo, Carrió acerca de transparencia-corrupción, Macri; ineficiencia-gerentismo eficiente, el kirchnerismo inclusión-exclusión (todos/as-pocos),: otros probaron consenso-enfrentamiento, mano dura-garantismo, modernidad primer mundística-atraso (lo viejo), privado-estatal, liberación o dependencia, etc.




Detrás de la alternativa, se propone un posicionamiento claramente reptiliano, que no admite un análisis puramente racional para definir de que lado se está.

El discurso para lograr colonizar subjetividades debe ubicarse en la intersección de los tres formatos, y debe contener mensajes racionales, mensajes emocionales, y fundamentalmente mensajes reptilianos.


Ya dijimos que el joven casi nunca se mueve solo. Se piensa, se define y actúa en tribu. Muchas veces en varias, que se cruzan. El joven es esencialmente tribal. Los adultos mayores pueden estar y moverse solos, en el caso de los jóvenes, integrantes naturales de colectivos, esto va contra su naturaleza funcional.

Para poder operar sobre el reptiliano joven tenemos que analizar tres factores que definen el marco conceptual reptiliano:


a) El paradigma de inconsciente colectivo tribal, ya que la tribu es el marco natural de los jóvenes.


b) Los miedos tribales e individuales

c) El arquetipo que resuelve esos miedos, que le da solución, dentro del paradigma del inconsciente colectivo tribal

El sistema de preferencias en los segmentos jóvenes se articula en base a los códigos del inconsciente colectivo tribales.

¿Por qué diferentes culturas tribales procesan la misma información de maneras tan diferentes?

Porque los sistemas de referencias culturales de cada tribu son diferentes. Son los llamados “códigos culturales tribales ”.

Nuestras decisiones como compradores o nuestras preferencias por un candidato político determinado están influenciadas por las “improntas” colectivas subconscientes (el término fue acuñado por el etólogo Konrad Lorenz en 1935) que se localizan en el reptiliano. Esas improntas se constituyen en los códigos culturales tribales.

Por ejemplo, Procter&Gamble investigó el código cultural en EE.UU para el café. Las investigaciones marcaron que los estadounidenses no se identificaban con el gusto del café, como los europeos, de hecho lo tapan con azúcar y crema. Las experiencias tempranas de en EE.UU, con el café se relacionan con el aroma del café que sus padres tomaban en la cocina mientras ellos seguían abrigados en la cama. Por eso asocian positivamente el café con hogar y aroma y las campañas exitosas en los EE.UU. no apelan al sabor del café sino al aroma y a la idea de hogar. Eso es decodificar el código colectivo inconsciente.

Mientras que cierta comunicación solamente apela al cortex (“Compre esta toalla de papel para limpiar el enchastre”), o en el mejor de los casos al límbico (“Compre esta toalla de papel para limpiar el enchastre y reducir el estrés!”), las campañas complejas apelan a los 3 cerebros: (“Compre esta toalla de papel para limpiar el enchastre, reducir el estrés y (imágenes de una madre limpiando u enchastre producido por su hijo) ¡satisfacer su deseo materno reptil de aliviar el bochorno de su hijo al derramar todo!”

Los niveles más grandes de compromiso se consiguen cuando se involucra al reptiliano, cuando se apela a la supervivencia, cuando podemos convencer emocionalmente a los otros que “su supervivencia depende de que acepten nuestra propuesta”


Los miedos son altamente movilizadores en términos del sistema de preferencias de las personas. Detrás de cada decisión hay un reaseguro contra un miedo, y el miedo está íntimamente ligado al sentido de la supervivencia que caracteriza al reptiliano.

Los miedos tribales y los miedos individuales, buscan respuesta desde el reptiliano, por eso buscan como promesa de marca política; guarida, casa, comida, salud, sexo, reproducción, seguridad, venganza contra los delincuentes, los corruptos, los que ponen en peligro nuestras vidas y las de la tribu, así como comida, educación y salud para la cría.

La protección, la venganza, la seguridad, el poder, la supervivencia y los hijos, son constituyentes centrales de los miedos .


El arquetipo es el dispositivo que resuelve los miedos, que propone un alivio y contención frente a la angustia que genera el miedo. El arquetipo encarnado por la marca política debe dar respuestas concretas a demandas no expresadas, a emergentes de relatos ocultos, a miedos no verbalizados, a dudas no expresadas. Para eso resulta fundamental, estudiar y analizar esos miedos, medirlos, y sin mencionarlos expresamente plantear visiones arquetípicas que puedan con esos miedos.

Construir la decisión tiene que ver ante todo con la voluntad de sobrevivir, el clivaje amor-odio, amigo-enemigo, las valoraciones de todo tipo y las proyecciones, buscan satisfacer al reptiliano, que no habla, pero decide, y que es el que hace millones de años nos garantiza la supervivencia.


Rubén Weinsteiner

El segmento #Punk en el #votojoven



Por Rubén Weinsteiner



“Una vez más, estos movimientos son interesantes en la medida en que, más allá de lo que representan y una vez el momento de efervescencia paroxístico ha pasado, los valores puestos en obra contaminan el conjunto del cuerpo social. Contaminación que es más o menos discreta, con frecuencia se vive en menor medida, o que permanece cubierta en las zonas oscuras del cuerpo social, hasta que ésta sea despertada por otra irrupción”.

Michael Maffesoli

Rubén Weinsteiner

Rubén Weinsteiner @marcapolitica

El segmento Punk se constituye alrededor de una de las tribus urbanas más antiguas a nivel mundial. Es un segmento altamente ideologizado, y con un marco filosófico rico que sustenta esa ideología.

Sus integrantes ya sea desde su núcleo duro, o desde círculos concéntricos de pertenencia y pertinencia más blanda, se identifican, y sustentan esa identificación con solidez intelectual, con ideas anarquistas, nihilistas y anticapitalistas.

Como otros segmentos construidos alrededor de tribus urbanas, el movimiento Punk, surgió en torno a una corriente musical.

Los pilares de los Punks son tres:

1) Música

2) Ideología

3) Apariencia

Nacen en Inglaterra, en la segunda mitad de los 70, como una contestación social de los jóvenes, al sistema político y a las concepciones socioculturales de la época.

La post crisis de la suba del petróleo del 73, que determinó un sacudón fuerte en el modelo político, económico y social a nivel mundial, generó en Inglaterra una fuerte suba de los precios, y una caída pronunciada de la actividad económica.

El desempleo golpeó fuertemente a los sectores medios y bajos, y el estado benefactor comenzó a retirarse. Desempleo, inflación, caída fuerte del consumo, suba de las tarifas, por la suba del petróleo, y falta de contención social, produjeron una situación de grave deterioro del tejido social.

Los hijos de los nuevos desocupados, sintieron que el sistema los había expulsado, y que le obturaba toda esperanza de un futuro promisorio.

Esos jóvenes, desde sus consignas y su apariencia, se enfrentaron al sistema y fueron bautizados como Punks, término que podemos traducir como vagos o despreciables, adoptando una estética que intentaba corporizar aquel desclase que había producido el sistema. Se vistieron como vagabundos, con sacos viejos, rotos, pelos desordenados, con crestas y teñidos, remeras con agujeros etc.

La primera consigna de los Punks fue: “no hay futuro”, consigna que condensaba la falta de expectativas positivas y de ilusiones, un profundo escepticismo y descreimiento de las normas y pautas sociales.

Los Punks no pretendían como lo hippies de los 60 cambiar el sistema, sino que estaban convencidos que el mismo debía ser destruido, que sus propias contradicciones internas iban a determinar su fin. Había que enfrentar el sistema, ayudar a su colpaso, para fundar un sistema nuevo.


Las primeras bandas icónicas Punk, fueron The Sex Pistols y The Clash, mientras que en EE.UU. con un sello menos contestario y más frenético se consolidaban The Ramones, de New York, cultores del Punk Rock.

El primer factor reactivo fue la apariencia. Los Punks decidieron vestirse, maquillarse y usar el pelo, de una manera que escandalizara y resultara molesto, repulsivo, chocante para los adultos británicos.

A lo largo de los 40 años de existencia, hubieron mutaciones y diversificaciones en términos de lo musical. En todos los casos se mantuvo constante el gran despliegue de energía, pilar constitutivo del Punk, basado en una de las premisas Punk “hacelo vos mismo”. Porque para la filosofía Punk, cualquiera que tenga ganas de ejecutar un instrumento, toque bien o no tanto, debe tocar y expresarse.

Hay ahí conceptos de autoestima, seguridad y autosuficiencia, que se aplican a todos los ámbitos de la vida cotidiana de los Punks, y son base para el despliegue de la contestación social y cultural.

Luego del surgimiento en Inglaterra, el movimiento Punk se expandió en europa, EE.UU. y latinoamérica. Si bien al principio aparecían como raros personajes marginales, hoy a 40 años, sin perder la rebeldía ni la postura crítica y contestataria, los Punks conviven y desarrollan trabajos de los más diversos en muchísimas sociedades.



En Latinoamérica, los primeros punks no fueron hijos de desempleados de las clases medias, medias bajas y bajas, los primeros Punks latinoamericanos fueron hijos de las clases altas, que no sufrían problemas económicos, pero se sentían disconformes y oprimidos en una Latinoamérica llena de dictaduras militares. Esos jóvenes en tiempos pre Internet, eran los únicos que podían viajar a Europa y EE.UU. y ver a los primeros Punks, y así importar la tendencia.

A lo largo de los años fueron modificando su estética, y sus formas musicales. Han surgido vertientes del Punk, que dejaron de lado la crítica y la contestación social, como por ejemplo los Straight Edge, una subtribu que se atribuye haber creado el estilo Hardcore-Punk, y pregona un estilo de vida alejado de las “prácticas autodestructivas” y más vinculado a la solidaridad y a la dimensión colectiva, como estrategia de cambio de la sociedad, más que la protesta social.

En Argentina una de las primera y emblemáticas bandas Punk fue “Los Violadores”, uno de sus primero temas, “viejos patéticos” decía:

“Hay que volar con lo establecido

A la salida de las dictaduras en latinoamérica, los Punks crecieron y se expandieron. En Argentina l desplegarse horizontalmente, se sumaron jóvenes de los conurbanos, jóvenes de bajos recursos. Que a diferencia de los primeros Punks, no tenía dinero para viajar, ni para comprar discos ni revistas importadas.

Hacia fines de los ochenta en Argentina, los Punks, ampliaron su base popular, y las bandas ya tenían una impronta más suburbana, popular y hasta barrial, que los Punks originarios.

Los adolescentes comenzaron a comprometerse e identificarse con lo Punk. Aparecen Ataque 77 y Flema, y discográficas independientes que acompañan esta movida más cercana a The Ramones que a las bandas británicas.

La estética Ramones, de jeans chupines, remeras gastadas zapatillas de básquet altas y flequillo, cerraba más con la idiosincracia del conurbano bonaerense que estética británica.

La contestación tomó otros formatos, líneas discursivas más simples, más cercanas al escenario propio, expresadas por la adversión profunda a la policía, el tomar cerveza y al universo joven del conurbano y los barrios medios y medios bajos de las ciudades.

“Me levanto a la mañana

me voy a trabajar

jornada agotadora

caos laboral

el sol calienta los cerebros

y encima hay que aguantar

que vengan los ratis a molestar

allá vienen los ratis”

“Aguantar” – Defensa y Justicia



Proletario y popular
En los noventa menemistas, con el derrumbe económico y social, en Argentina, pero también en el resto de Latinoamérica, donde en muchos países se aplicaron políticas ortodoxas neoclásicas, siguieron creciendo los Punks como contención y escape para muchos jóvenes, que como los fundadores en Inglaterra, se sentían expulsados del sistema.

En los noventa, la dimensión individual era el clima de época, y frente a esto se rebelaban estos nuevos Punks, menos ilustrados que los de los 80, menos dogmaticos, más populares, barriales y de origen proletario.

Las bandas que hicieron comercial la música Punk, llevaron esta cultura a los medios masivos, que intentaron de esta manera sumarlos al sistema. Tal es el caso de Ataque 77 con los programas de Pergolini.

De esta manera lo Punk se hizo visible, comercial y masivo, mutando parte de su esencia y adaptándose al nuevo escenario.

Los Punks aún con las diferentes líneas internas, son animales políticos, muy ideologizados, son militantes full time, sus ideas se estructuran alrededor de la anarquía, la libertad contrapuesta al estado opresor y rechazan el transar con el sistema, más allá del trabajo para vivir.

Algunos Punks, en Buenos Aires, militan en organizaciones como la Biblioteca Popular José Ingenieros y la Federación Libertaria, organizaciones anarquistas con más de 100 años de trayectoria, donde discuten, escriben y militan.

Una corriente interna de los Punks está compuesta por los Okupas, movimiento nacido en Europa junto a la música Punk, hijos de clase media y media alta, que ocupaban terrenos y casas para protestar por las dificultades de acceder a la vivienda para los jóvenes.

En Latinoamérica, en muchos países, incluida la Argentina, los Okupas viven en comunidad, se consideran anarquistas, se autogestionan, rechazan las jerarquías hacia adentro de sus organizaciones y hacia fuera.

Hoy los Punks se han integrado al sistema, laboralmente, empresarialmente y hasta socialmente.

Los punks plantean que para operar los cambios y apurar el colapso de lo viejo, hace falta cambiarlo desde adentro.

Ya no s diferencias desde la apariencia, no se ven muchas crestas ni la simbología y ritualidad original

Prevaleció si lo ideológico, sobre todo al llegar a determinada edad, los Punks se van quedando con el con el ideario



Ecologismo y animalismo
El ecologismo ha sido uno de los intereses de un sector del movimiento punk. Muchas bandas han venido citando en sus canciones los problemas de la contaminación, la explotación desmedida de los recursos por la sociedad industrial y el mercado de consumo, el cambio climático y el calentamiento global, etc. Este tema ha llegado incluso a formar un pilar fundamental de algunas de sus corrientes, ya desde los tiempos de la banda pionera Crass. El crustcore y el straight edge son vertientes del punk en que abundan las letras sobre ecologismo político.



Muchos de los colectivos o ambientes punk se declaran colectivos pro-ecologismo y pro-derechos de los animales. Suele haber grupos dedicados a la organización de charlas y la edición y distribución de literatura ecologista y política, ecologismo en los hábitos de consumo, agricultura, vegetarianismo y alimentación vegetariana, veganismo, etc.

El discurso animalista también hizo que el punk se aproximase a filosofías de carácter espiritual como el hinduismo, el budismo, o la secta Hare Krishna.

Anti-religión
El punk se presenta como una cultura mayoritariamente atea (también antiteísta o irreligiosa). Un sector del movimiento punk hace énfasis en este aspecto criticando constantemente a las costumbres de religiosidad social del cristianismo al uso, por considerarlas hipócritas, y a las instituciones y discursos religiosos en general, por considerarlos un disfraz del control social y el mantenimiento de posiciones de poder. El ateísmo más racionalista dentro del punk opta por un discurso que parte de la negación de la idea de "Dios" y de toda clase de misticismo.

Pero también hay declaraciones directas de afinidad con ideas religiosas vinculadas a algunas bandas musicales o seguidores del punk. Una de las primeras inclusiones de afinidades religiosas en el punk puede considerarse Bad Brains, uno de los grupos pioneros de hardcore, afines al rastafarismo. También son conocidas afinidades con religiones orientales como el hinduismo y el budismo.

También hay un fuerte sector agnóstico desligado de la discusión religiosa.


Ideología y concepción  política

En el pensamiento punk, “la ley”, “la autoridad” es corrupta e intolerable. La policía, la religión, los gobiernos y cualquier otra institución pueden reprimir al ser humano, considerándolos peligrosos para la sociedad. La autoridad conduce siempre a la corrupción y al abuso. Las ideas sobre este tema provienen, en parte, de la ideología del anarquismo. La brutalidad policial y la discriminación institucionalizada que sienten ellos alimentan esta posición.

El Punk se erige como una fuerza instituyente que contraria a lo instituido en razón de que cumple con las características que Castells le atribuye a los discursos alternativos.

Al igual que los discursos alternativos, el Punk propende por cambios de mentalidad mediante la construcción de significados compartidos que desafíen las relaciones de poder tradicionales y/o existentes. Al respecto, John Sinclair, poeta y manager de la banda MC5, expresaría: “Nuestra oportunidad era la revolución cultural por cualquier medio, incluyendo al rock, las drogas y el sexo en las calles... esa era la prioridad”.

La cita destaca, la intención de cambio y animo revolucionario a los que se debe el Punk. La novedad que trae consigo y que es coherente con el esfuerzo de este acápite, es que deja de manifiesto como el Punk se desliga de la violencia y privilegia como arma de cambio determinadas manifestaciones artísticas y actitudes, las cuales se proyectan como revolucionarias en consecuencia con la antinomia de valores que expresan y promueven. Imbuida por esta lógica, Mary Harron, cofundadora de la revista a la cual el Punk le debe su nombre y directora de cine, señalaría: “Cuando más grave se vuelve el panorama político, cuanto más reprime y excluye, más valiosa se vuelve la imaginación para hacerle frente”.

Consecuente con el propósito de cambiar mentalidades, el Punk en sus diversas expresiones pretende “abrirle la cabeza a la gente a otras posibilidades mediante manifestaciones radicales que amplíen los límites de lo permitido”, para lo cual “moviliza sentimientos de vida y actitudes frente al mundo que se han relacionado y son parte de la continuidad vital de expresiones contestatarias, artísticas y políticas que han surgido para abogar por la libertad del ser humano”.

Por este camino, el Punk se ha convertido “en un medio regenerador de la conciencia humana, en un manera de interpelar al mundo, de autorepresentarse y salir del anonimato social. En un mecanismo para rechazar la impotencia social y ser escuchados cuando siempre se ha sido callado”, superando de este modo la simple composición de estilos y confiriéndose un lugar preponderante en la generación, transformación o desarrollo de modos de existencia, marcos de referencia, saberes singulares e incluso nuevas artes.

Asimismo, como fuente de construcción de significados compartidos que riñen con lo instituido formalmente, discursivamente el Punk “como ningún otro estilo, entra por los ojos y crea un mascara tan visible como insólita: cuerpo-imagen serán reivindicados como espacios propios, individuales, en los que se puede ser consecuente con el libre albedrió: Hazlo tú mismo (tu ropa, tu música, tu grabación, tu revista), sé como quieras (no como otros deseen que seas). La norma es la ruptura con la norma: si algo no pega, póntelo; si algo suena mal, tócalo. Simples, feos, sucios y groseros, invierten el orden de las cosas y los valores”. El “Punk en sus propios discursos, a través de las letras de las canciones, refleja las fallas sociales que la lógica colectiva procesa y oculta, descentrando e invirtiendo el sentido de las cosas, porque el movimiento Punk, así como su realidad, quiere verse como el inverso de la razón colectiva.

El Punk hace de la propia vida un discurso alternativo en capacidad de poner en entre dicho las relaciones de poder tradicionales y/o existente: Ser Punk, según verbatim recogidos, es colocarse tras el espejo y deformar lo que este refleja, devolver en forma de mascara orgullosa todo el desprecio y la marginación que “algunos señores” e instituciones poderosos proyectan sobre su vida. Ser Punk es recrear la realidad mutando la propia personalidad, sin olvidar por ello las condiciones sociales que la determinan, al contrario, voceando hasta la caricatura la conciencia de clase, de género y de territorio.

El Punk busca la libertad, por lo que su lucha se concreta en la crítica social y en la no contribución con el sistema, en hacer de la vida un acto de permanente enfrentamiento.

El Punk nació como un proyecto de emancipación individual con perspectivas hacia el cambio social, reviviendo el sentimiento de lucha moderna al asumir la política como un medio para producir la transformación social. Para ella, El Punk responde local y globalmente instrumentalizando al sujeto como un agente político, quien se moviliza en el nexo social apropiándose de la política, volviéndola una práctica ontológica.

El Punk vuelve mecanismo de participación y expresión política el lenguaje, la música, la estética, el arte, el cuerpo, bombardeando así a la sociedad de mensajes y denuncias directas. De esta manera la concepción del cuerpo tradicional se disgrega para convertirse en un espacio social.

El Punk asume lo político como un espacio de constitución de los sujetos y hace de la vida una acción directa contra las estructuras de dominación social: El sujeto en el Punk es ante todo un instrumento de lucha


Interpelación y discurso de las marca políticas

El segmento Punk, si bien no quiere ser parte del sistema político, está abierto a las promesas de las marcas políticas, en tanto instrumentos parciales de las transformaciones buscadas.

Desde ya no buscan que las marcas políticas se hagan pasar por uno del palo, eso sería letal para el vínculo, sino que desde la autenticidad y aún con diferencias no ocultas, sino visibles, se les proponga vías de cambio que sean tributarias de la mirada transformadora Punk, que esbozamos más arriba.

La lucha contra poderes grandes con final abierto, los convoca, la visibilización de otras imposturas los tranquiliza, les da un denominador común, una plataforma desde donde construir pequeños consensos, que es en realidad lo que necesitan y buscan en el sistema político.

El sistema de preferencias Punk es tribal, es inelástico y no es transversal, difícilmente encontremos Punks en todas las expresiones políticas.

El discurso de la marca política para el segmento Punk, debe asegurar tolerancia a las rugosidad anárquicas del colectivo, debe revelar complicidad y pertinencia pero nunca pertenencia.

La dimensión colectiva en la construcción del discurso para el segmento Punk, teniendo en cuenta la preponderancia de lo individual en la mirada anarco, debe centrarse más en lo que retroalimenta al individuo, que en expresiones colectivas de tipo nacional.

La versión Unplugged de una marca política es requisito excluyente para que la comunicación con el segmento Punk sea esencialmente persuasiva y técnicamente informativa, y no al revés, y debemos tener presente que es más importante lo que dicen otros Punks, por afirmación o por negación, que lo que dicen los padres, los profesores, la religión, los medios o los políticos.

Rubén Weinsteiner

Grieta 4.0: #MarcasPolíticas, profundización de sesgos e interpelación de la otredad en el #VotoVoven



Rubén Weinsteiner



“Todos dicen que …”


En Facebook solemos aceptar y mantener como amigos, a aquellas personas que expresan ideas dentro de un rango de afinidad a las nuestras.

Las personas tienen “amigos” que piensan diferente, pero cada vez menos según las encuestas. Por lo general muchos de nuestros amigos piensan parecido. Con lo cuál se van generando microclimas que se retroalimentan, donde los partidarios de un espacio comienzan a ver que “la gente” dice a, y los partidarios de otro espacio ven por todos lados opiniones b.

El sesgo de confirmación es una tendencia a interpretar la información que percibimos, de tal manera que confirme nuestras creencias mas profundas. Todos tenemos nuestras propias creencias y nos aferramos a la información que las sustentan, al tiempo que nos negamos a reconocer la evidencia que contradice nuestras ideas.

Síndrome de pensamiento colectivo

Cada vez más los jóvenes y lo no tan jóvenes consumen noticias a través de la redes.

Abrimos el Facebook y junto con la noticia de que nuestro primo está en Barcelona, nos enteramos de un error ridículo cometido por un ministro o un diputado. Generalmente el que queda en ridículo no es del espacio con el que nos apoyamos.

Uno comienza a desarrollar un síndrome de pensamiento colectivo, en el cuál lee que 5 o 10 personas dicen que la situación va a explotar o que la oposición pierde cada vez más votos, y comienza construir el “todos dicen que …”.
Es como si estuviéramos en encerrados en un cuarto 5 personas y los cinco estuviéramos convencidos de que algo va a pasar, y cada unos de nosotros reforzara con su discurso la mirada del otro. Si de repente aparece alguien de afuera con una mirada opuesta, será naturalmente resistido.

Cuando una persona va conformando un grupo de amigos en Facebook, o de gente a la cual sigue en Twitter o Instagram, esa gente comienza a ocupar un lugar importante en la vida de esa persona.

Miramos el celular cada 5 minutos y vemos más a esta gente que a nuestra familia.

Esa gente opina parecido a nosotros y nos cae bien, nos gusta. Sino nos irritara no resultaría agradable verlos, leerlos o escucharlos a cada rato.

Con lo cuál vamos depurando nuestra comunidad, y van quedando los más afines, los más parecidos.

Todos decimos cosas parecidas, con lo cuál uno siente que lo que piensa y dice está bien, porque hay 5, 10 o 1000 personas que te likearon, o te pusieron un comentario de apoyo. Los sesgos se van profundizando, cada vez vemos, leemos y escuchamos menos a los que piensan diferente.


Las tendencias de consumo de TV pasaron del broadcasting al pullcasting. De esperar y consumir a “tirar” uno de netflix, youtube, los recortes de videos o audios que postean nuestros “amigos” de Facebook o seguidos de Twitter.

Cuanto más joven más elige qué y cuando  ver en la TV o escuchar en la radio.

Las comunidades cerradas definidas por marcos de pertenencia y pertinencia sustentados en variables blandas, cada vez se cierran más y se hacen más endogámicas.



Sesgos de los medios y los consumidores

Los sesgos de los que se habla y que solemos analizar, se originan siempre en la “oferta” de noticias, en los medios que producen la agenda y que corporizan estrategias de negocios políticos, corporativos o comerciales.



Pero se impone estudiar los sesgos de la demanda, del consumidor de las noticias.
Mullainathan y Shleifer plantean de manera consistente, con estudios sólidos que respaldan estas conclusiones, que los lectores estan interesados en escuchar noticias que se adapten a sus preferencias y que confirmen su visión de las cosas.


Este interés con el que los lectores, televidentes y oyentes van al mercado se conjuga con la línea editorial del medio, en el contrato de lectura.

Un lector espera de un medio una mirada más o menos dentro de lo que el contrato de lectura plantea. Las noticias, el recorte, las miradas editoriales, las fotos, siempre estarán alineadas con el contra de lectura, que a su vez guarda correlación con la agenda que corporiza el medio.

Cualquier ruptura del contrato de lectura implica el fin de la relación de determinado sub segmento con el medio.
Los medios simplemente proporcionan a los lectores noticias con el sesgo que estos quieren percibir.


Una peculiaridad interesante del modelo es que, contrariamente a lo que se podría pensar, el aumento de la competencia no necesariamente disminuye los sesgos, sino que los puede aumentar, ya se que suena raro, pero es lo que pude verificar en el terreno.
Las razones que encontré son económicamente interesantes, con una audiencia heterogénea, un medio de comunicación monopólico provee noticias para el consumidor medio, que probablemente tiene un sesgo mínimo. Sin embargo, dos medios que provean noticias al mismo segmento de población competirán duramente por esta audiencia, lo cual reducirá sus beneficios. Por ejemplo si apareciera una radio que quisiera robarle la audiencia a una radio con una posición claramente de izquierda deberá mostrarse mas “progresista” “de izquierda” y brindando un discurso mas radical que la primera.


Esta acción estratégica editorial, es decir, profundizar lo máximo posible el sesgo que provean para quedarse con el segmento, transforma a los medios en mas sesgados que los consumidores.


La otredad

Con comunidades cada vez más endogámicas y cerradas, con grietas cada vez más pronunciadas, ¿como se hace para interpelar a la otredad?


Las personas y los jóvenes en particular son multidimensionales. No los define un clivaje, una adhesión política, un rechazo a una ideología, la pertenencia a una tribu urbana o las variables duras constitutivas de su historia.

Una persona puede ser de derecha y estar a favor de que deporten inmigrantes, pero también gusta de un tipo de música, puede tener un familiar discapacitado o ser gay, o tener ínteres en las pymes, o en un deporte o en las mascotas, el teatro, formar parte de una banda de música, ser hincha de un equipo de fútbol, etc.

Ese cruce de variables que determina la multidimensionalidad de la persona, complejiza el espectro de abordaje, lo enriquece y permite saltar los sesgos y grietas.


El abordaje frontal chochará siempre con el sesgo de confirmación y el sesgo 4.0. el abordaje lateral y blando permite perforar la grieta y llegar con un mensaje reptiliano, emocional y racional a personas que en un primer nivel de análisis están en las antípodas del emisor.

Rubén Weinsteiner