Atención, mensaje y rentabilidad en el discurso de poder en el voto joven




Por Rubén Weinsteiner

El primer insumo en comunicación política es lograr la atención, “estoy aquí”, “mírame”. Este llamador suele tener un formato diferente del corpus discursivo de la marca. Muchas veces para que a un candidato le presten atención, puede hacer el ridículo, bailar mal, cantar peor, intentar el humor con más o menos eficacia, gritar, vestirse de manera extraña, etc.

El discurso de poder se emite desde actores políticos y corporativos hacia sujetos jóvenes de elección, consenso y consumo; y se despliega ante audiencias de audiencias.

El discurso de poder compite con una cantidad enorme de atractores y se despliega en un entorno de sobrecomunicación.

Hacer algo disruptivo como bailar o cantar, insultar o cualquier cosa que generé atención, incluso “haciendo el ridículo”, funciona si luego de eso, viene el factor constructor de subjetividad. Es decir “mírame” y luego aprovecho que me mirás. Simplememte bailar como un stripper, ladrar, cantar desafinado o hacer cualquier cosa que llamé la atención sirve para atraer la mirada o para ser tenido presente. Pero luego debe sobrevenir una intervención sólida sobre la subjetividad.si consigo tu atención y después no te venzo intelectual y emocionalmente, el público objetivo se siente defraudado, se genera una frustración que cambia la mirada negativamente sobre el hecho atractor. La mirada debe ser utilizada, que te miren por mirarte, puede generar visibilidad y presencia en la cabeza, pero el posicionamiento se construye con significados que modifican la percepción.

Para conseguir atención en los sujetos de elección jóvenes hace falta ubicuidad, consonancia, repetición y la capacidad de traducir tendencias en oportunidades.

Dada la simetría entre las marcas y los públicos, que también producen contenidos, la construcción de la narrativa de la marca, su posicionamiento, el diseño de su identidad, su personalidad, su simbología y ritualidad, en definitiva la carga de significados de la marca para ser disparados por esta, se da por una conversación entre audiencias de audiencias. Esa conversación es constante y en tiempo real, se da todo el tiempo, y queda vía Google abierta y disponible para todo aquel que busque información sobre la marca.

Twitter, Facebook, Instagram, Whats app, el e-mail, son lugares conceptuales de expresión, que modificaron disruptivamente el discurso por formato, extensión, recorrido y definición del mismo, transformando los discursos sociales, creando nuevos géneros que implican diferentes estrategias de intercambio de información, producción, comprensión y lectura de textos, y profundizando la brecha con los adultos inmigrantes digitales.

La comunicación 4.0, última forma de comunicación humana, se ha desarrollado en todas los esferas sociales, sustituyendo a géneros tradicionales como la carta, el diálogo, la conversación o el debate, y ha modificado los géneros del discurso de transmisión de conocimientos, como los diccionarios y los métodos de enseñanza, muy especialmente entre los más jóvenes.

Los públicos jóvenes otorgan créditos muy cortos al orador. Si en 10 segundos lo que ve en un video no le interesa, se va, ese sería el el crédito visual. Si le interesa, te da 30 segundos más de crédito auditivo. Es decir, se queda y escucha 30 segundos sólo si hay algo que lo impacta en esos 30 segundos, se queda. En ese momento te otorga el crédito emocional. Ahí te da 60 segundos, sino siente nada en ese lapso (risa, bronca, indignación, emoción, enojo, identificación, tristeza etc.) se va. Los créditos se renuevan o no. No se trata lograr el impacto con cada frase, hay que bajar el nivel para volver a impactar. La curva de atención no puede tener demasiada amplitud, y si la tuviera tienen que ser picos abruptos de baja y alta.

Las oraciones cortas, se constituyen en atajos cognitivos en la intervención en la subjetividad en el voto joven. Lo que define el carácter corto de una oración corta, es el conjunto de oraciones que rodean a esa oración. En un mundo de oraciones de 25 palabras, las oraciones de 7 adquieren un poder especial.

Los públicos pagan un costo por leer/escuchar/ver nuestros contenidos. Y como todo agente en el mercado, el costo que estará dispuesto a pagar, siempre tendrá relación con el beneficio obtenido.

El costo puede ser 30 segundos de mirar un video, 3 minutos para leer un texto de 600 palabras o 5 minutos para leer un texto de 1000 palabras.

La gente en las diferentes pantallas, no lee, sino que scanea, con lo cual rápidamente hace el cálculo costo beneficio, y aún cuando empiece a leer, escuchar o mirar el contenido, el cálculo condiciona y pondera la recepción e internalización del mensaje.

Como en un embudo, donde en la boca ancha aparecen una gran cantidad de datos que se nos ocurren para comunicar, solo llega lo que consigue pasar por la salida del embudo, es decir un mínimo de información, una idea, no más.
Hay que dar vuelta el embudo y comunicar directamente lo que pasa por la salida del embudo, una parte mínima de lo que a priori queremos comunicar. Para eso hay que dejar de pensar exclusivamente en el emisor y concentrarse en el receptor, en la manera de percibir del segmento objetivo, no en la realidad del candidato, sino en las formas de percepción, ya que la realidad es la percepción.

El problema que se presenta en este nuevo formato constructivo, es la labilidad potenciada por el caos en la conformación de liderazgos y referentes en esas audiencias, donde la visibilidad parcial de los emisores genera una ponderación relativa. Como no sabemos mucho sobre los que emiten las opiniones, más que la identidad digital que podamos googlear, podemos atribuirle una ponderación alejada de la realidad.

El hecho de tener acceso a las herramientas, no significa que siempre tengamos algo interesante para decir. Estudiando los trending topics de Twitter del último año, y el desarrollo de los mismos, llegamos a la conclusión que: nunca hay que subestimar el poder de los tontos en los grandes grupos.

Los esfuerzos por perfeccionar la comunicación en la Web social, volviéndola impostada, artificial y por lo tanto alejada , producen ruidos en los segmentos jóvenes. En los públicos jóvenes, producir un contenido es solo el arranque. El despliegue del mensaje en el spin mediático-social de los microsegmentos jóvenes, cobra vida y construye sentido con la contestación social, la ponderación socialmente mediada y co-creada, la viralización, la legitimidad tribal, y las conversaciones 4.0 entre audiencias de audiencias. En este proceso, el grado de compromiso que el mensaje pueda generar y que los receptores puedan asumir, determinara el salto cualitativo del mensaje de “ruido” a “valor”, esencial para toda construcción discursiva significativa.

Mi punto de distribución de la narrativa, no tiene preeminencia en términos de poder de fuego por sobre los prosumidores, (consumidores y productores de información) que son las audiencias. Es por eso que tengo que generar una historia lo suficientemente eficaz, y conseguir la atención y la confianza de las audiencias, para que sea redistribuido y viralizado. Y una vez lanzado el mensaje, saber que será disparador de una conversación en la cual la pérdida de control es una constante.

Un contenido fascinante sigue siendo el rey, pero el contexto es el reino, y no hay rey sin reino. No importa lo bueno que esté el discurso, los datos, lo emocional, la riqueza del lenguaje, la gestualidad o la estrategia y la táctica implementada. La potencia y eficacia del discurso en la Web social, esta dado por el proceso activo de contextualización del mismo, donde la comunicación con los públicos jóvenes es una calle no de una mano, no de dos, sino donde los autos pueden ir y venir en todas las direcciones, es una calle de múltiples manos.

Rubén Weinsteiner