Por Rubén Weinsteiner
En la era de la grieta universal, hay que asumir que los mensajes emocionales solo tocan a la hinchada propia: los empáticos les hablan a los empáticos y los individualistas, a los individualistas. En el medio, la grieta -he ahí su trampa- aburre a los fluctuantes, los poco informados y los que solo se activan como ciudadanos, de modo decisivo, en los cinco minutos previos a emitir su voto cada cuatro años.
“Todos dicen que …”
En Facebook solemos aceptar y
mantener como amigos, a aquellas personas que expresan ideas dentro de
un rango de afinidad a las nuestras.
Las personas tienen
“amigos” que piensan diferente, pero cada vez menos según las encuestas.
La mayoría de nuestros amigos piensan parecido. Con lo cuál se van
generando microclimas que se retroalimentan, donde los partidarios de un
espacio comienzan a ver que “la gente” dice a, y los partidarios de
otro espacio ven por todos lados opiniones b.
El sesgo de
confirmación es una tendencia a interpretar la información que
percibimos, de tal manera que confirme nuestras creencias mas profundas.
Todos tenemos nuestras propias creencias y nos aferramos a la
información que las sustentan, al tiempo que nos negamos a reconocer la
evidencia que contradice nuestras ideas.
Síndrome de pensamiento colectivo
Cada vez más los jóvenes y lo no tan jóvenes consumen noticias a través de la redes.
Abrimos
el Facebook y junto con la noticia de que nuestro primo está en
Barcelona, nos enteramos de un error ridículo cometido por un ministro o
un diputado. Generalmente el que queda en ridículo no es del espacio
con el que nos apoyamos.
Uno comienza a desarrollar un síndrome
de pensamiento colectivo, en el cuál lee que 5 o 10 personas dicen que
la situación va a explotar o que la oposición pierde cada vez más votos,
y comienza construir el “todos dicen que …”.
Es como si
estuviéramos en encerrados en un cuarto 5 personas y los cinco
estuviéramos convencidos de que algo va a pasar, y cada unos de nosotros
reforzara con su discurso la mirada del otro. Si de repente aparece
alguien de afuera con una mirada opuesta, será naturalmente resistido.
Cuando
una persona va conformando un grupo de amigos en Facebook, o de gente a
la cual sigue en Twitter o Instagram, esa gente comienza a ocupar un
lugar importante en la vida de esa persona.
Miramos el celular cada 5 minutos y vemos más a esta gente que a nuestra familia.
Esa
gente opina parecido a nosotros y nos cae bien, nos gusta. Sino nos
irritara no resultaría agradable verlos, leerlos o escucharlos a cada
rato.
Con lo cuál vamos depurando nuestra comunidad, y van quedando los más afines, los más parecidos.
Todos
decimos cosas parecidas, con lo cuál uno siente que lo que piensa y
dice está bien, porque hay 5, 10 o 1000 personas que te likearon, o te
pusieron un comentario de apoyo. Los sesgos se van profundizando, cada
vez vemos, leemos y escuchamos menos a los que piensan diferente.
Las tendencias de consumo de TV pasaron del broadcasting al
pullcasting. De esperar y consumir a “tirar” uno de netflix, youtube,
los recortes de videos o audios que postean nuestros “amigos” de
Facebook o seguidos de Twitter.
Cuanto más joven más elige qué y cuando ver en la TV o escuchar en la radio.
Las
comunidades cerradas definidas por marcos de pertenencia y pertinencia
sustentados en variables blandas, cada vez se cierran más y se hacen más
endogámicas.
Sesgos de los medios y los consumidores
Los
sesgos de los que se habla y que solemos analizar, se originan siempre
en la “oferta” de noticias, en los medios que producen la agenda y que
corporizan estrategias de negocios políticos, corporativos o
comerciales.
Pero se impone estudiar los sesgos de la demanda, del consumidor de las noticias.
Mullainathan y Shleifer plantean de manera consistente, con estudios
sólidos que respaldan estas conclusiones, que los lectores estan
interesados en escuchar noticias que se adapten a sus preferencias y que
confirmen su visión de las cosas.
Este interés con el que
los lectores, televidentes y oyentes van al mercado se conjuga con la
línea editorial del medio, en el contrato de lectura.
Un lector
espera de un medio una mirada más o menos dentro de lo que el contrato
de lectura plantea. Las noticias, el recorte, las miradas editoriales,
las fotos, siempre estarán alineadas con el contra de lectura, que a su
vez guarda correlación con la agenda que corporiza el medio.
Cualquier ruptura del contrato de lectura implica el fin de la relación de determinado sub segmento con el medio.
Los medios simplemente proporcionan a los lectores noticias con el sesgo que estos quieren percibir.
Una peculiaridad interesante del modelo es que, contrariamente a lo que
se podría pensar, el aumento de la competencia no necesariamente
disminuye los sesgos, sino que los puede aumentar, ya se que suena raro,
pero es lo que pude verificar en el terreno.
Las razones que
encontré son económicamente interesantes, con una audiencia heterogénea,
un medio de comunicación monopólico provee noticias para el consumidor
medio, que probablemente tiene un sesgo mínimo. Sin embargo, dos medios
que provean noticias al mismo segmento de población competirán duramente
por esta audiencia, lo cual reducirá sus beneficios. Por ejemplo si
apareciera una radio que quisiera robarle la audiencia a una radio con
una posición claramente de izquierda deberá mostrarse mas “progresista”
“de izquierda” y brindando un discurso mas radical que la primera.
Esta acción estratégica editorial, es decir, profundizar lo máximo
posible el sesgo que provean para quedarse con el segmento, transforma a
los medios en mas sesgados que los consumidores.
La otredad
Con
comunidades cada vez más endogámicas y cerradas, con grietas cada vez
más pronunciadas, ¿como se hace para interpelar a la otredad?
Las
personas y los jóvenes en particular son multidimensionales. No los
define un clivaje, una adhesión política, un rechazo a una ideología, la
pertenencia a una tribu urbana o las variables duras constitutivas de
su historia.
Una persona puede ser de derecha y estar a favor de
que deporten inmigrantes, pero también gusta de un tipo de música,
puede tener un familiar discapacitado o ser gay, o tener ínteres en las
pymes, o en un deporte o en las mascotas, el teatro, formar parte de una
banda de música, ser hincha de un equipo de fútbol, etc.
Ese
cruce de variables que determina la multidimensionalidad de la persona,
complejiza el espectro de abordaje, lo enriquece y permite saltar los
sesgos y grietas.
El abordaje frontal chochará siempre con
el sesgo de confirmación y el sesgo 4.0. el abordaje lateral y blando
permite perforar la grieta y llegar con un mensaje reptiliano, emocional
y racional a personas que en un primer nivel de análisis están en las
antípodas del emisor.
Rubén Weinsteiner