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Rubén Weinsteiner |
Estamos ante un cambio dramático de era en términos históricos. No se
habla de otra cosa que del Coronavirus, no es algo que se remite a lo local,
sino que ningún país escapa del monotema.
Hay un consenso amplio de que nada será igual
después de esto. Zizek y Byung-Chul Han debaten acerca de si la natural solución pasa por un
“comunismo moderado”, que le asegure la supervivencia a la totalidad de la
población, según el esloveno, que en su juventud fue un militante perseguido por el
regimen comunista de su pais, por “anticomunista”. Del otro lado el filósofo
coreano sostiene el capitalismo logrará generar los cambios dentro del sistema
para resolver los nuevos desafíos. Mientras tanto el debate por la renta
universal cobra vida y adquiere nuevas lateralidades.
El carácter
global, la horizontalidad y la velocidad de propagación le dan este fenómeno
características que lo hacen novedoso y perturbadoramente disruptivo para
todos. Nadie que esté vivo vivió la gripe española de 1918. Nadie tiene
“experiencia” en esto. Algunos definen la inteligencia como la capacidad de
enfrentar situaciones nuevas. Hace falta mucha inteligencia.
No sabemos como
se originó. Es importante determinar el origen para pensar estrategias. Y como
no tenemos la certeza empírica de cómo nació el corona, tenemos que poner sobre
la mesa todas las hipótesis. Desde un chino comiendo un murciélago, los chinos
que recompraron las acciones de empresas chinas, en manos extranjeras, a precio
de liquidación, la guerra previa comercial entre EE.UU.y China, una guerra
biológica iniciada por China e Irán ( los dos paises donde se inició, y donde
supuestamente terminó) sacrificando gente, o iniciada por EE.UU. o algún
accidente de laboratorio de armamento biológico, o un plan para reducir la
población vieja que según Lagarde complica las cuentas públicas de los países.
El hecho de que sea una enfermedad de las clases medias de ricos por lo menos
en occidente, saca por ahora del análisis la hipótesis de eliminación de
poblaciones pobres.
En todos los
casos, sea un accidente químico o una acción de guerra tenemos que tener en
cuenta que en el hemisferio sur, con la llegada del frió habrá una segunda ola,
y en el hemisferio norte, pronostican una segunda ola para noviembre, con
la vuelta del frío.
Y en todos los
casos, sea una propagación natural o una acción de guerra, tenemos que asumir que va a volver a ocurrir.
Sobre todo si es una acción de guerra, porque nunca se tira de un solo lado y
nunca se tirá una vez.
Ante esta
realidad, podemos pensar la cuarentena obligatoria y hasta el aislmiento social
moderado como alternativas de cortísimo plazo. Ir a los refugios en una guerra
es una decisión inteligente, pero cuantos días se puede quedar la gente en los
refugios. Para encerrarse en la casa, primero hay que tener una casa y ahorros
o ingresos que se generen aunque estemos en casa encerrados.
La cuarentena,
aún con la épica que los medios le imprimieron se verificó como una práctica
viable sólo en los sectores medios. Para estar en tu casa, tenés que primero
disponer de una casa y un ámbito socio cultural que te facilite quedarte.
Familias ensambldas de padre, madre abuelos y ochos hijos que “habitan”, en
realidad duermen en casillas de 3 x 3, no pueden de ninguna manera permanecer adentro
todo el día.
Son
aproximadamente siete millones de argentinos que si no salen a conseguir la
diaria no comen. Que no tienen adonde quedarse adentro. Familias numerosas en
espacios reducidos, personas que no tienen ingresos formales, que cartonean, que
venden panchos en la calle, o cubanitos, o ropa, o lavan autos, o son mozos, o
taxistas. Cuanto puede aguantar un bar cerrado? Y una heladería? Un bazar?
Cuanto tiempo
puede subsistir con cero ingresos, un
remisero, un/a mozo/a, una manicura, un cafetero, un vendedor de pan casero,
cubanitos o un mantero, un gasista, un plomero, un pintor, un/a empleado/a de
un hotel o un/a dentista.
Las potenciales
consecuencias de cortar de cuajo las fuentes de ingreso de millones de
trabajadores, sobre todo de los informales, pueden ser devastadoras no solo en
términos económicos, sino también de paz social, violencia intradoméstica, salud mental y física, hambre y aún de
gobernabilidad.
En los
conurbanos de Buenos Aires, Rosario y Córdoba entre otras ciudades, la situación
es crítica en términos sociales.
Ya le dimos
martillazos en la cabeza a la economía, quizás hay que pasar del martillo a la
pinza.
El problema no
se limita sólo a la demanda, es decir a que la gente tenga o no tenga dinero
para consumir. Sino que la cuarentena y el parate de la economía están
afectando ya a la oferta de bienes y servicios. Si tiramos plata y no hay
bienes y servicios disponibles generamos una inflación descotrolada.
Si sabemos que
esto va a volver a ocurrir, sea porque se gestó en un laboratorio o es una
acción de guerra o ambas razones juntas. La próxima vez debe encontrarnos con
una estrategia superadora de la cuarentena.
Como dijimos,
tener a la gente encerrada en la casa y las fábricas y los negocios cerrados no
puede ser algo que dure mucho tiempo. Es inviable. Por eso hay que prepararse y
construir las plataformas y mecanismos que nos permitan operar en medio de
estas crisis. Los estados deben
prepararse para este escenario desde la logística, la economía, la seguridad y
defensa, salud, defensa ante ataques biológicos, ciencia, seguridad
alimentaria, soberanía energética, tecnología, soberanía monetaria, sistema
educativo, relaciones laborales y desde una reformulación del sistema político.
Todo esto
debería dotarnos de la posibilidad de parar la futura amenaza, mitigar y controlar el daño, potenciar la
resiliencia, blindar en lo posible a la economía y avanzar en las soluciones de
los problemas.
Desde ya que
enfrentar este tipo de amenazas requiere de una articulación global que impone
una inserción y cooperación crecientes.
También hace
falta construir confianza en los gobiernos, y mantener ciertos pisos de unidad
postgrietarios. Una cosa es ir a una guerra unidos y otra ir a enfrentar a un
enemigo cuando B quiere que el país pierda la guerra para que a A le vaya mal
en el gobierno. Tampoco sirve que A utilice la guerra “a la Galtieri”. Se trata
de construir anticuerpos de densidad nacional que hagan que lo común se
convierta en posterior a cualquier grieta.
Pero primero
habrá que definir una estrategia para el día después. Los empresarios
argentinos aprendieron a vivir con hiperinflación, con impuestos altos, con
apertura indiscriminada de importaciones, con tarifas impagables, con costos
laborales altos, con imprevisibilidad jurídica, con caída del consumo, con
tasas de interés astronómicas, pero nunca con los negocios cerrados.
Millones de
puestos de trabajo perdidos, familias que no van morir de corona pero que van a
pasar hambre, que no pueden salir ni a comprar un remedio, porque en muchos
barrios pobres no hay farmacias. Incertidumbre y miedo.
Pasar del
martillo en la cabeza de la economía, a las pinzas, cuarentenas por zonas y
franjas etáreas, tests masivos en las calles como en Alemania; el que tiene
síntomas, fiebre o definitivamente corona, a la casa, el que no a trabajar.
La gente, tanto
en la base de la pirámide, clase media baja e incluso clase media-media, está
hoy atravesada por una profunda incertidumbre de no saber como va a comprar los
alimentos la semana que viene, si va a poder comprar medicinas para los hijos,
si va a tener trabajo dentro de 10 días o más, que va a pasar con el alquiler,
los servicios, deudas que tiene que pagar. La sensación es que se le vienen un
montón de pagos y cero ingresos, además de no saber cuanto tiempo deberá seguir
encerrado en lugares inviables para una gran cantidad de gente, sin horarios,
sin ingresos, sin salidas. Esa incertidumbre ancla el miedo, y con el miedo no
se puede lidiar con narrativas planas llenas de anuncios racionales.
El gobierno
debe ante todo resolver comunicacionalmente la incertidumbre y el miedo. Sin
resolver eso, no podrá operar sobre la realidad y puede perder el control de la
misma. La narrativa que resuelva este problema, no puede apoyarse simplemente en
afirmaciones sin poder de fuego emocional como hasta ahora, para vencer
emocionalmente a las personas aquejadas por la incertidumbre y el miedo, ni con
negaciones inútiles como el macrismo.
Para resolver
hace falta construir un discurso de poder (Discurso= organización de las
percepciones Poder=Potencialidad de acción) que venza emocionalmente a las
personas que sufren por la incertidumbre y el miedo obturando toda posibilidad
de intervención que no resuelva el ese tema, y que instale una esperanza y un cambio
de polaridad y clima.
Rubén Weinsteiner