La nueva generación de alcaldes en Colombia se le planta a Duque y propicia un fin de ciclo

La alcaldesa de Bogotá, Claudia López, se contrapone al Gobierno de Iván Duque al defender la protesta social en su discurso de posesión

Claudia López tras su posesión como alcaldesa de Bogotá.


Asediado por las protestas y su baja aceptación en las encuestas, el presidente de Colombia, Iván Duque, enfrenta a partir de este miércoles un nuevo escenario político. El mapa surgido de las elecciones locales y regionales del pasado octubre, en las que el partido de Gobierno sufrió una estrepitosa derrota, apenas se materializa a partir de este primero de enero, cuando más de un millar de alcaldes y una treintena de gobernadores asumen sus cargos para un periodo de cuatro años. En la mayoría de los casos, como Claudia López en Bogotá o Daniel Quintero en Medellín, los mandatarios locales encarnan nuevas prioridades que no coinciden con el proyecto conservador del mandatario.

Casi todos los focos en este arranque del 2020 están puestos sobre Claudia López, la primera alcaldesa de la capital elegida en las urnas. Desde su victoria había estado dedicada a armar un equipo de trabajo que ha despertado elogios, y tomó un respiro para casarse en una discreta ceremonia con la senadora Angélica Lozano, su pareja desde hace siete años. Los mandatarios de la capital tradicionalmente han tomado posesión en la Plaza de Bolívar, el corazón político del país. Pero la combativa exsenadora del partido progresista Alianza Verde decidió hacerlo con un picnic en el parque metropolitano Simón Bolivar, uno de los pulmones de esta urbe de más de siete millones de habitantes, en una jornada cargada de simbolismo. De entrada, al parque llegó en bicicleta con el propósito de enviar un mensaje para promover los métodos alternativos de movilidad, como ya lo había hecho a lo largo de una reñida campaña.

Ni el presidente Duque ni la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez asistieron a la colorida ceremonia, bajo un sol resplandeciente, en la que estallaron rechiflas cuando se leyó una carta del mandatario en la que, entre otras, reiteraba el compromiso del Ejecutivo con la construcción de la primera línea del metro de Bogotá. Los silbidos terminaron en arengas a favor del paro nacional que desató desde noviembre una serie de masivas movilizaciones contra el Gobierno Duque que, de momento, amainaron con las fiestas de fin de año. El presidente atraviesa una profunda crisis de popularidad, y la manera en que se relacione con los nuevos alcaldes y gobernadores marcara la agenda política en los dos años y medio que le quedan de mandato. Y en particular con la primera “mujer diversa” –como se definió López– que llega al segundo cargo de elección popular más importante del país. La tensión entre el Gobierno central y los poderes territoriales determinará la larga carrera hacia las elecciones presidenciales de 2022.

“El Gobierno que hoy empezamos es, por encima de todas las cosas, un Gobierno de coalición ciudadana”, afirmó la flamante alcaldesa de Bogotá al marcar distancias con Duque. En su discurso de casi una hora se mostró decididamente favorable a los variopintos reclamos de las protestas, que han tenido un acento juvenil. “Hoy no solo hacemos eco, sino que somos parte las mayorías ciudadanas que se han tomado las calles con las demandas y aspiraciones apenas elementales y plenamente legítimas de los jóvenes, de las mujeres, de los movimientos cívicos, de los grupos étnicos, de quienes reivindican la diversidad sexual y la igualdad no solo ante la Ley sino ante la vida, de los movimientos ambientalistas y animalistas; de las cientos de miles de personas que han salido espontáneamente a las calles a expresarse al ritmo de las cacerolas, más allá de los partidos y caudillos políticos. Hoy llega al Gobierno esa ciudadanía”, afirmó.

“No vamos a permitir, de ninguna manera, el abuso de poder de ninguna autoridad contra esa legítima expresión ciudadana”, advirtió López, una hija de una maestra de escuela hecha a pulso. En medio de la oleada de movilizaciones, mayoritariamente pacíficas, se han presentado disturbios aislados y diversas denuncias de excesos por parte de la policía, especialmente en Bogotá. Entre otros, la muerte de Dilan Cruz, un joven manifestante, por un disparo del escuadrón antidisturbios. “Soy plenamente consciente de que gané en una ciudad, y hoy, apenas unos meses después, me posesiono en otra”, apuntilló la alcaldesa al reconocer que el profundo malestar social expresado en las movilizaciones aún no se evidenciaba al momento de su elección. “Los jóvenes en las calles nos piden a todos, con toda razón, un cambio de era, un nuevo contrato social intergeneracional, que sea a su vez un pacto definitivo por la igualdad, la transparencia, el desarrollo sostenible y la reconciliación de Colombia”.

López no será la única interlocutora potencialmente incómoda para el Ejecutivo. El Centro Democrático, el partido de Gobierno fundado por el expresidente Álvaro Uribe, mentor político de Duque, sufrió un varapalo sin precedentes en varias de las principales ciudades, donde hubo un avance significativo de fuerzas alternativas que derrotaron a maquinarías tradicionales. Incluso en Medellín, cuna y fortín político del uribismo, donde triunfó contra los pronósticos el independiente Daniel Quintero, que planeaba posesionarse al final de la jornada. Cali, la tercera ciudad de Colombia, será gobernada de nuevo por el médico Jorge Iván Ospina, también de la Alianza Verde. En ese mapa destaca la excepción de Barranquilla, la urbe más poblada del Caribe colombiano. Allí el nuevo alcalde es Jaime Pumarejo, heredero de Alex Char, quien deja el poder después de su segundo mandato con niveles de popularidad superiores al 90 por ciento que le otorgan una considerable proyección nacional.