El gobierno de Bolsonaro en Brasil tiene un mensaje para los adolescentes: esperen a casarse para tener relaciones sexuales


Laryssa Pereira de Souza, de 15 años, al centro, carga a su hijo de siete meses, Arthur Bernardo, en casa de su abuela en Río de Janeiro, el 19 de enero de 2020.

El gobierno de extrema derecha de Brasil tiene un mensaje para los adolescentes en un momento en que su país lidia con una tasa de embarazos muy elevada entre las adolescentes y cada vez más infecciones de VIH: esperen a casarse para tener relaciones sexuales.


“En general, nuestros jóvenes tienen relaciones sexuales debido a las presiones sociales”, comentó hace poco Damares Alves, ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos, en un mensaje para promover la abstinencia. “Pueden ir a una fiesta y divertirse mucho sin tener relaciones sexuales”.


Damares ha aclarado que trabajó en colaboración estrecha con el equipo responsable de la campaña “Yo escogí esperar”, concebida por pastores evangélicos con un gran número de seguidores en las redes sociales, para formular su política. Esta decisión incitó un caluroso debate en torno a los derechos reproductivos y la educación sexual en la nación más grande de América Latina.


Sus críticos afirman que el nuevo énfasis del gobierno en la abstinencia hace borrosa la división entre Iglesia y Estado, además de que podría provocar que los jóvenes cuenten con poca información para tomar decisiones relacionadas con su vida sexual y que estas resulten perjudiciales para su salud.


“Contamos con veinte años de estudios de salud pública en todo el mundo que demuestran no solo que las políticas de abstinencia no son efectivas, sino que tienen consecuencias terribles en cuanto al embarazo de adolescentes y las enfermedades de transmisión sexual”, señaló Debora Diniz, profesora brasileña de Derecho y activista de derechos reproductivos. “Hablamos de diseñar políticas públicas basadas en creencias religiosas”.


El énfasis que el gobierno ha puesto en la abstinencia concuerda con una campaña presidencial de 2018 en la que el sexo y la sexualidad fueron el tema dominante.


El presidente Jair Bolsonaro y sus aliados acusaron a sus rivales de izquierda de alentar a los adolescentes a tener relaciones sexuales a edad temprana. Bolsonaro también condenó una campaña escolar en contra de la homofobia que diseñaron sus predecesores izquierdistas, aunque nunca se puso en marcha. Dijo que la campaña era un “kit homosexual” cuyo propósito era “pervertir” a los estudiantes.


Su mensaje fue muy efectivo para movilizar a los electores evangélicos, un grupo creciente y con gran poder político en Brasil.


La responsable de la campaña de promoción de la abstinencia impulsada por el gobierno es Alves, una pastora evangélica que se define como “extremadamente cristiana” y que es uno de los miembros más visibles y populares del gabinete de Bolsonaro.


Algunos expertos consideran que la campaña podría socavar los avances que Brasil ha logrado en la reducción de los embarazos entre adolescentes.


La tasa de embarazos entre adolescentes del país, que alcanzó su punto más alto en la década de 1990, cuando llegó a alrededor de ochenta de cada mil alumbramientos, ha mostrado la misma tendencia global a la baja en décadas recientes, pero se mantiene muy elevada, en cerca de 62 de cada mil alumbramientos, muy por arriba del promedio global de 44 por cada mil, según un informe de las Naciones Unidas publicado el año pasado. La tasa en Estados Unidos era de 18 por cada mil en 2017.


Otro problema de salud que requiere atención urgente y podría verse afectado por la campaña es el combate al contagio del VIH. Brasil obtuvo reconocimientos globales por sus acciones nada convencionales para combatir la enfermedad a principios de este siglo, e incluso ignoró patentes globales para fabricar versiones genéricas de medicamentos necesarios para salvar vidas. Sin embargo, desde hace algunos años el virus se ha dispersado a una tasa que los expertos califican de alarmante.


En 2018 se reportaron 43.941 casos nuevos, según el Ministerio de Salud de Brasil, un aumento del 41 por ciento con respecto al número de casos registrados en 2014.


Alves, quien no respondió a nuestra solicitud de una entrevista, defendió la campaña de abstinencia de su ministerio en un ensayo reciente publicado en el periódico Folha de São Paulo, y enfatizó que la intención no es remplazar las iniciativas existentes, incluido el acceso a anticonceptivos y condones, sino complementarlas.


“Trabajamos con todos los ministerios para ofrecer material adicional a cada paso que las personas toman decisiones”, escribió, y añadió que el gobierno no pretende “imponer, sino informar, lo cual refuerza la autonomía”.


Alves ha dado pocos detalles acerca del presupuesto y el alcance de la campaña de abstinencia, cuyo lanzamiento está programado para el mes entrante. En defensa de este enfoque, Alves explicó que las campañas de abstinencia en Estados Unidos han demostrado ser efectivas.


Leslie Kantor, profesora de la facultad de Salud Pública en la Universidad Rutgers y una de las principales expertas en embarazos en adolescentes, señaló que la afirmación de la ministra es falsa y que se puede demostrar con facilidad con base en los hallazgos de decenas de estudios en la materia; este tema ha sido objeto de una feroz confrontación política en Estados Unidos desde la década de 1980.


Según Kantor, por lo regular los programas de educación sexual que enfatizaban la abstinencia no incluían información pertinente para las personas homosexuales y bisexuales, además de contener información engañosa sobre la eficacia de los condones y los anticonceptivos. También indicó que la idea de limitar o retrasar la educación sexual quizá podría parecer conveniente políticamente, pero en última instancia es mala.


“El riesgo es que las personas no reciban educación sexual más adelante”, aseveró. “Si no la recibes en la escuela, tampoco la vas a recibir en el altar”.


El lanzamiento de la campaña de abstinencia ocurre en un momento en que existen restricciones a la información sobre educación sexual y derechos reproductivos en Brasil.


El año pasado, Bolsonaro le pidió al Ministerio de Salud retirar de circulación un folleto sobre salud reproductiva que incluía información sobre la anatomía humana y que al presidente le pareció inadecuado para los niños.


También el año pasado, los principales proveedores de internet del país comenzaron a bloquear el acceso al sitio web de Women on Waves, organización dedicada a la defensa de los derechos de las mujeres al aborto que proporciona información sobre salud reproductiva y, en algunos casos, pone a disposición de las mujeres píldoras abortivas en países en los que su uso es ilícito.