Macri asume que de su fracaso no se vuelve y ya bendice a Rodríguez Larreta para 2023



El gesto adusto de Manuel Belgrano, retratado por el pincel de Hermenegildo Sábat, ya no puede verse en el despacho de la planta baja de la Casa Rosada. El cuadro fue trasladado hace unos días al área que resguarda el patrimonio cultural. Ahora tendrá que resolver la nueva administración si quiere volver a colgarlo. "No puedo creer que nos tengamos que ir", decía el jueves una joven dirigente que salía con los ojos rojos del despacho de Fernando de Andreis, el secretario general de la Presidencia. Los movimientos en Balcarce 50 eran propios de una mudanza: se vaciaban escritorios, se regalaban libros, los funcionarios iban y venían con cajas y los técnicos informáticos "limpiaban" las computadoras. El adiós será mañana. Falta el último gesto: antes de cerrar sus oficinas, los ministros deberán descolgar el cuadro con la imagen de Mauricio Macri del 10 de diciembre de 2015.



La nueva era política nacerá en cuarenta y ocho horas, aunque empieza a quedar claro que el próximo primer mandatario no prevé barrer de un plumazo el pasado macrista. Más bien lo contrario: la herencia M será parte de su discurso, al menos en un primer tiempo. Aunque pidió ayuda, Fernández escribe por estas horas de puño y letra su texto de asunción. La herencia será utilizada, sobre todo, para negociar la deuda. Quienes comparten con él las jornadas previas a la jura circunscriben sus dos primeros desafíos a reperfilar los compromisos de pago y a atender la cuestión social.



“Macri nos deja una situación de extrema crisis”, dicen. El viernes, en la presentación del Gabinete, Fernández reveló que los contactos con el Fondo Monetario Internacional ya empezaron. Puertas para adentro de su búnker asumen que las negociaciones se encaran bajo este precepto: “Queremos pagar, pero no podemos”. La montaña de dólares que se necesitan para el corto plazo es grande: en 2020 hay vencimientos por 30 mil millones de dólares, pero 22 mil corresponden al primer semestre.

La gestión del Frente de Todos quiere utilizar lo que equivaldría a una porción de ese dinero para “una mini reactivación”, al decir de uno de los hombres más cercanos al ganador de las elecciones. Pretenden subir jubilaciones y salarios públicos, decretar la suspensión del IVA de los productos de primera necesidad para los sectores más vulnerables y mejorar la Asignación Universal por Hijo.




Aferrarse a la herencia es parte de la estrategia. Y esa estrategia es posible porque los números de la economía, ciertamente, son elocuentes. Macri deja una actividad 4,9% inferior a la de 2015, la tasa de inflación será la más alta desde 1991 (56,5%, según estimaciones privadas), la pobreza acaba de ser calculada por la UCA en 40,8% y los salarios y jubilaciones perdieron por amplitud la carrera contra la suba de precios. A eso hay que sumar que la deuda pública aumentó 74 mil millones de dólares en cuatro años.



Macri está reformulando su equipo de comunicación. Marcos Peña se alejará un buen tiempo. Pero el que no se apartará es Jaime Durán Barba. Ahora volvió a Washington para dictar el seminario "Campañas y elecciones en democracias competitivas" en la George Washington University, pero se reunió con Macri y acordaron lo que nunca estuvo en duda: que van a seguir trabajando juntos. El estratega también asesorará -ya lo hace de hecho- a Horacio Rodríguez Larreta.

El jefe de Gobierno es una suerte de pac-man que va mordiendo lo que se ve y lo que no se ve. En los últimos 30 días se reunió cuatro veces a solas con Macri. La relación entre ambos está mejor que en los últimos meses. Hicieron un pacto explícito y otro implícito. El primero es mantener la unidad de Juntos por el Cambio ("sin unidad no hay nada para nadie", acordaron) y el segundo es que Larreta tendrá el camino allanado para soñar con ser candidato a presidente en 2023.

El alcalde se vio en los últimos días en reuniones separadas con los principales referentes del radicalismo: Alfredo Cornejo, Mario Negri, Gerardo Morales y Martín Lousteau. A los cuatro los invitó a su asunción. También interrumpió las vacaciones de Elisa Carrió: la llamó para invitarla a almorzar a su regreso. Se verán pronto.La versatilidad de Larreta podría poner incómodo a más de uno: habló con Emilio Monzó después de sus duras críticas a la gestión macrista y le dijo que era necesario que siguieran trabajando en el mismo espacio. Pero Monzó quiere volver a hacer política en la provincia de Buenos Aires y allí Larreta sigue viendo a María Eugenia Vidal como la figura excluyente de la oposición. Larreta no imagina un proyecto nacional propio sin Vidal en el distrito clave del país. Eso le genera roces con el grupo de Monzó y podría tenerlos con Jorge Macri, que nunca abandonó del todo su idea de ser candidato a la gobernación. Por ahora Larreta pisa la pelota.