Negación, discurso y virtualización de la realidad en el ocaso de la experiencia macrista

 

Por Rubén Weinsteiner


 Promesas y negaciones

Las promesas y las negaciones determinaron el espíritu discursivo de Macri en el debate. No vamos a devaluar, no vamos a ir al FMI, no vamos a bajar jubilaciones, los trabajadores no van a pagar impuesto a las ganancias, dos millones de puestos de trabajo, nadie va a perder nada.

La promesa de la marca política Macri en 2015, planteaba evitar la continuidad del kirchnerismo en el poder. El votante macrista no pensaba que “cada día ibamos a estar un poquito mejor” o “no vas a perder nada”. Por eso los índices de apoyo bajan, pero se sostienen en una base alta a pesar de la recesión, caída abrupta del nivel de vida, desempleo, inflación, tarifazos, etc.

Las promesas de campaña no se cumplieron, la promesa de la marca si, hasta el 11 de agosto pasado. La Promesa de la marca politica Macri, fue la garantía de que el kirchnerismo no sea gobierno.

Cuando los votantes de Macri repetían “no vuelven más”, estaban volcando el verbatim del miedo. Nadie dice “Menem no vuelve más” porque a nadie se le puede ocurrir que Menem pueda volver, o De la Rúa en su momento, con el kirchnerismo la no certidumbre era grande y directamente proporcional al miedo en los que lo rechazan intensamente.

Corrupción y queja moral

La decencia no es dato importante para el elector argentino cuando se siente económicamente bien, pero recurre a ella para acusar desde un pedestal moralizador al gobernante que ya le fastidia. Ocurrió con el menemismo, cuyos casos de corrupción sólo importaron al final de su ciclo. Con De La Rua, que no tuvo cosas buenas que mostrar, ocurrió de inmediato apenas se conoció el escándalo de las coimas senatoriales vía banelco.

Con el kirchnerismo fue la principal bandera de la oposición, descartándola esta inmediatamente al llegar al gobierno.
La crítica moral es una crítica al ser, no al hacer. vos SOS corrupto, no es que tenes prácticas corruptas.

Al ciudadano argentino no le preocupa que se robe, sino quien robe. Porque la queja moral es una herramienta de marketing político, para castigar al que no se quiere.

Muchas veces vemos que nos molesta la corrupción de A, pero no la de B, entonces, nos molesta la corrupción? O nos molesta dependiendo de quien sea el corrupto? O bien la utilizamos solo como herramienta para castigar a quien no nos gusta?

Porqué las denuncias de corrupción no funcionan con los adeptos?

Luego del derrocamiento de Perón, los militares prohibieron pronunciar las palabras Perón, peronismo, Evita y los medios revelaban con prolija frecuencia y periodicidad, hechos de corrupción del ‘tirano prófugo’, (forma autorizada por la censura para nombrar a Perón) ilustrando esas revelaciones con exposiciones de las joyas de Evita, y demás tesoros de los funcionarios del gobierno derrocado.

La campaña contra Perón, además de la corrupción, incluyó acusaciones de pedofilia, y el señalamiento acerca de qué, su amistad con el boxeador de los Estados Unidos, Archie Moore, tenía que ver con una relación homosexual (estamos hablando de la década del 50). En las calles de Buenos Aires apareció un grafitti que decía: “puto y ladrón, igual queremos a Perón”.

El que vende buzones compra buzones

La negación hizo que el macrismo sostuviera que la victoria del 2015 fue por los atributos de Macri y no por el despliegue territorial radical, con el que no contó ni en 2003, 2007 y 2011 y por eso se bajó, o por el apoyo cerrado, soviético de los medios dominantes, o por los errores del kirchnerismo que se peleó con todos y cada uno fuera de sus seguidores mas fieles.

La negación necesita de la virtualización del deseo. El segundo semestre, la lluvia de inversiones, los brotes verdes, la inflación que está bajando y la lucha contra las mafias, fueron fantasías producto de la negación y la confusión de deseo con análisis.
En la consultoría política, no hay que comprar lo que se vende.

La buena fe tiende a ser imposible si se opone a los deseos.

Frente a la última elección pasaba algo similar. Hace 4 años Macri ganó 51 a 49, en el 51 hay muchísimos arrepentidos, en el 49 ninguno, ya que nadie que no lo haya votado a Macri lo votaría en 2019. A eso debemos sumarle el apoyo de los gobernadores haberlo sumado a Massa que obtuvo 20 puntos en 2015. Y tenemos que tener en cuenta que Argentina crece vegetativamente a razón de 250 mil personas por año, por lo que con respecto a 2015 hay 1 millón de electores nuevos, todos jóvenes, y entre los jóvenes Macri es débil.

Y frente a esto sostuvieron la fantasía de la paridad, con encuestas truchas, periodistas pagos, agentes económicos sobreactuando y declaraciones de funcionarios que por los menos sorprendían.

Sus seguidores no le piden mucho, la situación que dejó es desastrosa y la comparación con 2015 lo deja mal parado, y sin embargo una porción importante de la población lo apoya, algunos casi religiosamente. Ese apoyo está basado pura y exclusivamente en el rechazo al kircherismo. Nadie está ahí por el talento de Macri, por sus condiciones de estadista, su inteligencia, su creatividad, su carácter, su imaginación, su verba, sus logros en el pasado, menos por sus logros en la gestión. Están ahí porque odian a CFK. Sin odio no hay macrismo.

Macri habla sin comunicar mucho, por lo tanto, tampoco exige mucho de quienes lo escuchan. Habla para un chico de 9 años, con un nivel de simplificación que no resiste el menor análisis, que el que haga alguien que se vincula con el desde el afecto o desde el rechazo a su antagonista. No dice mucho, repite frases seguramente pensadas por Durán Barba y Peña. Tiene un léxico de 400 palabras, por eso repite y redunda tanto. Las palabras son el órgano constitutivo del pensamiento...


Toda negación implica una afirmación, esto es Lacan.


Andá y decile a tu esposa: “tu amiga Claudia…, no me gusta” , “la verdad, que no me mueve ni un pelo”. A partir de ese momento, tu esposa va a estar completamente segura que te gusta mucho su amiga Claudia.

La funcionalidad de la negación en el discurso, es inversa en términos de sus objetivos a la intención del emisor. Nadie que sea honesto debería decir “no robé ”, sería como para alguien que no tiene ninguna cicatriz en la cara, decir “yo no tengo ninguna cicatriz en la cara”. Si uno no tiene el deseo de tener algo ni nada con Claudia, difícilmente habilite los senderos neurológicos que le hagan decir algo relacionado con “tener algo con Claudia”, aún para negarlo, y eso las audiencias lo decodifican rápido, aunque no lo puedan poner en palabras y en emergencia, y fundamentarlo.
Esta percepción no decodificada, no construye afirmaciones racionales con reproductibilidad, no es algo que las personas van a contar y repetir, sino que genera sensaciones y sentimientos que se van solidificando e interviniendo en los mecanismos de valoración y preferencias.

Vidal era imbatible,  era más fuerte que Macri, era la candidata para 2023. Los medios le asignaban atributos mágicos, que nunca tuvo evidentemente. Sin embargo perdió ante Kicillof por mayor diferencia que la que hubo entre Fernández y Macrì. Esto indica que también la gobernadora bonaerense fue repudiada por el electorado y que el desdoblamiento no hubiera atenuado la paliza.

Después de gobernar 4 años, Macri, sigue culpando al kirchnerismo de la producción de pobres, el cierre de pymes, la inflación, la recesión, el aumento de la deuda, la caida del salario, la caída en el consumo de alimentos y medicamentos, etc que dejó su gobierno . Cuatro años es mucho. Después de la crisis del 2001, Duhalde, Lavagna y Kirchner reflotaron la economía en menos de tres años. La realidad es que Macri, no solo no solucionó nada,  sino que empeoró todo y mucho.

Macri tiene la costumbre de expresar sus deseos, como si provinieran de necesidades objetivas, externas a sus conveniencias. Y tiene también la costumbre de confundir sus deseos con impulsos generales: todos desearían lo que desea Macri. Se convierte así en intérprete de un “todos” que, como lo demostraron las elecciones, no existe. Ese “todo” no lo desea a Macri. La universalidad que le asigna a sus propios deseos es un rasgo macrista.


Rubén Weinsteiner