por Mariano Kestelboim
Las comparaciones salariales entre diversas economías son poco difundidas; se trata de análisis casi tabú por diferentes motivos, aunque muy relevantes para diseñar políticas, proyectar escenarios y considerar inversiones. En primer lugar, es complicado consensuar una metodología de paridad de poder adquisitivo para hacer mediciones consistentes (es la forma utilizada convencionalmente para comparar el valor real de una variable económica en un país en relación a la misma variable en otro). Esto se debe a que no es sencillo y no hay una única manera de eliminar las distorsiones que generan los diferentes niveles de precios de las canastas de consumo entre países. Además, las comparaciones también son complejas debido a que la oferta disponible y los hábitos de consumo suelen ser diferentes. Aunque una aproximación posible, en economías abiertas, es tomar como referencia los salarios medidos en dólares.
Pero, la segunda y fundamental razón por la cual los estudios comparativos salariales tienen poca difusión es porque pueden estar asociados con intentos de bajar salarios, aun cuando el propósito sea puramente analítico o, por el contrario, se busque exhibir una situación desfavorable para los trabajadores. En todo caso, siempre se trata de una variable de alta sensibilidad.
No obstante, el nivel de los salarios es central a la hora de definir inversiones y decidir políticas públicas. En toda actividad el salario representa un costo relevante, más allá de que el desarrollo tecnológico haya permitido ir reduciendo los tiempos de trabajo. Lo cierto es que posee una incidencia significativa en todas las actividades (en la industria nacional, por ejemplo, a pesar del muy importante avance tecnológico de las últimas décadas, el costo salarial representa, en promedio, cerca de un 20% del costo total).
Otra característica central del precio de la mano de obra en relación al resto de los costos involucrados en cualquier actividad económica es que es el de mayor variabilidad entre economías. Por caso, un empleado noruego que desempeña una misma labor que uno en Bangladesh puede recibir por una hora de su trabajo lo mismo que el empleado asiático cobra por todo un mes de trabajo.
Desde ya, las labores en las que se especializan los noruegos son sustancialmente diferentes que los bangladeshís. No obstante, hay actividades comunes en todas las economías e implican diferenciales enormes de costos entre sí. El ejemplo citado es de un caso extremo. Pero, normalmente, las diferencias salariales entre países son marcadas y representan el costo que puede variar más entre una economía y otra o modificarse a lo largo del tiempo. En algunos países, los combustibles pueden ser mucho más económicos que en otros pero no son fenómenos generalizados como en el caso de la mano de obra. También el peso de los impuestos puede diferir significativamente pero en menor medida.
Por eso, es vital observar la evolución reciente de los salarios en nuestro país y compararlos internacionalmente para analizar en qué situación estamos y qué puede esperarse. Medidos en dólares, el salario actual promedio en Argentina es de 534 dólares, muy por debajo de los 798 dólares que cobra, en promedio, un trabajador en Chile o los 663 dólares de los uruguayos, según un portal especializado en mediciones de precios y salarios internacionales, Preciosmundi.com. El registro local es el más bajo desde el año 2009, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo de la Nación.
En ese período, el salario promedio había sido de 495 dólares. A partir de ese momento, en relación al tipo de cambio oficial o respecto a cualquier medición alternativa utilizando las cotizaciones paralelas del dólar (desde 2012) siempre los salarios promedio fueron más altos que el valor actual. El salario promedio en América del Sur (sin contabilizar el de Venezuela) es de 509 dólares. Argentina, históricamente, especialmente por la mejor formación de sus trabajadores, había mantenido remuneraciones más elevadas que las del resto de los países de la región.
Las diferencias salariales entre países son marcadas y representan el costo que puede variar más entre una economía y otra o modificarse a lo largo del tiempo
Lo más novedoso del actual modelo es que en las etapas anteriores donde la economía nacional había estado sujeta a muy fuertes procesos de endeudamiento externo, al menos, los trabajadores mantenían salarios, medios en dólares, que superaban holgadamente los niveles promedio de la región porque el tipo de cambio se apreciaba ante el ingreso de capitales externos.
Hoy el gobierno actual provocó que notablemente se combine el período de mayor endeudamiento de la historia nacional con sueldos descendentes y en niveles que han llegado a ser muy bajos en perspectiva histórica.
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