Vox entra en el Congreso con 24 escaños, pero queda lejos de sus expectativas

Abascal culpa a las incapacidades y miedos del PP de la victoria de la izquierda

En foto, Santiago Abascal celebra los resultados electorales. En vídeo, declaraciones del líder de Vox.

El espejismo de los mítines multitudinarios de la campaña electoral se estrelló con la realidad de las papeletas en las urnas. Vox, que había alimentado las expectativas de un triunfo épico, se encontró con un resultado mucho más prosaico. El partido ultranacionalista, hasta ahora extraparlamentario, logró más de dos millones y medio de votos, el 10,3% del total, y 24 escaños en el Congreso de los Diputados, pero no será decisivo (ya que no suma mayoría con el Partido Popular y Ciudadanos) y debe conformarse con ser la quinta fuerza política.

Los líderes de Vox se apresuraron a responder a quienes les acusan de que Pedro Sánchez siga en La Moncloa por haber dividido el voto de la derecha. Primero, fue el secretario general del partido, Javier Ortega Smith, quien culpó al PP y Ciudadanos de ”no haber sido capaz de echar a la izquierda sectaria del Gobierno de España”. Y luego el propio Santiago Abascal, quien dijo que la única responsabilidad es de las “incapacidades, deslealtades, traiciones y miedos” de “la derechita cobarde”, como se refiere a su antiguo partido, por no haberse opuesto a la izquierda cuando tenía 186 diputados, mayoría absoluta, con Rajoy. Fue el PP, insistió, quien entregó “las televisiones, los medios de comunicación y la educación a la dictadura progre”.



Abascal admitió que, para su partido, el veredicto de las urnas supone “una alegría, pero también una preocupación”, pues no basta “para expulsar al Frente Popular” [nombre con el que alude al PSOE, Unidos Podemos y los independentistas], por lo que “España está hoy peor que ayer” y “Vox es más necesario”.

Como había anticipado por la mañana, expresó su “profundo respeto al resultado electoral”, pero advirtió de que ninguna mayoría legitima para acometer una reforma constitucional que incluya el derecho de autodeterminación, para indultar a los responsables del proceso separatista o para imponer “legislaciones totalitarias”, como él tacha a la Ley de Memoria Histórica o la de Violencia de Género.

"Vox ha venido para quedarse"

“Vox ha venido para quedarse”. A pesar de que la irrupción del partido ultranacionalista en las Cortes ha dividido el voto de la derecha y facilitado de rebote el triunfo del PSOE, Abascal no tiene intención alguna de dar marcha atrás. Lo dejó claro cuando se dirigió a sus decaídos seguidores, concluido el recuento provisional de los votos, a los dijo que la Reconquista, como él bautizó su campaña, acaba de iniciarse y tiene un largo camino por delante. La siguiente etapa son las elecciones europeas, autonómicas y locales del 26 de mayo. Las primeras las considera las más favorables, porque la circunscripción nacional hace que no se pierdan los restos ni funcione la apelación al voto útil. Con sus 24 diputados, Vox aspira a convertirse en el ariete de la oposición al Gobierno socialista aunque no ha logrado suficientes escaños para presentar recursos de inconstitucionalidad.

Para un partido extraparlamentario, irrumpir en el Congreso con dos decenas largas de diputados y multiplicar por más de 50 sus votos en las últimas elecciones generales debería ser motivo de júbilo. Sin embargo, los líderes de Vox habían hinchado tanto sus expectativas que el sentimiento era de decepción. Abascal había alardeado de que las encuestas se equivocaban, como sucedió en Andalucía, y muchas empresas demoscópicas tendrían que cerrar el 29 de abril por no haber pronosticado el ascenso de su partido, Lo cierto es que el resultado está por debajo de la encuesta del CIS, que le daba entre 29 y 37 escaños.

Vox eligió como cuartel general para la noche electoral el hotel Fénix, en una esquina de la madrileña plaza de Colón, donde Abascal inició y cerró su campaña electoral, y a pocos metros de la sede del PP, en la calle Génova, el partido en el que militó durante 19 años. Más de 280 periodistas, muchos extranjeros, pidieron acreditarse, pero solo 84 pudieron acceder a la minúscula sala de prensa.

Poco después del cierre de las urnas, la presidenta de Vox en Madrid y candidata a la Comunidad, Rocío Monasterio, compareció ante los medios de comunicación para hacer una declaración de apenas un minuto y sin admitir preguntas. Tras agradecer el trabajo de los interventores y apoderados de su partido, aseguró que en el nuevo Congreso habría “muchos diputados de Vox” que hablarán “con firmeza y determinación de la unidad de España, de la libertad y de la igualdad de los españoles”.

Todavía en ese momento, el cabeza de lista por Barcelona, Ignacio Garriga, pronosticaba que su partido tendría 70 diputados, los mismos que logró Podemos en 2016. Conforme avanzaba el recuento, la sala donde los dirigentes de Vox seguían los resultados se cerró a cal y canto y los pocos que salían lo hacían con caras largas. Algunos ya reconocían que la exhibición de músculo de la derecha más dura podía haber tenido el efecto de movilizar a la izquierda en las urnas.



Al filo de las 22.30, con casi el 80% de los votos escrutados, Ortega tuvo que salir para levantar el ánimo de los cientos de simpatizantes, en su mayoría jóvenes, que en la plaza Margaret Thatcher, contigua al hotel donde la dirección de Vox seguía el recuento, contemplaban en silencio, a través de una gran pantalla de televisión, como se esfumaban sus sueños de triunfo.

El número dos de Vox aseguró que, a partir de ahora, sus diputados “van a ser la única oposición” al Ejecutivo socialista, cuya victoria vaticinó como “efímera”. Ortega llamó a sus cariacontecidos seguidores a estar “muy satisfechos y orgullosos” de lo conseguido después de que su partido fuera excluido de los debates televisivos y careciera de los recursos públicos de sus rivales.

Por la mañana, aclamado por decenas de simpatizantes, que se hicieron selfies con él, Abascal votó en el colegio público Pinar del Rey, en el barrio madrileño de Hortaleza. Aseguró que las elecciones tenían “carácter histórico para España” e intentó ahuyentar el miedo a su partido asegurando que “millones de españoles van a votar con esperanza y sin miedo a nada ni a nadie”. Exhibiendo su cara más moderada, añadió que “lo más importante” es que todas las fuerzas políticas respetaran “el resultado” de las urnas y defendieran “la democracia, la Nación y la convivencia entre españoles”.

La moderación de Abascal contrastó con el tuit que la cuenta oficial del partido difundió ya con los colegios electorales abiertos. En la imagen se veía a un guerrero espada en mano con la bandera española y el logo de Vox en la espalda y, frente a él, símbolos feministas, comunistas, LGTBI, republicanos y las cabeceras de EL PAÍS, la Cadena SER y la Sexta junto a la frase “¡Que comience la batalla!”

En las elecciones andaluzas de diciembre pasado, Vox logró 395.978 votos, el 10,97% del total, e irrumpió en el Parlamento autonómico con 12 escaños. En las generales de 2016 solo logró 46.781 votos, el 0,2%.

Su mejor resultado en unas elecciones de ámbito estatal lo obtuvo en las elecciones europeas de mayo de 2014, pocos meses después de su fundación, en las que logró 244.929 votos, el 1,56%, y se quedó a 50.000 votos de un escaño.