El rompecabezas de la derecha española

Los votantes populares son los que en mayor medida decidirán su voto en el último momento, ya sea el día de reflexión, el mismo día de la votación o de camino a las urnas

El candidato del PP, Pablo Casado, durante un mitin en Alicante. Manuel Lorenzo (efe) / atlas

Uno de los fenómenos políticos más importantes de los últimos años es la descomposición de la derecha española. El PP, que durante largo tiempo había sido un partido de lealtades férreas, ha sufrido desde la entrada de Rajoy en La Moncloa un proceso de descomposición electoral lento pero imparable. Los escándalos de corrupción en tiempos de recesión económica se hicieron indigeribles para no pocos votantes conservadores. Después vino el conflicto en Cataluña, generando dudas sobre la respuesta del Gobierno, para algunos demasiado tibia.


El paso a la oposición y la elección de Pablo Casado como nuevo presidente popular no han hecho sino agudizar la crisis en la que ya estaba sumido el partido. Más allá de la corrupción o Cataluña, el PP ha dejado de lado en estos meses algunos de los pilares sobre los que había construido sus fortalezas, y que le habían permitido forjarse, merecidamente o no, una imagen de partido fuerte, experimentado y predecible. Ha abandonado la bandera de la gestión de la economía, la de la eficacia o la de los buenos equipos, aquellas que tantas veces le permitieron ganar elecciones en un país mayoritariamente progresista. Con Casado, el PP se ha embarcado en batallas ideológicas con riesgo de convertirle en un partido nicho, sin vocación mayoritaria.

Por todo ello, los populares afrontan estas elecciones en condiciones de extrema debilidad (con una fidelidad de voto en torno al 40% con respecto a los anteriores comicios), disputándose los votos con dos competidores, Ciudadanos y Vox, que amenazan su hegemonía en amplias capas de la población, aquellas más dinámicas, educadas y urbanitas. Contrariamente a lo que se podría pensar, el votante de Vox es el más digitalizado de los de la derecha, más aún que el de Ciudadanos. Además, el PP tampoco tiene ya asegurado ser el partido de derechas más votado entre muchos de los electores moderados y conservadores, como los que se sitúan en el centro, el centroderecha o la derecha más extrema.

La deriva de excitación ideológica ha desteñido la imagen de partido roca que transmitía antaño el PP, disociándole de su propio lema de campaña: "Valor seguro". El estudio de 40dB. revela que son precisamente los votantes populares los que en mayor medida decidirán su voto en el último momento, ya sea el día de reflexión, el mismo día de la votación o de camino a las urnas. Entramos en la recta final de campaña con no pocos electores pululando en los espacios conservadores, sin tener aún claro qué harán. Es ahí donde, en todo caso, podría haber sorpresa.