Candidato a presidente, gay, casado, sub 40 y por ahora intendente

El demócrata recorre el país con un discurso  de poder claro y que acumula.

El demócrata Pete Buttigieg, alcalde de South Bend, Indiana, que quiere ser presidente de Estados Unidos.

Pete Buttigieg, el candidato demócrata de apellido impronunciable y que podría convertirse en el primer presidente gay de Estados Unidos, despierta pasiones.
Todos los medios, comenzando por el New York Times, se ufanan en indicar entre paréntesis la pronunciación exacta de su nombre (Bott-edge-edge), pero esto no parece ser un obstáculo para su creciente popularidad. De hecho, el joven alcalde de South Bend, ciudad del Rust Belt (zona industrial) de Indiana, vive un momento mágico.

Los "millennial" lo adoran: centenares van a sus reuniones y bastaron algunas apariciones en televisión y una masiva presencia en las redes sociales para trepar en los sondeos y recolectar una buena suma de donaciones, 600 mil dólares en pocas horas, inmediatamente después de su presentación en el muy popular The Daily Show.
En Iowa, el Estado del que partirán las elecciones primarias, "el candidato que salió de la nada" está tercero.

Delante de él están sólo el exvicepresidente Joe Biden (que todavía, sin embargo, no se lanzó a la contienda electoral) y el senador Bernie Sanders. Y detrás de Buttigieg se ubican todos los demás, desde Kamala Harris a Beto O'Rourke. Pero el dato que más sorprende surge a nivel nacional: según el último sondeo de la Quinnipiac University, Pete saltó al 4%, el mismo porcentaje de la senadora Elizabeth Warren quien, sin embargo, posee recursos y una organización que no pueden compararse con la estrategia "on the road" (en la ruta) del joven aspirante a la Casa Blanca.

Con su minivan, Buttigieg recorre todo el país para darse a conocer: es el único recurso de este "outsider de los outsider", con la experiencia política, de liderar una comunidad de 100 mil habitantes desde su alcaldía. Sin embargo, este candidato posee una carta en la manga que no tiene ninguno de los otros: sabe hablarle a los más jóvenes, usa el mismo lenguaje y se propone como una figura más que contemporánea. Muy distante no solo del presidente republicano Donald Trump sino también de todos sus adversarios internos. Se trata, para decirlo claro, de un candidato que no tiene ningún muerto en el placard. Junto a su esposo, Chasten -a quien conoció a través de la aplicación de citas Hinge y se casaron en junio de 2018-, aman a los perros, a Harry Potter, al teatro griego y comparten el estudio de distintos idiomas.

Habla árabe y hasta noruego, según dijo, "para poder leer más libros". "El Estados Unidos de Trump nos está dividiendo y radicalizando, no es el futuro que queremos", es el pilar de su mensaje en su recorrido por el país. También pide estar "atentos a no subestimar al nacionalismo y al supremacismo, así como a todas aquellas formas de discriminación que no pueden limitarse de manera simplista a rastrear las consecuencias de la crisis".

"Las raíces son mucho más profundas y están relacionadas también con una comunidad que está perdiendo cada vez más su identidad", afirma Buttigieg. El joven político habla claro, con una oratoria fresca y plena de entusiasmo que lo está convirtiendo en "el candidato más candente" y que podría poner en dificultades a muchos de sus compañeros de viaje entre los demócratas. Especialmente, a aquellos que esperan que este pequeño "Boom Buttigieg" se desinfle lo más pronto posible.