Se destruyeron casi 200.000 empleos en 2018 y se hundieron las expectativas

Ante la crisis, el trabajo privado retrocedió al nivel de 2014


La crisis económica impactó de lleno en el mercado laboral en 2018. Según los datos del SIPA, se destruyeron 191.300 puestos de trabajo a lo largo del año. Es decir, se perdieron 22 empleos por hora. Casi el 70% de los trabajadores desplazados eran asalariados del sector privado, una modalidad asociada al empleo de calidad, que retrocedió al nivel del 2014. Para peor, con una economía real asfixiada por el programa monetario que busca contener al dólar, el horizonte no se despeja: las expectativas empresarias de contratación para el primer trimestre se hundieron al nivel más bajo de la serie oficial que empieza en 2004.

Tras la renuncia de los principales funcionarios del área de estadísticas laborales que habían llegado a la cartera laboral junto a Jorge Triaca, la encargada de presentar los números que compila el Ministerio de Producción y Trabajo en base a la información del sistema previsional fue Paula Szenkman, secretaria de Transformación Productiva. Su debut no fue fácil: además de anunciar la caída del 1,5% en la cantidad de trabajadores registrados, informó que el salario real del sector privado se derrumbó en promedio 9,3% interanual. Para la mitad de los asalariados, la pérdida de poder adquisitivo superó el 10%.


El salario real privado se desplomó 9,3% el año pasado, según los datos del SIPA


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La profundización de la recesión en el segundo semestre agudizó los problemas laborales. Pese a que la caída del trabajo formal fue generalizada, hubo una fuerte tendencia a la precarización. La única categoría que creció en 2018 fue el empleo doméstico (incorporó 20.600 personas), una actividad de ingresos bajos. En cambio, se destruyeron 130.800 puestos asalariados privados, lo que implicó una caída del 2,1%, la más pronunciada en toda la serie del SIPA que comienza en 2009. Así, la cantidad de trabajadores privados en relación de dependencia (6.166.100) retrocedió al nivel de cuatro años atrás, un lapso en el que la población se expandió casi 5%. El empleo público y el monotributo también cayeron pero en menor proporción: 0,2% y 0,5% respectivamente.

La industria y el comercio, las dos ramas que más personas ocupan, fueron las que más aportaron al derrumbe del empleo, tal como ocurrió con la actividad económica en general (ver página 6). Entre las dos, destruyeron 97.300 puestos asalariados en 2018. El sector manufacturero, ahogado por el deterioro del mercado interno y las altas tasas de interés, expulsó 61.000 empleados el año pasado y estiró su sangría a más de 128.000 trabajadores desde el cambio de Gobierno. El comercio, en tanto, perdió 36.300 empleos. Efecto Vaca Muerta mediante, la única actividad con crecimiento significativo (5,7% interanual) fue la explotación de minas y canteras, aunque eso sólo implicó la generación de 4.400 puestos.

Lo más preocupante, sin embargo, es que las perspectivas empeoraron. A pesar del moderado optimismo que buscó expresar Szenkman, apoyada en la recuperación del agro, los datos la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) de enero, que también presentó ayer, no dan lugar para ilusionarse. Por un lado, la caída interanual del empleo privado se aceleró al 2,3% el mes pasado. Por otro, las expectativas de contratación para los próximos tres meses de los 3.000 empresarios consultados cayeron en picada: marcaron -2,3%, el valor más bajo de la serie que comienza en 2004. Con una recuperación de la actividad económica que cada vez parece estar más lejos, son más las firmas que planean reducir su personal que las que prevén agrandarlo.