Netflix, hegemonía y monopolio





Si eres uno de los 130 millones de suscriptores de Netflix de todo el mundo, existe una altísima probabilidad de que la semana pasada hayas visto algo de lo siguiente: The Christmas Chronicles, una película familiar protagonizada por Kurt Russell, que tuvo 20 millones de descargas en las tres semanas posteriores a su estreno; Roma, la película en español ambientada en la década de los setenta en México, dirigida por Alfonso Cuarón y que ya se perfila para obtener un Oscar; Mowgli, una aventura de acción en vivo basada en las novelas de El Libro de la Selva; o Bird Box, un thriller apocalíptico protagonizado por Sandra Bullock.

O quizás aún no hayas visto ninguno de esos films. En ese caso, probablemente deberías apurarte y hacerlo, porque tendrás que formarte una opinión sobre alguno o, preferiblemente todos, para cuando regreses a la oficina. Netflix es un tema que trasciende fronteras geopolíticas, intereses nacionales y brechas generacionales.

En los cinco años transcurridos desde que comenzó a transmitir contenido original, nos hemos convertido en un grupo de espectadores insaciables, desesperados por el entretenimiento y adictos a "¿qué vemos después?". Existen otros canales, por supuesto: Amazon Prime, HBO y la venerable BBC entre otros, y todos ellos tienen sus propias series exitosas. Bob Iger, director ejecutivo de Disney, planea lanzar un servicio de streaming de Disney el próximo año. También se planea un servicio de AT&T. Pero ninguna otra marca se acerca al alcance que tiene Netflix.

"Más programas, más espectadores; más espectadores, más suscripciones; más suscripciones, más ganancias; más ganancias, más contenido", dijo Ted Sarandos, director de contenido de Netflix, a la revista New York este año, cuando se le pidió que describiera su modelo de crecimiento.


Y, sin embargo, a pesar de este discurso, el dominio abrumador de Netflix ha hecho que algunos desconfíen. En 2018, al menos media docena de diseñadores de moda me contaron cómo se inspiraron en el prestigioso drama The Crown para crear sus propias colecciones. Otros han citado a los cultistas con batas anaranjadas del documental Wild Wild Country como su musa. ¿Podría semejante hegemonía cultural debilitar nuestra producción creativa?

Mientras tanto, otros se preguntan si el servicio puede sostener su oferta de calidad ahora que está produciendo tanto contenido. ¿Y hasta qué punto son estos elogiados programas meramente una vitrina para una plataforma en la que el contenido original representa sólo una fracción de sus visualizaciones? (Según la empresa analista de televisión Ampere, los programas originales constituyen sólo el 8% de las películas vistas por Netflix medido en horas). ¿Estamos realmente viendo documentales en idiomas extranjeros, o estamos sucumbiendo a las viejas repeticiones de Friends?

A muchos les preocupa que la cadena esté construyendo un monopolio con planes para dejarnos sin nada que ver excepto tonterías comerciales. "He escuchado a mucha gente de la industria decir que Netflix es la Coca-Cola de la industria audiovisual", dice un productor de televisión y cine que prefiere permanecer en el anonimato, como suele ser el caso cuando se habla de la compañía de entretenimiento más poderosa que existe en estos momentos.

Existe el temor de que Netflix elimine a la competencia y luego cobre el precio que quiera. Sin dudas, han inflado los precios de los talentos establecidos, así que, de repente, a los escritores, actores y directores de renombre se les pueden pagar enormes sueldos por hacer programas de televisión. Y todos se sienten obligados a competir. Lo que es interesante en el último año, digamos, en el Reino Unido, es que los costos probablemente aumentaron entre un 15% y 20% y parte de eso es el efecto Netflix.

"Eso es un disparate absoluto", dice Peter Morgan, escritor y creador de The Crown. A Morgan, quien conoció por primera vez al equipo de Netflix cuando estaba "operando desde un edificio portátil en Beverly Hills", lo convencieron de trabajar con Netflix para realizar The Crown porque vinculaba un drama británico sobre lo que podría considerarse un tema bastante "tedioso" con una nueva casa productora disruptiva que él consideró "inspiradora y liberadora".

La serie se estrenó en noviembre de 2016 para que coincidiera con el impulso internacional que tuvo Netflix en 190 países. Inmediatamente, fue un éxito entre espectadores y críticos, y la tercera temporada de The Crown ya está en producción.

"Tienen la sencilla misión de entretener, y creo que eso llevó a acusaciones de que son como un Walmart porque tienen mucho de todo y no tienen una línea, un objetivo o una meta en particular como ocurre con Fox o HBO", dice Morgan.

Morgan está convencido de que Netflix ha sido una fuerza para el bien cultural. "Desde el punto de vista de los cineastas, creo que es un momento encantador. Había una época en la que todo lo que escuchabas era sobre el sistema de estrellas. Y no es divertido si eres un escritor, cineasta o director, y básicamente toda tu existencia depende de algún actor narcisista e infantil rodeado de aduladores que aceptan o rechazan una obra que le sea convenientemente halagüeña. Ahora, los escritores y productores están empezando a tener más ventajas".

Morgan cree que, lejos de crear un monopolio, la competencia ha ampliado las posibilidades. "Nunca ha habido más personas empleadas, nunca se ha trabajado más. Creo que hay muchas razones para ser optimistas. Netflix ha estimulado una gran cantidad de competencia".

Otros productores coinciden en que Netflix ha contribuido mucho a estimular el mercado, experimentando con nuevos formatos y géneros que en algún momento se consideraron demasiado exclusivos. Ha ampliado nuestro gusto de manera inesperada, ya sea por los dramas policíacos finlandeses (Deadwind) o los thrillers de ciencia ficción alemanes (Dark). Mientras tanto, las películas independientes más pequeñas que podrían no haber recibido mucha exposición en sus estrenos generales han tenido una segunda vida exitosa.

Sin embargo, mantener su tasa de éxito actual será un reto. "De cierta manera, han creado un mundo diferente para las personas con respecto a la manera en la que ven y consumen los programas", dice otro productor que prefiere hablar de manera off the record. "Así que ha revolucionado la visualización, y ha creado muy buenos dramas y documentales y películas. El problema es que la máquina tiene que alimentarse y, el problema es que —como en todo— no hay muchas cosas buenas. Y entonces el peligro es que hay mucha basura para llenar lo que ellos piensan que es el apetito del público".

Mientras tanto, las cifras siguen creciendo. Muchos en la industria asumen que algún día le venderán contenido a Amazon u otro gran rival como Apple. Sin embargo, por el momento, está claro que están muy adelantados. Y no tiene sentido intentar detenerlos.