Francisco en Dublín: “La Iglesia fracasó al afrontar estos crímenes repugnantes”

El primer ministro irlandés pide una respuesta firme al Papa y le recuerda que Irlanda se ha modernizado y la religión ya no está en el centro de la sociedad

El primer ministro irlandés, Leo Varadkar, recibe al papa Francisco en Dublín. / En vídeo, el papa Francisco visita este fin de semana Irlanda con motivo del Encuentro Mundial de las Familias


El mundo ha cambiado radicalmente en la última década. Pero Irlanda, donde el Papa ha aterrizado esta mañana, da la sensación de haberlo hecho a mayor velocidad. El catolicismo sigue teniendo influencia. Pero desde 2009, cuando la comisión Ryan destapó 80 años de abusos a menores, ha habido transformaciones estructurales que han salido adelante pese a la oposición sistemática de la Iglesia. Hoy el país tiene un primer ministro gay, ha despenalizado el aborto y los matrimonios homosexuales y ha sufrido una brutal crisis económica de la que salió más rápido y más fortalecida que ningún socio de la UE. El catolicismo ha perdido fuelle (del 95% de la población al 76,1%) y autoridad moral y, durante este tiempo, la única revolución en el cielo llegó de la mano de Ryanair. El desafío para el Papa, en un lugar donde solía jugar en casa y que hoy reivindica un cambio de mentalidad, es mayúsculo.

Irlanda es hoy una plaza más áspera para un Pontífice que la que encontró Juan Pablo II en 1979. Especialmente cuando acaba de conocerse otro escándalo de abusos masivos en Pensilvania que la Iglesia católica y el Vaticano encubrieron durante años, tal y como sucedió aquí. El propio primer ministro, Leo Varadkar, se lo recordó a Francisco y le advirtió de que Irlanda ha cambiado y la religión ya no está en el centro de la sociedad. El Papa fue al grano. “No puedo dejar de reconocer el grave escándalo causado en Irlanda por los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia encargados de protegerlos y educarlos. El fracaso de las autoridades eclesiásticas –obispos, superiores religiosos, sacerdotes y otros- al afrontar adecuadamente estos crímenes repugnantes ha suscitado justamente indignación y permanece como causa de sufrimiento y vergüenza para la comunidad católica. Yo mismo comparto esos sentimientos”, lanzó el Pontífice.

El Papa, que se reunirá con un grupo de víctimas de abusos, se refirió también al papel de la protección de los menores. Pero no hubo alusiones claras al último escándalo destapado en Pensilvania, donde un informe del gran jurado reveló hace dos semanas que más de 1.000 niños y niñas fueron abusados por unos 300 religiosos. Tampoco al encubrimiento que según el informe alcanzó al Vaticano. “Deseo que la gravedad de los escándalos de los abusos, que han hecho emerger las faltas de muchos, sirva para recalcar la importancia de la protección de los menores y de los adultos vulnerables por parte de toda la sociedad”, señaló. Poco más para los que esperaban palabras más duras o medidas concretas como seguramente, el propio primer ministro, que sí se refirió a Pensilvania y pidió más contundencia: “Las heridas siguen abiertas y hay mucho que hacer para traer justicia y verdad y curar a las víctimas. Santo Padre, le pido que use su posición e influencia para asegurar que se toman medidas en Irlanda y alrededor del mundo”.

El Papa, cuya última visita a Irlanda fue en 1980 para aprender inglés durante tres meses, afronta también en este viaje el proceso de encaje de una Iglesia católica profundamente dañada en una sociedad en la que ha perdido un importante peso específico. La aprobación del aborto, el divorcio o la ley de matrimonios homosexuales ofrecen una perspectiva social muy distinta. Pero Francisco ha intentado reforzar los valores tradicionales de la familia como el matrimonio exclusivo entre un hombre y una mujer y el rechazo del aborto. “Este encuentro es una oportunidad para reforzar el compromiso de respeto sagrado por el don divino de la vida en todas sus formas. […]”. El aborto, según el Pontífice, está relacionado con una “cultura del descarte materialista que nos ha hecho cada vez más indiferentes a los miembros más indefensos de la familia, incluso a los no nacidos, privados del derecho a la vida”.

Pero el pasado mayo, la despenalización del aborto ganó de forma aplastante en un histórico referéndum en Irlanda. El primer ministro se encargó de recordárselo a Francisco en un discurso claro y contundente. “La Irlanda del siglo XXI es un lugar muy diferente y cada vez más diverso. Cada vez hay más gente que se adhiere a diferentes fes, o que están cómodas en religiones no organizadas. Hemos votado en nuestro parlamento un referéndum para modernizar nuestras leyes, entendiendo que los matrimonios no siempre funcionan, que las mujeres tienen que tomar sus propias decisiones, y que las familias tienen diferentes formas, incluyendo aquellas encabezadas por un abuelo, un padre soltero, dos padres del mismo sexo o divorciados”.