Salvini quiere ampliar su Liga a Europa


El líder de la ultraderechista Liga, Matteo Salvini, ministro de Interior en Italia, apostó por impulsar su partido a nivel europeo para agrupar "a todos los movimientos libres y soberanos" partidarios de defender sus fronteras y vivir en paz.

"Pienso a una Liga de ligas en Europa que incluya a todos los movimientos libres y soberanos que quieran defender sus propias fronteras y el bienestar de sus hijos", señaló en la localidad lombarda de Pontida.

El líder ultraderechista, en el Gobierno con el Movimiento Cinco Estrellas, avisó de que "el próximo muro" que harán caer "será el de Bruselas".

Considerado el tipo duro de la política italiana, Matteo Salvini ha impulsado a la xenófoba Liga Norte (LN), fundada para pedir la independencia del norte, convirtiéndola en un partido con un atronador discurso contra la inmigración.

Cuando Salvini (Milán, 1973) llegó al frente de la LN, en 2013, halló un partido en una caída libre que supo frenar, alejándose de sus intenciones independentistas y expandiéndolo al sur, por lo que actualmente disputa el liderazgo de la derecha a Silvio Berlusconi.

En su currículum figuran unos estudios de secundaria en Letras y una poco precisa vida laboral como periodista, mientras evidencia su imparable ascenso en política al calor del partido.

Comenzó como secretario de la LN en la provincia de Milán, desde donde pasó a ser consejero en el gobierno regional de Lombardía y eurodiputado desde 2004, compartiendo grupo con los escépticos.


El candidato para primer ministro del partido Liga Norte (LN), Matteo Salvini. EFE

En este sentido no duda en confesar sus referentes: la líder del Frente Nacional francés, Marine Le Pen, el ultraderechista holandés Geert Wilders, el presidente ruso, Vladímir Putin, o el mandatario de Estados Unidos, Donald Trump.



El "capitán", como le llaman sus seguidores, ha protagonizado la escena política italiana con sus continuas salidas de tono a la hora de arremeter contra el centro de todos sus dardos: la gestión del flujo de la inmigración masiva en los últimos cinco años.

Sus aires de enfado, denunciando la "invasión" de inmigrantes o culpándoles del incremento de la inseguridad en las calles, ha acercado al joven político a la extrema derecha, aunque insiste en que no es xenófobo sino que solo desea una inmigración regulada.

Hubo un tiempo en que a su vestuario, caracterizado sobre todo por ropa deportiva e informal, sumó una camiseta con el dibujo de una excavadora para advertir de una de sus principales promesas: echar abajo los campamentos de gitanos rumanos.


Silvio Berlusconi le seca el sudor a Matteo Salvini. REUTERS

Entre sus más acérrimos rivales está el líder socialdemócrata y ex primer ministro Matteo Renzi, dos años más joven que él, y la presidenta de la Cámara de los Diputados, Laura Boldrini, a la que llegó a comparar con una muñeca sexual.

Tiene una presencia continua en medios tradicionales, con particular preferencia por las tertulias televisivas, pero sobre todo en redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram, donde permanece en campaña constante.



También destaca por su esfuerzo por recorrer el país y acudir allá donde haya un conato de enfado, como demostró en un reciente encuentro con la prensa extranjera en Roma, al que se presentó con las botas embarradas tras visitar un campamento de inmigrantes.

Salvini no solo se confiesa católico (hasta el punto de blandir un rosario en la demostración de fuerza del pasado sábado ante el Duomo de Milán), sino firme defensor de sus tradiciones, como el Portal de Belén.

Esto no es óbice para que haya criticado al propio Papa Francisco por su mensaje de acogida de inmigrantes y no esconde su preferencia por el pontífice emérito, Benedicto XVI.




Matteo Salvini mira el logo de su partido con su nombre. REUTERS

En 2016 publicó su propio "evangelio", el libro "Según Matteo: Locura y coraje para cambiar el país", una biografía que va desde sus inicios en la Liga en la década de 1980 pegando carteles hasta su nueva política, "hecha entre la gente".

También son frecuentes sus ataques al Islam, que considera contrario a la Constitución italiana y "un peligro", por lo que a menudo cita entre sus referentes a la periodista Oriana Fallaci, azote hasta su muerte en 2007 del extremismo islámico.

Es "tifoso" de fútbol, concretamente del Milan, y reprochó a su antiguo propietario, el ex cavaliere Berlusconi, haber vendido el histórico club "rossonero" a un consorcio chino.

Está divorciado y tiene dos hijos, Federico, de 15 años, y Mirta, de seis, y actualmente mantiene una relación sentimental con la presentadora Elisa Isoardi.