López Obrador tiene un primer choque con Trump por la política migratoria



Condenó la separación e jaulas de padres e hijos. La Cancillería amenazó con "recurrir a tribunales internacionales".


López Obrador en un reciente acto en Mexicali, Baja California.



La política de "tolerancia cero" que Donald Trump aplica contra los migrantes se metió en la campaña mexicana y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) reclamó al presidente Enrique Peña Nieto enviar una dura "nota diplomática" contra la administración del republicano por enjaular a niños separados de sus padres.


El pedido no pasó desapercibido para la aadministración priista que en efecto condenó estos actos como una acción "cruel e inhumana" y pidió su suspensión a través de su poderoso canciller, Luis Videgaray, quien incluso amenazó con demandar a Estados Unidos ante tribunales internacionales.


La situación también reflejó el notable giro en la relación de López Obrador con Peña Nieto, a quien hace no muchos meses atrás acusaba de integrar "la mafia del poder". Desde que es candidato firme a sucederlo e inició un acercamiento al influyente establishment económico de México, López Obrador empezó a exhibir un trato muy respetuoso con quien posiblemente tenga que suceder, en una larga transición que irá desde las elecciones del 1 de julio, hasta fin de año, cuando asumirá la Silla del Aguila, el próximo presidente mexicano.

López Obrador se encargó de aclarar que su sugerencia no busca "torpedear" las acciones que el Gobierno Federal ha tomado frente a este caso.

"Quiero pedirle al presidente Enrique Peña Nieto que actúe con urgencia y propongo, respetuosamente tres acciones; primero, una enérgica nota diplomática de protesta en contra del gobierno que encabeza Donald Trump", declaró el candidato presidencial de Morena.


"Segundo -continuó AMLO-, que se solicite la intervención urgente del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU para que con ese carácter de urgencia como lo ameritan los acontecimientos se actúe; y se detenga esa actitud prepotente, racista e inhumana de deportar a niños, ponerlos en jaulas y separarlos de sus padres".



Esta sugerencia fue tomada por Videgaray quien en una conferencia de prensa convocada este martes explicó que entre las medias que México tomará, tanto en apoyo de los menores mexicanos, como en apoyo de los de otra nacionalidad -básicamente centroamericanos que cruzan a Estados Unidos a través del Río Grande-, es evaluar opciones "y no descartamos que pueda ocurrir recurrir a tribunales internacionales", aunque el canciller admitió que Estados Unidos no necesariamente reconoce la jurisdicción de los tribunales internacionales.

El canciller mexicano reveló que sostuvo conversaciones con los gobiernos de Guatemala, Honduras y el Salvador y anunció un encuentro en la Ciudad de México para abordar esta problemática y lograr una solución conjunta. Es que básicamente la inmigración que tanto irrita a Trump proviene de esos países, que ingresan a México por la frontera sur, cruzan el país y pasan a Estados Unidos a través del Río Grande.

De hecho, la inmigración de mexicanos a Estados Unidos está en uno de sus niveles más bajos de las últimas décadas.

El canciller de México, Luis Videgaray.

El endurecimiento de la política migratoria de Trump fue firmado en abril por el fiscal General, Jeff Sessions, y apunta a los indocumentados que proceden de Centroamérica. La problemática se desató cuando la prensa fue testigo de las condiciones en que se retiene a los menores en celdas y separados de sus padres. Las imágenes de la televisión mostraron hasta 20 niños hacinados. En los audios se escuchan los los llantos de los niños que suplicaban regresar con sus familiares, lo que generó una fuerte ola de repudio internacional.


No solo causó revuelo entre la población latina, sino entre la misma comunidad estadounidense. Tal fue el caso de la ex primera dama, Barbara Bush, quien comparó esa situación con los campos de internamiento para japoneses-americanos en la Segunda Guerra Mundial.



Pero lejos de retroceder, Trump se endureció y en medio de esta crisis humanitaria, política y mediática, su administración anunció que Estados Unidos se va a retirar del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Una de las justificaciones, según informó la embajadora ante la ONU, Nikki Haley, es "un prejuicio crónico contra Israel" de ese organismo.