Domingo de elecciones generales. Los indecisos deciden el futuro
Italia se prepara para un domingo de elecciones generales. Acaso las más reñidas de las últimas décadas.
Los ojos están puestos sobre los indecisos, que son entre un 30 y un 45% del electorado según distintas encuestas, previas a las elecciones generales del próximo domingo en Italia, acaso la más cargadas de incertidumbre de las últimas décadas.
Los sondeos adelantan una previsión de participación inusualmente baja y el riesgo de que ningún partido logre una mayoría, por lo que la conformación de gobierno en el régimen parlamentario de la península será un dilema.
Ni la coalición de centroderecha ni la de la centroizquierda ni el partido de los indignados italianos, el Movimiento Cinco Estrellas (M5S, por sus siglas en italiano), parece tener posibilidad de llegar al 40% necesario de los sufragios para gobernar.
Si eso se cumple, las fuerzas se verán obligadas a sumergirse en arduas, complejas y difíciles negociaciones tras el voto.
Podría darse un escenario donde conformar gobierno sea imposible y se desate un caos político que fuerce un llamado a una nueva elección, auguran los expertos más pesimistas. El país ya entró en en la recta final de una atípica campaña electoral, pues sólo duró tres meses -comenzó en diciembre- y particularmente avanzó sin que dos de las tres mayores formaciones indicaran cuál es su candidato a primer ministro.
Matteo Renzi, líder del Partido Democrático (PD, centroizquierda), es el sindicado de hecho por su fuerza según lo establece el estatuto partidario, pero él no se presenta con ese rango.
En la centroderecha despunta el "eterno" Silvio Berlusconi, de 81 años y tres veces premier y líder de Forza Italia, que ha regresado al escenario político tras sus condenas judiciales, y rompió las ilusiones de sus aliados de hacerse con el control de las huestes conservadoras.
A finales de noviembre, el legendario ex dueño del club de fútbol Milan colocó al general Leonardo Gallitelli, excomandante general de los carabineros y ajeno hasta ahora a la política pública, como posible candidato a presidir el próximo gobierno de Italia. Pero ninguno de sus aliados lo avaló.
Los indignados del M5S si tienen todo más claro. Es que en septiembre eligieron online con participaron de casi 40 mil personas de los 130 mil inscritos a la formación fundada por el cómico Beppe Grillo a Luigi Di Maio, de 31 años e hijo de un militante de extrema derecha, como el eventual premier.
Las fuerzas que van a ser minoría, en tanto, hacen lo que pueden, como dijo días atrás un periódico romano.
Por ejemplo, la mítica izquierda se ha aglutinado en torno a la figura de Piero Grasso, histórico fiscal antimafia siciliano y quien lidera el partido Libres e Iguales (LeU).
La inmigración y la seguridad pública es eje vital de la campaña y la mayor preocupación de los italianos. La cuestión, aseguran los entendidos, puede ser determinante en las urnas.
La cuestión ha sido fuertemente agitada por la xenófoba Liga de Matteo Salvini y el M5S. Una tensión que se agravó cuando a comienzos de febrero un simpatizante de la Liga hirió a tiros a seis inmigrantes africanos.
La cuestión económica no es esta vez un puntal en los argumentos de los postulantes, acaso porque para la ciudadanía no está en el centro de la escena.
Es que Italia ha tenido noticias positivas en ese terreno, pues el Producto Interno Bruto (PIB) ha crecido un 1,6% en 2017, dejando atrás una meseta exasperante de inmovilidad. El actual premier, Paolo Gentiloni, ha remarcada reiteradas veces que uno de los éxitos de su Ejecutivo saliente ha sido el equilibrio económico.
Pero a la hora de contar los votos, todo puede pasar. Italia podría formar un gobierno de coalición o incluso uno técnico, liderado por burócratas o políticos moderados y bien vistos en los distintos bandos, anuncian algunos especialistas.
Pero otros, avisan que acaso el país va en camino de armar un gobierno "de transición" para "barajar y dar de nuevo" en unas nuevas elecciones. Pero ese tembladeral político no es nuevo en el país y tampoco alarma demasiado.
Después que Berlusconi fue apartado del poder anticipadamente en 2011, Italia tuvo un Ejecutivo técnico, el de Mario Monti (desde noviembre de ese año hasta abril de 2013), luego una elección que anticipó tres gobiernos de alianzas y combinaciones intrincadas entre el PD y formaciones de centroderecha: el de Enrico Letta (hasta febrero de 2014), el de Matteo Renzi (hasta diciembre de 2016) y, finalmente, el de Gentiloni.
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