Trolls y debate político en Argentina

 


En la jerga de Internet, un trol,1​ plural troles (del inglés troll), describe a una persona que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, como pueden ser un foro de discusión, sala de chat, comentarios de blog, o similar, con la principal intención de molestar o provocar una respuesta emocional negativa en los usuarios y lectores, con fines diversos (incluso por diversión)​ o, de otra manera, alterar la conversación normal en un tema de discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y se enfrenten entre sí. Según la Universidad de Indiana son una comunidad en aumento.​ El trol puede crear mensajes con diferente tipo de contenido como groserías, ofensas, mentiras difíciles de detectar, con la intención de confundir y ocasionar sentimientos encontrados en los demás.

Aunque originalmente el término sólo se refería a la práctica en sí y no a la persona, un desplazamiento metonímico posterior ha hecho que también se aplique a las personas que incurren en ese tipo de prácticas. Su origen etimológico más probable evoca la idea de «morder el anzuelo» o «morder el anzuelo mucho más» (trol es un tipo de pesca en inglés).

Mientras la palabra trol y su verbo asociado trolear están vinculados con una discusión en Internet, los medios de comunicación en los años recientes la han tratado como un adjetivo, y la usan para etiquetar acciones intencionalmente provocativas y acosos fuera de un contexto en línea. Por ejemplo, los medios de comunicación han usado trol para describir a «una persona que daña los sitios de elogio en Internet con el ánimo de causar dolor en las familias».
La palabra trol proviene del inglés moderno, el verbo troll —denominada pesca al curricán en español— es una técnica de pesca que consiste en arrastrar lentamente un señuelo o un anzuelo con cebo desde un bote en movimiento.​ Por extensión, se empleó el sustantivo trol para designar a quienes actúan en forma de provocación.

A partir de la coincidencia con la palabra que proviene del nórdico antiguo, que designa al monstruo mitológico, se ha amalgamado el significado de provocador con el del ser mitológico, especialmente en un sentido peyorativo.

La palabra evoca a los troles del folclore escandinavo y los cuentos infantiles, donde son a menudo criaturas empeñadas en hacer travesuras y malicias. La imagen del trol bajo el puente en el cuento «Los tres cabritos gruñones» (también conocido como «El gigante y las tres cabritas») enfatiza la reacción negativa del trol hacia los extraños que se adentran en su entorno físico, particularmente por aquellos que tienen la intención de pastar en sus dominios sin permiso.



En modo trol.

El primer uso coloquial de la palabra trolling fuera del ámbito de Internet para describir acciones deliberadas llevadas a cabo a fin de provocar una reacción, se puede encontrar en las Fuerzas Armadas: hacia 1972, está documentado el uso de trolling por parte de los pilotos de la Armada de los Estados Unidos para describir a los cazas MIG en Vietnam.

Se afirma que el uso contemporáneo del término tuvo su aparición en Internet a finales de los 80, pero los primeros ejemplos conocidos provienen de 1992.​


La discusión política de la Argentina en Twitter gira alrededor de 50 mil o 60 mil cuentas. El resto de los usuarios participa mucho menos. Hablamos de un universo de 4,5 millones de cuentas de Twitter de usuarios locales. Hasta ahí la cosa es legal. Pero cuando se desbroza la paja del trigo, las cifras comienzan a arrojar otros datos jugosos. Por ejemplo, dentro de ese debate político, hay unas 30 mil cuentas que adhieren al kirchnerismo y 16 mil al PRO, o sea que son políticamente activas. De esa cifra, los trolls y perfiles falsos son entre siete mil y ocho mil, el 65% del PRO y el 35% del kirchnerismo.

El trolling es la modernización de un fenómeno que comenzó con las encuestas de opinión pública fraguadas por teléfono, a través de los call centers, por eso ahora se los llama en la jerga troll centers. Operan desde que, en buena medida se ubican en países del Este o del tercer mundo. Por ejemplo, conozco casos en Filipinas y Bangladesh. Son grupos de trolls creando cuentas falsas sin parar. Luego le venden por UD$ 50 la contraseña a clientes de todas partes. Sobre todo, de grandes países, donde son más rentables.

La expansión de estas “granjas” en países como los mencionados obedece a que se facilita la compra de packs de tarjetas telefónicas, dato indispensable para abrir cuentas en las redes sociales. Además, las leyes suelen ser más laxas en temas tecnológicos, por ejemplo, el envío de Spam (correos basura) que, en algunos países ya está sancionado como delito, subraya el experto. Las granjas sólo son la punta del iceberg.

Podemos establecer tres objetivos como la labor esencial de los trolls: acosar, sembrar contenidos falsos o multiplicar los que sirven a sus intereses, y apoyar las causas por las que les pagan. Lo que más les sirve a esos objetivos es que los periodistas reproduzcan esas noticias falsas, convirtiéndose en impulsores de versiones que no son ciertas y causan un daño.

En la Argentina, los trolls del kirchnerismo o del PRO no atacan directamente a Cristina Kirchner o Macri, sino a sus partidarios o simpatizantes, o simplemente a ciudadanos que entran en el debate político. La gente termina incomodándose con los acosos y ya hay quienes deciden bajar sus cuentas de las redes.

La información tiene un flujo natural, sube y baja el interés en las redes. Las fake news tiene una curva ascendente de altísimo impacto. Los trolls como fenómeno está creciendo en las redes sociales, pero también en los medios tradicionales. Muchos de los comentarios que se leen en los diarios o webs a notas publicadas, también son cuentas falsas.

En América latina los países más activos en el trolling son Argentina, Mexico, Ecuador y Venezuela. No necesariamente el acoso troll se da en Twitter. En Europa vemos más el trabajo de los trolls rusos atacando cuentas personales más que el uso directo político. En Europa a nadie se le ocurriría porque se ve con malos ojos y las consecuencias políticas para un candidato serían muy costosas.

Sin entender la tecnología y las herramientas se vuelve difícil sacar conclusiones acertadas. Además, el trolling está en constante movimiento. Las granjas trabajan por turnos y si una fake news desde una cuenta falsa no funcionó, se busca otra para provocar el impacto deseado.

Hay  trolls trabajan que para el mejor postor y que no se casan con un patrón único. Como sus perfiles son mentirosos no pueden ser identificados. Ese anonimato les permite moverse con total libertad en las redes, los blogs, los sitios digitales y los comentarios desde perfiles falsos en los medios tradicionales. Pero hay muchos  que son creación de los troll centers gubernamentales.

La  única forma de frenar su influencia es la educación de la opinión pública. La audiencia tiene que aprender a chequear lo que lee para saber si es la verdad.



5 formas de identificar a un troll en Twitter

No todos los trolls de la red de microblogging muestran todas estas características. Muchos sólo se identifican con una de ellas. Los peores son los que más características acumulan de las que comento a continuación:

No buscan dialogar: sólo provocar para llamar la atención. Lo más habitual es que aborden a los demás usuarios a base de ataques o impertinencias cuyo fin es conseguir que los demás les entren al trapo y se rebajen a su nivel. Ese nivel incluye todos los métodos rastreros para cabrear al otro y hacer que pierda los papeles.

Suelen dirigir sus ataques contra cuentas con muchos seguidores. Los trolls saben que entre los usuarios más influyentes tienen más opciones de conseguir llamar la atención, y por eso suelen fijar en ellos sus ataques. Algunos famosos han acabado cerrando sus cuentas de Twitter al verse abrumados por los ataques de los trolls.

Suelen tener fijación por ciertos usuarios concretos, a los que llegan a acosar. Los usuarios acosados suelen ser los que más equivocadamente afrontan la amenaza de los trolls, prestándoles atención e incluso enzarzándose con ellos en discusiones que suelen acabar en cruces de insultos y otros escenarios en los que el troll siempre lleva las de ganar, ya que carece de escrúpulos y le importa poco su reputación.

Los principiantes usan el ataque sistemático para trepar. Con mucha frecuencia los trolls que inician su andadura en Twitter buscan a un cierto perfil de usuarios -ideológico, social, económico o religioso- contra el que lanzan ataques sistemáticos. Es muy fácil encontrar a trolls con muy pocos seguidores pero que siguen a muchos usuarios, y cuya actividad consiste en pasarse todo el día provocando, insultando e incluso amenazando a otros, con el fin de que alguien les conteste y empezar a captar seguidores con la trifulca.
Se sienten crecidos cuando alguien les entra al trapo, y lo dicen. Cuando un troll consigue que una de sus víctimas se enzarce con él, a menudo lo comenta en su perfil como si fuese una hazaña (sobre todo si la víctima es alguien famoso). He visto a trolls reconocer sin tapujos lo complacidos que se sentían de estar sacando de quicio a sus víctimas. Que sus víctimas les obsequien con su tiempo y atención es algo que anima a los trolls a seguir abusando de ellas en un constante empeño por hacer que lleguen al límite de su paciencia.

5 consejos para conseguir que un troll te deje en paz

Una vez vistas las características más habituales de los trolls tuiteros, os doy una serie de consejos útiles para hacerles frente:

Si tienes dudas de si tu interlocutor busca provocarte, revisa su perfil. Echando un vistazo a sus tuiteos podrás comprobar si tiene una forma educada de relacionarse con los demás usuarios o no, y podrás decidir si merece la pena contestarle.
Si te insulta no le contestes. Es una máxima que debería ser aplicada por todos los tuiteros: no tiene sentido intentar dialogar con quien te falta al respeto mediante insultos, mofas o calumnias. Quien se vale de métodos tan rastreros no quiere dialogar contigo, sólo busca humillarte.

Ignoralo. Puesto que lo que buscan es llamar la atención, la mejor forma de hacer frente a los trolls es ignorarles y esperar a que se cansen. Es una torpeza contestar o incluso devolerle el follow a un troll en la creencia de que puedes contentarle.

Bloquealo. Si ignorar al troll no ha servido para que te deje en paz, puedes impedir que te siga. Twitter ofrece la opción de bloquear a usuarios, de tal forma que ya nunca más recibirás las menciones que te hagan. Una vez bloqueado el troll ya no podrá seguir tus actualizaciones, contestar tus tuiteos ni retuitearlos.

Si es necesario, denuncialo. En los casos más graves podés denunciarlo a Twitter -aquí te explico cómo hacerlo- para que le suspendan la cuenta. Si el troll en cuestión está publicando tus datos personales o lanzanzo contra contra ti graves amenazas, además de lo anterior también presentar denuncia contra él en una comisaría de Policía.