Los bajos precios del petróleo han obligado a los Estados del Golfo a buscar fuentes alternativas de ingresos
Una mujer mira joyas en Jeddah, en Arabia Saudí.
“Última oportunidad antes del IVA”. Grandes almacenes, cadenas de electrodomésticos, e incluso el gimnasio del barrio, intentan animar el negocio en este final de año con el reclamo de que pronto tendrán que cargar el correspondiente impuesto. A partir del 1 de enero, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudí empiezan a aplicar un 5 % de IVA (impuesto sobre el valor añadido) a bienes y servicios. Aunque la tasa está en la franja baja, los comerciantes temen que afecte al consumo. La caída de los precios del petróleo a partir de 2014 ha obligado a las petromonarquías árabes a replantearse sus fuentes de ingresos.
El IVA es parte de los planes de esos países para reducir su dependencia del crudo y asegurarse entradas adicionales. Los seis miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) se comprometieron en 2015 con el Acuerdo Unificado para el Impuesto sobre el Valor Añadido. Pero sólo los dos citados han cumplido el plazo. El resto, es decir, Kuwait, Qatar, Bahréin y Omán, aún no han puesto en marcha los mecanismos para ello.
Una tasa del 5 % de IVA se espera que genere ingresos adicionales de entre el 1,5 y 3,0 puntos porcentuales del PIB (excluido el petróleo), según el Fondo Monetario Internacional (FMI), que está facilitando asistencia técnica con el impuesto a los Estados del Golfo. La recaudación media por tributos en los países exportadores de crudo de Oriente Próximo y el Norte de África apenas representa un 7 % del PIB, que es la mitad de lo que obtienen los países importadores de esa región, según explicó recientemente Abdelhak Senhadji, vicedirector de asuntos fiscales de ese organismo.
Más allá de la lógica que sustenta el sistema impositivo, la decisión tiene en las petromonarquías un alto componente psicológico. Muchos empresarios, inversores e incluso profesionales extranjeros las han elegido como residencia o base de operaciones precisamente por ser libres de impuestos.
“La aplicación del IVA no va a afectar a la competitividad del país porque se trata de uno de los más bajos del mundo”, defiende Khalid Ali al Bustani, director general del Departamento Federal de Tributos de Emiratos.
Nadie niega sin embargo que van a subir los precios. El IVA es un impuesto que paga el consumidor final. Por lo tanto, si no aumentan los sueldos, y al menos en EAU el ministro de Estado para Asuntos Económicos, Obaid Humaid Al Tayer, ya ha dicho que no van a variar, se perderá poder adquisitivo. Las autoridades confían sin embargo que el efecto no sea excesivo, ya que el 5 % es relativamente bajo (en la UE supera el 20 %) y se han excluido alimentos básicos, servicios sanitarios, educación, transporte local y alquiler de viviendas.
“El impacto social del IVA en el primer año será de 1,42 % y variará de una persona a otra, dependiendo de sus gastos. Para quienes gastan 5.000 dirhams [unos 1.200 euros] al mes apenas supondrá 70 dirhams [16,7 euros], mientras que quienes gasten 10.000 pagarán 140 dirhams como resultado del impuesto”, ha declarado Al Tayer.
A los autónomos y pequeños empresarios les preocupa también el coste adicional que genera el cumplimiento de la recaudación y presentación del impuesto. En EAU, están obligados a ello todos aquellos negocios con ingresos superiores a 375.000 dirhams anuales (89.300 euros). Pero además de cambiar sus sistemas contables, algunos pueden necesitar la ayuda de expertos fiscales. Algunos portales de empleo ya se han hecho eco de un aumento de la demanda de estos profesionales.
Impuestos indirectos para las 'petromonarquías'
En Arabia Saudí, donde la introducción del IVA llega en medio de una reestructuración económica más amplia que incluye el recorte de subsidios y la subida de los precios de la energía, el Gobierno ha puesto en marcha un sistema de ayudas directas para compensar a las familias de bajos ingresos. En total, cerca de un millón y medio de hogares (unos diez millones de saudíes) van a recibir transferencias mensuales de entre 300 y 1.000 riales (entre 75 y 250 euros) en función de sus rentas.
Es la primera vez que las petromonarquías introducen impuestos indirectos. El pasado junio Arabia Saudí abrió la veda con un impuesto al consumo del 100 % sobre el tabaco y las bebidas energéticas, y del 50 % sobre los refrescos azucarados. EAU le siguió en octubre con las mismas tarifas. Además, Riad ha empezado a cobrar este año un canon mensual a los familiares de los trabajadores extranjeros. Dubái, por su parte, empezó a cobrar en 2014 una tasa de 15 dirhams (3,6 euros) por habitación y noche para financiar las obras de la Expo. Tanto este emirato como el vecino Abu Dhabi gravan los alquileres con un 5 % y un 3 %, respectivamente.
“Eventualmente, considero que será necesario introducir impuestos sobre los rendimientos del trabajo, dependiendo de cómo evolucione el petróleo, el resultado que tengan las reformas y cómo se presente el conjunto del presupuesto”, estimaba Senhadji. El FMI también ha aconsejado que se tase el sector inmobiliario.
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