Cuatro públicos: La segmentación de los ultraderechistas alemanes

Se presenta el primer libro en castellano sobre los nuevos ultraderechistas alemanes: Factor AfD. El retorno de la ultraderecha a Alemania. Se trata de un libro que analiza a fondo el fenómeno de un partido que ha cambiado profundamente el tablero político alemán.



Uno de los elmentos que se desarrollan en el libro es la conformación del electorado ultraderechista: ¿Quién vota a AfD? Los datos de comportamiento electoral disponibles de las últimas trece elecciones regionales señalan que los ultraderechistas poseen cuatro públicos fundamentales: la extrema derecha, los euroescépticos, los antimerkel y los vulnerables. Cada uno de estos públicos tiene intereses, demandas y problemas diferenciados, incluso hasta contradictorios. Sin embargo, AfD ha sabido construir un discurso político complejo y segmentado que se ocupa de cada uno de ellos. En efecto, los estrategas ultraderechistas fueron los primeros en entender el carácter transversal de su electorado. Algo que tanto los medios de comunicación como los partidos tradicionales tardaron mucho en reconocer.

La gráfica callejera con la que AfD ha inaugurado la “fase caliente” de la campaña se puede analizar en base a este esquema de cuatro públicos. Con la premisa de la provocación estratégica como una constante, los carteles apelan a las emociones y activan los frames que vienen desarrollando desde los últimos cuatro años. Veamos entonces los afiches ultraderechistas:

1- La extrema derecha: Este es un público que encuentra en AfD la posibilidad de expresar su xenofobia y racismo característico. El discurso islamofóbico cumple el rol de catalizador. Los carteles se ocupan de resaltar algunas de las diferencias culturales más representativas como el uso del Burka o la prohibición de comer cerdo. Así activan el frame de la “lucha de culturas” e indirectamente reinstalan el debate de la identidad y el ser alemán.











2- Los euroescépticos: AfD es uno de los pocos partidos que manifiestan una postura abiertamente eurófoba. De hecho, la crítica a la Unión Europea es el tema madre de los ultraderechistas. Este grupo de votantes está convencido que el dinero alemán es desperdiciado en rescate a bancos o en ayuda a los páises del sur AfD. Se trata de un votante pesismista, desilusionado porque, según su visión, la UE se ha convertido en la “burocracia de Bruselas”. El spot electoral de 2013 ilustra de forma precisa el pensamiento de este grupo.

Enfocando en este público, AfD no sólo ofrece un cartel con el término Rescate europeo (Euro-Rettung) que es un frame en sí mismo, sino que también menciona la implementación de la democracia directa propia de Suiza. Éste es un mensaje casi subliminal ya que pone como ejemplo a uno de los pocos países europeos que no es miembro de la Unión. El que quiera entender, que entienda.







3- Los antimerkel: Este electorado creció aceleradamente a partir de la llegada de los refugiados en el verano del 2015 y tuvo su esplendor durante las regionales de 2016. Se trata de aquellos conservadores indignados con la política de puertas abiertas de la canciller Merkel. También incluye a los que consideran que la socialdemocratización de la CDU, también liderada por la canciller, ha llegado demasiado lejos. Para todo este grupo la CDU ya no defiende los valores tradicionales que dice representar.

Si bien este electorado se vio reducido en los últimos meses, no deja de ser un público con tendencia a votar por los ultraderechistas. Es por ello que AfD no lo descuida y presenta varios carteles que combinan el arriba mencionado frame de la identidad con el valor de la familia tradicional, elemento fundamental del discurso conservador.








4- Los vulnerables: Este es el grupo más complejo de todos los mencionados hasta aquí. Se trata de aquellos que se consideran perdedores del sistema, los que se sienten fuera, abandonados, marginados. El Estado no tiene tiempo para ellos. Es un votante que hasta la aparición de AfD usualmente engrosaba las filas del abstencionismo.

La táctica de AfD en relación a este público es muy astuta. Los ultraderechistas se limitan a complementar aquellos frames que ya están instalados desde hace años en este electorado. Veamos un ejemplo: “¿El Estado no te cuida? Tal vez sea porque usa los recursos en los refugiados”. Así, los ultraderechistas no hacen más que racionalizar las emociones. Emociones sinceras, producto de frustraciones de larga data que hoy encuentran una supuesta explicación racional. AfD les entrega esa explicación. Si sienten miedo será porque los refugiados son terroristas, delincuentes o vienen a quedarse con los recursos del Estado, repiten los dirigentes ultraderechistas.

Explicaciones reduccionistas que se basan frecuentemente en estadísticas targiversadas o en información tendenciosa. Pero eso no importa. No se trata de la verdad, se trata de construir una percepción. Y con esta estrategia la ultraderecha satisface la necesidad de este grupo de sentirse escuchados, de ser parte, de estar dentro. AfD, con mentiras y falsas promesas, simula cumplir con ese rol de “partido de la gente pequeña”, cómo dijo uno de sus candidatos. La decepción con la política tradicional es tan grande que muchos eligen creerle.







Los ultraderechistas poseen una base electoral en torno al 9%. Esto es el doble de lo conseguido en 2013. Pocos partidos han logrado duplicar su caudal de votos en solo cuatro años. En nuestro libro Factor AfD te ofrecemos las claves para entender porqué luego de más de medio siglo los ultraderechistas volverán a tener un lugar en el Bundestag