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Perfil de un político de 54 años que vuela alto


Carles Puigdemont, periodista y filólogo de formación, afirma que prefiere la independencia como la comida, "mejor sin aditivos ni colorantes"
 El hombre que llevó a Cataluña a la declaración de independencia debía seguir a su padre y su abuelo en la empresa familiar, una droguería-pastelería de pueblo, pero primero se volvió periodista y luego alcalde de Girona.

Carles Puigdemont, de 54 años, segundo de ocho hermanos, heredó el nombre de su abuelo Carles Casamajo, combatiente de la Guerra Civil española. Se convirtió en presidente catalán por casualidad, hace dos años: el líder del frente independentista era entonces el presidente saliente, Artur Mas.


Pero el veto de los radicales de la CUP, uno de los tres miembros del bloque por la independencia que tiene mayoría absoluta en el parlamento catalán, impidió su reelección.
Así, poco antes de que vencieran los plazos y se lanzara la convocatoria a nuevas elecciones, Mas sacó de la galera el nombre de Puigdemont, alcalde de Girona, bastión del secesionismo catalán.

Desde entonces "El Puidgi" -como lo llamaban de pequeño en su país, Amer, 2.300 almas- reemplazó a Mas en el papel del hombre más odiado de España.
Retomó la antorcha de la independencia, hizo aprobar por el parlamento de Barcelona la leyes para un referéndum independentista y hoy consiguió que los parlamentarios voten la secesión de España y la proclamación de la república.

El periodismo ha sido su referente vital. Fundó la Agència Catalana de Notícies (ACN) y la dirigió hasta que pasó a manos públicas e impulsó la publicación de Catalonia Today, hoy en la órbita de 'Punt-Avui'. Como periodista, ha tenido dos preocupacions principales: calibrar cómo era percibida Catalunya en el extranjero (publicó 'Cata...què? Catalunya vista per la premsa internacional', en 1994) e incorporar las nuevas tecnologías a los medios de comunicación. No en vano, 'Puigdi' (conocido así por amigos y compañeros) será el primer president de la Generalitat con cuenta propia en internet bajo el alias de @KRLS. Todo ello, bajo un prisma de militancia independentista forjada en una familia que algunos allegados califican como “ferma”, refiriéndose a una manera de ser y estar en la linea de la más de pura cepa nacionalista. Los inicios de su militancia se concretan en el apoyo a la Crida a la Solidaritat, en la fundación de las Juventudes de CDC en las comarcas de Girona y en la organización de actos de apoyo a los independentistas detenidos en la operación Garzon en 1992.

Oficialmente no entró en política hasta el año 2006. Oficialmente. Pero Carles Puigdemont fue, hasta esa fecha, el delegado del nacionalismo convergente en la provincia de Gerona. No en vano, y después de asistir a un mitin de Jordi Pujol en los primeros ochenta, Puigdemont fundaría la rama juvenil de Convergència en su ciudad: la conocida como ‘Juventut Nacionalista de Catalunya’. Él ya era separatista cuando en su partido no había separatistas.




Su adhesión al partido del régimen pujolista le precipitó de un puesto a otro. No pudo ni tan siquiera concluir sus estudios de Filología Catalana pues el subvencionadísimo el Punt Diari (hoy El Punt Avui) reclamó su implicación en un proyecto periodístico del que llegaría a ser redactor jefe. La desarticulación de la banda terrorista Terra Lliure y la detención de algunos compañeros suyos coincidió con su exilio a Francia y a otros países de Europa, circunstancia que ha levantado no pocas elucubraciones.

Según revelaba La Vanguardia, el joven Carles “viajaba por Europa con un DNI de Cataluña, (…) que usaba para registrarse en los hoteles. (…) Llegó a estar harto de que en los hoteles, el personal de servicio diera cuenta de que no conocían Cataluña. Era un evidencia que se repetía cada vez que le preguntaban de dónde era y él respondía que de Cataluña. El interlocutor normalmente le preguntaba: ‘Cat…. What?’ (…) Cansado de que se repitiera el episodio, Puigdemont decidió registrarse en los hoteles por la noche. La razón es que a esas horas normalmente “había personal de servicio que era gente inmigrante, acabada de llegar, con un nivel de inglés y francés muy inferior al mío y podía colar el carné de nacionalidad catalana que llevaba en el bolsillo y así nadie discutía mi nacionalidad””.
No fue un peso pesado en la política gerundense, más allá de su convivencia y amistad con el ala más independentista de los nacionalistas, al entorno de la Llibrería Les Voltes, hasta que fue diputado en el Parlament (en 2006), si bien con anterioridad había ocupado el cargo, de designación política, como director de la Casa de Cultura de Girona (2002-2004). Posteriormente, casi por casualidad, fue candidato a la alcadía de Girona en 2007, en sustitución del abogado Carles Mascort, que se desmarcó por un oscuro caso de amenazas a su familia. En el 2007 consiguió un buen resultado pero fue en el 2011, al conseguir la alcaldía hasta entonces feudo socialista, cuando se figura consiguió más relevancia. En la reválida como alcalde, incorporó a sus filas antiguos militantes del PSC i de UDC.

Otra anécdota muy reveladora de la personalidad del personaje y que aparece en el libro “Puigdemont, el presidente @Krls”, cuenta como Puigdemont “utilizaba la autopista siempre pasaba por debajo de las señalizaciones que ponían ‘peatge’, nunca por la de ‘peaje”. “Por si nos cuentan”, decía. Algo similar hacía cuando tenía que ir a Madrid en avión. En vez de tomar el puente aéreo siempre aprovechaba vuelos internacionales, aunque fueran más caros —por ejemplo un Barcelona-Bruselas-Madrid—; así entraba por la puerta de vuelos internacionales”

Puigdemont sustituyó a Artur Mas, vetado por las CUP para presidir la Generalitat. Al contrario que Mas y la plana mayor de la antigua Convergència, Puigdemont sí era un independentista de toda la vida. “Un hombre de piedra picada, un separatista de cuna”, según explicaba el presidente de ‘Empresaris de Catalunya’ hace unas horas en EsRadio. Josep Bou advierte que “resulta imposible entenderse con él, dice cosas sin sentido”.

El presidente de ‘Convivencia Cívica Catalana’ Francisco Caja tildaba en este mismo periódico a Puigdemont de “talibán con una formación intelectual y política ínfima, que suelta por su boca únicamente disparates de un tamaño descomunal”.

Como alcalde se caracterizó por una política personalista (asumiendo, por ejemplo, las responsabilidades del área de cultura), con una amplia dedicación a la proyección tuística de la ciudad, aspecto que ha sido criticado por la oposición como una políticaa de escaparate. El acceso a la presidencia de la Associació de Municipis per la Independència, en el 2015, ha sido el último eslabón de una carrera que le ha llevado, de manera sorprendente, hasta la presidencia de la Generalitat.

Habla bien l inglés y  francés, pero también el rumano, por sus contactos con periodistas y políticos del país (y de otros paises de la Europa del este), amén de estar casado con una mujer rumana, Marcela Topor, con quien tiene dos hijos. Puigdemont, que utiliza con frecuencia la “Girocleta”, las bicicletas públicas de la ciudad, es una persona discreta y con una acusada personalidad, quizás labrada en sus días juveniles de reflexión en Poblet. Destaca, puede que como herencia de su etapa periodística, por un discurso ágil y una oratoria brillante, aunque tiene fama de no estar especialmente predispuesto al trabajo en equipo y de una cierta actitud escarpada, en determinados momentos.


El joven 'Puigdi' que llegó a Girona con el marchamo de un independentismo a ultranza que no ha cambiado a lo largo de los años, pasó a ser el @KRLS del twiter que prefiere la independencia como la comida, “mejor sin aditivos ni colorantes”.

La justicia española lo denunció por desobediencia, abuso de poder y presuntas malversaciones, como a todo su gobierno. Pero él siguió adelante como una locomotora, aunque sin excluir la posibilidad de ser arrestado y terminar presto.
Hasta 30 años, que es lo que arriesga por la acusación de "rebelión". "No me gustaría -admitió hace un tiempo-, pero si ocurre le haremos frente".


Junto con él amenazan las esposas también al vicepresidente catalán Oriol Junqueras, su estrecho aliado en la guerra con Madrid por la independencia, y hombre fuerte del gobierno de Barcelona.

Quien conoce a Puigdemont desde su juventud cuenta que siempre fue independentista. Incluso cuando nadie hablaba del tema en Cataluña. "¿Carles? Es un visionario", dice Salvador, un amigo de la infancia.

"Era independentista ya de adolescente", recuerda su tío Josep, ahora titular de la "Pastisseria Puigdemont" en Amer. Hoy todo el pueblo está alineado con su "presidente", en un mar de "estelladas" independentistas.
La fama mundial creó también problemas varios a los periodistas de todo el globo que en las últimas semanas invadieron Barcelona.

Cómo pronunciar por ejemplo su apellido, que significa 'cima del monte' en catalán. El New York Times dio a sus lectores una versión fonética: "Mr. POOTCH-da-mon". "El Puidgi" habla cinco idiomas: catalán, español, inglés, francés y rumano. Esta última lengua la aprendió de su esposa, Marcela Topor, periodista rumana con quien se casó en el año 2000.

Juntos tuvieron dos hijas: Magali y María. Ahora sueña con convertirse en el padre de otra criatura: la República Catalana.

Rubén Weinsteiner
Rubén Weinsteiner