Las pymes explican la potencia exportadora alemana


Rubén Weinsteiner


Alemania/RFA (82 millones de habitantes/US$3.8 billones de PBI/ cuarta economía del mundo) tuvo el año pasado el mayor superávit de cuenta corriente del sistema global (US$289.000 millones/ 8.3% del PBI), por encima de China (1.340 millones de habitantes/ U$S 11.4 billones/ segunda economía mundial), que obtuvo un plus positivo de US$196.400 millones/1.7% del PBI.
Alemania no tiene una moneda barata. La competitividad vía dólar barato, que piden muchos empresarios en los emergentes, no es lo que pasa en Alemania.
Y sin embargo...

El Deutsche Bank estima que la RFA duplicaría el superávit de cuenta corriente en 20 años, y que las ventas externas aumentarían 80% en la próxima década, mientras que el PBI industrial se elevaría 18 puntos en este periodo. El antecedente de esto es que en los 7 años previos a la crisis financiera internacional de 2008/2009 (colapso de Lehman Bross.), las exportaciones de Alemania Federal crecieron 76%, 20 puntos por encima del mejor desempeño del resto de Europa.

El superávit de cuenta corriente de la Republica Federal es obra de la superior productividad de su industria manufacturera (metalmecánica), especializada en bienes de equipo y de capital de alta tecnología, sumada a su vinculación preferencial con el eje del capitalismo mundial en esta etapa histórica, que son los países asiáticos, en primer lugar China.

La raíz de la extraordinaria productividad/ competitividad alemana se revela en la estructura de sus exportaciones (U$S 1.52 billones en 2016/ 38.4% del PBI/+1.2% respecto al año anterior) que se muestran nítidamente diferenciadas en tres tercios.

Las grandes compañías transnacionales – Bayer, Volkswagen, Siemens, Bosch, etc – todas ellas integrantes del Indice Dax30, tienen ingresos superiores a US$1.300 millones anuales, responden por 31,69% del total de las exportaciones, y son solo 0,02% del universo empresario de Alemania Federal.

El segundo tercio está constituido por pequeñas y medianas empresas (pymes) que venden menos de US$70 millones por año, exportan 31,4% del total, y son 99,65% de las firmas alemanas.

El tercer tercio es el decisivo. Son las Mittelstad – unas 3.000 – (0.34% del total) que disponen de ingresos entre US$150 millones y US$1.500 millones por año, y se hacen cargo de 31,4% de las ventas externas de la segunda potencia exportadora del mundo, después de China, que es la RFA.

Las Mittelstad son compañías extraordinariamente especializadas en un solo producto de alto valor tecnológico y alcance global, que compensan el elevado riesgo inherente a la especialización extrema con una notable diversificación internacional (un promedio de 16 países cada una). Esto les permite adquirir gigantescas economías de escala centradas en nichos específicos, en constante expansión, de la economía mundial.

El liderazgo de las Mittelstad en estos nichos globales está asegurado porque compiten por calidad y marca (usualmente centenaria o más, debido a que provienen de la segunda revolución industrial que impulsó el entonces canciller Bismarck tras la unificación de 1871 y la constitución del I Reich), y no por precio.

Las Mittelstad, estas pymes transnacionales altamente intensivas en conocimiento y capital, se especializan en la producción de maquinarias avanzadas, autopartes, productos químicos, y equipos eléctricos automatizados.

El año pasado, las 3.000 Mittelstad invirtieron US$ 11.000 millones en investigación científica y tecnológica (I&D), 15% del gasto realizado en este rubro esencial del capitalismo avanzado por la Republica Federal.

La particularidad de Alemania – una de las tres protagonistas de la globalización, junto con EE.UU y China – es que su participación en el proceso de integración mundial a través del comercio y las inversiones, no se realiza primordialmente a través de las grandes empresas transnacionales, sino de las pequeñas y medianas compañias (responsables de 68% del total de las ventas externas).

El núcleo estructural del capitalismo en el siglo XXI es el sistema integrado transnacional de producción, constituido por 88.000 empresas transnacionales y sus 600.000 asociadas o afiliadas (UNCTAD/2017); y lo asombroso es que la RFA, la cabeza del comercio internacional, tiene asegurado su protagonismo internacional no a través de las grandes corporaciones, sino de las pequeñas y medianas compañías.

Esta es la paradoja alemana, el país de la pequeña y mediana empresa, en su inmensa mayoría familiares, que son al mismo tiempo la fuente de su protagonismo internacional.

La RFA es el país europeo históricamente fundado en el consenso y la cooperación. Es lo que se ha denominado “capitalismo renano”; y ésta es la base socioeconómica y política de su excepcional competitividad. Alemania es el integrante de la Unión Europea (UE) y cabeza de la Zona Euro dotado de mayor estabilidad y previsibilidad; y colocado al mismo tiempo – y por eso – a la vanguardia de la innovación tecnológica, bajo el nombre ahora de nueva revolución industrial (Industrie 4.0).

Rubén Weinsteiner