El exjefe de campaña de Trump se entrega a la justicia por el Rusiagate

 
Paul Manafort, exjefe de la campaña de Trump, se entrega al FBI este lunes tras ser acusado en la investigación sobre supuestos vínculos con Rusia.


El ex jefe de campaña de Donald Trump, Paul Manafort, se ha entregado este lunes al FBI tras ser inculpado en el casoRusiagate, según ha revelado 'The New York Times'.

Sería la primera acusación formal en la investigación de la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, liderada por el fiscal especial Robert Mueller. Trump volvió ayer a denunciar una "caza de brujas" y rechazó cualquier conflicto de interés con Rusia durante la campaña que le llevó hasta la Casa Blanca.

Manafort dimitió de su cargo en agosto de 2016 tras haber ocultado que había trabajado en secreto para el Gobierno proruso de Viktor Yanukovich, en Ucrania. El ex socio comercial de Manafort, Rick Gate, también se entregará hoy a las autoridades para cumplir una orden de arresto.






El fiscal especial, Robert Mueller, en 2013 cuando aún era director del FBI.

Donald Trump golpea siempre antes de ser golpeado. Y este domingo lo volvió a hacer. Ante los avances del fiscal especial que investiga la trama rusa, el presidente de Estados Unidos se declaró otra vez víctima de una “caza de brujas”, negó cualquier colusión y lanzó una furibunda andanada contra Hillary Clinton y su partido. “Clinton y los demócratas son culpables y los hechos hablan por sí mismos. ¡Hagan algo!”, tuiteó el mandatario.



No lo mencionó, pero cabían pocas dudas. El fiscal especial, Robert Mueller, ha puesto nervioso a Trump. Un gran jurado, según medios estadounidenses, ha aceptado los primeros cargos presentados por este veterano e incorruptible investigador contra un implicado en la trama rusa. La medida, de la que no se conocen más detalles, ha sido supuestamente refrendada por un juez y puede acarrear la detención este mismo lunes del sospechoso.


El arresto supondría un paso de gigante en un caso que se ha vuelto la peor pesadilla para el presidente. Hace tiempo que las pesquisas desbordaron su perímetro inicial. Ya no se investiga solo si el equipo electoral de Trump se coordinó con el Kremlin en la campaña de desprestigio lanzada contra Hillary Clinton durante las elecciones. Mueller, quien dirigió el FBI durante 13 años, también indaga los manejos económicos del entorno presidencial y si el mismo Trump, que ya ha contratado un abogado privado para el caso, cometió un presunto delito de obstrucción a la justicia al despedir al director del FBI, James Comey, tras negarse este a cerrar el expediente de la trama rusa.


Durante meses, Mueller ha avanzado con discreción. Ha interrogado a altos cargos de inteligencia y también del equipo presidencial, como al exjefe de gabinete, Reince Priebus, y al anterior portavoz, Sean Spicer. También ha indagado en torno al efímero consejero de Seguridad Nacional, el general Michael Flynn, y agentes del FBI han entrado en casa del antiguo jefe de campaña, Paul Manafort, en busca de pistas.

Frente a este avance, la Casa Blanca ha ido cambiando de estrategia. Después de un periodo de descalificaciones constantes, pareció tender la mano y reducir la tensión. Pero ahora, ante la inminencia de una acusación fiscal, ha vuelto a las andadas.

En los tuits, el presidente alude al “enfado” que reina en las filas republicanas por la inacción de la justicia ante los supuestos escándalos de Clinton: “el informe falso […], el uranio, el pacto con Rusia, los 33.000 correos destruidos, el arreglo con Comey y muchos más”. “En vez de eso, miran la falsa colusión Trump/Rusia que no existe. Los [demócratas] está utilizando esta terrible (y mala para el país) caza de brujas para practicar la política del mal, pero los republicanos están respondiendo como nunca antes”.

En su ofensiva, el presidente evitó citar a Mueller pero no dudó en arrojar la sombra de la sospecha. “Toda esta habladuría de Rusia llega justo cuando los republicanos están haciendo su gran apuesta por el histórico recorte fiscal. ¿Es una coincidencia? ¡No!”, concluyó el presidente de Estados Unidos. Como siempre, había elegido el ataque como defensa. Falta por ver la respuesta de la justicia.