Fuerte caída en la popularidad de Pedro Pablo Kuczynski



La popularidad de los presidentes peruanos recién electos es, tradicionalmente, baja. Este verdadero fenómeno político de impaciencia está ahora sucediendo una vez más. También a Pedro Pablo Kuczynski, que asumiera la presidencia de su país el 28 de julio de 2016 con un 63% de apoyo popular luego de imponerse en las urnas sobre Keiko Fujimori por un margen estrecho, de apenas unos 40.000 votos.

La popularidad del presidente Pedro Pablo Kuczynski cayó al 29%. Su desaprobación, en obvia contraposición, subió al 64% de los encuestados, esto es más de 6 puntos superior a las ya altas cifras de desaprobación cosechadas en el mes de Septiembre.

Cuando Kuczynski acaba de cumplir su primer año de gobierno, este es el tercer mes consecutivo en el que su popularidad como Jefe de Estado peruano disminuye fuertemente. La caída se está por lo demás, acelerando. En junio, perdió cuatro puntos; en julio, cinco puntos; y en agosto, seis. La tendencia es entonces preocupante y una eventual crisis de representación comienza a aparecer. No es irreversible, pero debe ser atendida sin demoras.

Lo mismo les está sucediendo a sus principales espadas políticas, incluyendo al Jefe de Gabinete, Fernando Zavala, a su Ministra de Salud, Patricia García Funegra, y a su Ministra de Educación, Marilú Martens, que tienen un porcentaje de aprobación del 24%, aún más bajo que el de su presidente.

Las principales críticas a la actual administración apuntan a su inacción, a la lentitud en la gestión y a la falta de reflejos políticos. Sólo dos de cada diez peruanos apoyan abiertamente a Pedro Pablo Kuczynski. Y la pérdida de respaldo es todavía más notoria en el interior peruano. Esto es tanto en el norte del país, donde la mitad de su respaldo anterior se ha evaporado, como en el complejo y conflictivo sur del Perú, donde la popularidad presidencial cayó, en apenas dos meses, del 36% al 18 por ciento.

La caída de popularidad afecta asimismo al Congreso, que en Perú es generalmente una institución que tiene claras dificultades en poder concitar el favor de la gente. Hoy la aprobación del Parlamento del país del Pacífico es del 19%, similar a la del presidente, entonces. Muy pobre.

La situación descrita, al afectar directamente al propio presidente, presumiblemente no se resolverá con meros cambios de gabinete. Por esto muchos creen que es el propio presidente quien debería cambiar e irradiar acción y proyectar fuerza. ¿Podrá?

Lo cierto es que, mientras tanto, Perú -en una suerte de piloto automático- sigue creciendo y tiene ante sí una oportunidad realmente histórica que el presidente Kuczynski debería tratar de maximizar. Ocurre que gobernar es, entre otras cosas, entusiasmar. Es también convencer. Para ello hacer política es siempre indispensable.

Por lo antedicho no sorprende demasiado que, en una contundente editorial de ayer, "El Comercio" de Lima destaque que el propio actual vice presidente del Perú, Martín Vizcarra, llama a "refrescar" el equipo de gobierno "con gente de experiencia". Para así salir de un peligroso estado de desconexión con la realidad y conferir dimensión política al ejercicio del poder.