China acentúa la megaliquidez global

La economía mundial creció 4,3% anual en los primeros seis meses de 2017, y dejó atrás seis años de estancamiento en que se expandió sólo 6% por año. Al mismo tiempo, el nivel de inflación de EE.UU. fue 1,7% anual en los 12 meses previos a julio de este año, lo que significa que está por debajo de la tasa de inflación de 2016, cuando ascendió a 2,1% en el año.

La economía de EE.UU. se expandió 3,1% anual en el segundo trimestre de 2017, un punto y medio por encima del promedio experimentado entre 2010 y 2016 (1,6% por año); y esto ocurrió cuando existe virtualmente pleno empleo (4,3% de desocupación), con 16 millones de puestos de trabajo creados en los últimos 6 años.

También aumentan los ingresos norteamericanos (+3.2% anual en los últimos 12 meses), y han alcanzado a US$59.039 per cápita y año. Inclusive disminuye la pobreza, que abarca ahora a 40,6 millones de personas (12,7% de la población), lo que indica que hay 2,5 millones de pobres menos. Pero en estas condiciones de recuperación generalizada y auge del consumo, la inflación, en vez de ascender, desciende.

Lo que no ha cambiado es la distribución del ingreso, con el 1% de arriba logrando más de 30% de las ganancias de productividad, mientras que el restante 80% muestra salarios estancados o en retroceso en los últimos 15 años.

Tampoco se ha modificado la tasa de participación laboral, que era 66% en 2007, cayó a 65,5% en julio de 2009, y se ha hundido ahora a 62,7%, el menor nivel desde la depresión de la década del 30.

Los 4 puntos de disminución de la fuerza laboral –unos 8 millones de operarios- constituyen el terreno fértil en que se nutre la epidemia de drogadicción, alcoholismo y suicidios que diezma a los trabajadores industriales estadounidenses y los sumerge en un agudo proceso de desesperación acumulada.

Esta fue la raíz del triunfo de Donald Trump en los grandes estados industrializados del Medio Oeste (Pensilvania, Ohio, Michigan, Wisconsin) en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre.

Otro escenario La irrupción de China en la economía mundial a partir de 2001 (ingreso a la OMC) ha cambiado irreversiblemente la ecuación ahorro/inversión del capitalismo global. El resultado ha sido una fenomenal caída de las tasas de interés reales, que fueron negativas en la etapa posterior a la crisis financiera internacional 2008/2009.

El cambio de esta ecuación básica del sistema reflejó fielmente la extraordinaria hiperliquidez desatada por la conversión de la República Popular en la principal exportadora mundial de capitales a partir de 2001. Por eso el mundo tiene desde entonces las tasas de interés más bajas de la historia (0% / 0.5% anual).

Es un proceso que se encuentra sólo en su fase inicial, y cuyo ritmo lo fija la internacionalización del reminbi, que es el canal por el cual China transforma su ahorro doméstico (US$6,3 billones) en ahorro global.

Las inversiones chinas en el exterior representan hoy 5% del PBI mundial (US$ 2.5 billones), y serían más de 30% en 2025 (US$22 billones), una vez completada la internacionalización del reminbi. Es una cifra prácticamente igual a la de su PBI de entonces (Banco de Inglaterra/BoE).

La ecuación es la siguiente: liberalización de la cuenta corriente , internacionalización del reminbi, conversión completa del ahorro domestico en ahorro global; y el resultado neto sería un alza de la hiperliquidez mundial (ahorro global/oportunidades de inversión) que pasaría de la actual relación 3 a 1 a 6 a 1 en 2025.

El auge de la hiperliquidez global que es obra de la incorporación del ahorro domestico chino equivale al PBI que tendría la República Popular en 2025 (US$ 23 billones); y que al asimilarse a 30% del producto mundial tendría una dimensión semejante al total de las inversiones en el exterior que posee EE.UU. hoy.

La participación de China en el PBI global era 2,3% del total en 1980, cuando comenzó el proceso de reformas y vuelco al capitalismo liderado por Deng Xiaoping, y alcanzó a 17,8% en 2016, como consecuencia de 38 años consecutivos a una tasa de crecimiento de 9,6% anual.

También en este periodo el PBI per cápita creció 8,5% por año, y se duplica en cada década (era US$260 anuales en 1980 y trepó a US$8.100 el año pasado). La población que vivía con menos de US$1,25 por día alcanzaba a 80% del total en 1980 (834 millones de personas) y cayó a 4% (56 millones) en 2016, que serían absorbidos en la nueva clase media en 3 años.

China se transformó en la primera exportadora del mundo a partir de 2009, y dejó atrás primero a Alemania y luego a EE.UU., con US$2,4 billones en 2016, 10 veces más que los US$257.000 millones de 2000, el año previo al ingreso de la OMC, en que comenzaron a crecer 30% por año.

Lo decisivo es que la República Popular ha arrastrado más de 40% del crecimiento de la economía mundial en los primeros 6 meses de 2017, en los que experimentó una tasa de expansión de 6.9% anual, la más elevada de los últimos 6 años, con un aumento de la productividad de todos los factores de 6% anual entre enero y julio de este año.

El riesgo mayor en la consideración de China no es la hipérbole, sino la subestimación.