Mientras aumentan las expensas, caen los inquilinos en CABA


Los encargados de edificios acordaron un aumento salarial del 21% que se pagará desde la próxima liquidación. Aunque en el gremio que lidera el presidente del PJ porteño, Víctor Santa María dicen que el impacto en las expensas será ínfimo, asociaciones de consorcistas aseguran que rondará entre el 10% y el 15%. Esto se relaciona directamente con el último estudio del Centro de Economía Política de Argentina (CEPA), el cual arroja que entre el 2015 y el 2016, un 8% del total de inquilinos, correspondientes a habitantes de menos ingresos dejó de alquilar en la Ciudad de Buenos Aires. Esto se explica con un dato alarmante: mientras que el ingreso per cápita promedio de los hogares inquilinos aumentó solamente 12%, el costo del alquiler promedio lo hizo en un 33%.

 
La fuga de inquilinos porteños tiene que ver principalmente con un aumento de los precios de los alquileres y una mayor transferencia de renta desde los inquilinos a los dueños de las propiedades.





El incremento salarial acordado en paritarias ya fue cerrado por las 3 cámaras de administradores de edificios con la Federación Argentina de Trabajadores de Renta y Horizontal (FATERYH), que dirige Víctor Santa María, presidente del PJ porteño y de buena relación con el Gobierno porteño.

Si bien todavía falta que lo homologue el Ministerio de Trabajo, se descuenta que el aumento comenzará a regir desde julio. El gremio de encargados de edificios había acordado un aumento del 12% de diciembre 2016 a mayo 2017, además de haber cobrado un plus de $2.000 en febrero de este año.

El aumento se aplicará en dos partes, con un 10% correspondiente al sueldo de mayo, que se pagará en forma retroactiva, y otra en agosto, con el sueldo de julio. Además, se estableció la cláusula gatillo por la cual en 6 meses habrá un ajuste automático en caso de que la inflación supere el porcentaje de suba salarial.

Con este tipo de aumentos que terminan agobiando a los inquilinos porteños se explica porque un 8% de los habitantes de menos ingresos dejó de alquilar en la Ciudad entre 2015 y 2016. Según un estudio del Centro de Economía Política de Argentina (CEPA), mientras que en 2015, 14.092 hogares inquilinos correspondían al primer decil de ingresos, esa cantidad se redujo a 9.585 en 2016. En el 2do. y el 3er. decil, la cantidad de hogares inquilinos disminuyeron de 27.821 a 4.266 y 15.254 a 14.367, respectivamente. Finalmente, mientras que en 2015, 16% de los hogares inquilinos pertenecían al 30% más pobre, en el 2016 solo alcanzaban el 8,61%.

Paralelamente, se experimentó un incremento en el número de inquilinos en el GBA que no tenía precedente en años anteriores. Entre 2015 y 2016 la cantidad se incrementó un 9,33% (31.435 nuevos hogares inquilinos). El número absoluto es muy similar a la cantidad de inquilinos de los primeros tres deciles que abandonaron la Ciudad de Buenos Aires: 28.949 hogares.

Según CEPA, "este resultado es consistente con la tesis de ciudad expulsiva: es la Ciudad más rica del país descarga en momentos de recesión económica los problemas habitacionales sobre los municipios del GBA. Los hogares en situación de mayor vulnerabilidad, que son aquellos que mayor demanda generan sobre los sistemas de salud, educación, y otros servicios del estado en general son incitados a moverse a un distrito con peores condiciones materiales para dar respuesta a estas demandas".

"La dinámica de la Ciudad expulsiva opera a través de un mercado de alquileres completamente regido por el libre mercado; con alquileres que aumentan al ritmo de la inflación, en un contexto de salarios que pierden poder adquisitivo, y donde los inquilinos de menores ingresos no pueden hacer frente al costo del alquiler de la vivienda", agregaron.

La fuga de inquilinos porteños tiene que ver principalmente con un aumento de los precios de los alquileres y una mayor transferencia de renta desde los inquilinos a los dueños de las propiedades. Por ejemplo, en el segundo trimestre del 2015, del total de la renta generada por los hogares inquilinos, el 33% estaba destinado al pago de alquileres. En 2016, ese porcentaje se incrementó al 42%. Asimismo, mientras que el ingreso per cápita promedio de los hogares inquilinos aumentó solamente 12%, el costo del alquiler promedio lo hizo en un 33%.

Pero el precio del alquiler representa un porcentaje muy relevante del ingreso familiar, que no está incluido en la canasta básica de manera completa. Si se clasifica a la población en relación a las líneas de pobreza e indigencia (o sea por ingreso), quedan fuera de esos universos un gran número de hogares que de manera objetiva tienen muchas dificultades para hacer frente a los gastos básicos, pero que sin embargo no son pobres.

Un simple cálculo, muestra que, si se considera la suma del gasto alimentario de los hogares, el de un alquiler mínimo y el gasto por expensas, el 15,1% de los hogares tienen ingresos que no superan esa suma de gastos. Es decir, del total de hogares inquilinos, existe un 9,1% de hogares que no son pobres según la clasificación de ingresos, pero sin embargo tienen ingresos insuficientes para afrontar dicho gasto.