El Brexit, centro del discurso de la Reina

Mayoría incierta y programa insuficiente. Congelan visita Trump

La reina Isabel II al llegar a la pomposa ceremonia de apertura de las cesiones del Parlamento


 La Reina Isabel realizó hoy el discurso inaugural del nuevo período parlamentario centrado en el programa del gobierno británico sobre el Brexit y la falta de mención de la visita de Donald Trump sembró dudas.

Insuficiente y frágil, como es frágil el gobierno de Theresa May, "in office, but not in power (en cargo pero no en el poder)", en el juicio de la mayoría, luego de la ducha fría electoral del 8 de junio pasado. Y todavía sin una mayoría cierta en las espaldas.
"Mi gobierno", dijo la monarca en el tradicional 'Queen's Speech', se compromete a llevar a término el 'Great Repeal Bill', la ley marco que convalidará el fin de la jurisdicción del mastodóntico cuerpo normativo europeo sobre el Reino Unido.
Son las primeras líneas del discurso y la señal de la voluntad de proceder hacia el divorcio de Bruselas: única "todavía de salvación", en las palabras del Daily Telegraph, capaz de ofrecer a May una pequeña esperanza de permanecer en el poder durante dos años, el tiempo de la negociación con la Unión Europea.
En tanto el Ejecutivo debería lograr aprobar 24 proyectos de leyes, según la enumeración hecha por la monarca de 91 años con voz susurrante pero firme: 24 títulos, ocho de los cuales, los primeros de la lista y los más importantes, dedicados a regular el adiós del Club de los 27 bajo la consigna de una recuperada "independencia nacional" sobre inmigración, acuerdos comerciales "globales", tarifas aduaneras, agricultura, pesca, controles sobre centrales nucleares y sanciones internacionales.
Ninguna reconsideración aparente en materia, por tanto, más allá de un tono menos afirmativo y de alguna apertura verbal a los intereses del negocio.
Pero el problema para lady Theresa será hacerlo aprobar, con un Partido Conservador que perdió la mayoría absoluta en a Cámara de los Comunes y parece dividido internamente entre "brexiteers" duros y puros y pragmáticos.

Pero sobre todo con la necesidad de confiar en el vital apoyo externo de los 10 diputados de la derecha unionista de Irlanda del Norte del DUP, los cuales pelean sin piedad y justo el martes advirtieron que el sí no se da "por descontado". Las cuentas se realizarán el 28 y 29 de junio, cuando están previstas las votaciones sobre las enmiendas al Discurso y al texto completo; de hecho una suerte de voto de confianza.

Por el resto, pesa más lo que no hay que lo hay. No está prevista la visita de Estado de Trump, pese a la invitación de meses atrás: para Downing Street depende solo del hecho que no fue formalizada la fecha, pero las polémicas contra el presidente estadounidense no parecen extrañas al tácito aplazamiento.
Luego desaparecen varias "banderas" del manifiesto electoral conservador: ninguna reforma escolar old fashion, nada de regreso a la caza del zorro, nada de intervenciones sociales (la más polémica llamada "dementia tax", tampoco las más esperadas como el techo a las boletas de electricidad).

En cambio, se mantiene el compromiso sobre el clima y para el incremento de los gastos militares del dos por ciento del PIB, a los cuales se suman promesas para las víctimas del incendio de la Torre Grenfell y la lucha al terrorismo y extremismo online. Temas genérico, para el Laborismo de un Jeremy Corbyn de corbata roja y las otras oposiciones, que denuncian un diseño de cabotaje.
"Insensible" a las desigualdades y a los problemas internos del país, vago sobre el propio Brexit, fiel en sustancia a las políticas de ajuste.
Ajuste que, a causa de los tiempos estrechos impuestos por las elecciones anticipadas, se abatió en el ceremonial del Queen's Speech 2017. Con la reina -acompañada por el heredero Carlos (en reemplazo del consorte Felipe, hospitalizado)- que esta vez no usó por primera vez en 43 años la "corona imperial".