La soja pierde poder de compra y reduce la capacidad de invertir en la próxima campaña

Se deberá producir más para no tener un déficit de u$s30 por hectárea



Merino Soto


En lo que va de marzo el precio de la soja en el mercado local acumula una caída de 8 por ciento. El motivo de la baja está generado por una oferta global holgada lo suficiente como para cubrir la demanda. Si a esto se suma un tipo de cambio atrasado y una inflación que no frena, la rentabilidad del productor se empieza a limitar, lo que habla de que el poder de compra esperado para el segundo semestre se empieza nuevamente a demorar. Hoy, con costos en alza, deberá pensar en producir más si no quiere perder hasta u$s30 por hectárea.

Hoy el precio promedio que se paga por la tonelada de oleaginosa ronda los $3.700, este valor es un 12% inferior a los $4.200 de 2016 y apenas un 7% por arriba de lo negociado hace dos años. Todo lo contrario se observa en los últimos diez años donde el precio promedio fue de 5.200 pesos.

"Tener una soja con bajo poder de compra es un problema para los productores pero también para las finanzas y para todos los que están vinculados de forma directa e indirecta. Hablando en términos de bienes, esa soja compra menos maquinarias y hay menos gastos en los pueblos", afirmó el economista del Ieral de la Fundación Mediterránea, Juan Manuel Garzón.

Por ende, si el precio de la soja sigue bajando no contribuiría a generar un clima inversor dado que el negocio es menos rentable. El productor buscará retener y vender lo necesario para hacer frente a los gastos o quizás tomará créditos en dólares con tasas de un dígito.

Para el director de la consultora Agripac, Pablo Adreani, "en los últimos cinco años se ha ido consolidando lo que yo llamo inflación en dólares de los bienes y servicios, que influyen en el negocio agrícola".

El experto pone como ejemplo la situación del maíz. En los últimos siete años, incluyendo 2016, donde el Gobierno eliminó las retenciones, los gastos de comercialización aumentaron 33% en dólares, equivalente a un incremento de u$s122 por hectárea. En el caso de los fletes, el mismo se elevó 44%, pasando de u$s20 a u$s30 por tonelada.

Al analizar el valor de la soja y su relación con el fisco, Garzón destacó que la gestión del actual ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, es la más baja desde 2002, cuando estaba Roberto Lavagna. El precio FOB pagado por la soja hoy es de $5.762 la tonelada, valor que luego servirá para hacer frente a los gastos del Estado.

En materia fiscal, las cosas no están bien. Al respecto, desde el estudio SSV y Asociados, su titular Santiago Sáenz Valiente resaltó que "hace falta hacer una corrección por inflación del resultado impositivo dado que genera la obligación de pagar un impuesto sobre una renta ficticia". El problema data desde los ‘90.

En pocas palabras, el campo deberá aumentar su producción, de lo contrario perderá entre u$s20 a u$s30 por hectárea ante el crecimiento de los costos previsto para todo 2017. No hay en el corto plazo nada que indique una mejora de la rentabilidad para el campo. Los valores externos dependen sólo de un efecto clima para que suban. En el plano interno, las consultoras privadas estiman una inflación de 25% y el tipo de cambio se mantendrá fijo, al menos hasta que pasen las elecciones. Las retenciones recién se reducirán 6 puntos en 2019. El productor tiene la última palabra.