Cerebro y política; el secreto de la rivalidad

Lo visual es clave en la toma de decisiones, pero lo emocional ejerce una influencia decisiva


"Si quieres ganar un adepto para tu causa, convéncelo primero de que eres su amigo sincero"
Abraham Lincoln

Se encuentra hoy en boga el estudio del cerebro en las instancias políticas. Recientemente fueron inauguradas dos subespecialidades de la neurociencia y de la psicología llamadas neuropolítica y psicología política, respectivamente. Ambas modalidades temáticas forman parte de un área muy importante que estudia la conducta humana, que es la de la toma de decisiones.

Si bien actualmente existen estudios que priorizan la función emocional en la política, dejando para un segundo término la razón y los procesos ideológicos, ellos cuentan con algunas falencias metodológicas, tales como parangonar diferentes culturas y diferentes sistemas electorales. Los estudios que observan caras de políticos muestran que ellas indudablemente producen efectos emocionales. Así es que estos trabajos se aventuran a decir que en menos de un segundo ya hemos sentido una predisposición sobre a quién votar, fundada en quien nos genere mayor empatía.


Nuestra emoción se “entera” antes de lo
que vemos que nuestra conciencia racional

Sin embargo, estas investigaciones dejan a un lado ciertas cuestiones y olvidan que de lo correlativo no se deriva con necesidad la causa de un efecto, prejuzgando de esta forma a la población. Una sensación visual puede generar un sentimiento instintivo que genere una toma de decisión inmediata, pero ella puede ser modificada posteriormente (decisión a largo plazo). Además, el voto no es obligatorio en muchos países del estudio, de lo que se deduce que algunos de los evaluados podrían no votar. Esto último sesga el trabajo.

Los humanos somos seres visuales (macrópticos), diferentes de los mamíferos superiores que son olfatorios (macrosmáticos), por lo cual es lógico que el ingreso visual impacte de lleno en nuestro sistema emocional.

Lo visual es clave en la comunicación humana; por eso la mirada de un candidato apunta a nuestro sistema cerebral instintivo. Los trabajos del neurocientífico Joseph LeDoux, de Nueva York, muestran que nuestra emoción se "entera" antes de lo que vemos que nuestra conciencia racional, por lo cual no resulta extraño que las influencias de las caras sean un componente importante de la decisión electoral. Otros estudios que apoyan la idea emocional muestran que el electorado de EE.UU. es en su mayoría demócrata pero que, sin embargo, han ganado más elecciones los republicanos ya que los demócratas no suelen apelar a lo emocional y los republicanos, sí.

Conservadores y progresistas
De cualquier forma, sabemos que existen personas que al recordar activan sólo el hipocampo, mientras que otras personas recuerdan con el hipocampo y la amígdala (sistema emocional), las cuales son más influenciables por la presión social. Teniendo esto en cuenta se ha planteado que las personas con pensamiento conservador tienen mayor desarrollo amigdalino (mayor respuesta al miedo y a la invasión del espacio corporal) y los progresistas mayor desarrollo de la corteza prefrontal (cingulado), que regula la motivación y la resolución de conflictos.

En esa misma línea, un estudio publicado en Current Biology por Read Montague muestra en resonancias magnéticas funcionales que al mirar imágenes repulsivas hay una clara diferencia entre los votantes de izquierda o de derecha.



Nuestro cerebro percibe como una coalición rival a los afines a otros partidos; esto no sucede cuando se habla de grupos musicales o películas. En este punto nuestro cerebro elige y categoriza a los otros para realizar alianzas o coaliciones. Es importante también tener en cuenta las neuronas en espejo, localizadas en el lóbulo prefrontal, que se "encienden" ante la presencia de cierta empatía con el candidato o con un elector similar. Esto puede no obstante cambiar a partir de la acción o mensajes posteriores, siendo la toma de decisión electoral un acontecimiento emocional pero que se ve modificado por la razón.


Rubén Weinsteiner