Bannon y la narrativa de la #marcapolítica Trump en el #votojoven




Trump y Bannon

Por Rubén Weinsteiner

La narrativa Bannon logró interpretar la decepción y rebeldía contenida de los que Madison Avenue llamaba los Integrados y los émulos, los blancos pobres, los rednecks, en contraposición con lo que la Avenida de la publicidad llamaba Realizados conscientes.

Stephen Bannon, es el autor de la narrativa Trump. Bannon es un antiguo ejecutivo de Goldman Sachs, y también es el producto de lo que el Hollywood Reporter llama "una familia de trabajadores y sindicalistas demócratas" con un "concepto recalcitrante de la clase social o un sentimiento de amargura o traición". Miembro fundador de la ofensiva y ultraconservadora web Breitbart, estuvo entre los arquitectos de la victoria electoral de Trump y se convirtió en el autor de la "Narrativa Trump".


Bannon con pasado militar, trabajó como banquero de inversión en Goldman Sachs entre 1984 y 1990. También ha sido productor y director de cine.

En 2012 se convirtió en director de la página web de noticias Breitbart News, conocida por su apoyo a la llamada alt-right, una derecha recargada racista, defensora del nacionalismo blanco, antisemita y homofóbica. Como director de Breitbart News, llegó a declarar a la web de noticias como la plataforma de la Alt-right, dirigiendo ataques velados de tono antisemita a los rivales de Trump durante la campaña presidencial de este.

Breibart News

Títular 1: "Extranjero ilegal acusado de asalto sexual por intentar violar a mujer discapacitada".

Títular 2: "¿Esclavitud en Estados Unidos? Inmigrante mexicano forzó a ilegales a trabajar sin paga por 14 años".

Títular 3: "Pederasta anteriormente deportado fue detenido por cruzar la frontera ilegalmente entre Estados Unidos y México".


Estos son sólo algunos de los encabezados de Breitbart, un medio digital que ha disparado su número de lectores hasta llegar a los 31 millones durante la campaña presidencial en Estados Unidos. Mucho tiempo antes de que la candidatura presidencial del republicano Donald Trump fuera tomada en serio por otros medios, Breitbart ya tenía a Trump como su favorito, y el aprecio ha sido mutuo a tal grado que se han convertido en una alianza mediática.

Desde el 2012, Trump ha tuiteado su contenido 186 veces. Aunque parezca poco, eso significa que en casi 200 veces el contenido pudo llegar a los casi 12 millones de seguidores que tiene el Trump en Twitter.


Se describe como un "nacionalista económico", rechazando la etiqueta de nacionalista blanco. Plantea que los estadounidenses se encuentran en una guerra global contra el Islam radical, en el marco de un conflicto secular entre el Cristianismo y el Islam.

Su posición respecto a Vladimir Putin es ambivalente: rechaza su corrupción, aunque considera que occidente podría aprender de su tradicionalismo. Defiende la narrativa de un mundo judeo-cristiano practicante antaño de un capitalismo humano, subvertido en la actualidad según Bannon por un «Partido de Davos» y un capitalismo global y de élites.

Dice que su principal objetivo político es sacudir al sistema y crear un movimiento enraizado en el nacionalismo y una forma más humana de capitalismo. Recupera positivamente la figura de Ronald Reagan.


Voto redneck

Redneck es el término utilizado en Estados Unidos y Canadá para nombrar el estereotipo de un hombre blanco que vive en el interior del país y tiene bajos ingresos. Su origen se debe al hecho de que por el trabajo constante de los trabajadores rurales en exposición al Sol acaban quedando con sus cuellos enrojecidos (del inglés red neck, "cuello rojo"). Hoy se suele utilizar para denominar de manera peyorativa a los blancos sureños conservadores. El término también es usado ampliamente con una valoración negativa por los progresistas urbanos que perciben a los Rednecks como conservadores,de derecha etc. A la vez, algunos sureños blancos recuperaron la palabra, autoidentificándose con ella y usándola con orgullo.

En comunicación política el Redneck, es un sujeto de bajos ingresos, con como máximo 12 años de escolaridad, es decir, en el mejor de los casos terminaron el secundario. Los hay asalariados con bajos salarios, con algún oficio, cuentapropistas básicos y desempleados. Suelen ser conservadores, lo que en segmentación clásica llamamos Integrados (belongers) absolutamente adaptados, no cuestionan, no contestan, y los formatos de dimensión colectiva tienen que ver con la religión, lo nacional y con lo local.

Suelen ser evangélicos, bastante religiosos, y votan por lo general al partido repúblicano.

Con escasa actividad cultural, consumen y mucho cuando pueden, comen muchos alimentos procesados, mucha carne, les gusta beber, suelen casarse jóvenes y tener muchos hijos. No son muy afectos a la diversidad sexual, a los inmigrantes y a la otredad en general.


En las últimas elecciones presidenciales de EE.UU. el segmento Redneck adquirió una relevancia inédita,

El EE.UU. rural y evangélico marcó la diferencia. Donald Trump arrasó entre los rednecks, a los que no les molestaron ni las comentarios machistas, ni anti hispanos ni anti musulmanes de Trump.

El voto Redneck le dio la victoria a Trump, por lo consistente y masivo de su voto.


Un vistazo al mapa de resultados muestra cómo el apoyo a Clinton se ha concentrado en torno a las grandes áreas urbanas del país, mientras que el vasto territorio entre ambas costas ha quedado en una amplia mayoría pintado del rojo republicano.

Además, de acuerdo con el sondeo de Reuters/Ipsos a la salida de los colegios electorales, Trump ha logrado una enorme ventaja sobre su rival entre los blancos sin título universitario, de 31 puntos entre los hombres y de 27 entre las mujeres.


El voto de los evangélicos ha sido igualmente decisivo. Un 81% de los electores de este importante grupo cristiano han apoyado a Trump, frente a un 16% que ha respaldado a Clinton, según la misma encuesta a boca de urna, la mayor diferencia al menos desde la victoria de George W. Bush frente a John Kerry en 2004.


El vídeo publicado a pocas semanas de las elecciones en el que Trump aparecía jactándose de hacer con las mujeres lo que se le antojaba, parecía haber sembrado cierta división en la comunidad evangélica, pero finalmente no ocurrió, los evangélicos masivamente votaron a Trump.



Tampoco el rechazo de las mujeres que se pudieron haber sentido ofendidas pegó en el voto Redneck femenino. Hillary Clinton solo ganó por dos puntos de ventaja sobre Trump en el voto femenino, mientras que Obama había le había sacado siete de ventaja a Mitt Romney en 2012.



La victoria de Hillary entre los hispanos, negros y asiáticos, no le alcanzó para dar vuelta la categórica ventaja de Trump entre los Rednecks.

Clinton le sacó una ventaja de seis puntos a Trump en las áreas urbanas, mientras que el candidato republicano le sacó 27 puntos de ventaja a Hillary en las zonas rurales.


En las grandes ciudades que se extienden desde Boston a Washington D. C.; las principales ciudades de la región de los Grandes Lagos, como Chicago, Detroit, Cleveland o Milwaukee; Miami y el resto del sur de Florida; las principales poblaciones de la costa oeste, desde San Diego a Seattle, pasando por Los Ángeles, San Francisco y Portland, o incluso las texanas Dallas y Houston, ganó Clinton cómoda.

En cambio, fuera de ese universo urbano, en la mayor parte de la América profunda, desde los Apalaches a los bosques de Oregón, pasando por el Medio Oeste y las Grandes Llanuras, arrasó Trump.

Las dos mitades

Bannon logró unir las dos mitades separadas de la indignación estadounidense, la cultural y la económica.

Empecemos con la primera. En el año 2014, durante una entrevista sobre la reciente crisis financiera, afirmó: "El hecho de que nunca se haya pedido responsabilidades reales a los directivos de los bancos y los fondos de cobertura ha alimentado gran parte de la furia del movimiento Tea Party". Y hay fundamentos ahí. Nunca se pidieron explicaciones a los bancos por sus muchos y evidentes errores ni por los posibles fraudes que pudieran haber cometido.


Cuatro años antes, Bannon había escrito, dirigido y producido un documental sobre la crisis financiera del 2008 ( Generation Zero) que intentaba exculpar explícitamente al sistema de aquel tremendo desastre. Ni la reducción de normas bancarias que se llevó a cabo durante los mandatos de Bill Clinton y George Bush, ni las agencias regulatorias llenas de antiguos directivos de bancos y ejecutivos y lobbistas. Como decía uno de los testimonios del documental, "la desregulación no es el problema". Y la primera frase que aparece en la parte trasera del CD promocional es igualmente tajante: "La crisis económica actual no es un fracaso del capitalismo, sino un fracaso de la cultura".

¿A qué cultura se refiere Bannon? ¿A la cultura aventurera de los negociantes de Wall Street? ¿A la cultura corrupta de los tasadores inmobiliarios y las agencias de calificación? ¿A la cultura de las hipotecas como medio para hacerse rico tan rápidamente como fuera posible? No. Se refiere a la contracultura de la década de 1960; a la cultura Woodstock, a la cultura hippie, a la cultura del droga sexo y rocknroll. La desregulación de los derivados no tenía nada que ver con los rescates y la crisis financiera. La culpa de todo la tuvieron esos pibes que se divertían en Woodstock en 1969.

Es el argumento de Bannon, que ilustra una y otra vez en Generation Zero con grabaciones de hace 40 años donde se mezclan hippies que bailan fumados, mercados bursátiles donde se cuentan billetes, dibujos animados antiguos, casas desocupadas y tiburones de aspecto verdaderamente terrible para volver otra vez a los hippies felices.

Se podría afirmar que Generation Zero es la transición de las guerras culturales al trumpismo. El documental es un intento de unir las distintas hebras de la indignación. Bannon nos está diciendo que las guerras culturales y la crisis financiera comparten el mismo villano: los malos valores que contaminaron supuestamente nuestra sociedad en la década de 1960. Las mismas fuerzas que convirtieron el cine y la música pop en algo vulgar destrozaron después la economía y nos dejaron sin sustento.

Roger Kimball, de The New Criterion, lo expresa así: "Muchas de las cosas que acabamos de ver son una dramatización en el mundo real de ideas que se ensayaron y se volvieron populares en los años sesenta y setenta. Y, en mi opinión, han funcionado como receta para el desastre en varios aspectos de lo más concretos. Piensen en la crisis financiera. Los irresponsables préstamos de los bancos y el irresponsable comportamiento de muchos fondos de alto riesgo no son más que una abdicación de responsabilidad".
Bannon odia el movimiento surgido en 1960

En la lógica de Bannon, la década de 1960 empujó a los estadounidenses a la irresponsabilidad y la autocomplacencia; y como ahora, cincuenta años después, sufrimos una epidemia de irresponsabilidad y autocomplacencia, no hay duda de la culpa recae en los ciudadanos de aquella década. El pecado ya no es de las autoridades financieras del Gobierno de Bush, por ejemplo, sino de unos universitarios que fumaban porro en tiempos de la guerra de Vietnam.


Peter Schweizer, autor de Clinton Cash y uno de los expertos que aparece en el documental de Bannon, echa la culpa de la crisis subprime a Saul Alinsky, un escritor y agitador comunitario que falleció en 1972. Desde su punto de vista, Alinsky "aplaudía a los activistas que mentían a sabiendas, y de ahí pasa a que los solicitantes de préstamos mintieran en sus solicitudes, las inmobiliarias mintieran a las aseguradoras con las hipotecas y las hipotecas se vendieran en Wall Street como si estuvieran completamente respaldadas. Una cadena de mentiras termina por socavar hasta el más eficaz de los sistemas".

Schweizer tiene razón al decir que los créditos basados en mentiras socavan el sistema. En el año 2005, ya eran una parte gigantesca del mercado hipotecario. La historia de lo que pasó es verdaderamente fascinante, y se han escrito muchos libros al respecto, pero el cineasta Bannon no se interesó por ninguno; no se esforzó por saber quién concedía esos créditos, qué tipo de casas querían comprar con ellos (¿mansiones de nuevos ricos?), quién los convertía en valores bursátiles y cómo es posible que las autoridades no hicieran nada por detener el proceso. Su documental lo pasa por alto y se limita a insinuar que el diabólico Alinksy tuvo algo que ver. Es un recorte narrativo "creativo" e interesante.

Generation Zero presenta algunos argumentos válidos . Es obvio que a su director le preocupan los trabajadores que se arruinaron por culpa de la recesión. Acusa correctamente al Partido Demócrata de haber rosqueado con Wall Street en los noventa (aunque resta importancia a las roscas de los republicanos) y comprende la connivencia del Gobierno con las altas finanzas; de hecho, una de los testimonios describe acertadamente el sistema reflotado como "socialismo para los ricos y capitalismo para todos los demás", en una frase digna de Bernie Sanders.

Generation Zero tiene una supuesta enseñanza moral: que tenemos que madurar y ser responsables de nuestros actos. Al margen de las viejas grabaciones de hippies y de una cita de la revista Time de 1969, Bannon ni siquiera intentó precisar qué significaron o representaron "los sesenta". No entrevistó a ninguno de los participantes más destacados de aquella época. Saltó directamente a la crisis financiera, y el espectador se quedó sin saber quiénes eran los hippies, si los deshonestos compradores de casas, los prestamistas tramposos o los inversores de Wall Street. Bannon ordenó la narrativa en función de su estrategia de la marca política Trump.

La historia a favor de la marca política

Bannon sólo dijo que hubo algo horrible llamado "los sesenta", que cuatro décadas más tarde se produjo una terrible crisis financiera y que, como la primera es anterior a la segunda, fue causa de esta. Sin embargo, el documental no incluye prácticamente nada que explique esa afirmación.

Generation Zero también tiene declaraciones de Dick Morris, un antiguo consejero presidencial que fue algo así como el Steve Bannon de Bill Clinton. Y esto es lo que dice el indignado Morris sobra la amenaza de una hiperinflación, que los derechistas del 2010 daban por prácticamente segura: "La verdadera catástrofe llegará dentro de un año, de año y medio o de dos, cuando todo el dinero que la Reserva Federal está imprimiendo salga de su escondite y provoque una inflación explosiva".

Tras afirmar que la Historia tiene un patrón cíclico que se repite constantemente, Generation Zero dice que la crisis como el crack del 29 y la Segunda Guerra Mundial dieron paso a generaciones triunfantes y ambiciosas que cometieron el error de malcriar a sus hijos, quienes destrozaron la sociedad con su decadencia y narcisismo y provocaron que el ciclo se volviera a repetir. El vídeo promocional lo pone claro: "La Historia tiene cuatro fases. La crisis, la expansión, el despertar, el desenlace. La Historia se repite. Esta es la historia no contada del hundimiento financiero".

Pone en los sesenta, en el desorden y en el quiebre de un sistema de valores rígidos que según el funcionaba bien y había permitido alcanzar el éxito y la prosperidad, la culpa.

La otredad, está allí y no en los derivados financieros, en un sistema que virtualizó la economía y divorció al flujo real de la misma, del flujo nominal de la misma.

Relatos ocultos

La Narrativa de Bannon se articula fuertemente en los relatos ocultos y apela a un segmento del público norteamericano que tiene despliega esos relatos ocultos en la intimidad, pero en algunos casos, en otros no, estaría avergonzado de confesarlas publicamente.

La narrativa Trump linkea el miedo racial en algo que tiene que ver con la ley y el orden.

Esa narrativa plantea que los inmigrantes indocumentados son más propensos a cometer delitos graves que un estadounidense.

Los relatos culturales, tanto públicos abiertos y difundidos, como los ocultos, privados y subterráneos, conforman las hegemonías dentro de los diferentes segmentos poblacionales.

Cada una de estas hegemonías constituye el contexto en el cual, las personas dan un significado a sus acciones y experiencias, percepciones de hechos a los cuales se los dota de significados y dan sentido a sus vidas, tanto en lo individual como en lo colectivo.


Los relatos ocultos son una parte muy importante en las matrices de construcción de los sistemas de preferencias y determinación del voto.

Son relatos privados, que no se verbalizan en el espacio público, ni en los medios 1.0, se remiten exclusivamente a los círculos de confianza, de “los nuestros”, a las charlas en familia o con amigos cercanos, o en la web, en twitter, en facebook, al amparo de cierto anonimato o invisibilidad y comportamiento de masas, como cuando se cantan canciones racistas desde una tribuna en una cancha.

Esta oralidad está emergiendo cada vez más intensamente en la Web social, donde podemos leer construcciones discursivas significativas, impensables en lo escrito o en los medios masivos.

Esta emergencia de los relatos ocultos conocidos pero silenciados, constituye un cambio profundo de paradigmas, en un escenario novedoso y lleno de oportunidades para narrativas como la construida por Bannon


Clivajes


El clivaje que plantea la narrativa de Bannon es: de un lado los Belongers, lo que la segmentación VALS de Madison Avenue consideraba como los integrados, los tradicionalistas, incluyendo también a los Rednecks, a los blancos pobres émulos de los sectores medios y medios altos, y del otro lado, los progres, la centro izquierda, lo que Madison Avenue llama los Realizados socioconscientes, aquellos segmentos que estructuran valores de adentros hacia afuera, más que de afuera hacia adentro o de arriba, desde la narrativa mainstream, hacia abajo.

Pero Bannon no para ahí con su narrativa, le atribuye a los segundos, haber articulado un sistema que funcionó hasta que explotó en el 2008.


En la narrativa de Bannon, se rescata la tradición y la eficacia de los valores americanos, se plantea primero una añoranza y luego un retorno.

Bannon hace prevalecer la cultura por sobre las políticas económicas, regulaciones financieras, alianzas del poder político con Wall Street, desindustrialización etc.Generation Zero reconoce la existencia de esos hechos indiscutibles, pero ordena la narrativa para plantearlos como hechos secundarios de los cambios culturales que arruinaron el "American way of life".

Rubén Weinsteiner